Isabell Janssen es una hermosa mujer de 24 años, hija de una importante familia en Nashville y esposa del director de Multinational Bank DN, ha preparado todo para celebrar su aniversario de bodas y darle a su esposo el mejor regalo. Pero su esposo tenía otros planes, dos cuerpos semidesnudos en el sofá, es lo que Isabell encontró cuando se apresuró a buscarlo en su oficina. ‘A veces el amor dura y otras veces en cambio, duele mucho’, ella creyó tenerlo todo, pero esa misma noche lo perdió; se enfrentó a los recuerdos que la aprisionaban en la tristeza y frustración para poder levantarse y darse una nueva oportunidad.
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Capítulo 17. Grata coincidencia.
Capítulo 17. Grata coincidencia.
Esa hermosa sonrisa llamó la atención del inquilino que habita el tercer departamento del edificio de enfrente, redactaba un correo en su laptop cuando tocaron a la puerta de su departamento para ser advertido sobre el problema de fuga de gas, junto al resto de sus vecinos, salió de su departamento.
Thomas la observa detenidamente ignorando el bullicio que hay en la cafetería. La mujer que tiene a la vista no ha notado su presencia, deja su pedido sobre la barra mientras se da la vuelta en busca de una mesa disponible pero lo primero que salta a su vista es aquel hombre que ahora está caminando hacia ella. Abre los ojos con sorpresa, se muestra nerviosa; no esperaba encontrarse con él, da unos pasos hacia atrás chocando con la barra, su rostro demuestra dolor, ha golpeado su codo haciéndola sentir una especie de toque eléctrico. El barista la observa brevemente y continúa atendiendo a un nuevo cliente al ver a Thomas acercarse a ella.
- ¿Estás bien? – Preguntó con tono preocupado.
- Sí\, yo… estoy bien\, gracias. – Responde Isabell con una media sonrisa apenas logrando mantener la mirada\, su fuerte mirada la hace sentir incómoda.
- Thomas sonríe discretamente al verla hecha un manojo de nervios\, pasa a un lado de ella y toma sus cosas de la barra. – No hay mesa disponible\, como verás\, toda la cuadra parece haberse reunido aquí. Compartamos la mesa. – Cuando Isabell logró reaccionar\, Thomas ya había avanzado hacia la mesa donde estaba sentado.
Thomas dejó sobre la mesa el té helado y el emparedado de Isabell, le mostró una amplia sonrisa al verla acercarse con cierta renuencia, abrió la silla para que ella se sentara e hizo lo mismo después de asegurarse de que estuviera cómoda. Se sentó frente a ella y dio un sorbo de su taza de café con elegancia, su porte imponía, era casi imposible no notarlo, aunque Isabell intentaba evitar contacto visual con él.
- ¿Cómo has estado? – Fue él quien tomó la iniciativa de romper el incómodo silencio.
- Bien\, gracias. – Ella sonrió tímidamente\, Thomas asintió con la cabeza.
- No esperaba encontrarte aquí. – Dijo Thomas dejando su taza de café sobre la mesa.
- Volvía a mi departamento cuando me dieron la noticia de la fuga de gas\, tampoco esperaba estar aquí y mucho menos… - bajó la mirada – encontrarte aquí. – Thomas sonrió.
- De mi parte puedo decir que es una grata coincidencia. – Fijó su mirada en ella\, Isabell revoloteó las pestañas\, fingiendo no haber escuchado\, tomó un sorbo de su té. – Tú… - Thomas juntó las manos sobre la mesa y acercó su cuerpo para murmurar hacia ella. - ¿Por qué me dejaste solo? – Preguntó con picardía.
- Isabell casi escupe el trago de té que acababa de tomar\, sus mejillas tomaron un tono carmesí que la delataba. – Por favor\, no hagas esto\, no tengo idea de qué me pasó esa noche\, así es que\, podrías olvidar eso.
