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BDSM ¿Abuso O Placer?

BDSM ¿Abuso O Placer?

Status: Terminada
Genre:Romance / Dominación / Juego de roles / BDSM / Completas
Popularitas:320.1k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Marines bacadare

Giorgia Bellini, una joven de 22 años, proviene de una familia conservadora y con una madre feminista. Tiene poco interés por las relaciones personales y el sexo. Su vida cambia cuando descubre que su mejor amiga, Livia Vespucci, también de 22 años, está en una relación con un novio dominante. Aunque Livia asegura estar feliz, Giorgia empieza a sospechar que algo no está bien.

Preocupada por los comportamientos controladores del novio de Livia, Giorgia investiga el BDSM por Internet y descubre que lo que está viviendo Livia no es una práctica sana, sino abuso. Decide llevarla a una comunidad de BDSM, con la excusa de querer aprender, pero su verdadero objetivo es que Livia se dé cuenta de que su relación no es BDSM, sino abuso.

Mientras Giorgia se adentra en este mundo, conoce a un dominante que cambia su perspectiva sobre el amor y el control. Ahora, debe enfrentar un dilema: ¿puede ayudar a su amiga sin arriesgar su amistad y su propio corazón?

NovelToon tiene autorización de Marines bacadare para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Hablando.

Giorgia aún siente la presión del agarre de Vittorio en la muñeca, incluso después de que él la haya soltado. Su respiración sigue descontrolada, su piel aún arde. No puede mirarlo directamente. No después de lo que acaba de pasar.

Él no dice nada al principio. Solo la observa. Analizándola. Midiéndola.

—Respira. —Su tono es tranquilo, pero firme.

Ella obedece sin pensar, llenando sus pulmones de aire. Pero sigue sin mirarlo.

—¿Te sientes mareada?

Niega con la cabeza.

—¿Tienes miedo?

Giorgia frunce el ceño. No sabe qué responder.

—No… —Susurra, aunque no está completamente segura.

Vittorio da un paso hacia ella. No la toca, pero su presencia es lo suficientemente intensa como para hacerla sentir acorralada.

—Entonces dime lo que sientes.

Su mirada se encuentra con la de él por un segundo y enseguida la aparta. Se odia por eso. Se odia por lo que le pasa.

«¿Por qué esa escena no me hace querer salir corriendo? ¿Por qué demonios quería saber qué se siente ser ella?», debate en su cabeza.

—No lo sé.

Es una mentira. Lo sabe. Sabe que aún siente el eco de su voz en su oído, la sensación de su cuerpo pegado al suyo. Sabe que sintió calor, que sintió un estremecimiento recorrerle la piel.

Y lo peor es que Vittorio también lo sabe.

—¿No lo sabes? —Su tono tiene un matiz peligroso. Se inclina apenas hacia ella, reduciendo el espacio entre ambos, pero sin llegar a tocarla. Solo jugando con sus límites.

Giorgia aprieta los puños.

«Desgraciado, sabe lo que me pasa».

—No sé qué quieres que diga.

—No quiero que digas nada que no sea verdad.

Ella cierra los ojos con fuerza. No quiere esto. No quiere esta confusión. No quiere este deseo desconocido y peligroso que amenaza con apoderarse de su cuerpo.

—Fue demasiado —murmura al final, casi sin voz, pero la verdad es que esperaba quedar más afectada y le asusta lo bien que lo tomó.

Vittorio asiente, como si esperara esa respuesta.

—Por eso te saqué de ahí.

Giorgia alza la mirada, sorprendida.

—¿Qué…?

Él sonríe, pero no con burla. Es una sonrisa tranquila. Como si la entendiera más de lo que ella misma se entiende.

—Si te hubiera dejado ahí un minuto más, habrías cruzado una línea para la que no estás lista.

Su corazón late con fuerza. ¿Lo dice porque la vio temblar? ¿Por qué la vio reaccionar de una forma que ni ella misma quiere aceptar? ¿O tal vez se dio cuenta de que en vez de ser espectadora quería ser protagonista?

—No… no es cierto…

Vittorio inclina la cabeza, analizándola. Luego, con la misma calma con la que la sacó de la sala, le acomoda un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Cuando dejes de mentirte, Giorgia, sabrás exactamente lo que quiero de ti.

Ella se estremece, pero no dice nada.

