En Esta No Se Pudo

Después de varios minutos conduciendo, llegaron a casa de Christopher. No era una casa muy ostentosa, pero sí era bonita, afuera se podía ver un aro de básquetbol, y una gran cantidad de arbustos.

—Mis padres no estarán aquí hasta la semana que viene, así que podemos estar tranquilos. —Dijo él, caminando hacia la puerta de entrada.

—¿Te dejan todo el fin de semana solo?—Quiso saber Luna. Sabía que Christopher ya era lo suficientemente grande como para cuidarse solo, pero le parecía un poco triste que nadie pasara el fin de semana con él.

—Sí, pero es que así lo prefiero, me gusta estar solo. —Confesó, elevando ambos hombros. —Puedo jugar básquetbol todo el día, y no tengo a mi madre repitiendo cosas que no quiero escuchar una y otra vez.

—Entiendo, a nosotros nunca nos han dejado solos, incluso recién acabo de avisarle que no volvería enseguida a casa, y me dijeron que tengo que volver antes de las dos. —Ambos entraron a la casa. —Tal vez a nosotros nos protegen demasiado.

—Es que tú eres una niña, y tus hermanos aún son pequeños. — Christopher camino hacia la sala y tiró su chaqueta en el sillón.—Yo ya no necesito que me cuiden.

—Sí, puede que tengas razón. — Luna tenía miedo de no decir las palabras correctas. —De todas maneras, si en algún momento te sientes solo, puedes llamarme, te haré compañía.— Él sonrío al escucharla.

Christopher caminó hacia ella, y tomó uno de sus rizos, comenzando a estirarlo.

—Gracias, te prometo que si eso llega a pasar, voy a avisarte. —Luna miró su mano, le pareció tierno lo que él hacía. —¿Te han dicho que tienes un cabello hermoso?

—No es hermoso.— Sus piernas comenzaron a temblar de los nervios que sentía, no estaba preparada para una conversación así. —No sabes el trabajo que me da peinarlo.

—Imagino que sí, pero aún así me parece hermoso. —Christopher soltó el pelo de Luna y comenzó a acariciar su hombro. —¿Quieres que te sirva algo de tomar? —Preguntó

Luna se sintió un escalofrío al sentir el tacto de Christopher en su hombro.

—No, gracias.—Respondió, intentando mantener la calma.—Por el momento estoy bien.

Christopher sonrió y siguió acariciando su piel, consciente de todo lo que provocaba en ella.

—Me encanta cuando te sonrojas así.—Soltó, bajando la voz, haciéndola sonar muy ronca y seductora.

—No me estoy sonrojando.—Se quejó, sintiendo como su corazón comenzaba a latir aún más rápido.

Christopher no pudo evitar comenzar a reír.

—Sí que lo estás.—Insistió, acercándose más a ella.—Siempre te pasa, lo he visto muchas veces ya.

Luna podía sentir su aliento en su oreja.

—¿Quieres saber un secreto? —Preguntó Christopher.

Luna asintió con la cabeza, sin saber qué esperar ya de él.

—Cada vez que te has sonrojado, lo has hecho por mí.—Susurró. —Y no sabes cuando me gusta eso, y creo que tampoco sabes cuánto me gustas tú.

Luna sintió como él estomago se le revolvía.

—¿Por qué? —Preguntó, intentando mantener la voz firme.—¿Por qué te gustó yo?

Christopher la miró fijamente.

—Porque eres diferente.—Soltó sin más—. Eres dulce, inteligente y hermosa, no he visto a nadie como tú hasta ahora, y creo que eso es lo que me asusta un poco, porque creo que si quisieras, o si te dejo, puedes destruirme.

Luna no podía creer lo que sus oídos estaban escuchando.

—No soy hermosa.— Negó con la cabeza. —Y puedes estar tranquilo, no quiero lastimarte.

Christopher sonrió.

—Sí que lo eres.—Insistió.— No nos conocemos mucho tu y yo, pero estoy seguro de que también eres una hermosa persona por dentro.

Luna sintió un beso en la mejilla, suave y tierno.

—Christopher... —Susurró.

—¿Sí? —Preguntó él, mirándola fijamente, y ella se sintió perdida en sus ojos.

—No sé qué hacer.—Confesó.— Estoy tan nerviosa en este momento.

—No tienes que hacer nada.—Dijo. —Solo relájate.

Christopher la besó suavemente en los labios, y Luna se sintió derretir en sus brazos. Cada beso que él le daba, cada caricia que él le regalaba, a ella le parecían parte de un sueño.

La tomó de la mano y la guió hacia el sofá, donde se sentaron juntos. Luna agradeció esto, porque si permanecía parada un poco más, no estaba segura de que sus piernas no le fallaran.

—Te deseo.—Susurró Christopher, besándola de nuevo.—No sabes cuando te he deseado estos días, creí que iba a volverme loco.

Luna sintió un escalofrío recorriendo todo su cuerpo al escuchar sus palabras.

Estaba tan perdida en sus besos, que no se dió cuenta en que momento terminó recostada en el sofá, y Christopher encima de ella, besándola cada vez con más deseo, con más pasión.

Con un movimiento rápido de manos, Christopher se sacó su camiseta y Luna pudo ver en primera plana su pecho desnudo. Se sintió nerviosa, pero también excitada, era un mundo nuevo para ella.

Christopher besaba con determinación sus labios, su cuello, incluso de vez en cuando depositaba besos rápidos sobre su escote, pero cuando intentó levantar la remera de Luna, ella lo detuvo.

—Espera.—Dijo, poniendo su mano sobre él pecho de él, intentando apartarlo.

Christopher se detuvo, mirándola con curiosidad.—¿Qué pasa? —Preguntó confundido.

Luna se sintió nerviosa, no quería parecer una niña tonta. —No creo estar lista aún para eso.—Dijo, intentando sonar firme.

Christopher se sorprendió, pero no se enfadó en absoluto.—Está bien.—Dijo, besándola suavemente en la frente.— Lo siento, no me di cuenta de que tal vez íbamos muy rápido.

Luna se sintió aliviada al escucharlo. —No es que no quiera. —Confesó, aunque se moría de vergüenza.— Solo es eso, no me siento lista, me da miedo.

Christopher sonrió.— Entiendo.—Se incorporó en el sillón y ayudo a que Luna también lo hiciera.— No hay prisa, estoy aquí para ti, cuando estés lista lo haremos, a tu tiempo.

Luna sintió un calor en el corazón, se dio cuenta de que Christopher era diferente a lo que había pensado.

—Gracias, de verdad—Dijo ella, sonriendo.