Está es la historia de como se enamoraron, Sir Gabriel, General del ejército real del Reino Rubi, y la Princesa Artemis, Princesa heredera del Reino Greenwich y Generala del ejército de su Reino.
Como superan las diferencias entre las clases sociales a las cuales pertenecen y lograr vivir su amor intensamente.
Está es una historia paralela y que se desprende de mi novela previa "La Prometida con Magia de Fuego", y comienza al firmar el tratado de paz entre el Reino Rubí y el Reino Greenwich.
Los invito a leer está emocionante historia.
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Capitulo XVI. Boda y ataque I
El Rey Ignacio y la Reina Cinthia bajaban del carruaje. De otro carruaje bajaba el segundo Principe Joseph seguido de su asistente. Durante el camino, revisaron detalles sobre el futuro compromiso entre el Príncipe Joseph y la Reina Ana.
- Calixto, por favor, voy a ser su compañero y apoyo para reinar, nada más. ¿Ya puedes dejarme tranquilo con esos detalles? Aceptaré lo que la Reina Ana disponga para mí. Estaré agradecido si solo quiere darme su compañía. - explicó Joseph, ya cansado que su asistente Calixto, insista en que debe colocar detalles sobre su noche nupcial y sus encuentros íntimos mensuales con su majestad, así como a quien de los dos le correspondería poner los nombres a los futuros hijos.
- Es necesario, Alteza. Por lo menos, coloquemos que tendrán tres hijos y que a dos usted le colocará el nombre. - casi le suplicó el asistente a Joseph. - Aunque debería especificar que sus encuentros maritales deberían ser dos veces al mes si quiere un heredero rápido. Y que luego de obtener al heredero serán una vez al mes para comodidad de ambos. - concluyó con una sonrisa Calixto.
Joseph se le quedó mirando no muy contento. "¿Para comodidad de quien?" pensó.
- ¿Tu eres casado, Calixto? - pregunto Joseph, a lo que el aludido asintió con la cabeza afirmativamente. - ¿Y de verdad, tu estás solo dos veces o una vez al mes en la cama de tu esposa? - pregunto mordaz el Principe.
Calixto no supo que responder. Le sorprendió la pregunta. Para ser el Príncipe alguien que nunca había estado con una mujer, parecía saber mucho.
- No, ¿verdad? - le afirmó más que preguntar el Principe. - deja de estar poniendo límites en una vida que ni siquiera ha comenzado. Voy a dejar que todo surja con naturalidad entre la reina y yo. Lo único que voy a pedir que pongan en ese documento, es que quiero compartir la alcoba con la reina todos los días. Es la única manera que se acostumbre a mi presencia, ya que el resto del día posiblemente no nos encontremos, y tal vez así, se enamore de mí. - concluyó Joseph.
El asistente se sorprendió pero ya no dijo más. Y escribió lo que solicito el Principe.
Al llegar a la capital se maravillo por el hermoso paisaje que veía en su camino. Claro aún le faltaba mucho por arreglar a la ciudad desde que el antiguo Rey estuvo en el poder. Pero junto a la reina, podría ayudar a levantar y hacer más hermosa a la ciudad, y al Reino.
Al bajar del carruaje en el palacio, fueron recibidos por el asistente de la Reina y el mayordomo de palacio. Los llevaron al palacio de visitas que fue arreglado para que pasaran sus estadía allí. Y le fue indicada una hora para encontrarse con la reina en el salón principal que daba a los jardines principales del palacio. Y luego de eso, se encontrarían en el despacho real, especificando los detalles del compromiso, sobre todo la fecha que que se realizaría la boda, y si habría una luna de miel, entre otros.
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En el archiducado.
Artemis y Gabriel preparaban su matrimonio. No podían viajar a la capital en la situación en la cuál estaban.
La Princesa pensaba que su hermana, la Reina Ana, se casaría aproximadamente en un año, tal vez. Eso le daría tiempo de casarse y de que su hijo naciera. Y de este modo, viajar a la capital y "solucionar" el problema con el Conde Stefan.