- Thomas se incorporó en su asiento\, recuperando su porte noble. – ¿No recuerdas qué pasó mientras estabas en el bar? – Preguntó\, Isabell movió la cabeza negando recordar. – Un hombre se sentó a tu lado mientras tus amigas cantaban totalmente ebrias\, te invitó un trago que te tomaste de un solo sorbo. ¿No sabías que no es bueno mezclar? – Isabell asintió con la cabeza\, inició tomando whisky con las chicas y luego cambió por unas margaritas de fresa. – Bueno\, supongo que no estás acostumbrada a tomar\, y eso debió afectarte.
- Entiendo\, pero ¿cómo es que tú y yo terminamos… - Estaba demasiado avergonzada para terminar la pregunta.
- Estaba en ese mismo bar observando todo desde una de las mesas privadas de la planta alta. Fuiste al baño y ese hombre te siguió y yo… me aproveché de la situación por dos razones – Isabell curvó las cejas con molestia – una\, necesitaba urgentemente alejar a una chica que había estado coqueteando conmigo desde que llegué\, al principio no me pareció tan mal\, pero comenzó a comportarse imprudentemente con unas copas de más y la segunda razón – dijo fijando su mirada en ella – te reconocí de inmediato en cuanto te vi\, no podía dejar que te fueras con ese hombre.
- Y te aprovechaste de mi estado para … - Dijo frunciendo el ceño antes de ser interrumpida por Thomas.
- ¿En verdad no recuerdas nada? – Preguntó con duda\, Isabell movió la cabeza en respuesta. – No puedo prometer que olvidaré lo que pasó\, pero… no hablemos más sobre ello si te hace sentir incómoda. – Isabell asintió avergonzada. – Solo quiero dejar en claro\, no me aproveché de ti. – Isabell tragó saliva nerviosamente.
Thomas intentaba ocultar su incomodidad, disfrazó su molestia mostrando una sonrisa en su rostro. Nunca había tenido que recurrir a tales trucos para poder estar con una mujer, pero ahora, no podía decirle que fue ella quien se lo propuso, que fue ella quien lo besó primero e insistió en que fueran a un hotel. Isabell asintió con la cabeza, podía ver un gesto de enojo en su rostro lo cual la hacía sentirse aún más avergonzada y desesperada por no poder recordar nada de lo que pasó antes de despertar en el hotel en plena madrugada mientras él le hacía el amor.
- Isabell tomó su bolso y se levantó lentamente. – Debo irme\, yo… me disculpo por todo lo que pasó. - Avanzó hacia la salida sin esperar a que el respondiera\, Thomas se puso de pie tan pronto la vio alejarse para darle alcance.
- Espera. – Dijo sujetándola del brazo\, Isabell respiraba agitadamente\, intentaba calmar sus emociones. – No tienes que pedirme disculpas por nada. – Soltó su brazo\, aunque él pensaba que le estaba tomando demasiada importancia no se atrevía a decírselo. – Esto… parece que se tomaran más tiempo y no comiste nada\, al menos termina de comer.
- Isabell dejó escapar un suave suspiro. –Fui a hacer compras pensando en un delicioso almuerzo\, obviamente no esperaba terminar aquí. – Isabell mostró una media sonrisa. - En realidad no se me apetece el emparedado.
- Entonces déjame invitarte un almuerzo decente. – Sugirió Thomas.
- No creo que sea buena idea. – Respondió Isabell. – Además – dejó escapar un fuerte suspiro – aún tengo en la cajuela mis compras\, temo que se echen a perder muchas cosas que necesitan ser refrigeradas.
- Hablaré con el encargado del café\, puedes poner en una sola bolsa las cosas que necesitas guardar. – Isabell asintió con la cabeza.
Al poco tiempo lo vio regresar con uno de los meseros del café, el amable chico tomó la bolsa mientras Thomas la ayudaba a cerrar la cajuela de su auto.
