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Dueños Del Juego

Dueños Del Juego

Status: En proceso
Popularitas:665
Nilai: 5
nombre de autor: Joe Paz

En el despiadado mundo del fútbol y los negocios, Luca Moretti, el menor de una poderosa dinastía italiana, decide tomar el control de su destino comprando un club en decadencia: el Vittoria, un equipo de la Serie B que lucha por volver a la élite. Pero salvar al Vittoria no será solo una cuestión de táctica y goles. Luca deberá enfrentarse a rivales dentro y fuera del campo, negociar con inversionistas, hacer fichajes estratégicos y lidiar con los secretos de su propia familia, donde el poder y la lealtad se ponen a prueba constantemente. Mientras el club avanza en su camino hacia la gloria, Luca también se verá atrapado entre su pasado y su futuro: una relación que no puede ignorar, un legado que lo persigue y la sombra de su padre, Enzo Moretti, cuyos negocios siempre tienen un precio. Con traiciones, alianzas y una intensa lucha por la grandeza, Dueños del Juego es una historia de ambición, honor y la eterna batalla entre lo que dicta la razón y lo que exige el corazón. ⚽🔥 Cuando todo está en juego, solo los más fuertes pueden ganar.

NovelToon tiene autorización de Joe Paz para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 15 – El precio de la grandeza

El invierno en Italia se sentía distinto ese año. La ciudad de Vittoria aún vibraba con la energía del ascenso y los fichajes estrella, pero el verdadero desafío apenas comenzaba.

Luca Moretti, con la mirada puesta en el futuro, sabía que la grandeza no llegaba sin sacrificios. El club estaba en su mejor momento, pero fuera del campo, la vida seguía moviéndose con sus propias reglas.

Y nada cambiaría su mundo más que el nacimiento de su hijo.

La luz tenue del hospital privado iluminaba la habitación en la que Astrid descansaba. El sonido suave de la máquina que monitoreaba sus signos vitales se mezclaba con el ritmo pausado de la respiración de Luca, quien estaba sentado a su lado, con la mirada fija en la cuna donde descansaba su hijo.

Viggo Moretti.

Ese era su nombre. Un nombre fuerte, con raíces suecas en honor a la familia de Astrid, pero con la fuerza de los Moretti.

Luca apenas podía procesar lo que sentía. Había enfrentado rivales, negociado con multimillonarios y tomado decisiones que movían el destino de un club entero.

Pero nada, absolutamente nada, se comparaba con esto.

Astrid abrió los ojos lentamente, con una sonrisa débil pero radiante.

—¿Cómo está? —preguntó con voz suave.

Luca se giró hacia ella y esbozó una sonrisa, aunque aún parecía sumido en sus pensamientos.

—Perfecto —susurró.

Astrid extendió una mano y Luca la tomó con cuidado.

—¿En qué piensas?

Luca dejó escapar una leve risa.

—En muchas cosas.

Ella apretó su mano con cariño.

—Dime una.

Luca giró su mirada de nuevo hacia Viggo, que dormía plácidamente.

—Que no quiero fallarle.

Astrid lo observó en silencio, entendiendo la profundidad de sus palabras.

Luca siempre había sido un hombre de control, de planes bien estructurados. Pero un hijo… eso era un territorio desconocido para él.

Ella entrelazó sus dedos con los de él y sonrió.

—Ya eres un buen padre.

Luca la miró con una mezcla de incredulidad y gratitud.

—Apenas acaba de nacer.

—No importa. Lo veo en tus ojos.

Hubo un momento de silencio entre ellos, solo interrumpido por el leve suspiro del bebé.

Luca suspiró y besó la frente de Astrid.

—Gracias por darme este regalo.

Ella sonrió con cansancio y cerró los ojos de nuevo.

Luca, por su parte, se quedó despierto. No quería perderse ni un segundo de ese momento.

Porque la grandeza tenía un precio, pero algunas cosas no se podían comprar.

Mientras Luca vivía uno de los momentos más importantes de su vida, su sobrino Leo Moretti estaba metido en un problema completamente distinto.

