Ella, una pobre chica burlada y abandonada con un hijo. Él, un amargado hacendado a quien nadie quiere y todos le temen y respetan. Sus mundos se cruzarán gracias a una treta del destino. ¿Qué pasará? Descúbrelo aquí.
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Decidir.
Llegué a la mansión en Estados Unidos y me sorprendí al ver a Lorena y a Dylan, ellos estaban en el comedor con Sebastián, y se veían como una hermosa familia. No pude evitar sentir una punzada de celos al verlos así, y me sorprendí al darme cuenta de eso, pero me mantuve firme y traté de no demostrar mis emociones.
Sebastian se veía algo pensativo y distante, lo cual me preocupó aún más. Después de la cena y de saludarnos, decidí hablar con él en privado para averiguar qué estaba sucediendo. Me costó un poco convencerlo de abrirse conmigo, pero finalmente logré que me contara todo.
Descubrí que Sebastián, mi amigo, estaba preocupado por mi futuro, me dijo que deseaba lo mejor para mí, y que lo mejor era Lorena. Eso me sorprendió, no entendí como Sebastián sabía que yo había desarrollado sentimientos por Lorena, fue algo que me dejó un poco desconcertado. Sin embargo, decidí ser sincero y dejar mi posición clara sobre esta situación de la mejor manera posible.
— Sabes que te agradezco que te preocupes por mí, pero lo que me dices no puede ser, y no puede ser porque yo no estoy interesado en Lorena, te explico, yo no tengo interés en eso de casarme y formar familia, yo estoy bien así como estoy, de manera que tener una relación no está en mi proyecto de vida.
Traté de ser firme como era mi costumbre, tenía que convencer a Sebastián de mi posición. Aunque realmente lo que no deseaba es dejar en un futuro a Lorena sola, yo no podía ser egoísta, ella me gustaba y mucho, pero no le haría daño, para que ilusionarme si en cualquier momento tendría que partir de este mundo, entonces ella quedaría triste y desolada. Eso en el caso de que ella me correspondiera. También pienso que al intentar algo con ella, arruinaría su oportunidad de ser feliz con alguien que si pudiera estar con ella para siempre, alguien como Sebastián, mi mejor amigo.
Me propuse en mi corazón, que antes de morir, tenía que dejar a las dos juntos, sabía que se cuidarían el uno al otro, y así yo le iría sin preocupaciones.
— No te creo, ¿Se te olvida que nos conocemos bien? Esa cara que acabas de hacer, es la que usas cuando me estás tratando de engañar.
— Definitivamente, no se puede contigo. ¿Por qué insistes en eso? En mi concepto es más adecuado que tú seas quien se case con Lorena, acabo de ver lo bien que te llevas con Dylan y la manera como interactuaban los tres, parecían una linda familia.
— ¿Bromeas? Me conoces y sabes que no soy hombre de compromisos, me gusta mi vida loca, así que no soy adecuado para ninguna mujer, además, aquí estamos hablando de ti, necesitas casarte, tener hijos, el apellido Montalver termina contigo, y tienes que reproducirte, ser feliz amigo.
Sebastián era sincero, de verdad estaba preocupado por mí, y yo, yo a ratos quería decirle la verdad, pero sabía que reaccionaria de una manera que me deprimiría. Tal vez suene algo loco lo que diré, pero mi amigo no podría sobrellevar mi enfermedad y menos mi partida. Por eso necesito que esté con alguien que lo ayude a sobreponerse cuando yo...
— ¿En qué estás pensando? Me dejas hablando solo, como con una pared.
— Lo lamento amigo, pero creo que está conversación la terminaremos en otra ocasión, tengo algo muy importante que hacer.
En realidad, no era nada en concreto, solo quería huir, pues temía que mis emociones me jugarán una mala pasada.
— Espera Alejo, en realidad te pedí que vinieras para que te quedes con ellos, yo voy a regresar y voy a darle la cara a mis padres.
— ¿Qué? ¿Cómo que vas a darle la cara? ¿Acaso vas a aceptar casarte con...?
— Si, eso es lo que voy a hacer.
— Tú no hablas en serio, jamás accederás a cumplir los caprichos de tu familia. Si tienes que regresar hazlo, pero no me engañes.
