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Doce Años En La Sombra

Doce Años En La Sombra

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Atracción entre enemigos / Traiciones y engaños / Venderse para pagar una deuda / Amor-odio
Popularitas:7.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Crisbella

Doce años pagué por un crimen que no cometí. Los verdaderos culpables: la familia más poderosa e influyente de todo el país.
Tras la muerte de mi madre, juré que no dejaría en pie ni un solo eslabón de esa cadena. Juré extinguir a la familia Montenegro.
Pero el destino me tenía reservada una traición aún más despiadada. Olviden a Mauricio Hernández. Ahora soy Alexander D'Angelo, y esta es mi historia.

NovelToon tiene autorización de Crisbella para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Malos entendidos

Punto de vista de Alexander

Entré a la sala. Mónica ya estaba allí, flanqueada por varios abogados de la empresa D'Angelo. Elías estaba solo, sentado al frente de una mesa inmensa, con los documentos listos.

—D'Angelo —gruñó Elías, sin levantarse—. Hagamos esto rápido.

—Con gusto, Montenegro —respondí, tomando asiento frente a él. La mesa se sentía como un campo de batalla recién ganado.

Mónica deslizó los documentos hacia mí. Elías se había negado a hablar de Sofía, y yo no iba a humillarlo más de lo necesario, no aún. Mi victoria ya estaba escrita en el papel.

Mientras mis ojos repasaban las cláusulas que me daban control total sobre cada activo de la compañía Montenegro, mi mente me traicionó. En lugar de ver las cifras de la fusión, vi los ojos de Sofía, su desafío en la cama. Sentí un arrebato de ira por su control sobre mí, y esa ira la canalicé hacia el hombre que tenía enfrente.

—Firma aquí, Elías —ordené, mi voz dura como el acero—. Y aquí. Con tu firma, tu pesadilla financiera termina, y comienza mi control.

Elías no dudó. Agarró la pluma y estampó su rúbrica en cada página requerida. Con cada trazo, el imperio Montenegro se desintegraba y pasaba a mis manos.

Cuando terminó, respiró profundamente, como si se quitara un peso de encima.

—Ahora, D'Angelo. Cumple tu parte.

Me levanté, sintiendo el peso de la venganza cumplida.

—Mónica —dije, sin mirar a Elías—. Ejecuta la transferencia de fondos de rescate y la donación inicial a la Fundación Sofía Montenegro. Inmediatamente.

Elías me miró, confundido por la mención de la fundación.

—¿La fundación? ¿Por qué tan generoso, D'Angelo?

Me incliné sobre la mesa, poniendo mis manos a cada lado de su asiento.

—Porque ahora esa fundación es mi responsabilidad. Y Sofía es mi prometida. Y tú, Elías, eres un simple asesor que trabajará bajo mis órdenes hasta que yo decida que ya no te necesito.

Elías finalmente entendió que había cambiado una jaula por otra, pero ahora más grande. Yo había ganado la guerra; sin embargo, al mismo tiempo, el precio de la victoria era mi creciente e incontrolable obsesión por su hija.

Después de terminar la sucesión de acciones, Elías Montenegro salió de la sala de juntas con la mirada perdida y lleno de resentimientos. El inicio del final había empezado, y yo estaba en primera fila para verlo caer.

De vuelta a mi oficina, mi secretaria informó que Sofía se encontraba esperando en ella. Me puse furioso al saber que la habían dejado entrar sin mi consentimiento. En ese lugar tenía documentos que revelaban mi verdadera identidad, por lo que entré a toda prisa, solo para encontrarla recostada en el sillón con los ojos cerrados.

Se veía tan inocente, parecía un ángel. Lentamente, me acerqué a ella y pude notar en su cuello algunas de las pruebas de que la noche anterior realmente existió. Me senté a su lado y con delicadeza acaricié mi sello sobre su delicada piel. Ella, al sentir el roce de mis dedos, abrió los ojos, sus ojos miel que mostraron dulzura y calidez por unos segundos.

—¿Qué está haciendo? —Su forma altiva de hacer la pregunta rompió el encanto del momento.

—Solo tocando lo que es mío —respondí de forma tajante.

—No se equivoque, señor D'Angelo, no soy su propiedad —Su mirada se endureció tratando de sentarse.

—Te equivocas, Sofía. Desde anoche pasaste a ser mía, solo mía, y ahora quiero volver a reclamar lo que me pertenece —dije, besándola.

Aunque ella no respondió a mi beso como esperaba, simplemente se quedó quieta como si de un iceberg se tratara.

Separé nuestros labios sintiéndome irritado por su manera de reaccionar. Yo quería de vuelta a la mujer apasionada de la noche anterior, y en su lugar solo encontré frialdad.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué te comportas así? —pregunté furioso.

