**Saga Vannecelli**
Sandra es una joven encantadora y divertida, apasionada por las carreras ilegales de motocicletas. Es hija adoptiva de Santiago Vannecelli, sublíder de la mafia italiana, y de la empresaria María Romero. Desde los 15 años, Sandra se enamoró de su primo Thyler Vannecelli, y juntos hicieron una promesa: informar a su familia sobre su relación cuando ella cumpriera 17 años. Sin embargo, el gran día llegó y nada salió como esperaban. A partir de ese momento, la vida de Sandra se convierte en un caos, repleto de traiciones, lujuria, odio y amor.
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Capitulo 11 lucharé por ti hasta que te enamores de mí
Renzo Vannecelli
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-Al despertar, observo que Sandra sigue dormida. Decido levantarme y, al mirar la hora, veo que son las ocho. Tomo mi teléfono y veo varias llamadas perdidas de Thyler, Gian y mis tíos. Después de eso, bajo a la cocina. Llamo a mis tíos y les informo que Sandra está conmigo y que en este momento se encuentra dormida. Les aseguro que la llevaré en cuanto despierte, lo que los tranquiliza. Luego, reviso la nevera para ver qué puedo cocinar y encuentro huevos y pan en rebanadas. Sonrío al recordar que hice compras hace poco. Inicio la preparación de unos huevos revueltos, una ensalada de frutas, un jugo de naranja y un poco de café, que coloco en una bandeja. Luego, salgo al jardín, corto unas rosas y regreso para añadirlas a la bandeja. Subo a la recámara y noto que aún está dormida, por lo que coloco la bandeja a un lado. Comienzo a acariciar su mejilla suavemente y le digo con voz tranquila- Pitufina, despierta, ya es tarde. Te traje el desayuno.
-Ella empieza a moverse hasta que despierta; se incorpora y me sonríe. Sin embargo, al mirarse, se cubre con las sábanas. Su desesperación me inquieta y me pregunta- Renzo, ¿por qué estoy desnuda? ¿Qué ocurrió anoche?
-Intento tomar su mano, pero ella se levanta de la cama. Al notar que se toca el vientre y hace un gesto de dolor, me levanto y le pregunto- ¿Te encuentras bien? Intento acercarme a ella, pero se aleja. Entonces le pregunto- ¿Acaso no lo recuerdas? Tuvimos relaciones, hicimos el amor.
-Ella se lleva la mano a la cabeza mientras camina hacia donde se encuentran su vestido y su ropa interior. En voz baja, murmura- Esto no puede ser cierto. No pude haber tenido relaciones contigo, somos familia. ¿Qué he hecho?. -Luego, se dirige al baño y escucho el sonido del cerrojo al asegurar la puerta. Me acerco y llamo para que me deje pasar.La escucho gritar- ¡Déjame sola, Renzo!.
-Me sostengo del cuello mientras me reclino contra la pared, pasando varios minutos en silencio. Cuando ella sale y me ve, desvía la mirada, toma su cartera y comienza a descender las escaleras. La sigo, la tomo de la mano y le digo- No puedes irte así, Sandra, necesitamos hablar.
-Con lágrimas en los ojos, ella responde-Esto fue un error, Renzo. No debió ocurrir. Tengo un novio... bueno, tenía, pero esto está mal. Somos familia.- Luego suspira y añade-Sé que la culpa es de los dos; yo lo permití.
-La interrumpo y le digo-¿No recuerdas nada de lo que sucedió?
-Ella permanece en silencio durante unos segundos, mientras una lágrima se asoma a sus ojos y me responde-Tengo algunos recuerdos; sé que tú no me obligaste y que me entregué a ti por voluntad propia, pero debemos olvidar esto y hacer como si nada hubiera ocurrido.
-Ella se aleja y yo la sigo. Le digo- No quiero olvidarlo, Sandra. Te quiero, te amo, te necesito en mi vida-Me acerco a ella y limpio su lágrima le digo- Deseo que lo que ocurrió anoche se repita. A pesar de que me pidas que lo olvide como si nunca hubiera sucedido, no puedo hacerlo. Te deseo de una manera que nunca antes he deseado a una mujer. Dame una oportunidad, sé que puedo lograr que te enamores de mí.
-Ella me mira sorprendida y me responde- No, Renzo, esto está mal. ¿Acaso olvidas que somos familia? Lo mejor para los dos es dejarlo atrás. Yo no podría amarte, porque amo a otra persona. Es mejor que me aleje.
No tengo la intención de presionarte. Sé que tengo la capacidad de conquistarte y no me rendiré, pero permíteme llevarte a casa.- le respondo-
-Corrí hacia el interior de la vivienda, me cambié rápidamente, busqué la llave del auto y descendí. Ella me esperaba en el vehículo. Durante el trayecto, nos mantuvimos en silencio; la observaba de reojo mientras ella miraba por la ventana, dejando caer algunas lágrimas. Yo, por mi parte, seguía mirando hacia la entrada, hasta que llegamos a la mansión de mis tíos. Estacioné en la entrada y vi a Thyler sentado en su moto, justo frente a nosotros. Su expresión es seria. Yo me bajo y abro la puerta para que Sandra salga; ella desciende y Thyler se acerca a nosotros.