No le creí, Sebastián jamás agacharía la cabeza ante sus padres, él estaba bromeando conmigo. No dijimos más, él se fue esa misma tarde, y yo mientras tanto me preparé para pasar unos días con Lorena y Dylan. Aquí era muy diferente que en la hacienda, ya que no había trabajo de campo ni nada para hacer. Así que conviviría con ellos mucho más.
— ¿Y Sebastián?.
Dylan regreso de su escuela, y luego de saludarme inmediatamente pregunto por Sebastián.
— Él tuvo que irse de viaje, pero volverá en unos días.
— ¿Se fue? ¿Por qué?
— Su papá lo llamo y tuvo que ir a verlo.
— ¿Sebastián tiene papá?
— Si tiene papá.
— ¿Y tú también tienes papá?
— Si, pero el mío está en el cielo junto a mi mamá.
— ¿Significa que murieron tus papás?
— Si, ellos murieron.
— Entonces eres como yo, que no tiene papá. Mami dice que mi papá vive lejos y que no puede venir a estar conmigo, tampoco tiene su teléfono para llamarlo, por eso yo digo que no tengo papá, me gustaría mucho que Sebastián fuera mi papá. ¿Se puede?.
Dylan era un niño muy inteligente, me hizo sentir mal lo que dijo acerca de su padre, estaba seguro de que para Lorena eran muy difíciles las preguntas de Dylan acerca de su papá, la entendí. Pero lo que me dejó desconcertado un poco, es el deseo del niño, quería que Sebastián fuera su padre.
— ¿Te gusta mucho Sebastián para papá?
— Si, él es bueno y me quiere, yo también lo quiero mucho y por eso quiero que sea mi papá.
— Pues eso hay que preguntárselo a él y a tu mami, ellos te dirán si se puede o no.
— Le voy a preguntar a mami cuando llegue a casa, y a Sebastián cuando vuelva.
— Está bien campeón.
Acaricie su cabecita y le pedí que me dejara revisar sus libros, así me sumergí en un tiempo de calidad con el niño.
Felipe.
— Señor Felipe, ¿Recuerda los documentos que usted me pidió que le ayudará a buscar? Lo encontré, pero no tiene idea de todo lo que hay allí señor.
— ¿Qué fue lo que encontraste? Habla de una vez.
— Le estoy enviando los documentos a su computadora, le recomiendo que eliminé el correo, que no quede nada que nos pueda conectar.
La recomendación de mi investigador me dejó un poco desubicado, pero cuando recibí los archivos y empecé a leer, me di cuenta de que las cosas eran mucho más complicadas, y lo peor es que había un misterio tremendo.
— Explícame esto ¿cómo es que el conglomerado era de los Montalver? Si mal no recuerdo y aunque era chico, escuché que esa fue una parte de la herencia del abuelo, pero las fechas no coinciden.
— Es a lo que me refiero señor, según los documentos con sus fechas. Edgardo Montalver cedió a Gastón Mendiola, el conglomerado hace 26 años, el acuerdo no dice el valor ni los términos, lo que lo hace muy extraño.
— Debería preguntarle a Alejandro sobre esto, pero me imagino que él tampoco tendrá mucho conocimiento sobre el tema, puesto que si de esto hace 26 años, ambos éramos bebés.
— Según la fecha, señor, ni siquiera habían nacido, al menos usted, este acuerdo se hizo meses antes de que usted naciera, fíjese bien.
Mirar ese documento me generaba una sensación desagradable, ¿Por qué nadie sabía de esto? ¿Qué ocultaba mi padre? ¿Por qué el señor Montalver le cedió un emporio tan grande a mi papá? Tenía que averiguarlo.
Me di cuenta de que tenía que actuar rápidamente y averiguar todos los secretos de mi padre, tenía que hacerlo y rápido, si me descubría, podría volverse loco, lo conocía muy bien. Neutralizar a mi padre antes de que hiciera más daño esa era mi misión, poner fin a su reinado de terror de una vez por todas.
Revelar la verdad sobre sus crímenes y exponer sus sucias jugadas, era lo que continuaba. Sabía que el camino sería difícil y peligroso, pero estaba determinado a luchar por la justicia y proteger a mi familia. Tal vez así lograría tener a Lorena y a mi hijo a mi lado, juntos esta vez podríamos hacer lo que fuera necesario para detener a mi padre y asegurarnos de que nunca volviera a hacer daño a nadie más. Yo sabía que podríamos lograrlo.