Phoebe es obligada por su padre a casarse con un frío y anciano hombre por dinero.
En tanto que el terminó comprando una esposa, y aunque esta le reclamara que fue obligada, el alega que nunca le puso un arma encima para aceptar.
Siendo ese el caso, donde su relación con una enorme diferencia de poder y edad prevalece por lo alto, donde deberá acostumbrarse a su nueva vida, ¿Podrá ella encontrar la felicidad?
¿Podrá su corazón al final sentir amor?
O la vida, caprichosa por naturaleza, al igual que el destino, ¿Le deparará algo más que moverá su mundo de pies a cabeza?
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Curiosidad
Phoebe se encontraba sentada en la cocina.
— Señora, ¿ está segura no quiere le sirva en otro sector?, pregunto Carlota.
— Estoy a gusto aquí, Carlota tú has trabajado muchos años con Ángelo ¿conoces a su hijo?, pregunto Phoebe.
— Sí, era un niño muy dulce y alegre comento Carlota.
— ¿ Porque no se hablaba de él?, no hay fotografías ni nada en esta casa que indique que aquí vivió un niño comento Phoebe.
— El señor Ángelo adquirió esta propiedad, tiempo después de que se divorciaría de la señora Beata. Había fotografías y algunos retratos, pero el señor lo guardo.
— ¿Sabes por qué se divorció?, pregunto Phoebe.
Carlota la observó, recordaba los rumores de esa época — No lo sé señora, hubo rumores¿Porque está tan preocupada?.
— En realidad no es preocupación, confío plenamente en las decisiones que tomo Ángelo. Él decidió que su hijo herede parte de sus bienes y administre los míos. Es curiosidad, quisiera saber ¿cómo es? ¿Sé parece a Ángelo? ¿Qué carácter tiene?.
— No puedo ayudarla con eso señora, han pasado muchos años de la última que vi al joven Della Giovanna.
— ¿Otros empleados?, pregunto ella.
— No quedó nadie señora, la mayoría fue reubicada. Solo yo permanecí con el señor.
Martha ingresó a la cocina, sus aires de superioridad eran irritantes pensó.
— ¡ Phoebe debemos hablar!, retírese le dijo a Carlota.
Carlota asintió— Estaré en la despensa señora le informó a Phoebe.
— Mamá necesitas ser tan brusca con el personal comento Phoebe.
— Están aquí para servirnos, no entiendo por qué te preocupas en esas niñerías, cuando de verdad deberías preocuparte por tu futuro. Estuvimos pensando con Peter, creemos que lo mejor es que vuelvas a casa con nosotros exclamó Martha.
— No lo haré, esta es mi casa y no me iré de aquí exclamó Phoebe.
— Sé realista niña, no sabes en manos de quién te dejo tu esposo. No verás un euro hasta dentro de cinco años y el dinero que te dejo tampoco te servirá de mucho, tal vez deberías .
Lo mejor que puedes hacer es volver a casa con nosotros exclamó Martha.
— Lo pensaré dijo Phoebe.
Desde la despensa Carlota escuchaba la conversación en cuanto Martha y Phoebe abandonaron la cocina ella salió de la despensa tomó su teléfono y llamó a Aurelio Benini.
— Las discusiones entre ellos son muy frecuentes, le sugirieron a la señora que lo mejor era regresar a su país.
— Era de esperarse, mañana iré a verla cualquier novedad me informas comento Aurelio.
Mientras reflexionaba en los pasos a seguir Aurelio no pudo evitar reconocer el gran talento para descifrar a las personas. Aún recordaba el horror que le había producido cuando Ángelo lo había llamado para comprarle que había comprado una mujer para que fuese su esposa. Las barbaridades que Peter Braun, le había dicho sobre su hija y aún así el había insistido en que era una excelente idea.
— En cuanto vean que no pueden hacerse con el control de mi fortuna, querrán llevársela eso de alguna manera les garantizará el control sobre mi fortuna cuando Phoebe la reciba, tu debes impedirlo, le había advertido Ángelo.
Pero no veía como ella podría librarse de su familia, no era tan optimista como lo era Ángelo. Un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos.
— Adelante, grito él.
— Señor Benini, hay una persona afuera que insiste en verlo no tiene cita. El problema es que no acepta un no por respuesta.
— Llama a seguridad dijo Aurelio recostándose sobre el respaldo de su silla, la puerta se abrió y la secretaria quedó sorprendida por la impertinencia de la mujer.
— Llamaré a seguridad, dijo la secretaria.
— Atenderé a la señora, no me pases llamadas. Señora Fiorelli tome asiento usted dirá en que puedo ayudarla comento Aurelio mirando a la mujer, había conocido a Beata, mientras tramitaba su divorcio...