- Bien\, entonces\, ¿qué te apetece comer? – Le entregó las llaves del auto y extendió su mano indicándole dónde había estacionado su auto.
- No lo sé\, ¿te gusta la comida italiana? – Thomas asintió regalándole una amplia sonrisa.
Cuando llegaron hasta donde estaba el auto, Thomas abrió la puerta para que ella subiera, luego rodeó el Bugatti color rojo, le sonrió complacido ocultando cuanto estaba disfrutando al verla hecha un manojo de nervios. Isabell era incapaz de ocultar su nerviosismo, no era para menos, él continuaba siendo un desconocido, no solo había terminado durmiendo con él, sino que ahora también había aceptado almorzar con él.
Thomas condujo su llamativo auto por las estrechas calles de la ciudad hasta llegar al Turin’s Italian Restaurant, ese elegante rincón que transportaba a un viaje directo a la cultura y arte de la hermosa Italia. Mientras una cortés chica de ballet parking tomó las llaves del auto para estacionarlo, Thomas e Isabell fueron guiados por el host del restaurante hasta una de las mesas disponibles.
Antes de que el host se adelantara a abrir la silla para Isabell, el guapo hombre tomó la iniciativa haciéndola sonrojar. Isabell acomodó su cabello en un intento de ocultar su rostro, presentía que sus mejillas estaban rojas, sentía su rostro caliente, en su mente luchaba por entender por qué razón se sentía tan nerviosa frente a Thomas.
- En cuanto estés lista podemos ordenar. – Le dijo Thomas sacándola de sus pensamientos\, ella sonrió ligeramente y regresó la mirada a la carta.
El mesero les dio unos minutos en lo que ambos terminaban de echarle un vistazo a la carta y decidían qué pedir. Tan pronto Isabell asintió con la cabeza indicándole que ya estaba lista, Thomas levantó la mano llamando la atención del mesero quien se acercó de inmediato a ellos.
- ¿Qué desean ordenar? – Preguntó el mesero.
- Yo quiero agnolotti a la napolitana. – Dijo Isabell asentando la carta sobre la mesa.
- Para mí un filete de cordero a la Fiorentina servido con vegetales y una botella de Chianti.
Thomas tenía muchas interrogantes en su cabeza, quería saber más sobre ella, la razón por la cual estaba en Berna era obvio que no pertenecía a ese lugar. Aunque al principio ella se mostraba renuente a hablar sobre ella, Thomas logró que hablara un poco. Se perdía en esos hermosos ojos y en sus húmedos labios mientras ella hablaba.
A ella siempre le había parecido correcto ver a una persona a los ojos cuando hablaba, pero no podía mantener su mirada en Thomas quien se mostraba atento a cada una de sus palabras, Isabell sentía que él podía ver a través de ella. Cada uno habló un poco sobre sí mismos, cada uno se formulaba mil preguntas en su mente, cada respuesta les despertaba curiosidad, pero ninguno se atrevía a cuestionar con el afán de calmar su inquietud, se limitaron a escucharse y observarse. Ella no dejó de sonreír, lo que hacía que él mantuviera su mirada fija en esos hermosos hoyuelos que se formaban en sus mejillas, parecía encantado con esa mujer que estaba frente a él.
- Entonces\, cuando pensabas en un delicioso almuerzo\, ¿era la pasta lo que tenías en mente? – Preguntó con curiosidad al verla disfrutar de su plato de pasta.
- No lo voy a negar\, me encanta la pasta. – Respondió mientras limpiaba la comisura de sus labios.
Thomas sonrió, tomó un sorbo de su copa de vino mientras Isabell aprovechó para continuar disfrutando de su platillo. El tiempo fue avanzando, su reloj marcaba las seis de la tarde cuando recibieron una notificación de que el problema en el edificio donde ella vivía había sido resuelto y podían volver con total seguridad.
te agradezco no poner fotos de referencia, cada le da forma a los protagonistas y eso es valorable