—Lo de anoche no volverá a pasar. Eso solo fue una manera de cerrar este estúpido trato, y nada más —Sus palabras eran dagas clavándose en mi pecho—. Ahora, si me disculpa, es hora de hablar de negocios, es hora de hablar de la fundación.

Ella se incorporó rápidamente, arreglando su ropa y marcando una distancia irritante. El muro de hielo que había levantado entre nosotros me estaba doliendo. Sin embargo, pensé que era lo mejor. Al menos uno de los dos tenía sentido común.

—Está bien, Sofía. Por favor, tome asiento y hablemos de su fundación. Creo que se la ganó después de lo de anoche.

—No se equivoque, señor D'Angelo, yo no me acosté con usted para pagar la fundación, yo no soy una cualquiera —Sus palabras cargadas de humillación.

Sofía había malinterpretado mis palabras. Ella pensó que estaba hablando de nuestro encuentro, aunque yo me estaba refiriendo a la cena. Ahora, no pensaba desmentir ni mucho menos aclarar nada. Ella podía seguir pensando así y mantener aún más esa pared invisible que había levantado entre los dos.

Punto de vista de Sofía

Llegué a la empresa D'Angelo con la intención de hablar con mi prometido. Este día se firmaría la sucesión de acciones y, al mismo tiempo, yo tendría el dinero para continuar con la fundación. A pesar de todo lo que estaba pasando en mi vida, saber que tendría el dinero para continuar mi sueño era mi mayor recompensa.

La secretaria de D'Angelo me recibió amablemente, dejando que entrara a su oficina y lo esperara allí. Una vez dentro, el olor a su perfume me hizo estremecer, y los recuerdos de la noche anterior llenaron mis pensamientos. D'Angelo fue tan apasionado que mi cuerpo quedó con más ganas de él.

—¿Le ofrezco algo de beber? —preguntó la empleada de mi prometido con amabilidad.

—Gracias, pero estoy bien —respondí con una sonrisa.

La mujer salió, dejándome sola en aquel lugar. Había esperado por mucho tiempo, así que me recosté en el sillón negro de cuero que estaba en la gran oficina. Cerrando los ojos, me quedé dormida. Estaba cansada, necesitaba un respiro y no entendía por qué ese lugar me llenaba de paz.

Desperté al sentir que me acariciaban la piel. Al abrir los ojos, me encontré con la mirada llena de deseo de Alexander. Intenté sentarme rápidamente, pero él se adueñó de mis labios.

Había decidido que lo de la noche anterior no volviera a suceder. Alexander tenía que volverse loco por mí, y eso no lo iba a lograr entregándome a él cada vez que su deseo apareciera. Por lo que mi fachada de mujer fría y calculadora debía aparecer.

Obviamente, él se molestó al no tener la respuesta que esperaba, pero lo que más me dolió fue que me tratara como a una cualquiera, insinuando que me acosté con él por el dinero que donaría a la fundación

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Yanet Cristina Vilugron Salazar
Felicidades excelente novela , bendiciones
Yanet Cristina Vilugron Salazar
👏👏👏👏👏
Yanet Cristina Vilugron Salazar
falta ese cabron de Felipe
Yanet Cristina Vilugron Salazar
vamos vamos chico
Yanet Cristina Vilugron Salazar
ya está todo listo
Yanet Cristina Vilugron Salazar
Viejo maldito,que se pudra en la cárcel
Yanet Cristina Vilugron Salazar
malditos desgraciados, corruptos
Yanet Cristina Vilugron Salazar
ahora a esperar el desenlace
Yanet Cristina Vilugron Salazar
Muy buena historia, felicidades autora
Yanet Cristina Vilugron Salazar
malditos desgraciados y ese padre tan horrible
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Ese viejo y el Felipe son de lo peor el hijo lo que es un pelele ojalá abra los ojos
chica°mangaromantico
Jejejeje, tú tienes el poder.... por ahora
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Ignacio parece que quiere a su hermana pero es un pusilánime que se deja manejar por su padre, ojalá haga lo correcto
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Mónica se merece un bono por ser tan eficiente 🥰
Yanet Cristina Vilugron Salazar
que pase luego el tiempo
Yanet Cristina Vilugron Salazar
OMG 😱😱😱, ojalá ese viejo desgraciado pague por todo
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Ojalá todo se salga mal nacido
Yanet Cristina Vilugron Salazar
se enamoraron 🥰🥰🥰
Yanet Cristina Vilugron Salazar
maldito viejo, bastardo
Yanet Cristina Vilugron Salazar
Bien Sofía
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