El joven asistente del equipo había estado viendo en secreto a una de las jugadoras del equipo femenino: Sofia Eriksson.

Sofia, la mediocampista sueca, era conocida por su disciplina en la cancha y su carácter fuerte fuera de ella. No era alguien que se dejara impresionar fácilmente.

Pero Leo Moretti tenía una manera especial de meterse bajo la piel de la gente.

Aquella noche, después de un entrenamiento, los dos se encontraron en el estacionamiento del club.

—Llegaste tarde —dijo Sofia, apoyada contra su auto con los brazos cruzados.

Leo sonrió con esa arrogancia que lo caracterizaba.

—Tenía trabajo.

—¿Trabajo o estabas tratando de evitar que te vieran conmigo?

Leo levantó las manos en un gesto de defensa.

—Tú también dijiste que esto debía ser discreto.

Sofia rodó los ojos, pero una sonrisa juguetona apareció en sus labios.

—No significa que me guste.

Leo se acercó lentamente, apoyando una mano en la puerta de su auto.

—¿Y qué te gusta?

Ella lo miró con desafío.

—Que no te hagas el interesante.

Leo dejó escapar una risa.

—Eso es imposible.

Sofia suspiró y abrió la puerta de su auto.

—Tengo que irme.

Pero antes de que pudiera entrar, Leo la tomó de la cintura y la besó.

Fue un beso rápido, casi impulsivo, pero lo suficiente para hacer que el corazón de Sofia latiera más rápido de lo que le gustaría admitir.

Cuando se separaron, ella lo miró con una mezcla de reproche y diversión.

—Eres un idiota.

—Lo sé —dijo Leo con una sonrisa.

Ella sacudió la cabeza y subió al auto.

Leo la vio alejarse y exhaló.

Esto era peligroso.

Pero, maldita sea, también era emocionante.

La Pretemporada: Un Mes Después

Un mes después, Vittoria estaba en plena pretemporada.

Con los fichajes ya integrados, el equipo comenzaba a tomar forma. Los entrenamientos eran intensos, las expectativas altas, y la Serie A esperaba a un Vittoria completamente renovado.

Luca llegó temprano al centro de entrenamiento, aún con la emoción de ser padre mezclada con la presión de la nueva temporada.

En la cancha, Bellucci dirigía la práctica, evaluando la adaptación de los nuevos jugadores.

Jonathan Reece, con su presencia de delantero experimentado, se movía con la precisión de un francotirador.

Alejandro Vargas, el mediocampista estrella, distribuía el balón con una visión impresionante.

Kasper Mikkelsen, el arquero danés, daba órdenes a la defensa con una autoridad que imponía respeto.

Y finalmente, Cristóbal Nascimento.

A sus 39 años, muchos se preguntaban si aún podía rendir al más alto nivel.

Pero cuando recibió un pase en el borde del área, giró sobre su pie izquierdo y soltó un disparo que terminó en el ángulo.

Bellucci sonrió satisfecho.

Luca, desde la banda, cruzó los brazos y asintió. Habían armado un equipo capaz de competir.

La verdadera prueba estaba por venir.

Pero Vittoria estaba listo para enfrentarla.

Luca se quedó observando la práctica por unos minutos más antes de revisar su teléfono.

Un mensaje de Astrid.

"Viggo te extraña."

Él sonrió.

El club, el equipo, los fichajes… todo era importante.

Pero ahora, sabía que la verdadera grandeza no estaba solo en el fútbol.

Estaba en su familia.

Y ese era el precio que estaba dispuesto a pagar.

El primer partido de pretemporada de Vittoria estaba programado contra el Hellas Verona, un equipo que ofrecía una prueba equilibrada para evaluar el estado del plantel. El estadio tenía una buena asistencia, con aficionados expectantes por ver cómo el equipo había evolucionado.

Bellucci salió con una alineación mixta, combinando jugadores experimentados con jóvenes como Emiliano Velásquez, Diego Santacruz y Camilo Rojas, los tres colombianos cuyo préstamo estaba por finalizar en un mes.

En paralelo, en la oficina de Luca, Carter llegó con una expresión seria.

—Luca, tenemos que hablar —dijo, cerrando la puerta tras de sí.

