Destiny Love llevaba una vida tranquila trabajando como coordinadora de eventos en el club de solteros Lovely, pronta a contraer nupcias con su novio de la infancia hasta que un día se topa con el guapo y descarado James Miller quien llegó a poner su mundo de cabeza con una propuesta que no pudo rechazar.
Dispuesto a conservar su posición como nuevo CEO del negocio familiar, James está obligado a ponerle freno a las aventuras de una noche que lo sostenían medianamente cuerdo ante el dolor de su reciente ruptura. Por lo que decide contratar los servicios de una curiosa y poco atractiva mujer para entretenerse.
Ese trato inusual los embarcará en la dulce historia que cambiará la vida de ambos.
NovelToon tiene autorización de Sara Wells para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
16.
El tiempo dentro del salón transcurrió en un abrir y cerrar de ojos, Catherine no solo se hacía acompañar de modistas, sino que también tenía a su disposición maquillistas y estilistas, quienes complementarían su atuendo de novia soñado. Después de horas de discutir qué iba mejor de acuerdo a su figura y rostro, las muñecas vivientes se retiraron, caminando detrás de su reina como piezas de ajedrez.
—Despídeme de James —indicó Catherine, batiendo sus dedos en el aire en señal de despedida—. Dile que iré a visitarlo muy pronto. ¡No olvides venir a mi estudio a final de mes!
Destiny negó con la cabeza. El ultimo día del mes harían la primera prueba con su atuendo completo. Esperó a que se cerrara la puerta del ascensor para estallar de emoción, celebrando la alegría que le produjo el inesperado regalo de James. Conteniendo un grito se desplazó a brincos hasta la oficina, se dio cuenta que ya no quedaba ni un alma en ese lugar y se preocupó aún más al notar que ya casi era hora de la cena.
Se mordió el labio cuando abrió la puerta de la oficina muy avergonzada por haber hecho esperar tanto a su benefactor. Sacudió la cabeza porque el recuerdo de esa palabra la disgustó, de niña siempre tuvo que agradecer a desconocidos por su vestimenta y los servicios de salud que recibía pero en esta ocasión era diferente, James tuvo un detalle con ella solo por hacer bien su trabajo.
Caminó en puntillas al darse cuenta que él yacía dormido en el amplio sofá junto a la ventana. Destiny suspiró agachándose a su lado para observarlo, incluso dormido tenía un aspecto impresionante. Aunque despierto fuese un demonio insoportable había confirmado que, en efecto, él tenía un buen corazón.
—Si vas a aprovecharte de mí, hazlo rápido, me estás poniendo ansioso —James sonrió tan hermosamente como el seductor profesional que era y la miró con sus alucinantes ojos azules—. También puedo ser el encargado de tu despedida de soltera, ¿qué dices?
Le guiñó un ojo y Destiny jadeó en respuesta.
—Quien mucho presume, de mucho carece —espetó.
—La gente que sabe poco, habla mucho —ironizó James, incorporándose.
Destiny se mordió el interior de su mejilla, estaba intentando con todas sus fuerzas no ser agresiva con él, pero era casi imposible. James estaba tan seguro y orgulloso de su buen aspecto, que difícilmente le ganaría en un juego de palabras que pusieran en duda su virilidad. Eso le generó escalofríos, ¿por qué siempre terminaba pensando en sus dotes eróticas?
—Doy por finalizada la clase de literatura —anunció James estirándose perezosamente—. Ya llegará el momento de castigarte por reprobar tu prueba, en este justo momento, muero de hambre.
Cuando se disponía a dar el paso, se dio cuenta que Chispita continuaba acurrucada en el piso, sosteniéndolo de la pierna, cabizbaja.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Destiny, con la mirada fija en la alfombra para ocultar su sonrojo.
James bajó a su nivel y levantó su rostro sosteniéndolo por la barbilla en un suave toque. Chispita tenía los ojos brillantes y la nariz roja, como los traviesos duendecillos de los cuentos infantiles. Ella era conmovedora en muchas formas.
—Porque creo que tú y yo, podemos ser amigos después de esto —señaló refiriéndose a su contrato. Destiny le había tratado con naturalidad desde su primer encuentro, no intentó complacerlo ni elogiarlo en exceso pese a saber su identidad y eso le agradaba.
—Gracias —murmuró ella—. Te prometo que te será difícil deshacerte de mí.
James soltó una risa gruesa y galante, ayudándole a ella a incorporarse. Destiny maldijo en su interior, entre más tiempo pasaba con James Miller, más entendía a Megan y al resto de mujeres que se derretían por él.
—Debes poner más empeño en demostrar tu gratitud, sigo muriendo de hambre. ¿La cita a la que prometiste llevarme sigue en pie?
Destiny rechinó los dientes, ¡no era una cita! Resignada, sacó el cambio de ropa que había llevado para James de su bolso de tela, se lo estrelló en el pecho y comenzó a caminar a la salida.
—Apresúrate y ponte esto.
El portazo le indicó a James que Chispita no deseaba quedarse a ver cómo se desvestía, se encogió de hombros, ella se lo perdía.
...***...
—Y bien, Chispita, ¿dónde piensas llevarme? Dijiste que tenías todo un recorrido planeado para mí.
A Destiny se le desencajó el rostro, sus planes habían quedado arruinados por todo el tiempo que gastaron en la sala de reuniones con Catherine.