Ya se había enterado que el Conde le había propuesto matrimonio a su hermana. Artemis estaba casi segura que el Conde quería seguir el plan original de su tío, el difunto y traidor Archiduque Ríos.
Su embarazo seguía su curso. Ya con Gabriel en el territorio, este la ayudaba a supervisar los poblados del territorio y los más lejanos los supervisaban los asistentes. Así que Artemis y Gabriel podían pasar más tiempo juntos. Gabriel estaba emocionado de ver el cuerpo de Artemis cambiar, a medida que su hijo se desarrolla en su enorme vientre, que crecía cada día, semana y mes que pasaba.
Ambos estaban emocionados de estar juntos disfrutando del embarazo de Artemis, y la tranquilidad que en esté momento se disfrutaba en el territorio del archiducado.
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- ¿Eres feliz? - le preguntó Gabriel a Artemis.
Ambos estaban sentados en los jardines del archiducado. Multitud de plantas ornamentales florecían. Bellas flores multicolores, llenaban de alegría el jardín.
Era un panorama diferente al vivido hace unas semanas por ellos. Artemis interrogó con sus métodos a la sirvienta Camila. Y con la llegada de Gabriel, le pidió que la acompañará a interrogar al líder de los mercenarios.
Gabriel se sorprendió mucho de los métodos que usaba Artemis. Aún cuando sabía que era llamada sanguinaria y cruel en batalla, por los caballeros y soldados del ejército real de Greenwich, nunca imagino que tanto, y menos estando embarazada. La sangre salpicada en sus manos y rostro, nunca le dió asco. Era como si en ese momento se transformará en otra persona. Muy diferente a como estaban en este momento.
Artemis se recostaba en los brazos de su amado General, y este le besaba la frente y acariciaba suavemente el vientre de su amada.
- Soy muy feliz, a tu lado. Y con nuestro hijo. - respondió Artemis mirando a Gabriel, y acariciando su vientre, con sus manos entrelazadas a las de su amado.
- Faltan unos días para nuestra boda. - mencionó Gabriel, besando su frente de nuevo y mirando su rostro.
- Si. ¿Te arrepientes de quedarte conmigo en este reino? - le pregunto la princesa al ver al General pensativo.
- No me arrepiento de nada de lo que ha pasado entre nosotros. Tu y mi hijo son lo mejor y más importante que me ha pasado en está vida. - le dijo el general mirandola intensamente. - Volvería a hacer todo de nuevo, igual, si sé que estaría de nuevo así contigo, mi pequeña soldado. - le dijo rozando suavemente sus labios.
Artemis le sonrió, y lo abrazo con fuerza, y lo besó en los labios con pasión.
- Te amo, mi General. -
- También te amo, mi pequeña soldado. -
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Llegó el día de la boda de Artemis y Gabriel. Todos en la mansión del Archiducado estaban agitados y corriendo de un lado otro, arreglando los últimos detalles de la boda.
Tanto Gabriel como Artemis, estaban en aposentos separados, y ayudados por sus asistentes y doncellas, en el caso de la Princesa, a vestirse y arreglarse, para luego dirigirse en carruaje al templo de la ciudad, donde se realizaría la ceremonia. Y al culminar irían de nuevo a la mansión, donde se realizaría un baile en honor al matrimonio de los nuevos Archiduques.
Todo el pueblo había sido invitado, a la ceremonia y al baile.
Los nobles pertenecientes a la región, también habían sido invitados. Así como la Reina Ana y su prometido, junto a los padres de este último, y también a la madre de Ana y Artemis, Lady Raquel. Está última, llegó el mismo día de la boda, y se quedó con su hija, ayudándola a arreglarse. Aparentemente, no se dió cuenta del estado de Artemis, o así lo pensaron las doncellas presentes.
También fueron invitados, los reyes del Reino Rubí, el Rey Brahim y la Reina Cassandra. Sin embargo, estos últimos habían declinado porque Cassandra estaba embarazada nuevamente, y no querían poner en riesgo este nuevo embarazo, aún cuando Cassandra es muy fuerte y su magia la protegia. Enviaron un embajador en su nombre, el hermano de Cassandra y su esposa, el Duque Ciro y su Duquesa.