Luca dejó el informe que estaba revisando y lo miró con atención.

—Dime.

—El PSG se comunicó de nuevo. Quieren a Federico y han aumentado la oferta.

Luca exhaló, ya había hablado con su primo sobre esto, pero ahora la situación se volvía más concreta.

—¿Cuánto?

Carter deslizó un documento sobre la mesa.

—Cincuenta y cinco millones de euros.

Luca tomó el papel y lo estudió en silencio. Sabía que Federico tenía talento, pero también entendía lo que significaba para Vittoria. No solo era un jugador clave, era parte del futuro del club.

—Federico me dijo que quería pensarlo. ¿Sabes si ya tomó una decisión? —preguntó Luca.

Carter negó con la cabeza.

—No ha dado una respuesta definitiva, pero creo que está inclinado a quedarse. Quiere crecer aquí, pero también sabe que una oportunidad en el PSG no se presenta todos los días.

Luca asintió y dejó el papel sobre su escritorio.

—Entonces lo hablaré con él otra vez. No quiero que se sienta presionado, pero también quiero que tome la mejor decisión para su carrera.

Carter cambió ligeramente su postura, como si tuviera más información que soltar.

—Hay otro tema. Los préstamos de Velásquez, Santacruz y Rojas terminan en un mes. Debemos decidir si los compramos o si los dejamos ir.

Luca se recargó en su silla. Los tres jugadores habían mostrado un gran desempeño en los entrenamientos y en los partidos de pretemporada.

—Bellucci ha estado contento con ellos —dijo Luca—. Pero la pregunta es si podemos permitírnoslo.

—El club de origen de Velásquez pide cinco millones por él —explicó Carter—. Santacruz y Rojas tienen opciones de compra más accesibles, tres y dos millones respectivamente.

Luca se llevó una mano al mentón.

—Voy a verlos en el partido de hoy. Luego tomaremos una decisión.

Carter asintió y salió de la oficina. Luca se quedó mirando los informes, sabiendo que en los próximos días debía definir el futuro de su primo y de los jóvenes colombianos.

Los días previos al primer partido de pretemporada habían sido un torbellino de decisiones, reuniones estratégicas y análisis de la plantilla. Luca apenas había tenido tiempo de detenerse a pensar en todo lo que había cambiado desde que tomó el control del club. Pero ahora, con el silbato inicial a punto de sonar, todo se reducía a lo que pasara en el campo.

El A.S. Vittoria enfrentaría al Hellas Verona en su primer amistoso de preparación. No era un partido cualquiera. Más allá del marcador, este encuentro serviría para evaluar el trabajo del cuerpo técnico, la adaptación de los nuevos jugadores y, sobre todo, el desempeño de los jóvenes que aún no tenían un futuro asegurado en el equipo.

Desde el palco principal del estadio, Luca observaba con atención mientras los jugadores calentaban en el campo. A su lado, Carter revisaba información en su tableta y Bellucci, con los brazos cruzados, analizaba la entrada del equipo con su característico ceño fruncido.

—Es un amistoso, pero quiero que tomen esto en serio —murmuró el entrenador, sin apartar la vista de la cancha.

—La pretemporada no es solo para evaluar tácticas —agregó Luca, apoyando los codos en la baranda—. Quiero ver carácter en el equipo. Especialmente en los tres colombianos.

Los juveniles Emiliano Velásquez, Diego Santacruz y Camilo Rojas se posicionaban en sus respectivas áreas de juego. Su préstamo con Vittoria terminaba en un mes y Luca debía decidir si activaba la opción de compra o los dejaba ir.

—Si vamos a ficharlos, habrá que movernos rápido —comentó Carter, sin levantar la vista de la pantalla—. El club de Velásquez quiere cinco millones. Santacruz cuesta tres y Rojas dos.

Luca apretó la mandíbula. Nueve millones en total. No era un gasto menor, considerando que el club aún no tenía una economía estable.

El estadio no estaba completamente lleno, pero los aficionados presentes querían ver un equipo que los ilusionara. Vittoria llevaba años en la sombra, y esta temporada era el momento de demostrar que estaban listos para regresar.

