El mal ronda en cualquier lado, tienes que ser cuidadoso y desconfiar, una vez que te atrapa, es difícil que te suelte.
Nuestros protagonistas se verán obligados a enfrentar sus peores miedos y a luchar por sobrevivir y proteger a su pequeña familia ante una presencia sobrenatural que parece estar determinada a destruirlos.
La historia explora temas de miedo, supervivencia y la naturaleza del mal, mientras que Elizabeth y Elías se ven obligados a tomar decisiones difíciles para sobrevivir, ¿Podrán superar está situación?
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CAPITULO 16
Algo aún quedaba, a lo lejos, en mi sueño profundo, escuché un horrible alarido, quedé sentada de golpe en la cama, estaba sudando, Elías me sintió y encendió la lámpara y me miró preocupado.
-¿pasa algo?, ¿tuviste una pesadilla?-- insistió, tragué saliva y hablé.
- vi, vi... vi el rostro de una mujer, estaba completamente desfigurado, me desperté cuando estuvo a punto de tomarme por el cuello -- le conté lo que vi, entre más hablaba, más ansiosa me ponía.
Elías me entregó un vaso de agua que había dejado en la mesita de noche, yo tomé un poco, se lo devolví y me volví a acomodar en la cama, mi esposo me abrazó, mientras acariciaba mi brazo, intentando consolarme, ya estábamos por quedarnos dormidos de nuevo, cuando un ruido muy fuerte provino del patio, Elías se levantó y lo que vio lo dejó horrorizado, dio varios pasos hacia atrás hasta chocar con la cama y caer sentado.
Me levanté y corrí a la ventana, allí... allí estaba aquella mujer que apareció en mi sueño, parada en el borde del pozo, mirando hacia adentro de la casa, en dirección a nosotros, los bellos de mi cuerpo se erizaron completamente, las lágrimas rodaban por mis mejillas, no me había dado cuenta de que estaba llorando, Elías se acercó a mí, y me giró para que no la viera más, pero esa sonrisa siniestra había quedado grabada en mi mente, cada vez que intentaba cerrar los ojos, aparecía en la oscuridad de mis párpados.
- Tranquila, amor, llamaré al padre Ignacio, él nos ayudará, todo va a estar bien -- me tranquilizó.
Sacamos la biblia que guardabamos en el buró, encendimos una veladora, Elías busco el salmo 91, lo leímos y nos pusimos a rezar, la llama de la veladora se movía bruscamente, como luchando para no apagarse, después de un buen rato, el silencio y la calma volvió a hacer presencia en nuestro hogar, la tensión y el terror que se sentía, logró apaciguarse, dejamos la veladora encendida pero asegurada para evitar accidentes, y la biblia abierta, Elías y yo volvimos a la cama y logramos dormir el resto de la noche.
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Al día siguiente, Tomás se levantó muy temprano, lo escuchamos correr por toda la casa jugando con Max, luego entró a nuestra habitación y saltó en la cama, cayendo sobre nosotros, dando ruidosas carcajadas, Elías lo agarró y comenzó a hacerle cosquillas, mi hijo no dejaba de reír.
-¡papá, papá, detente, me voy a hacer pipí!-- imploraba mi hijo entre risas.
Elias se detuvo y mi hijo se sentó en la cama-- Mamá, tengo mucha hambre, además... Quiero regresar a mi escuela, extraño a mi amigos-- dijo, Elías y yo nos miramos, vimos la hora, eran las 6:30 de la mañana, teníamos suficiente tiempo, yo asentí.
- Está bien, te llevaremos al colegio, creo que yo también debo regresar al trabajo, si no, seré un desempleado más de este país-- dijo mi esposo, pero me miró con preocupación.
- No te preocupes, yo estaré bien, para que estés más tranquilo, puedes dejarme en la biblioteca del pueblo toda la mañana, y cuando vayas a recoger a Tomás al colegio, nos veremos en el centro y almorzaremos algo afuera-- le dije.
- ¿y después?, yo debo regresar al trabajo--
- no lo sé, quizás vaya a un centro comercial con Tomás, y lo lleve a los juegos -- Tomás comenzó a aplaudir.
- ¡Siiii! Quiero ir a los juegos -- exclamó mi hijo emocionado.
- Ok, me parece bien, después del trabajo pasaré a recogerlos -- después de esa breve conversación, me levanté y fui a bañarme, me alisté y bajé a hacer el desayuno, mientras Elías prepara a Tomás y el también se alistaba para volver al trabajo.
Luego bajaron y nos sentamos a desayunar, terminamos rápido, subí a la habitación, dejé apagada la veladora, organicé mi habitación y la de Tomás, guardé mi laptop en el bolso, cuando baje, ya Tomás le habla puesto la correa a Max, todos salimos de la casa, mi esposo cerró bien todo, y nos subimos al auto y nos fuimos.
Dejamos a Tomás en su escuela después de pasar a la gasolinera, luego nos fuimos a la veterinaria, allí dejamos a Max, lo trajimos para que lo revisaran, le hicieran un corte y lo dejarán limpio y oliendo delicioso, además por qué ofrecían servicio de guardería, podía estar fuera de casa y traerlo a este lugar sin la preocupación de dejarlo solo.
Me despedí de Elías y él se fue a trabajar, entré a la biblioteca y me registré, encendí mi laptop y comencé a trabajar en mi novela, llevaba días sin poderlo hacer, y de cierta forma, fue de mucha ayuda, mi mente se ocupó en el trabajo y no tuve tiempo de pensar en lo que nos venía sucediendo recientemente, el tiempo pasó volando, la vibración de mi celular me sacó de mis pensamientos, era Elías, salí rápido de la biblioteca para poder responder la llamada.
📲- Hola cariño-- me saludó.
📲- Hola amor, ¿ya vienen?-- pregunté.
📲- Si, ya estoy con Tomás -- respondió -- ¿dónde nos vemos?-- yo estaba cerca de un restaurante que tenía buenos comentarios por su comida, le di las indicaciones, él se ubicó, nos despedimos y colgamos la llamada.
Entré de nuevo a la biblioteca, guardé mi laptop, registré mi salida, le agradecí a la chica que estaba en la recepción y salí, crucé la calle y llegué al restaurante, la persona de la puerta me dejó pasar, elegí una mesa y me senté a esperar a Elías y a Tomás, al poco tiempo los vi llegar, mi esposo acomodó el auto, los dos se bajaron y entraron, yo levanté la mano, ellos me vieron y caminaron en mi dirección.
Mientras esperábamos el almuerzo, Tomás nos contó todo lo que había hecho durante el día, luego se abrió el cuello de su camisa y sacó una cadena de oro con un crucifijo, que llevaba colgado de su cuello.
- ¿y eso?, ¿de dónde salió?-- le pregunté.
- Me lo dio mi maestra, me dijo que había querido darme este regalo hace unos días, pero como no había vuelto, lo guardó hasta que regresé, cuando me lo entregó, me dijo que nunca me lo quitara, que esto me iba a proteger del mal-- dijo con naturalidad.
- ¿le diste las gracias?-- preguntó Elías, Tomás asintió.
En ese momento nos trajeron el almuerzo, teníamos mucha hambre, comenzamos a comer en silencio, comprendimos por qué este lugar tenía tan buenos comentarios, todo estaba muy delicioso.