Las Animas

Janikua y Leonardo se veían muy enamorados aunque Leonor tenía miedo de que el patrón solo jugará con la inocente, después de todo el era un hombre rico y como todos siempre saciaba sus instintos y despachaban a las personas cuando ya no les interesaban, después de comer juntos Leonardo regreso al despacho para seguir trabajando Janikua tenía una gran sonrisa, ella se encontraba limpiando la mesa cuando Leonor le dijo:

—Yo se que estás muy enamorada del patrón, pero no quiero que sufras los hombres como el solo buscan mujeres de su misma clase para establecer una relación seria, mi niña será mejor que te andes con cuidado —

Janikua sabía que Leonor tenía razón después de todo había muchos casos en su pueblo que hombres ricos compraban a muchachas bonitas solo para que fueran sus amantes, Janikua se entristeció, sin embargo quería disfrutar de todo aquello que sentía aunque fuera una simple ilusión.

Leonardo no podía concentrarse en el trabajo con todo lo que había averiguando el día de hoy sabía que debía de ir a buscar al ingeniero Alfonso quizá el le podría aclarar algunas dudas, busco algunas direcciones e hizo una cita para poder verlo. Después de eso Leonardo continuo leyendo los informes de la hacienda en muy poco tiempo había alcanzado el esplendor que hacia muchos años no tenía, la vida del campo le estaba gustando más que la de la ciudad incluso imagino que tenía un par de hijos los cuales jugaban en el jardín, con Berenice jamás lo había imaginado, pero con Janikua era diferente quizá esa era una señal para formalizar. Ese mismo día mientras salía del despacho se presentó su tía Irene desde pequeño siempre le había parecido una mujer falsa ella era prima de su padre vivía a pocos kilómetros de la hacienda ella se había casado con un hombre mucho mayor que ella aunque claro con mucho dinero el cual al fallecer paso a manos de ella, tenía una hija de escasos 17 años de edad la cual no vivía con ella ya que siempre estaba en internados.

—Tía que milagro de verte por aquí — dijo Leonardo.

—Ya veo que no te acuerdas de tu familia como es posible que no me hayas invitado a tu boda me voy enterando por una revista vieja —

Quizá no quería que te enterarás, pensó Leonardo, más día palabras fueron otras:

—Lo siento tía fue una boda muy apresurada y ya no me dio tiempo además — justo cuando el iba a decir que no se había realizado Janikua bajo.

—Que hermosa es tu mujer, aunque se ve un poco diferente en la foto de la revista y es que en persona es mucho más hermosa —

Leonardo la tomo de la cintura y la acercó a él, pensaba en aclárame las cosas a su tía pero está no dejaba de hablar.

—Y dime tía, ¿Cómo te enteraste de que estaba en la hacienda? —

—Iba pasando por el pueblo cuando doña Lucrecia la primera dama del pueblo me dijo que habían habitado la hacienda de mi tío y yo me dije a mi misma uno de mis sobrinos debe de estar ahí, así que decir venir a saludarte, ya que ustedes no se acuerdan de la familia —.

—Por cierto tía tú eras muy cerca a a mi tía Susana se decía que eran como hermanas pues eran muy unidas —

—Si, lo éramos a qué se debe ese comentario querido sobrino —

—¿Quiero saber que pasó con ella? —.

Irene se había puesto muy nerviosa se podía ver que no estaba cómoda con la pregunta de Leonardo.

—¿Qué es lo que quieres saber de ella? —.