Cuando el árbitro se llevó el silbato a la boca y pitó el inicio, Luca dejó de lado cualquier distracción. Ahora, todo se trataba del fútbol.

Primer Tiempo

El partido comenzó con un ritmo intenso. Vittoria intentaba mantener la posesión, pero Hellas Verona presionaba alto, dificultando la salida limpia desde el fondo. A pesar de ello, Emiliano Velásquez mostró temple en el mediocampo, distribuyendo con precisión y pidiendo la pelota sin miedo.

—Velásquez juega con personalidad —comentó Carter—. No se esconde.

—Por eso Bellucci lo quiere —respondió Luca, sin quitar la vista del campo.

En el ataque, Santacruz se movía entre líneas con inteligencia, buscando espacios y ofreciendo opciones de pase a sus compañeros. Mientras tanto, Rojas se mantenía firme en la zaga, aunque se notaba que estaba bajo presión ante la velocidad de los delanteros rivales.

En el minuto 22, Hellas Verona tuvo la primera gran oportunidad del partido. Un pase en profundidad dejó mano a mano a su delantero con el portero de Vittoria, pero Rojas reaccionó a tiempo y logró interceptar el disparo con una barrida precisa.

—Bien hecho —dijo Bellucci con un leve asentimiento.

Pero el fútbol no da respiros.

En el minuto 37, un error en la salida le costó caro a Vittoria. Rojas intentó controlar un balón comprometido en lugar de despejarlo de inmediato, lo que permitió que el delantero rival lo presionara y le robara la posesión. En cuestión de segundos, Verona aprovechó el descuido y convirtió con un disparo cruzado.

Bellucci resopló y se pasó una mano por la nuca.

—Errores así nos cuestan partidos.

Luca no reaccionó de inmediato. Observó a Rojas, quien recogía el balón con frustración. Este era el tipo de situaciones que separaban a los jugadores buenos de los grandes.

—Quiero ver cómo responde después de esto —dijo finalmente.

El resto del primer tiempo transcurrió sin grandes cambios. Vittoria intentó reaccionar, pero le costaba generar peligro real en el área rival.

Cuando el árbitro señaló el descanso, los jugadores se retiraron a los vestuarios y Luca se giró hacia Bellucci.

—¿Qué harás con Rojas?

—No voy a gritarle. Ya sabe que cometió un error —respondió el entrenador—. Pero quiero ver si tiene el carácter para recuperarse en la segunda mitad.

Luca asintió. Ese tipo de pruebas eran más valiosas que cualquier entrenamiento.

Segundo Tiempo

Vittoria regresó al campo con más determinación. Los ajustes tácticos de Bellucci dieron resultado y el equipo comenzó a encontrar más espacios. Velásquez siguió dominando el mediocampo con personalidad, mientras que Santacruz se mantenía activo en el frente de ataque.

Rojas, por su parte, mostró carácter. En lugar de hundirse por su error, jugó con más concentración, anticipando mejor y cerrando espacios. En el minuto 60, ganó un duelo clave en el área que evitó una jugada de peligro de Hellas Verona.

El esfuerzo dio frutos en el minuto 75. Santacruz recibió el balón en la frontal del área y, en lugar de intentar un disparo forzado, filtró un pase milimétrico a uno de los delanteros de Vittoria. Con un toque sutil, el atacante definió ante la salida del portero y puso el empate en el marcador.

El estadio estalló en aplausos.

Luca intercambió una mirada rápida con Carter.

—Santacruz puede que no sea rápido, pero toma buenas decisiones.

—Es el tipo de jugador que hace mejores a sus compañeros —agregó Bellucci.

El partido concluyó con un empate 1-1, pero más allá del resultado, lo importante eran las conclusiones que dejaba.

Después del Partido

De regreso en los vestuarios, Luca y Carter esperaron a que los jugadores se cambiaran antes de dirigirse a la oficina de Bellucci.

—Bien —dijo Luca, sentándose frente al entrenador—. Hablemos de los colombianos.

Bellucci tomó su libreta y repasó sus notas.

