Un Viaje A Lo Desconocido

¿Puede volverse realidad lo que piensas?

Frente a las creencias limitantes, esto es, básicamente, lo que dice la "ley de la atracción": los pensamientos positivos atraen resultados positivos y la mente negativa atrae resultados negativos. Según esta filosofía, los pensamientos son una forma de energía, que pueden llegar a ser hasta peligrosos.

Los chicos después de tener claro en qué situación estaban y como seguir su camino. Nadie decía nada, cada uno veía lo que más llamaba su atención, cada pareja agarrada de mano.

—¡Chicos!— llamo Winder a Gabriel y Alicia.

—¿Qué opinan si nos vamos por este camino, esas ramas no nos dejarán caminar cerca del río?— Pregunto winder.

Un camino totalmente diferente, con pocos árboles grandes, se veía a lo lejos un poco de palmeras, y sobre el suelo había muchas flores.

Alicia observó a lo lejos, en busca de las estatuas, pero no veía nada. Tal parecía que se encontraban en una bajada donde las montañas cubrían el lugar.

—Todo se ve normal, solo tratemos de no separarnos mucho del río— Recalcó Alicia.

—Me parece bien, ¿tú qué dices bebé?— pregunto Winder a Renata que solo observaba el lugar sin decir nada.

—Lo que ustedes digan— respondió ella con una sonrisa.

Una vez decido, continuaron con su camino, cada paso que daban, era aún más bello el lugar, hermosas flores, olores colores.

—(Solo falta que salgan abejas inmensas)— pensó Renata para sí misma, sin soltar la mano de winder.

—¿Qué piensas amor?, Tienes una expresión de miedo y me apretás la mano— interrogó Winder.

—No preguntes, cuidado y lo que esté pensando se haga realidad— Hablo Gabriel observando una hermosa flor con tres colores diferentes. Alicia olía una rosa que era como oler un perfume. Winder sonrió y buscaba un sonido extraño, un zumbido parecido a unas abejas.

—¡Ay, no!— exclamó Renata viendo a otra dirección.

—¿Qué pasó?— pregunto Winder, Renata señaló donde estaban varias abejas en posición de ataque.

—¡Abejas gigantes!— chilló Alicia.

—¡CORRAN!—Grito Winder.

—¡No puede ser que hasta lo que piense se haga realidad!— exclamó Renata al mismo tiempo que corría.

El miedo se apoderó de ellos, corrían y corrían y los zumbidos de las abejas eran cada vez más fuertes.

No era solo una, eran muchas las que salían de la nada, mientras más se adentraban, más salían y los perseguían.

—¡Juro que no pensaré nada más!— esclava Renata cansada de tanto correr.

—¡No te creo, tienes el poder de la atracción, solo úsalo para hallar el camino a la salida!— Exclamó Gabriel, cansado.

—¡No puedo más!— Chillo Alicia, deteniéndose, Gabriel se detuvo y se dio cuenta de que ya las abejas se había detenido.

—Se fueron— dijo viendo atrás.

—Salimos del campo de flores y se detuvieron, solo estaban cuidando su hogar— Afirmó Winder, respirando agitado.

—¿Eso quiere decir que no es mi culpa?— preguntó Renata con esperanza de que ella no tuviera nada que ver.

Haciendo reír a todos, la pobre ya empezaba a traumarse, no quería ni pensar en nada que fuera de peligro, siendo muy difícil, si a su mente solo llegaba PELIGRO.

—No pienses en esas cosas, bebé, mejor sigamos este camino, está más limpio.— hablo Winder buscando la dirección de las estatuas, pero seguían sin verse.

—El río no se ve, ¿quedaría muy atrás?_ indagó Alicia.

Los chicos buscaban y nada, tal parecía que la carrera los hizo alejar un poco.

—Busquemos hacia allá, no estamos lejos— aseguro Winder.

Una vez descansados, siguieron caminando, era increíble como ya empezaba a acostumbrarse a esas carreras.

—¿Chicos, miren?— señaló Gabriel, un animal muerto. Alertando a Winder, quien observaba a todos lados, lo menos que quería era ser atacado por algún león, oso o tigre.

—¿Qué van a hacer?— interrogó Renata, viendo cómo los chicos se acercaban.

—En un búfalo, lo mataron y no se lo comieron— explicó Winder.

—¿Y si comemos de esto?— Propuso Gabriel, no estaría mal preparar un asado.

—No creo que sea buena idea, amor— hablo Alicia, mientras Renata tenía una pelea mental, cada cosa que se imaginaba, la interrumpía cerrando sus ojos.

—No pasa nada, busquemos con que sacar carne buena y encender una fogata— Se animó Winder, no importaba si solo era carne sin sal, lo importante era comer proteína.

La pelea mental de Renata y el miedo de Alicia desaparecieron, el olor a asado las animó, ayudando a que nada se quemara, casi brincando de alegría.

—Nadie creerá que hemos pasado por todo esto— anuncio Renata degustando su carne.

—¿Sabes cuanto pago yo por un pedazo de carne? — Bromeo, Gabriel.

—Mucho dinero y aquí nada, ja, ja, ja— se burló Winder.

Alicia reía de ellos, el hambre no les daba tiempo de reconocer lo simple de lo salado, solo comían hasta sentir ganas de vomitar.

—Ya no quiero ni el olor— declaró Renata.

—¿Tu beby?— Alicia negó rápidamente, estaba muy llena.

—Espero a reposar, para seguir— anuncio winder.

—¿Y si llegan...?— Renata, no termino de hablar cuando se acercaban unos animales peligrosos.