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Una Mujer En La Mafia #2 -

Una Mujer En La Mafia #2 -

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Mafia / Reencuentro
Popularitas:6.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Ashly Rijo

Segundo libro de- UNA MUJER EN LA MAFIA. Aclarando solo dudas del primer libro. No es que es una historia larga. Solo hice esta breve historia para aclarar algunas dudas.

NovelToon tiene autorización de Ashly Rijo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Una mujer en la mafia

Llegamos al hotel nuevamente, esta vez con una determinación diferente. James, después de un breve intercambio con Scott, se giró bruscamente y se dirigió hacia la recepción. Lo seguimos en silencio mientras él hablaba con la recepcionista, exigiendo acceso a las grabaciones de las cámaras de seguridad.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Scott con burla, cruzándose de brazos—. ¿Hasta ahora se te ocurre usar tu cerebro? Milagro.

James lo ignoró, pero la tensión en su mandíbula delataba que había escuchado cada palabra. La recepcionista, algo intimidada, hizo unas llamadas y nos condujo hasta una pequeña sala donde un empleado comenzó a revisar las grabaciones.

Scott, impaciente, lanzó un suspiro exagerado y se dejó caer en una silla cercana, mientras James observaba la pantalla con las manos apoyadas en el respaldo de la silla del encargado. De repente, James murmuró algo que nos heló a todos:

—Esto… esto es una locura.

Scott, quien ya estaba cansado de las evasivas, se levantó de golpe y se acercó al monitor.

—¿Qué demonios estás viendo que no puedes decirlo de una vez? —exigió, inclinándose hacia la pantalla.

Mi corazón latía con fuerza mientras me acercaba también. Cuando finalmente vi lo que estaba en el video, el aire pareció abandonarme de golpe.

—No puede ser… —murmuré, con la voz temblorosa.

En la pantalla, se veía a una mujer caminando por los pasillos del hotel, acompañada de alguien que parecía ser Amelia.

—¿Mamá? —susurramos Scott y yo al mismo tiempo.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Scott, que hasta ese momento se había mostrado sarcástico y molesto, quedó paralizado. Su expresión de dureza se desmoronó, dejando al descubierto una mezcla de asombro y confusión.

—Esto… esto no tiene sentido —logré decir, retrocediendo un paso mientras mi mente intentaba procesar lo que veía.

Scott, en un tono apenas audible, agregó:

—Yo… escuché que si murió.

—Yo también —le respondí, apenas consciente de mis propias palabras—. Yo estuve en su funeral.

James, quien había permanecido en silencio hasta ese momento, se pasó una mano por el cabello, frustrado.

—Esto no prueba nada —dijo con un tono contenido, aunque sus ojos seguían fijos en la pantalla—. Necesitamos saber si es ella realmente.

Scott, aún aturdido, se acercó más al monitor, como si necesitara comprobar que no era un truco o una coincidencia.

—Si ella está viva… ¿por qué nunca vino a buscarme?

La pregunta quedó flotando en el aire, mientras las imágenes seguían reproduciéndose en la pantalla. La mujer que todos reconocimos desapareció por uno de los pasillos del hotel, seguida de Amelia.

—Tenemos que encontrarla —dije finalmente, rompiendo el silencio.

Scott asintió lentamente, pero en su rostro se dibujaba una tormenta de emociones. Por primera vez, ni siquiera él sabía qué decir.

Nos dirigimos al auto en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos después de lo que acabábamos de ver. Scott caminaba a mi lado, todavía con una mezcla de confusión y rabia en su rostro, mientras James se adelantaba unos pasos, con el ceño fruncido y los puños cerrados.

Justo cuando nos subimos al auto, el teléfono de James empezó a sonar. Todos lo miramos de inmediato, como si ese timbre rompiera el frágil equilibrio que sostenía nuestra cordura en ese momento. James sacó el teléfono de su bolsillo y, al ver el nombre en la pantalla, sus ojos se abrieron de par en par.

—Es Amelia —dijo, casi en un susurro.

Sin dudarlo, puso la llamada en altavoz y contestó.

—¡Amelia! ¿Dónde estás? ¿Estás bien?

Pero no fue la voz de Amelia la que respondió.

—Ya veo que finalmente descubrieron que estoy viva —dijo una voz femenina que hizo que mi sangre se helara. La reconocí al instante.

—¿Mamá? —pregunté, incrédula, mientras Scott giraba la cabeza bruscamente hacia el teléfono.

La risa seca al otro lado del teléfono me hizo estremecer.

—No me llames así, Adeline. No soy tu madre —dijo con frialdad, cada palabra clavándose en mí como un puñal—. Nunca lo fui, y tú lo sabes.

Sentí un nudo en la garganta, pero antes de que pudiera responder, ella continuó.

