Yo, Lyra Vance, la autora que una vez dio vida a este mundo de pesadilla, ahora soy su prisionera. Ironías del destino, ¿no? Siempre me había fascinado la idea de trascender los límites de la realidad a través de la escritura, de crear mundos donde la oscuridad y el horror se entrelazaban en una danza macabra. Pero nunca imaginé que mis propias creaciones se volverían contra mí, que me arrastrarían a las profundidades de mi propia imaginación retorcida.
Fui Lyra, la escritora que tejía historias de terror con palabras afiladas como cuchillas. Pero ahora, soy Zephyr, la última víctima de mi propia pluma, condenada a un destino cruel y despiadado. Mis ojos, antes llenos de vida y curiosidad, ahora reflejan el terror que me rodea, la certeza de un final inminente, si no cambio el rumbo de la historia que yo misma escribí
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Capitulo 23
Dos días. Eso fue todo lo que pude compartir con mi prometida tras volver de la capital. ¡Dos malditos días! La visita al palacio fue una tortura, una pérdida de tiempo infligida por un principito imbécil y una princesa engreída que se creé con derecho a mi imperio solo por su apariencia y su título. Los dos días con mi prometida fueron un festín para los sentidos, su belleza es un deleite constante. Pero es su mente, ese laberinto oscuro y misterioso, lo que me tiene cautivo. No es solamente su atractivo lo que me atrae, sino su espíritu indomable, adelantado a su tiempo. En un mundo donde las mujeres se rigen a los deseos masculinos, ella traza su propio camino, indiferente a las críticas, fiel a su esencia única.
La ternura no tiene cabida entre nosotros. Nuestros besos son un campo de batalla, una lucha de voluntades donde el deseo arde sin control. Nos exploramos con la urgencia de quien teme perderlo todo, pero nos detenemos al borde del abismo. Hemos acordado esperar, y esa espera, lejos de apagar la llama, la aviva con cada segundo que pasa. Pero la sombra de sus pesadillas me persigue, visiones recurrentes que huelen a recuerdos, a presagios. La sola idea de que esas imágenes se materialicen me enciende la sangre. Ella es mía, y nadie, absolutamente nadie, se atreverá a tocarla. El único dolor que conocerá será el que yo le inflija, un tormento dulce, un éxtasis salvaje donde ambos nos liberamos.
La sombra del cansancio en sus ojos me alertó. A pesar de su intento de ocultarlo, no descansé hasta descubrir el origen de su desvelo. Finalmente, me reveló sus pesadillas, un tormento recurrente que muta con cada aparición. Cada vez, un nuevo detalle se suma al horror, difuminando la línea entre sueño y realidad. La incertidumbre la consume, la ansiedad la desvela, y el miedo a que esas visiones se vuelvan realidad la paraliza. El enigma que la envuelve me llena de dudas. Siento que un secreto peligroso se oculta, y la ignorancia me molesta y asusta a partes iguales. Si no descubrimos la verdad a tiempo, la historia se repetirá: un final trágico, donde las bestias se alzarán con la victoria.
La entrada a mi imperio, majestuosa y sombría, se reveló ante mí. Los guardias, al reconocer a su emperador, se inclinaron con respeto, pero sus rostros refleja la tensión. El palacio, en otro tiempo un lugar de paz, ahora es un escenario de caos. El suelo resuena con el eco de pisadas furiosas y el choque de armas. Las bestias, con sus ojos inyectados en sangre, han desatado su furia, y mis guerreros, como leones protectores, defienden cada rincón de nuestro hogar.
La escena ante Connan fue la chispa que encendió la furia latente. Su fiera interna emergió, desgarrando la piel humana y liberando a un lobo majestuoso. Colmillos afilados como dagas, ojos rojos que arden con salvajismo y una expresión feroz que congela la sangre. Su cuerpo, una montaña de músculos cubiertos de pelaje negro y gris, se irguió imponente. Garras afiladas como cuchillas y protuberancias óseas en sus hombros completan la visión de un cambia forma único en su especie, capaz de hacer temblar hasta el más fuerte.
Liberada la bestia sedienta de sangre, Connan se abalanzó sobre la horda invasora con una furia primitiva. No habrá piedad para quienes osaron invadir su territorio. La destrucción será su legado, una advertencia grabada en carne y hueso: nadie desafía a Connan sin tener consecuencias. Los Gallus Infernalis, las bestias que han desafiado a Connan al entrar en su territorio, en su palacio, y atacar a su gente, son una plaga de la noche. Pequeños, pero letales, sus garras y alas son dagas afiladas, capaces de desgarrar la piel y el hueso. Sus gritos, un coro de aullidos infernales, son su arma más poderosa, capaces de destrozar el alma y dejar a sus víctimas indefensas. Carnívoros insaciables, se abalanzan sobre sus presas, un festín de sangre y carne en la oscuridad.
Gallus infernalis
La victoria parecía inminente, el campo de batalla inclinándose a favor de Connan y sus guerreros. Pero el destino, siempre caprichoso, torció su mano. Un ejército de Gusaroth, surgiendo de las sombras como una marea de pesadilla, irrumpió en la contienda, invirtiendo la balanza con su presencia monstruosa. La repentina aparición de los Gusaroth sembró la confusión entre Connan y sus guerreros. A diferencia de los Gallus Infernalis, cuya derrota es cuestión de tapar oídos y esquivar garras, y alas, estas bestias representan un desafío mucho mayor.
Con una precisión aterradora, los Gusaroth utilizaron su conexión con la tierra para crear temblores repentinos, desestabilizando a los guerreros de Connan. Los que caen son rápidamente inmovilizados por el veneno de sus colmillos, y en un abrir y cerrar de ojos, desaparecieron en el interior de las bestias, engullidos como si fueran simples bocados.
Gusaroth
La sangre de sus guerreros mancha la tierra, y el hedor a muerte llena el aire. Connan, con el corazón apretado por la angustia, sabe que debe poner fin a la carnicería. Con un rugido que hizo temblar la tierra, ordenó a sus hombres alejarse, interponiéndose entre ellos y las bestias. '¡No dejaré que mueran en vano!' gritó, dispuesto a enfrentarse a los Gusaroth con toda su furia. Los guerreros obedecieron la orden de Connan sin dudarlo. Conocen mejor que nadie el poder que se oculta tras la calma de su emperador, un poder que solo se desata cuando la furia lo consume por completo. Es una fuerza destructiva, un poder aterrador que convierte a Connan en una fiera imparable.
Con el campo de batalla despejado, Connan se permitió liberar su poder sin reservas. La furia, largamente contenida, se desató como un torrente, arrasando con todo a su paso. Los Gusaroth, ahora su único objetivo, serán reducidos a cenizas ante la magnitud de su poder. Connan sabe que la regeneración de los Gusaroth es su mayor defensa. Para anularla, debe destruirlos por completo. Utilizando su dominio sobre la oscuridad, se fundió con las sombras, volviéndose invisible a los ojos de las bestias. Acercándose sigilosamente, los hizo estallar con un aullido ensordecedor, y luego, invocando el poder que la luna le brinda por ser su creación, los redujo a cenizas. No dejará rastro alguno de su existencia.
maldita sea
hijos de la tostada
que paso aquí 😔