Dulce Venganza

Contenido adulto +18

Durante los siguientes días, Luna y Daniel explorando la costa Amalfitana, visitando encantadores pueblos como Positano, Amalfi y Ravello. Pasearon por las estrechas calles adoquinadas, disfrutaron de helados artesanales y cenaron en restaurantes con vistas espectaculares.

Cada día era una nueva aventura, y cada noche, era un huracán de pasiones, deseos y lujuria.

Una tarde, mientras navegaba en un bote, Daniel se quedó mirando a Luna, se caía tan feliz sentada observando el pueblo, bajo un cálido y radiante sol. Sentía culpa, se sentía miserable. Él sabía que estaba empezando a sentir algo por Luna, cada vez que le hacía el amor, sentía que ese sentimiento crecía más, pero la voz de Michel con la palabra Plan retumbaban en su cabeza. Se acercó a ella y los hermosos ojos de Luna se clavaron en los de Daniel.

Luna, quiero que sepas que todo lo hemos vivido juntos aquí, es real. Yo... Yo te... Yo te amo Luna.

Daniel sintió una mezcla de alivio y amor profundo, la abrazo con fuerza, no quería que eso que estaban viviendo se acabará.

Yo también te amo Daniel.

Mientras el sol se ponía sobre la costa Amalfitana, iluminando el mar con tonos dorados y naranjas, Luna y Daniel se besaban, con besos llenos de pasión, de posesión.

Daniel atrapa las muñecas de Luna con una mano y las pone sobre su cabeza, mientras que con la otra masajea su seno, y los gemidos son cayados por los besos. Cada terminación nerviosa de sus cuerpos se encienden. Las ráfagas de puro deseo los envuelven. Luna le da una mordidita en el labio inferior de Daniel. Esto lo enciende más, haciendo que su lengua perversa le quiten toda lógica y sentido común a Luna.

La boca de Daniel baja por el cuello de Luna, obligándola gemir. Se empiezan a mover frotando sus cuerpos. Luna se derrite por completo, Daniel sigue besándola con un deseo descontrolado. Baja su mano y suelta los lazos que sostienen la parte de abajo del traje de baño de Luna, dejándola totalmente a su merced. Él se despoja de su ropa y se acomoda entre los muslos de Luna, mientras ella le dice.

No te detengas Daniel - el deseo late fuertemente dentro de Luna como el ruido de un tambor.

Daniel intensifica el dulce ataque del placer, que los recorre como fuego vivo bajo la piel. Con cada embestida Luna siente que su piel arde y su pulso se descontrola.

Luna, eres tan sexy - le susurra con una voz ronca. - déjate ir, has lo por mí.

Daniel recibe el grito de Luna en su boca, mientras el primer orgasmo la recorre completa, ella sentía que su cuerpo explotaba, y que se convertía en un millón de estrellas.

Daniel toma a Luna por las caderas y la pone en un mejor ángulo, ella jadea mientras sus ojos se clavan en los de Daniel.

Daniel piensa mientras mira a Luna a los ojos, que no importa si esto que está sintiendo por Luna, será su condena. Pero la necesita, la desea, la ama. La toma por completo con una fuerte embestida. La respiración de Luna es entrecortada.

Las sensaciones suben, bajan, giran, haciendo un nudo de placer dentro de cada uno.

Daniel - grita Luna cuando está alcanzando su segundo orgasmo.

Al mismo tiempo que Daniel llega a su climax. Los dos agotados se recuestan, tratando de calmar su respiración mientras miran ya el cielo lleno de estrellas.