—Y tú, Scott, se que estás ahí hijo, ¿cómo tienes el descaro de andar con ella? —preguntó con un tono ácido que no le había escuchado antes—. Después de todo lo que has pasado, ¿realmente crees que puedes confiar en ella?

—¡Cállate! —gritó Scott, apretando los puños con tanta fuerza que parecía que iba a romper algo—. No tienes derecho a hablar así. No después de lo que hiciste.

—Oh, Scott, siempre tan impulsivo… y tan fácil de manipular —respondió ella, ignorando por completo su enojo—. Pero ya tendremos tiempo para discutir.

James, que había estado en silencio, finalmente intervino.

—¿Dónde está Amelia? —preguntó con un tono duro y autoritario que apenas podía contener su rabia.

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que ella hablara nuevamente.

—Amelia está a salvo conmigo. Pero si la quieren ver de nuevo, será mejor que lleguen a la vieja mansión de los Rivers. Que por cierto sus padres están encantados de conocer a la asesina de su hija. Allí los estaremos esperando. Espero que Italia te traiga muchos recuerdo, Amelia.

—¡No juegues con nosotros! —grité, sintiendo cómo la desesperación me dominaba—. Si le haces algo, te juro que…

—Cálmate, Adeline. No soy tu enemiga —dijo con un tono frío que hizo que me mordiera la lengua—. Al menos no todavía.

La llamada se cortó de golpe, dejándonos con un silencio ensordecedor en el auto.

Scott golpeó el asiento con ambas manos, frustrado.

—¡Maldita sea! Esa mujer… si le pone la mano a mi novia, la mato.

James respiró profundamente antes de mirar hacia el camino con determinación.

—Tenemos que viajar a Italia y rápido.

Llegamos a la casa de Simón y Flora en medio de un silencio tenso. Apenas el auto se detuvo, salí apresurada sin decir una palabra. Entré a la casa como una ráfaga, ignorando por completo las preguntas que Simón me lanzaba desde el sofá.

—¿Qué pasa, Adeline? —preguntó, siguiéndome mientras subía las escaleras a toda prisa.

—No hay tiempo, Simón —le respondí, entrando a mi habitación y cerrando la puerta de golpe detrás de mí.

Comencé a buscar mi pasaporte, revolviendo cajones, mientras mi corazón latía a mil por hora. Lo encontré junto con algunas cosas necesarias: algo de dinero, ropa ligera, y lo más importante, mi pistola. Mientras la cargaba, la puerta se abrió de golpe, y Simón apareció con una expresión de confusión y preocupación.

—¿Me explicas qué demonios pasa? —exigió, cruzándose de brazos.

Suspiré profundamente, intentando calmarme antes de responder.

—Mi mamá está viva —dije sin rodeos mientras seguía guardando cosas en mi bolso.

—¿Qué? Pero…

—Escucha, Simón —lo interrumpí—, no solo está viva, sino que se llevó a Amelia.

Simón se quedó en shock por unos segundos, tratando de procesar lo que acababa de decirle.

—Pero… ¿cómo que tu mamá está viva? ¡Esa mujer murió! ¡Yo estuve ahí cuando tú…!

—¡Lo sé! —lo interrumpí de nuevo, mirándolo fijamente con desesperación en los ojos—. Pero está viva, Simón. Está viva y tiene a Amelia.

Él negó con la cabeza, dando un paso hacia mí.

—Esto es una trampa, Adeline. ¡No puedes ir sola! Esa mujer no reaparecería después de tantos años solo para darte una cálida bienvenida.

—Lo sé, Simón —le dije, tomando mi bolso y colocándome la pistola en la cintura—. Pero aun así voy a ir.

—Pues yo voy contigo —dijo de inmediato, bloqueándome el paso.

Negué con la cabeza, apretando los labios.

—No. Esto es un asunto de familia. Tú quédate aquí con Flora. Si necesito algo, no dudaré en llamarte.

—Adeline…

—No, Simón —insistí, suavizando un poco mi tono mientras lo miraba—. No puedo arrastrarte a esto.

Él se quedó en silencio, con los puños apretados y una mezcla de frustración y preocupación en su rostro. Finalmente, suspiró y dio un paso atrás.

—Está bien —dijo con voz grave—. Pero prométeme que me llamarás si algo sale mal.

Asentí, agradecida por su comprensión.

—Lo haré, lo prometo.

1
Nereida Hernández montes
Malo
Rosalia Gonzalez
Bueno
Ylsi Alvarez
Excelente
Joscarina Figueroa
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Joscarina Figueroa
Autora actualiza rápido por favor
Ashly Rijo: Chicas despacio. Es que trabajo y llego super cansada a casa. Pero os quiero por estar tan pendientes cada día. Me esforzaré un poco más.
total 1 replies
Joscarina Figueroa
Autora soy nueva lectora por favor actualiza rápido
Ashly Rijo: Ok jjjj.
total 1 replies
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