Sinopsis
En México, en vísperas del fin de la intervención francesa, hubo una época de cambios pero también de inestabilidad económica. Sobre todo para los grandes aristócratas del país, esta es la historia de Valeria Cortina González de Noriega, una joven soñadora y de alma libre que idealizaba el amor, pero a su vez tenía miedo de un matrimonio arreglado.
Su padre Don Francisco, estaba lleno de deudas, además de que estaba al borde de la quiebra, lo único de valor que conservaba era su apellido honorable. Su única salvación era pagar su deuda a Luis Pimentel para poder conservar su hacienda, Luis era el terrateniente más poderoso de esa época y etiquetado como un verdadero tirano, Don Francisco estaba dispuesto a todo, incluso entregar a su amada hija a cambio de salvarse de la ruina. Será que el pago de una deuda, se pueda volver en un amor duradero y sincero.
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Reclamo
Capítulo 16
Susana revisaba las cuentas en el despacho de Luis, de pronto encontró una carta del joyero dirigida a Luis, donde le describía el diseño del anillo de compromiso y el precio. Lamentablemente la carta decía para quien era el anillo, Susana enfureció para después salir deprisa a buscar a Luis para reclamarle.
—Luis! Luis!—él estaba con Lázaro y Encarnación hablando sobre la producción de la azúcar y los peones nuevos.
—Como te atreves a gritar igual que una lunática, creo que te he dado confianza de más. Además para ti soy don Luis o patrón, ¿Que es lo que quieres?—
—Dime que no es verdad que vas a casarte con esa mujer.—
—¿Quién te crees que eres para cuestionarme? Si me caso o no, no es asunto tuyo.—
—Ella no te va querer, ella te va a hacer infeliz, esa mujer va ser tu desgracia, es una mustia. Solo quieren tu dinero, acaso no los odiabas.—
—Quítate de mi vista Susana, antes de que te agarre a golpes. Eres una sirvienta nunca lo olvides, no eres mi querida y jamás me casaría contigo. Grábenselo todos, la señorita Valeria será mi esposa y será la nueva patrona, si alguien la ofende me la van a pagar.—dijo Luis furioso para después subir a su caballo para irse a los cañaverales.
Encarnación y Lázaro solo eran espectadores del drama que le había hecho Susana, ella lloraba del coraje. Estaba enamorada de Luis por eso se ponía celosa, pero haría cualquier cosa para que Valeria se arrepintiera de haber aceptado casarse con Luis. Mientras tanto Gertrudis visitaba a Francisco para saber cómo iba su recuperación, también quería hablar con Valeria.
—Mi niña, te busca tu futura suegra.—la anunciaba Irene.
—Gracias nana, tráenos un poco de té y galletas por favor.—
Valeria dejó el mantel que estaba bordando, para atender a Gertrudis.
—Bienvenida sea señora, tome asiento esta es su casa.—
—Te ves tan bella, vine a hablar contigo y a visitar a tu padre. Mi hijo no ha venido a verte, ¿cierto?—
—No, pero ha sido muy atento con nosotros. Mandó dinero para echar andar la hacienda, también envió al doctor Machain para que le hicieran una prótesis a la medida de mi padre. Tal vez venga los próximos días a pedir el permiso.—
—Valeria por favor no te cases con mi hijo, él tiene muchas heridas que no ha podido enfrentar o sanar. No quisiera que te hiciera vivir un infierno a su lado, sé que soy su madre y que no debería decir todo esto pero me preocupas.—Irene llegó con el té y las galletas.
—Yo no quería casarme, pero la situación de mi padre es muy difícil. Además su hijo ha cumplido con el trato, si tengo que vivir en el infierno a cambio de que mi padre no esté preocupado, sin duda lo haré.—
—No, nadie puede obligarte a hacer eso, ni si quiera mi hijo. Escucha, lo que te voy a decir va a hacer que cambies de opinión…—en ese momento las interrumpió Rómulo.
—Pero acaso es la mujer más linda de Cuernavaca la que está aquí.—
—Rómulo, ¿cuando llegaste?—Gertrudis lo saludaba con alegría.
—Hace unos días, vine a ayudar a mi cuñado y también a revisar que todo marche bien con las inversiones que tenemos, sobre todo en minería. ¿Estás emocionada porque Francisco y tú serán consuegros?—Gertrudis ya no pudo advertirle a Valeria sobre los planes de su hijo, que en realidad desconocía.
—Para ser sincera me sorprendió que Luis eligiera a Valeria, va a venir a hacer la propuesta formal. ¿Te ha dicho algo Francisco?—
—Si, quiere hablar primero con tu hijo antes de dar el permiso. De echo quiere hablar con ambos, pero no me dijo nada más.—
—¿Puedo hablar con Francisco?—
—Mi cuñado ahorita está dormido, le dieron láudano para el dolor. ¿Te preocupa algo Gertrudis?—
—Me preocupa que mi hijo no pueda hacer feliz a Valeria.—
—No te preocupes, es un matrimonio de mutuo acuerdo, ya que Valeria desea casarse con él. Le dijo a mi cuñado que huiría con él, si no le dan el permiso.—le decía Rómulo, mientras que Gertrudis observaba a Valeria incrédula, sin duda ella estaba dispuesta a todo para proteger a su padre.
—Entonces seremos familia, pediré que mi hijo hoy mismo venga a pedir el permiso de Francisco para desposar a tu sobrina.—agregó Gertrudis, si Valeria insistía en casarse con su hijo, lo único que le quedaba era protegerla de cualquier cosa que planeara hacer Luis en su contra.
Valeria respiro profundamente, sabía que después de ese día no había marcha atrás. Viviría con Luis, compartiría un mismo techo, la misma cama y la haría su mujer cada vez que lo decidiera. Pensar en eso la llenaba de incertidumbre, miedo y dudas. Rómulo veía en el rostro de su sobrina su sufrimiento. Por la noche volvería Gertrudis en compañía de su hijo para pedir el permiso de Francisco.
Irene ayudaba a Valeria a vestirse adecuadamente para recibir a su prometido, estaba ajustando su corset cuando sin previo aviso entró María Luisa.
—Sal Irene yo me encargo.—
—Si señora.—Irene salió y María Luisa comenzó a ajustar el corset de Valeria.
—Se llegó el momento, así que debes convencer a tu padre de que quieres casarte con Luis. No olvides todo lo que ha hecho por nosotros estos últimos días, no quiero una sorpresa Valeria, ¿entiendes?—le decía María Luisa para seguir presionándola.
—Papá sabe que estoy mintiendo.—
—Pues debes convencerlo, te debe ver emocionada, ilusionada, así que cambia esta cara de funeral frente a él.—decía María Luisa mientras apretaba su rostro.—Luis es guapo, joven, caballeroso y tiene la voluntad de ayudar a tu padre. A caso quieres terminar como Loreto, viviendo de la caridad de tu hermano Roberto, de arrimada en su casa, cuidando a sus hijos. Incluso hasta ella decidió volver a casarse para no seguir viviendo de esa manera. Tu padre y yo no seremos eternos, debes tener alguien que se haga cargo de ti, que seas la señora de su casa y la madre de sus hijos. Sé que no tenemos una buena relación, pero eres mi hija y quiero un futuro mejor para ti.—
Valeria no dijo una sola palabra, María Luisa terminó de ayudarle a ponerse su vestido, tenía ropa nueva que había enviado comprar Luis para su futura esposa, ella se sentía llena de vergüenza por tal acción, se había vendido y él la había comprado.