—Velásquez es una apuesta segura. Es joven, pero tiene personalidad y juega con confianza. Si queremos construir algo a largo plazo, necesitamos jugadores como él.

Luca miró a Carter.

—¿Podemos negociar su compra?

—Sí, pero cinco millones no son poca cosa —respondió Carter—. Tal vez podamos pedir un pago en plazos o incluir alguna cláusula.

Luca asintió y luego se giró hacia Bellucci.

—¿Y Santacruz?

—No es un jugador que brille por sí solo, pero tiene inteligencia táctica. Puede ser un suplente útil, y con el tiempo, puede crecer.

—¿Rojas?

Bellucci dejó su libreta en la mesa.

—Cometió un error que nos costó un gol. Pero lo que más me gustó es que se recuperó. Hay defensores que después de eso se desmoronan, pero él no.

Carter intervino.

—Si queremos ficharlos a los tres, tendremos que priorizar. No podemos gastar nueve millones sin antes asegurar otras áreas.

Luca se pasó una mano por el rostro.

—Hablaremos con sus clubes, pero no tomaremos decisiones apresuradas.

Antes de que pudiera seguir, el teléfono de Carter vibró.

Él lo revisó y luego levantó la mirada hacia Luca.

—Federico quiere verte hoy. Quiere darte su respuesta sobre la oferta del PSG.

Luca se quedó en silencio unos segundos. Sabía que este momento llegaría.

Respiró hondo y se puso de pie.

—Está bien. Vamos a hablar con él.

El partido de pretemporada había terminado, pero para Luca, la jornada aún no había concluido. De vuelta en su oficina, sentado detrás del escritorio, observaba los documentos frente a él sin realmente leerlos.

Sabía que Federico llegaría en cualquier momento. Y con él, su agente.

El mensaje de Carter había sido claro: Federico quiere darte su respuesta sobre la oferta del PSG.

Luca sabía que su primo era ambicioso, que tenía el talento y la disciplina para triunfar en Europa. Pero también sabía que perderlo en este momento significaría un golpe para el proyecto que estaba construyendo en Vittoria.

El sonido de la puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos.

Federico entró con paso seguro, vestido con ropa deportiva, pero con una expresión seria. A su lado, su agente, un hombre de cuarenta y tantos años, con traje impecable, caminaba con el aplomo de alguien acostumbrado a negociar contratos millonarios.

Carter llegó detrás de ellos y cerró la puerta con calma.

—Luca —saludó Federico con voz firme.

—Federico —respondió Luca, sin moverse de su asiento. Luego miró al agente—. Supongo que ya tienen una decisión.

El hombre asintió y tomó asiento frente al escritorio, cruzando las manos sobre la mesa.

—Así es. Federico ha tomado una decisión sobre su futuro.

Luca miró directamente a su primo, quien, a pesar de la tensión en el ambiente, mantenía la mirada firme.

—Quiero aceptar la oferta del PSG —dijo Federico sin rodeos—. Es una oportunidad única, Luca. Sé que puedo crecer en el fútbol europeo, y este es el momento adecuado.

Silencio.

Luca se reclinó en su silla, observándolo con detenimiento. No estaba sorprendido. Lo había visto venir.

—No te culpo —dijo finalmente—. Jugar en un club como el PSG es un paso grande.

Federico asintió, aunque su mandíbula se tensó.

—Quiero hacerlo bien, Luca. Quiero aprovechar mi potencial y competir al más alto nivel.

Carter, que había permanecido en silencio hasta ese momento, se aclaró la garganta.

—Luca, hemos discutido esto antes. No podemos darnos el lujo de rechazar una oferta como esta. El dinero que ofrecen por Federico podría ayudarnos a fortalecer otras áreas del equipo.

El agente sonrió levemente, notando que la balanza ya estaba inclinada a su favor.

Pero entonces, Luca habló.

—Nunca dije que rechazaría la oferta —dijo con calma—. Pero tampoco dije que vendería el cien por ciento de su pase.

El ambiente en la sala cambió sutilmente.

El agente arqueó una ceja.

—¿Perdón?

Luca entrelazó los dedos sobre el escritorio.

