La Otra Cara Del Placer [Duele Amar - II]

...TRAVIS...

—¿Hay rastros de Andrew?

—No, señor. Días antes del atentado a la mansión puso su casa en venta, probablemente esté viviendo ahora en un lugar lejos de aquí.

—Tanta cobardía me malhumora —murmuro, fijando mi vista en la mercancía que trepan a los barcos—. ¿Y cómo va el asunto ese de Jessa? ¿Ya se resignó a que estés detrás de ella cuidándola?

—Continúa echando humos, lo peor es que la señorita sigue con la idea de encontrar a su hermano. Por cierto, hay algo que se me había pasado por alto y que aún no le he dicho, señor.

De reojo miro a Arlo, dándole el permiso para hablar.

—Hace más de una semana la señorita Jessa se encontró en el club con el tipo que estaba trabajando para usted, el tal Nolan. Ese malnacido la trató mal, y le pido perdón por eso, en realidad me descuidé de su hermana que no me percaté del momento en el que empezaron a hablar.

—Debiste tener cuidado, ya tengo suficiente con haber perdido a Andrew, no quiero que Jessa salga lastimada.

—Lo sé, señor —responde cabizbajo—. Le juro que no se va a repetir. Cuidaré de su hermana con mi vida.

—Olvídate de eso —enciendo un cigarrillo y boto el humo antes de continuar—. Ayer estuve pensando las cosas con la cabeza fría y decidí que mandaré a Jessa al extranjero otra vez.

—¿Y ella está de acuerdo?

—Si lo está es lo de menos. No me arriesgaré a mantenerla en este país con tantos cabrones sueltos; ella tendrá que irse por las buenas o por las malas.

—¿Pretende obligarla?

—Si se resiste, sí.

Observo de nuevo su rostro y percibo una expresión triste, quizás desilusionada. No quiero ni pensar que pueda estar enamorado de mi hermana; si eso fuera cierto y Jessa se entera, podría darme muchos problemas con tal de quedarse aquí con él.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —rompo el silencio. Tengo que hacer esto o la duda me matará.

—Sí, señor, las que quiera.

—¿Qué sientes por mi hermana?

Un largo silencio se cierne entre nosotros, un silencio que confirma todas mis sospechas; la respuesta es más que evidente. No soy experto en asuntos del corazón, pero el amor es palpable en su mirada.

—Eres un buen muchacho, Arlo, pero no quiero que Jessa sufra —palmeo su espalda antes de girar y ver a Rahab acercándose a nosotros.

—Buenos días, Petrov.

—“Buenas tardes”, querrás decir. Nuestro primer día de trabajo juntos y llegas dos horas tarde, eres una impuntual.

—Cierra la boca o harás que me arrepienta de esto —suspira—. Si te llamé ayer para que nos viéramos fue porque deseo incluir algo en tu propuesta, si no aceptas simplemente me largaré de aquí y haré como si nada ha pasado.

—Si la princesa se ha levantado de malas que no se desquite conmigo. Habla, te escucho.

—Quiero que antes de cinco meses me reserves una casa en Suiza para vivir definidamente y una nueva identificación para que nadie pueda hallarme.

No pude contener la risa, fue casi a carcajadas, en serio me causó gracia; no esperaba que ella tuviera ese tipo de necesidades tan triviales.

—¿Algo más que quiera añadir la princesa?

—No, eso es todo por ahora.

—¿Y puedo saber por qué deseas irte del país específicamente antes de cinco meses?

—Porque mi boda con Andrew está programada para esa fecha.

La sonrisa desaparece de mi rostro. Me conozco bien, he vuelto a estar de mal humor.

—Como quieras, te reservaré la mejor mansión de Suiza y me encargaré de que te den un trabajo fijo para que no tengas que preocuparte por tus necesidades. Pero yo también tengo otra condición.

—¿Cuál?

—Quiero que me mantengas informado de todo lo que tenga que ver con Andrew.

—Eso es imposible, tu hermano y yo no tenemos una buena relación y no conozco nada de lo que él hace.

—Pues empezarás a hacerlo, de caso contrario no habrá trato.

—No me amenaces, Travis.

—No lo estoy haciendo, princesa.

—Hazme el favor de dejar de llamarme así, tú y yo no somos amigos. Está bien, te haré saber sobre el desgraciado de tu hermano.

Sonrío satisfecho.

