Hay mujeres que aman con fuerza, entrega y sacrificio. Rosario creyó que su matrimonio sería para siempre. Pero el que creía el amor de su vida no lo pensó así.
La historia de Rosario es la de muchas mujeres que lo dan todo en una relación y que al final comprenden que una relación es de dos.
Permítanme contarles la historia de ésta mujer común y corriente, una de nosotras.
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La Ilusión No Tiene Precio
Tomé el tren, había llorado todo el viaje. No sabía que hacer con mi vida. Antes de partir había sacado del guardarropa de Jazmín una peluca rubia y me había vestido como una mujer, no como la niña que era. Disfrazarme y actuar era uno de mis pasatiempos favoritos. Y sabía que cualquiera que me viera diría que era una joven de veinticinco años.
Jamás había salido del pueblo, el tren demoró un día completo en llegar a una ciudad importante.
Me bajé, y comencé a caminar. No estaba nerviosa. El llorar me había hecho bien. No podía seguir llorando como una niñita, a mis casi Trece años había vivido mucho más que cualquier niña de mi edad, nacer en un prostíbulo, ser abandonada por mi madre, ser violada y haber sido madre, era demasiado, bote con mi llanto toda mi rabia, pena y separación. No podía seguir así, debía reinventarme, sabía cada una de las vidas de mis tías y ellas habían tenido una vida mucho más dura que la mía.
Vamos Odette no puedes seguir así, te criaron unas guerreras no puedes decaer ahora! Me di ánimo solita.
Era una ciudad grande con muchos edificios y árboles en las calles. Llegué a una plaza donde había una fuente de agua. Nunca había visto una. Me maravillo, en el centro había una estatua de una mujer adulta, estaba sentada sobre una piedra. Se veía tranquila, miraba hacia al horizonte. Esperando. Me sentí como ella. Buscando un futuro.
Veía a muchas personas tirar una moneda y supongo pedir un deseo. Desfilaban parejas jóvenes y mayores, estuve mucho rato mirando. Mi estómago crujió de hambre debían ser cerca de las cinco y yo no había comido desde ayer.
Mis pechos estaban secos, no habían producido leche, el doctor me había dado unas pastillas y aconsejado que debía hacer cuando se llenarán de leche. Pero nunca lo hicieron. Era como si mi cuerpo y mente se negara a comprender que había alumbrado un niño.
Saqué una moneda de mi cartera y pedí dos deseos a la mujer de piedra.
Que mis tías pudieran cumplir su sueño de ser libres y que mi hijo fuera feliz.
Me volví a sentar en el mismo banco sin saber que hacer con mi vida.
Había tenido la fuerza de escapar, pero no tenía ni un plan de que hacer ahora. Dónde viviría, que comería y lo más importante en que trabajaría.
Aún no se oscurecía y debía buscar un lugar para dormir, que no fuera tan caro.
Dos cuadras más arriba decía Pensión. Pregunté el valor por la noche y era demasiado costoso. Seguí caminando y seis cuadras más allá, entré a una Hostería. El precio era tres veces más barato que en la otra.
Fui a un negocio, compré pan y frutas, debía cuidar el dinero y no alcanzaba para ir a un lugar a comer, me acosté entre las frazadas, hacía mucho calor.
Desperté con los golpes que daban en la puerta.
Me levanté y la mujer me dijo que tenía que desocupar la pieza a las doce. Faltaban diez minutos.
¡Mierda! Debía salir de ahí de inmediato. Menos mal que no estaba Don Sergio. Él no me permitía decir groserías.
En un dos por tres estaba afuera. Me había quedado dormida profundamente y no había planeado nada.
Me fuí devuelta a la plaza. No conocía otro lugar en la ciudad.
Pasó una mujer y me dió un Folleto "Madame Lois ve su futuro, le ayudará a encontrar su camino".
Todos los años nos visitaba una Adivina en el Monett. Era tan emocionante, ese día se cerraba y todas se leían las cartas con la señora Laura. Le tiraba las cartas a todas. Unas entraban contentas y otras salían llorando.
Don Sergio me había explicado que para él la Adivinación no existía. Solo nacía de la necesidad que teníamos las personas de creer en un futuro, ya sea bueno o malo, y que alguien lo adivinara. Tirar el naipe era un juego. Únicamente había que saber interpretar las cartas. Y en todo juego se pierde o se gana. Era lo que quería la gente escuchar.
--Existe el bien y el mal. Y la Adivina le da su propia interpretación. Y a veces se acerca mucho a la realidad. Pero eso depende de muchos factores.
--Lo más importante Odette es la observación. Tú tienes que fijarte minuciosamente en las personas. Los gestos, su ropa, su mirada. Te transformas en Adivina, cuando observas.
--Entablar un diálogo es fundamental, eso te permite sacar información. De ahí tirar las cartas con lo que observaste y conversaste será fácil.
--Ya tienes tu predicción lista.
--Mi madrina, la mujer que me crío. Leía las cartas, el naipe español.
--Crecí viendo entrar y salir a las personas en busca de una solución. Era tanta la gente que la visitaba que en sus últimos años atendía dos días a la semana. Y tenía reservas por meses.
--Yo aprendí de una gran maestra.
--Entonces ella era una estafadora, Profesor.
---No. Jamás habría aceptado que le dijeran así.
--Porque crees tú que era tan buscada?
No supe que responder, no sé me ocurría.
--Porque realmente era asertiva Odette. Los años y la experiencia la hicieron cada vez más inteligente. Nunca fallaba.