—Federico es un jugador con proyección. Si lo vendemos completamente ahora, Vittoria perderá cualquier beneficio futuro cuando su valor se dispare. No voy a cometer ese error.

El agente no tardó en reaccionar.

—Luca, entiendes que el PSG quiere un traspaso definitivo, ¿verdad? No quieren compartir derechos con otro club.

—Lo entiendo perfectamente —respondió Luca, con un tono impasible—. Pero eso no significa que Vittoria deba regalar su activo más valioso sin asegurarse de obtener algo a cambio en el futuro.

Federico exhaló, pasando una mano por su nuca.

—Luca…

Pero antes de que pudiera continuar, Carter intervino.

—Esperen un momento. ¿Y si en lugar de venderlo, lo cedemos a préstamo con una opción de compra obligatoria?

El agente parpadeó.

—Explícate.

Carter se acomodó en su asiento.

—Piensen en esto: el PSG se lleva a Federico ahora mismo, lo desarrolla y le da minutos en Europa. Pero en lugar de un traspaso inmediato, lo hacemos a préstamo con una cláusula de compra obligatoria dentro de un año.

El agente ladeó la cabeza, considerando la propuesta.

—Eso significaría que Vittoria recibiría el dinero el próximo año, no ahora.

—Exacto —dijo Carter—. Pero también significa que si algo cambia en el camino y Federico se revaloriza más de lo que esperan, podríamos renegociar. Además, podríamos incluir un porcentaje de una futura venta.

El agente no respondió de inmediato. Se notaba que estaba evaluando los riesgos y beneficios de la propuesta.

Federico, por su parte, parecía pensativo.

—Eso me permitiría jugar en Europa sin cortar completamente mi vínculo con Vittoria de inmediato…

—Y asegurar que, si algún día el PSG te vende a otro club, Vittoria aún tenga una parte del trato —añadió Carter.

Luca miró al agente con paciencia.

Sabía que este hombre no estaba pensando solo en el futuro de Federico, sino en las comisiones y los beneficios financieros de la operación.

Y la propuesta de Carter no era solo buena para Vittoria. Era buena para todos.

Finalmente, el agente sonrió.

—Es una propuesta interesante.

Se inclinó ligeramente hacia adelante.

—Déjame hablar con el PSG. Si aceptan el préstamo con opción de compra obligatoria y la cláusula de reventa, creo que podríamos llegar a un acuerdo.

Luca asintió.

—Pero quiero algo claro. Si el PSG no acepta y buscan negociar términos más agresivos, no venderemos a Federico a cualquier precio.

Federico se pasó una mano por el rostro, pero cuando levantó la mirada, se notaba que entendía lo que Luca intentaba hacer.

—Confío en que harás lo mejor para el club —dijo finalmente—. Y yo haré lo mejor para mi carrera.

Luca asintió.

—Entonces hagámoslo bien.

El agente se levantó, al igual que Federico.

—Me pondré en contacto con ellos y les haré llegar la propuesta —dijo el hombre—. Te aviso en cuanto tenga una respuesta.

Luca se puso de pie y estrechó la mano de su primo.

—Sea cual sea el desenlace, te deseo lo mejor.

Federico le sostuvo la mirada.

—Gracias, Luca.

Cuando él y su agente salieron de la oficina, Carter soltó un largo suspiro.

—Bueno, eso fue más fácil de lo que pensé.

Luca soltó una leve risa.

—Aún no está cerrado.

Se giró hacia la ventana, observando el campo vacío del estadio.

Sabía que en los próximos días todo dependería de la respuesta del PSG.

Pero, por primera vez en semanas, sintió que Vittoria estaba negociando desde una posición de fuerza.

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Joe
Animo, no olviden leer mis nuevas obras!!
☯THAILY YANIRETH✿
Tu forma de escribir me ha cautivado, tu historia es muy intrigante, ¡sigue adelante! 💪
Joe: Muchas gracias!!
total 1 replies
Leon
Quiero saber más, ¡actualiza pronto! ❤️
Joe: Por supuesto
total 1 replies
Texhnolyze
😂 ¡Me hizo reír tanto! Tus personajes son tan divertidos y realistas.
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