—A continuación, te enseñaré ciertas cosas del negocio, acompáñame —doy media vuelta.

—¿Qué negocio?

—¿Apoco piensas que me servirás estando fuera de los negocios de Dawson? Buscarás la forma de convencer a tu padre para que te integre en sus actividades.

—Eso no estaba en el trato.

—No hay que ser muy inteligente para suponerlo.

—¡Pero yo no sé nada de esto!

—Despreocúpate, socia, aprenderás con el mejor. En menos de lo que canta un gallo te ganarás la confianza de tu padre y lo persuadirás hasta hacerle ver que tienes potencial en esto.

—Él no considerará eso. Para mi padre no tengo las mismas capacidades que un hombre.

—Qué pensamiento tan machista —pensé y lo dije en voz alta—. Como sea, por lo menos inténtalo. No seas terca, mujer.

—Esto no tiene que ver con mi terquedad.

Si supiera lo impaciente e irritante que me pongo cuando se enredan tanto en el asunto, se callaría y obedecería sin discutir.

Volteo para mirarla directamente a los ojos.

—No perdamos el tiempo. Confío en ti.

...ANDREW...

No lamento nada de lo que he hecho hasta ahora, pero la culpa por un asunto en particular me atormenta sin cesar.

Según el plan de acabar con Travis, tenía que ganarme su confianza por completo y luego sacarlo de mi camino, pero todo se volvió un fracaso cuando me vi en la necesidad de salvar a Rahab. Las cosas se me salieron de las manos, nadie tenía que enterarse de lo que tramaba, pero Jessa ya lo sabe todo, seguro debe odiarme en estos momentos. Me pregunto si esto habrá llegado a oídos de mi madre, o peor aún, de Melody. Como sea, es tarde para arrepentimientos.

Travis una vez me dijo que debía ser egoísta y quitar a los estorbos de mi vida si quería conseguir todo lo que me proponga, espero que no se moleste si aplico su consejo en estas circunstancias.

—Me encontraba en una cena importante hasta que una sirvienta me llamó para decirme que te urgía verme —me quito la corbata una vez entro al estudio, viendo a la castaña sentada en mi silla—. ¿Qué se te apetece, Daphne?

—Recapacité en lo que me dijiste.

—¿Y?

—No pondré más trabas para quedarme aquí. Haré lo que me pidas, siempre y cuando no te metas con Travis y me asegures que me ayudarás a acercarme a él.

Con una sonrisa, coloco mis manos a cada lado de la silla, apoyándome y sujetándola para evitar que se levante.

—¿En serio estás dispuesta a acostarte conmigo?

—No sería la primera vez que me entrego a un tipo que desprecio. Si mi destino es pasar de un infierno a otro, lo aceptaré.

La puerta se abre de golpe y entra Nolan, el culpable. ¿En mi propia casa entran sin pedir permiso? Es inaceptable. Su rostro es todo un poema, podría decir que es la primera vez que veo tanta mezcla de decepción y rabia, y la verdad no me conmueve en lo más mínimo.

—¡Amigo mío, llegaste de tu viaje más pronto de lo previsto! ¿Qué tal te fue? —tomando distancia de Daphne, me encamino a abrazar a Nolan que me recibe con un golpe que me impulsa a caer sobre el escritorio.

—¡En tu puta vida vuelvas a llamarme “amigo”, hijo de perra! —sujeta del brazo a su hermana que no hace más que quejarse por la fuerza que implica en el agarre al levantarla—. Fui tan imbécil para tragarme ese cuento de que solo buscabas ayudarme. ¡Para eso me enviaste fuera del país, ¿no?! ¡Para que no viera cómo envolvías a esta pobre tonta en tus manipulaciones!

—En tu ausencia solo cuidé de tu hermana, como tú me lo pediste —sonrío.

Antes de que vuelva a abalanzarse a golpearme mis hombres lo inmovilizan agarrándolo de cada brazo.

—Pensé que era tu mejor amigo, cabrón —lo oigo mascullar. Guiándome por el tono quebradizo de su voz deduzco que quiere llorar.

—Ay, por favor, Nolan —rio, limpiándome la sangre que baja de mi nariz—. No te creí tan imbécil para considerar algo tan absurdo y ridículo como eso. Yo no tengo amigos ni me interesa tener uno. Pero gracias por llegar hasta aquí, realmente me has ayudado en muchas cosas que no hubiera hecho sin ti; por ejemplo, tener a tu hermana aquí —pego a Daphne a mí agarrándola de la cintura.

