DE VUELTA AL DESEO

No terminamos, solo nos duchamos y cada uno comienza a vestirse, jamás imaginé tenerlo aquí, así, parecemos una pareja normal que se viste en la misma habitación para salir a un paseo con la hija, pero hay otra realidad más cruel.

—Grecia— llama.

—Liam— digo.

—Por favor— suplica—Yo de verdad quiero hacer las cosas bien— dice.

—Liam, no es decirlo es hacerlo— le aclaro— Las palabras edifican o destruyen, pero los hechos son los que mantienen la edificación en pie o ayudan a que se termine de destruir— sonrío de lado.

—Solo confía Gre— pide.

—No te prometo nada— digo.

Asiente y me abraza por la espalda, se siente un poco extraño esta situación, pero veremos qué sucede cuando regresemos a Londres, porque realmente no me interesa perder el tiempo ni escuchar palabras lindas.

Cuando tienes a alguien que depende completamente de ti te das cuenta de que, perder el tiempo no es una opción, que las palabras lindas pasan a segundo plano y vivir al máximo está de primero en la fila.

Entiendes tantas cosas y ves la vida de una forma más linda, los hijos dan vida a las almas que una vez sufrieron, pero a pesar de ello, siempre está ese rincón del corazón vacío, que solo el amor de esa persona especial lo llena. El corazón esta divido en tantos amores y todos distintos.

Salimos del hotel y ya nos espera un auto, ¿en qué momento lo rento? Los observo un poco, pero lo dejo estar, no quiero arruinar la tarde con mis quejas y reproches.

No sé qué pensar, éramos un maldito desastre, en serio, no saben lo mucho que sufrí y llore por su culpa, por todas las mujeres que tenía, por sus mentiras, sus engaños, sus rechazos, fue tan horrible todo aquello, sus momentos de amor y ternura eran en la cama y cuando quería serlo, de resto el puto desorden andante, ni siquiera sé si éramos una relación.

¡¿Cómo me pide ahora que confíe?! No puede ser tan cínico, él sabe que me hizo daño, que muchas de mis lágrimas fueron por su culpa y mía también, no voy a negar que yo tengo culpa por haberme quedado más de lo que debía, pero el amor nos hace tan vulnerables, tan idiotas que permitimos cosas creyendo que van a cambiar y no es así.

Mientras Grace crecía dentro de mi me mentalice que primero yo, segundo yo y tercero yo, mí felicidad, mí tranquilidad están primero que cualquier cosa o persona, necesito ver hechos y muchos para poder darle un voto de confianza.

Las calles de Madrid me dejan hipnotizada, son tan bonitas y coloridas, me gusta conocer nuevas ciudades y quedarme con el mejor recuerdo de ellas.

—Mami, ¿podemos comer helado?— pregunta mi pequeña.

—¡Claro que sí mi amor!— respondo emocionada—Comeremos todo el helado que quieras— le digo besando su mejilla rosada.

Liam estaciona el auto y comenzamos a caminar, logramos encontrar una heladería y complacemos a Grace, amo como se ve con ese look tan fashion, pero igual a su padre.

—No le había dado tanta importancia del parecido de Grace conmigo hasta ahora— me dice observándola fijamente—Dios es idéntica a mi— dice y me río.

—La tuve 9 meses en mí vientre, 24 horas en trabajo de parto para que se parezca a ti, la vida a veces es cruel— me río—Pero ha valido muchísimo la pena— aclaro—A veces no lograba dormir ni 2 horas, pero con tan solo verla era suficiente para tener fuerzas, aunque me recordaba a ti, ella me recargaba— le digo sonriendo.

—Son muy unidas— dice pensativo.

—Hemos sido nosotras dos para todo, tuve mucha ayuda de Jules cuando di a luz, estaré eternamente agradecida con ella, pero tener a Grace en casa no fue difícil, al menos yo no lo vi así, cuando te enamoras de la maternidad te das cuenta de que cada proceso es una enseñanza— sonrío—La mejor etapa es cuando aún puedes tenerlo en tus brazos— le digo—Crecen muy rápido— me quejo.

—¿Qué sentiste cuando la tuviste por primera vez en tus brazos?— pregunta y me bloqueo un poco, lamento mucho que no estuviera.

—La sensación es inexplicable Liam— comienzo—Sentí como el corazón me explotaba de amor, sentir su cuerpo tan pequeño y frágil me lleno de ternura— sonrío—Me sentí en paz total en ese momento a pesar del cansancio, a pesar de todo, Grace me dio en ese momento muchísima felicidad y tranquilidad— lo observo.

—No sabes lo mucho que me he reprochado haber sido un cabrón contigo— dice enojado—No me habría perdido ese momento— niega.

—Ya no lo hagas, las cosas tuvieron que pasar así, tuve culpa, pero el tiempo no se puede regresar— aclaro—Solo disfrútala ahorita que la tienes— aconsejo.

Asiente sin decir nada más, sabe que tengo razón, pues si no me hubiese alejado sabrá Dios que sería de nosotras.

Los dolores son necesarios para sentar cabeza, para sentir esa sacudida de la vida, para entender que es ahora o es nunca.

—Quiero más de ti, de ustedes— dice y lo observo interrogante.

—¿A qué te refieres?— pregunto a la defensiva.

—A que quiero estar mucho más cerca de ustedes— responde—No te estoy pidiendo que vivamos juntos, pero si quiero tenerla a las dos mucho más cerca de mí— dice rápidamente.

—¿Sugieres que viva cerca de tu casa?— pregunto.

—O yo podría vivir en el mismo edificio que tú— dice y me carcajeo.

—Eres muy refinado para vivir en el mismo edificio que yo— me burlo.

—El lugar no está mal, e incluso es moderno— dice—Además sé que no te vas a mudar de ahí, así que prefiero moverme yo, aunque sea temporal— se excusa.

—Liam, sabes que no es necesario que nos cambiemos de casa ninguno de los dos, puedes tener a Grace los días que quieras— le digo—Siempre y cuando ella quiera irse— le aclaro.

—Lo sé, pero a ti también te quiero conmigo— confiesa y prefiero callar.

Quiere más y siento que vamos demasiado rápido después del pasado, se que eso queda atrás, pero es difícil volver a entregarse cuando el corazón sigue lastimado.