--Creo que también tenía mucha suerte. Era una mujer muy humilde y recibía a cualquiera, tuviera dinero o no. Lo importante era que ella entregaba esperanza, fé y felicidad.
--Mira te enseñaré. Mañana traeré un mazo de cartas y verás que más que nada la gente espera con ilusión la lectura.
--Pero? Nada es verdad?
--Dicen mi querida Odette que el querer es poder.
--Y si quieres creer, se te cumplirán tus deseos.
Y así fue como aprendí a los diez años a leer las cartas. Y sin creer en el Don de la Adivinación
Mis tías no estaban para nada contentas. Ellas creían completamente en el futuro e interpretación de las cartas.
Mis pensamientos me llevaron a divagar.
Y si me atrevía a ser una Adivina ?
En mi bolso traía todo lo que era importante para mí, mis joyas de fantasía, unos libros, mi peluche favorito, fotografías y mi mazo de cartas. Pero lo más importante es que yo sabía cómo interpretar el personaje y hacerlo creíble.
Entré a un boliche a comer algo. En el baño arreglé mi peluca. Cambié mi vestido y me pinté. Para dar una apariencia más seria.
Salí de ahí convertida en el personaje que quería interpretar. El de una joven Madame
Me instalé en un banco con mesa que había en la plaza de los deseos.
Y esperé largo rato, debía ser él o la indicada.
Apareció una joven de la mano de un muchacho. La joven traía los ojos llorosos y el muchacho le hablaba cosas dulces al oído. Pero él tenía una mirada de culpa.
Se quedaron mirando la estatua sin pedir un deseo.
Le habría sido infiel?
Piensa Odette!
Me paré y me acerqué dónde ellos.
--Que le pasa señorita? Ella me miró de frente tenía unos ojos muy bonitos pero rojos de tanto llorar. Se llevó una mano a su vientre.
Estaba embarazada! Punto para mi.
--Quiere que le diga que va a pasar con su bebé?
El hombre y ella me miraron sorprendidos.
--Porque dice que ella está embarazada? Usted miente.
--No joven. Es la verdad. Tengo un Don y veo cosas donde otros no pueden. Le dije con voz humilde pero firme.
--Ella no se lo ha dicho?
El joven tomó de los hombros a la muchacha y le preguntó.
--Es verdad Mireya? Por eso lloras?
La muchacha más lloraba. Ósea que había alguien que se oponía a la relación.
Quién podría ser? Una novia? La madre de él?
--Dígaselo señorita. No le oculte al padre de su bebé la verdad.
--Es una mujer verdad?
--Mayor.
Ella lloró más. Siii!!!
--No permita que nadie arruine su felicidad.
Me arriesgué.
--Si la madre de él no la quiere, es porque no sabe lo gran mujer es usted.
La muchacha me miró y se tapó la cara con las manos y lloró más fuerte.
--Es verdad? Mi mamá te dijo algo?
--Si joven.
--Ella no la quiere. Por eso no le ha contado lo del bebé. La pobrecita no se atrevía a decírselo. Cree que usted preferiría a su madre que a ella y su hijo.
-- Porque veo que será un varón.
--Mi amor, yo te quiero y estoy contento. Nos casaremos de inmediato y nos iremos a vivir solos. Los tres.
La joven lo miraba con ojos de enamorada y limpiando sus lágrimas me abrazó.
-- Nunca creí en las Adivinas, pero tú eres muy joven y tienes un Don.
--Gracias, muchas gracias.
La pareja se abrazaba contenta y fueron de la mano a tirar una moneda a la fuente de los deseos.
Cada uno tiró una y se abrazaron con tanto amor. Ese bebé sería un niño amado. cómo lo era mi Jesús con sus papás.
Volvieron contentos, los gestos de dolor y preocupación habían sido cambiados por esperanza y fé en un futuro
--Por favor no te preguntamos por tu nombre y el valor de tus servicios?
Me sentía mal. Pero ya no podía salir del papel que estaba actuando.
--No se preocupen. Mi nombre es Monett, mi madrina me heredó el nombre y el Don.
--Lo mío es una Bendición, y no se preocupen en pagar, no sé puede cobrar por lo que el altísimo le ha dado a uno. Por favor no se inquieten.
--Algo me decía que debía estar aquí.
--No, por favor, acepta una pequeña donación para ti.
--Mañana estarás aquí?
--La luna me dijo que una semana debía permanecer en ésta ciudad, después partire.
Me dieron unos billetes arrugados, cada uno me dió un beso y se fueron felices.
Volví al boliche y pasé directo al baño. Mi corazón latía a mil por hora.
Sabía que no era correcto lo que había hecho. Que mis tías estarían enojadas conmigo. Que mi profesor diría que era una oportunista.
Pero que más podía hacer?. Conté los billetes y era más de lo que había sacado de la caja chica. Era mucho dinero. Me dió pena por ellos , no eran ricos, seguramente por sus vestimentas eran trabajadores de una fábrica. Pero la felicidad que brotaba en la pareja me hacía feliz, había solucionado su problema. Aun así solo con la observación, no mentí, bueno el sexo del bebé si, pero se amaban tanto que si naciera niña igual la amarán.
Lo mío no era Adivinación.
Pero dijera mi Maestro: la ilusión no tiene precio Odette.
Hoy tendría un techo y comida, se que cada una de ellas estará orando por mi.
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Las personas que creen en la Adivinación no se sientan ofendidas. Trato de contar la historia como sucedió. Gracias 🌺