Wicked Desires

Ray me miró con ojos llenos de incredulidad y preocupación. —¿Entendí bien, Hal? ¿Estás diciendo que te emborrachaste con tu padrastro y luego lo besaste?—

No pude soportar mirarlo a los ojos mientras asentía, sintiendo una oleada de vergüenza y culpabilidad arrastrándome.

Ray suspiró, y pude percibir la tristeza en su voz. —Joder, Hal. No puedo ni imaginarme lo incómodo que debes sentirte.— Me instó a levantar la cabeza. —Pero no pongas esa maldita mueca de culpabilidad, ¿de acuerdo? Me está poniendo incómodo a mí también.— Luego, con un intento de aliviar la tensión, agregó: —Además, nunca te había visto expresar tanto en toda tu vida. Supongo que fue un momento bastante emocional—.

Fruncí el ceño, molesto por su intento de ligereza. —¿Qué demonios se supone que debo hacer ahora, Ray?— pregunté, sintiéndome perdido y confundido.

Ray se encogió de hombros, con una expresión de impotencia en su rostro. —No lo sé, Hal. Nunca he estado en una situación como esta. Nunca he besado a mi padre—. Miré fijamente a Ray, reprendiéndolo con la mirada por su comentario inapropiado.

Ray se acercó y se recargó en mi hombro, su cercanía me sorprendió pero no me aparté. Miré de reojo a Ray, quien parecía incómodo al intentar consolarme. Sin embargo, extendió su mano por mi espalda y me dijo con sinceridad: —Nunca he sido bueno consolando a nadie, porque nunca nadie se ha abierto a mí de esta manera. Pero realmente quiero entenderte y ayudarte en lo que pueda—.

Sentí un nudo en la garganta al escuchar sus palabras, y Ray continuó dándome palmaditas en el hombro mientras se recargaba en mí. —En estos meses en los que hemos hablado, ha sido extraño cómo nuestras vidas se han cruzado de esta manera—, admitió. —Pero sinceramente, Hal, te veo como un buen amigo. Y quiero estar aquí para ti—.

Sus palabras me tomaron por sorpresa, y por un momento, me sentí abrumado por la sensación de tener a alguien que genuinamente quería ayudarme. A pesar de la confusión y el caos en mi mente, me sentí reconfortado por la presencia de Ray.

Ray me abrazó el brazo y me dijo con sinceridad: —Hal, realmente te aprecio como un buen amigo. Y quiero que sepas que estoy aquí para ti, pase lo que pase—. Sus palabras resonaron en mi cabeza mientras sentía el peso de la responsabilidad que había evitado por tanto tiempo.

Él continuó, apoyando su cabeza en mi hombro mientras me decía: —No es bueno que corras y trates de escapar cada vez que tus acciones tienen consecuencias. Lo mejor es afrontarlas antes de que las cosas salgan mal—.

Me sorprendió escuchar esas palabras de alguien tan joven como Ray, pero no pude evitar reconocer la sabiduría en ellas. Traté de deshacerme de mi orgullo y finalmente le respondí: —Está bien, no correré—. Suspiré y apoyé mi cabeza también en la suya, sintiendo un poco de alivio al tener a alguien que me entendía y me apoyaba.

Ray me miró directamente a los ojos y me dijo con firmeza: —Hal, no vuelvas con Declan—. Sus palabras me golpearon como un puño en el estómago, pero antes de que pudiera responder, Ray continuó.

—No quiero verte en esa vida—, dijo con una seriedad que me sorprendió. —Quiero verte crecer, Hal. Creo que estás destinado para cosas mejores que vender tu culo a extraños—.

Sus palabras me dejaron sin aliento. Ray estaba hablando con una franqueza brutal, pero a la vez con un cariño genuino. Estaba apenado por lo que acababa de decir, pero siguió adelante.

—No sé qué es lo correcto o lo incorrecto, pero quiero que sigas a tu corazón. Solo quiero verte crecer y ser feliz—, expresó con sinceridad.

No pude evitar sentir un nudo en la garganta mientras acariciaba la cabeza de Ray y le alborotaba el cabello, provocando que él maldijera con molestia. A pesar de todo, sabía que Ray hablaba desde el corazón y que sus palabras resonarían en mí mucho después de que me alejara de su casa.