Resopló soltándose el cabello, intentado pensar. Originalmente quería llevar a James al museo de ciencia e innovación y más tarde al Brooklyn Bridge Park con la idea de presentarle lugares diferentes a los bares que él seguramente frecuentaba. No le quedó más remedio que improvisar y dirigir a James hacia un mercadillo callejero cercano al parque, donde siempre había actividades para entretenerse los fines de semana. Ella lo visitaba con frecuencia junto a Ian cuando salían temprano del trabajo.
James aparcó el auto en un estacionamiento cercano y Destiny se apresuró a bajarse para abrirle la puerta. James estaba atónito por su acción pero ella no perdió la sonrisa de su rostro.
—Bienvenido, caballero —le anunció ella, extendiéndole su brazo para que él lo tomara.
James se echó a reír, sintiéndose ridículo. Ninguna mujer se había comportado de esa manera con él. Ya que se acostumbraba que el hombre fuese el de los detalles corteses.
—Debo admitir que me siento un poco decepcionado —dijo James, incorporándose a la multitud de personas que recorrían la calle—. Creí que me llevarías a un lugar un poco más impresionante.
Destiny se sonrojó, avergonzada.
—Justo esa era la idea original, pero dados los inconvenientes me vi en la obligación de reinventar mi plan. Pero puedo ser tu guía de turista el día que quieras, aun después de finalizado nuestro contrato.
—Me gusta la idea —acordó él. Destiny corrió a los puestos de comida, trayendo consigo una salchicha y unas bolitas de camarón, le cedió la primera a James, dándosela en la boca. Él se vio un poco sorprendido por el acto, ella lo hacía sentir que existía confianza entre ambos—. Siempre y cuando no incluyas a tu novio.
De pronto James sintió que no sería divertido incluir a un tercero en sus planes, robando un sorbo de la bebida ella.
Destiny se giró a mirarlo con seriedad, sin entender la reticencia de James por Ian. Aunque la situación le convenía totalmente, ella no estaba dispuesta a confesarle a su novio que ese hombre financiaría los gastos de su boda solo por haberle vendido su compañía.
Suspiró con un sentimiento de desasosiego apuñalando su corazón. Mentirle a su futuro esposo no era la forma más conveniente de iniciar su vida de casada, pero a veces para obtener ciertos beneficios se veía obligada a maquillar ciertas verdades. Y pese a la culpabilidad que le hacían sentir los eventos actuales, en el fondo se negaba a perder su lozana amistad con James.
—Si cubres mi tarifa puedo concederte exclusividad absoluta el día que prefieras —bromeó ella, oteando los puestos en los extremos de la calle.
Con sus energías renovadas corrió a uno de sus puestos favoritos de tiro al blanco. A ella le encantaba confrontar su puntería con la de Ian, lo cual era una idea muy mala tomando en cuenta que su novio estaba entrenado para disparar un arma de manera letal. Pero con James sería diferente, ya que tenía ventaja sobre él.
—¿Qué demonios hacemos aquí? —se quejó James, observando con desdén la retahíla de patitos de hule acomodados en los estantes.
El vendedor saludó con una gran sonrisa a Destiny, entregándole dos rifles de juguete.
—Verás, el que reúna los puntos suficientes para ganar ese premio —indicó ella, señalando con la cabeza un enorme panda de peluche—, comerá gratis todo lo que quiera.
—Eres una tramposa —se quejó James, arrebatándole el rifle falso de las manos—. Se supone que esta salida iba a correr por tu cuenta.
Destiny se limitó a sacarle la lengua, realizando su primer tiro como toda una experta. El patito cayó desfallecido y ella celebró dando brincos y chocando palmas con el encargado del juego, cediéndole el turno a James, quien no podía sentirse más estúpido.
Acomodó los pies en la señalización enfocando su objetivo y reprimió un berrinche después que el balín rebotara en un punto muy lejano al pato de goma.
En las siguientes oportunidades Destiny no se cansó de celebrar con vítores su franca victoria y eso hacía que el espíritu competitivo de James se encendiera todavía más.
—Dos de tres —pidió, estrellando dos billetes en la mesa con furia estridente. El encargado preparó el cambio de rifles y se los entregó a cada uno con una sonrisa burlona.
James resopló, secándose el sudor de la frente. Por ningún motivo quedaría humillado ante una chica. Por un momento se sintió arrepentido de no haber participado en los festivales de la secundaria, quién diría que actividades absurdas como esas también lo prepararían para la vida.
Destiny falló su tiro, cosa que alentó a James a tomar revancha, sus patitos fueron cayendo uno a uno hasta que sus balines se agotaron, ¡no lo podía creer!
—¡¿Viste eso?! —celebró, alzando los brazos ante su eminente victoria.
Destiny encorvó su espalda decepcionada, no se podía creer que su oportunidad de ganar en el juego se le hubiera ido de las manos.
James recibió el panda gigante de manos del místico hombre de color que no dejaba de mirarlo con recelo.
—Hombre, acabas de cargarla a lo grande —exclamó bajito, evitando que Destiny escuchara la conversación—. Todo lo que tenías que hacer era dejarla ganar. Ahora no tienes ninguna ventaja sobre el otro tipo del que acostumbra acompañarse. Los dos son igual de cabrones, aunque tú eres un poco más guapo.
James tragó saliva, alejándose a un ritmo apresurado después del guiño que el sujeto le había lanzado, provocando que Destiny se fuera detrás de él con el rostro desconcertado.