—¡Quita tus sucias manos de mi hermana o te vas a arrepentir! Nos vamos ahora, Daphne.

A juzgar por el rostro de Daphne, sé que está segura de lo que le conviene, y eso es beneficioso, al menos para mí.

—No seas ridículo, Nolan. Haz silencio y deja de armar un espectáculo que me avergüenza. No iré contigo a ningún lado. Esta es mi nueva casa y permaneceré aquí.

—¡Déjate de tonterías, Daphne! ¡¿Tan rápido te afectaron las patrañas de este imbécil?!

—¿Y cuál es tu problema? Esta es mi vida, soy libre de hacer lo que quiera. Ya fue suficiente, Nolan, no te creas en derecho de decidir por mí, no significas nada en mi vida —manteniendo esa actitud firme pasa con indiferencia a su lado, saliendo del estudio sin más.

...JESSA...

Sin que Travis lo sepa, salí de mi departamento. Por temor a que me hagan daño no iba a aburrirme entre cuatro paredes solo porque Arlo no está conmigo para acompañarme, eso sí que no. Organicé una reunión con mis amigos del colegio, será algo así como un reencuentro, por eso traté de arreglarme con mis mejores trapos para dar una buena impresión.

De camino al restaurante donde me esperan, mi carro se ha quedado sin gasolina. Llevo casi quince minutos aquí en media calle, esperando un taxi para que me lleve, pero hasta ahora no ha pasado nadie. Está anocheciendo y me da pánico estar sola aquí, no quiero volver a vivir la misma experiencia que hace tres años. Ignorando esos recuerdos espantosos, veo una camioneta detenerse al otro lado de la calle y botar algo que parece ser una persona. Asustada, me oculto detrás del carro al notar que la camioneta pasa a mi lado.

Esto te pasa por no obedecer a Travis, Jessa.

Me incorporo cuando veo la camioneta ya lejos. Vi mi vida pasar enfrente de mis ojos, de hecho, los pelos se me pusieron de punta. A leguas se nota que son esa clase de personas que están en mal camino. Tratando de controlar mi agitada respiración, a paso lento me dirijo al hombre que abandonaron y echaron como basura. Lo primero que distingo son los moretones en su cuerpo y la sangre en su rostro, ¿por qué la gente es tan cruel para hacerle esto a alguien?

—Oiga, ¿se encuentra bien?

¿Qué preguntas son esas, Jessa? ¿No ves que está casi muerto?

De cuclillas tomo su pulso, notando que efectivamente sigue vivo. Es un alivio. Con atención observo al tipo, a pesar de los golpes y sangre en su cara, su rostro me suena; con un poco de dedicación y esfuerzo logro reconocerlo, percatándome que no es nada más y nada menos que Nolan.

—Daphne… —retrocedo del susto en cuanto lo oigo murmurar.

¿Qué hago? Si lo dejo a su suerte morirá.

—No hables, te voy a llevar a un hospital, pero no te esfuerces en hablar —recuesto su cabeza encima de mis piernas.

¡Y ningún maldito taxi pasa! En esta apretada situación enloqueceré. Si no lo llevo a tiempo al hospital y se muere no podré con la culpa.

—No, al hospital no —musita, recuperando la conciencia y abriendo los ojos—. Llévame a mi casa.

—Haz el favor de guardar silencio. Te llevaré al hospital, en esta condición es recomendable atención médica…

El muy idiota intenta incorporarse, y como resultado no hace más que volver al suelo gracias a su inestabilidad.

—¡¿Por qué no te quedas quieto?!

Hombre más necio no he visto en mi vida.

A lo lejos veo un taxi aproximándose, me pongo de pie, agitando mis manos en el aire para que se pare. El conductor capta de inmediato mi urgencia y se detiene, ayudándome a subir al necio a los asientos traseros en donde lo acompaño, apoyando su cabeza en mis piernas.

—Lléveme al hospital.

—Al hospital no… —susurra con menos fuerza—. Por favor… al hospital no.

No entiendo tanta resistencia en ir al hospital. A pesar de los golpes que sufrió parece no importarle recuperarse. ¿Qué hago? Yo no conozco su casa… a menos que lo lleve a la mía.