«Como le digo que lo quiero saber ahora mismo».

Él se aleja un poco, dándole espacio y dejando un vacío por su lejanía.

Giorgia intenta convencerse de que no sintió nada, pero su cuerpo la traiciona. Tal vez sueña con la escena o se sorprende reaccionando ante recuerdos de Vittorio.

Giorgia apenas tiene tiempo de procesar lo que Vittorio acaba de decir cuando siente su mano en su espalda baja, guiándola con suavidad pero con firmeza.

—Ven, salgamos de aquí.

—¿A dónde? —pregunta sin moverse.

—A un lugar donde podamos hablar sin distracciones.

Ella lo mira con cautela, pero al final asiente. Necesita aire. Necesita entender qué está pasando dentro de ella.

El trayecto en el auto es silencioso. Vittorio maneja con una calma desconcertante, como si todo estuviera bajo control. Como si ya supiera el desenlace de algo que ella ni siquiera ha comenzado a entender.

Minutos después, llegan a un restaurante elegante, discreto, con iluminación tenue y una atmósfera íntima. No es un lugar que parezca sacado de un cliché romántico, sino más bien un sitio diseñado para conversaciones serias.

Se sientan en una mesa apartada, lejos de miradas curiosas. Vittorio ordena vino y algo ligero para ambos, sin preguntarle. Sabe que probablemente ella no tenga hambre, pero también sabe que necesita recuperar el equilibrio.

Giorgia entrelaza las manos sobre la mesa.

—¿Por qué me trajiste aquí?

«Vamos, sé directo, dime lo que quiero escuchar», dice en su cabeza, desesperada porque se deje de rodeos absurdos.

Él toma una pausa, bebiendo un sorbo de vino antes de responder.

—Porque quiero que hablemos sin juegos. Sin provocaciones. Quiero que me escuches.

Su tono es serio, sin rastros de burla o presión. Y eso la pone más ansiosa.

—Te escucho.

Vittorio deja la copa sobre la mesa y apoya los codos, inclinándose apenas hacia ella. No es intimidante. Es honesto, directo.

—Sé que lo que pasó hace un rato te afectó. Te confundió.

Giorgia baja la mirada.

«Sí, me confundió el hecho de querer lo que vi».

—No tienes que decirlo. Lo vi. Lo sentí.

Ella cierra los ojos un momento, sintiendo un leve escalofrío. Él siempre parece saberlo todo, aunque está confundiendo su aspecto con lo que de verdad le grita su mente.

—No quiero que te sientas forzada a nada, Giorgia. No quiero jugar con tu mente ni empujarte a algo que no quieres.

«¿Y si quiero que lo empujes? «¡Giorgia, céntrate!» se reprende en su mente.

Levanta la vista y lo encuentra mirándola con esa intensidad imposible de sostener.

—Pero quiero que entiendas algo. No estoy aquí solo por sexo.

Ella frunce el ceño.

«¿A no?» trata de no dejar salir su decepción.

—¿Entonces qué quieres?

Vittorio apoya las manos sobre la mesa, con los dedos entrelazados.

—Quiero que experimentes. Que descubras lo que realmente quieres, lo que realmente sientes. No quiero que huyas de ello.

Giorgia siente su pecho apretarse.

—¿Experimentar cómo?

«Dime que igual que en esa habitación», suplica en su interior.

Él sonríe, pero es una sonrisa tranquila. Cargada de certeza.

—Como mi sumisa.

Su corazón se detiene un segundo.

«Sí, fue fácil, ahora no te rías, Giorgia».

—Yo… Pone su cara más dramática.

—Escúchame. —Su tono es firme, pero sin dureza. —No estoy hablando de que me entregues todo desde el primer momento. No quiero que hagas algo que no entiendes o que no deseas.

«Si lo deseo».

Ella traga saliva.

—Esto no es solo sexo, Giorgia. No quiero una simple aventura. No quiero ser solo un amante. Quiero que me veas como tu refugio, tu desahogo. Como alguien en quien puedas confiar más allá de lo físico.

El peso de sus palabras es demasiado.

—¿Y qué pasaría si acepto?

«Aparte de disfrutar»

—Empezaríamos con una prueba. Paso a paso. Con reglas claras. Si en algún momento decides que esto no es para ti, todo se acaba.

Ella lo mira, aún sintiendo su mente nublada.