En el aposento de Gabriel, su asistente lo ayudaba a ponerse su uniforme militar de gala, con el emblema del ejército del Reino Rubí. De esa manera se mostraba que el archiducado del sur tenía el apoyo de ese Reino. Era importante que los reyes de Rubí, hayan enviado a su embajador en representación de ellos.
En los aposentos de Artemis, antes de que entrara su madre, las doncellas le colocaban un vestido un tanto voluminoso y con corte debajo del busto, de dónde se comenzaba una enorme falda muy vaporosa que intentaba disimular la barriga de Artemis. La parte de arriba era cuello en v, y manga larga con tela de encaje. Con bordados de pedrería en el busto. Y la falda amplia y larga, con muchas flores en el mismo color del vestido. Todo el vestido era color crema con detalles dorado. Las zapatillas eran doradas. El cabello lo llevaba recogido en un moño y alrededor de este tenía flores color crema y doradas, de él salía un velo corto que cubría solo el rostro de la Archiduquesa. El maquillaje que le colocaron fue bastante ligero, ya en este punto la madre de Artemis, había ayudado con el maquillaje y el peinado. Se sorprendió que su hija usará un vestido tan voluminoso, pero no dijo nada. Además su hija se veía hermosa, como toda una dama. Jamás pensó verla así de hermosa con un bello vestido en su boda. Esto debido a que es la Generala del ejército real de Greenwich por culpa de su padre, el difunto Rey. Así lo pensaba Lady Raquel.
(La imagen es generada por I.A. El vestido de boda de Artemis es parecido a este.)
La madre de Artemis pensó, que si su hija se llegaba a casar sería con su uniforme militar de gala. Pero afortunadamente, el día había llegado, su hija se casaba hermosamente vestida, y se casaba muy enamorada de su esposo. Lady Raquel estaba segura de eso. Y podía ver qué el General Gabriel también estaba muy enamorado de su hija Artemis.
"¿Quién diría que al final su hija encontraría el amor de esta manera?" pensó Lady Raquel.
"Me quedaré en la mansión, al pendiente de mi hija" pensó, "Me encantaría conocer a mi nieto. La ayudaré en el parto " pensó con una sonrisa, mirando a su hija, que sonreía feliz mientras se miraba al espejo.
En realidad, la madre de Artemis se había dado cuenta que su hija estaba embarazada. No era necesario que alguien se lo dijera. Y entendió el porque de usar este vestido. Así que agradecía ese embarazo, ya que había podido ver a su hija vestida de novia y muy bella. Por los momentos, no le diría nada a Artemis, no quería arruinar su día. Sin embargo, luego hablaría con ella. No sé escaparía de un regaño de su parte, pero también le daría un abrazo por encontrar la felicidad.
"Ahora entiendo todo lo que hicieron estás niñas, para que fuera Ana coronada Reina, en vez de Artemis" pensó Lady Raquel mientras veía a su hija sonreírle.
- Vamos, hija. Nos esperan los carruajes. -
Ya Gabriel se había ido al templo. Allí esperaría a su futura esposa. Ahora Artemis iba en un carruaje con su madre y su doncella. No quiso ir sola en el carruaje. Aún siendo una Generala que no le temía a nada en batalla y era cruel con sus enemigos, estaba muy nerviosa por su boda. Le tomaba las manos a su madre e intentaba respirar profundo para calmarse.
- Tranquila. Solo piensa que hoy comenzarás una nueva vida junto a tu esposo. - le dijo su madre apoyándola.
Artemis sonrió, y entonces sintieron el carruaje detenerse.
Artemis se extraño.
- Aún falta para llegar al templo. - susurró.
Y de repente escucharon el choque de espadas afuera. Artemis se preparó para salir. Los estaban atacando. Una emboscada.
- No salgas hija. Los caballeros se encargarán. - le dijo su madre temerosa por el embarazo de su hija.
- Tranquila, madre. Debo ayudarlos. No me pasará nada. - dijo Artemis con una sonrisa, pero apoyando sus manos en su vientre por sobre la falda del vestido.
Debía defender su vida, la de su hijo y a su madre.