—¿Una prueba?

Vittorio asiente.

—Quiero que lleves un collar. Un símbolo de lo que estamos explorando. No significa que seas mía... todavía. No es un compromiso definitivo. Es solo un primer paso.

Giorgia aprieta las manos sobre su regazo; parece confundida, pero solo quiere ocultar su emoción.

—¿Y si digo que no?

Él la observa en silencio por unos segundos.

—Entonces lo aceptaré. No te insistiré. Pero dudo que puedas olvidarte de lo que sientes cuando estás cerca de mí.

«Engreído, pero tiene razón».

Ella se estremece, pero es más por lo fácil que piensa rendirse.

—No tienes que responder ahora. Quiero que lo pienses. Quiero que seas honesta contigo misma.

«Ya lo pensé, pero tú no lo sabes».

Vittorio se recuesta en su asiento y sonríe levemente.

—Tómate tu tiempo, Giorgia. Pero cuando decidas lo que realmente quieres, dime la verdad.

Ella siente que está al borde de algo peligroso. De algo que no puede controlar y eso es que Vittorio se convierta en su droga porque ahora mismo es una fijación.

Y lo peor es que una parte de ella no quiere huir, quiere quedarse.

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Santa Bello
Sin palabras excelente
Santa Bello
Te felicito te felicito y te felicito
Santa Bello
No quiero que termine esta novela estoy enamorada
Santa Bello
Definitivamente mi novela preferida te felicito con el alma por escribir esta historia que para muchos es tabú
Santa Bello
No es venganza es justicia divina
Santa Bello
Vittorio aparece por favor
Santa Bello
Que capítulo y que madurez la de giorgina
Santa Bello
Vittorio en vez de aclarar todo de una vez
Santa Bello
Mateo quiere atrapar a Georgia
Santa Bello
Que hermoso capitulo amo esta novela
Santa Bello
Buscando amor consiguió a un ser despreciable
Verónica Vega Oporto
Al principio no me gusto , pero al seguir leyendo me fui entusiasmado y al final quedé fascinada, Felicitaciones escritora.
Marines Bacadare: Gracias hermosa por darle una oportunidad. Feliz de que te haya gustado, te hago una invitación a mi perfil allí encontrarás de todo, desde novelas rosas a otras que querrás odiar a todos.
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Beatriz
Para mi esto es patológico. Mientras a ella la vuelve trizas,el santo sin dolor,sin heridas etc. Mentes retorcidas la de ambos
Marines Bacadare: Quiero aclarar algo importante: el BDSM no se considera una enfermedad ni una patología cuando se practica de forma libre, consensuada y segura entre adultos. Hoy en día, la psicología y la medicina lo diferencian muy bien: lo patológico es cuando hay falta de consentimiento, daño real o sufrimiento no deseado.

En el caso de mis personajes, la dinámica de dominación y sumisión está basada en acuerdo y deseo mutuo, no en demencia o trastorno. Es simplemente otra manera de explorar la intimidad y el poder desde la ficción. Comprendo que puede no ser un tema con el que todas las personas se sientan cómodas, y eso también es válido.
Si a usted solo le gusta lo convencional, eso está perfecto. Por eso hay advertencias en la historia para que vean el menú antes de sentarse a comer.
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Beatriz
Victorio al parecer tiene muchísimo dinero pero en que trabaja?. Los dominantes infringen dolor,mucho dolor mientras ellos ni un rasguño.
Beatriz
Como se puede sentir placer con el dolor. Esto no es para mi,no sé si soy normal o anormal . Y cuando hacen cortes,corréanos fuertes,quemaduras, y otras tantas barbaridades como hacen con sus cicatrices. No sigo leyendo esto me parece absurdo,me dan nauseas. Chao
Beatriz
En la realidad todo se usa en algunas parejas. Yo no podría soportar nada que me produzca dolor así no sea fuerte. Todos estos “juegos”me parecen macabros. Sado masoquismo en toda su extensión
Beatriz
Es un psicopata sadico. Allí solo se practica el sado masoquismo disfrazado de amor. El verdadero amor no maltrata,no daña
Cinthya Lopez
sin palabras autora excelente historia con mensajes muy buenos
Cinthya Lopez
llore autora muy linda historia gracias
Cinthya Lopez
que crueldad así me salto el capitulo ojalá Vittorio los vuelva añicos
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