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Amatista

Amatista

Status: Terminada
Genre:Completas / Elección equivocada / Pareja destinada / Viaje a un mundo de fantasía / Edad media / Polos opuestos enfrentados / Bestia
Popularitas:249.9k
Nilai: 4.9
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Segundo libro de la saga colores.

Prisionero de los campos de sal de Hilaria, O'Brian Adaleón es liberado por un hombre de negocios antes de cumplir su condena, con el fin de ofrecer trabajo como escolta de su revoltosa hija. Lo que al principio le parecerá una auténtica molestia, se convertirá en el comienzo de una hermosa historia de amor.

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ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

...O'BRIAN:...

El viaje de vuelta fue silencioso, pero extrañamente tranquilo, llegamos al atardecer a la mansión y me apresuré a dejar el caballo en el establo para tomar un baño.

Cabalgar con la ropa mojada no era una buena combinación. La Señorita Roguina merecía ser castigada por jugar conmigo, casi estuve a punto de un infarto cuando creí que se estaba ahogando.

Al entrar me marché en seguida sin decir una palabra a la señorita, él mayordomo observó con curiosidad mi forma de actuar y el aspecto de mi ropa, también el de la Señorita Roguina, quien tenía el cabello enredado y las mejillas enrojecidas.

Esperaba que ese anciano no dijera nada al Señor Robert.

Me quité la ropa y me sumergí en la bañera, con los recuerdos de la cascada en mi mente.

No debí caer en semejante trampa, debí suponer que iba a salir con una de las suyas, pero es que esa señorita me hacía sentir como un débil, manipulable y estúpido perro faldero.

Acabó con mi fuerza y me acerqué tanto, a punto de sucumbir. Quería que se diese cuenta de que estaba cruzando terreno peligroso, pero en vez de asustarse me percaté del deseo en sus ojos y en su cuerpo. Incluso bajo el agua pude sentir el calor de su feminidad, presionando contra mi dureza.

Recordaba como se le adhería la ropa húmeda, marcando sus senos y su abdomen plano, su boca y su cabello, todo de ella me estaba enloqueciendo. Después de aquello no podría verla igual y sería mucho más complicado resistirme a tal tentación.

¿Qué rayos iba a hacer? Dudaba mucho que la Señorita Roguina dejara de provocarme con aquella advertencia que le dí. No estaba asustada de lo que pudiera hacerle y después de serle sincero mucho menos.

Mi masculinidad volvió a despertar y ésta vez no me molesté en ser tan puritano. Usé mi mano, el deseo estaba tan acumulado que me derramé rápidamente, gruñendo e imaginando a la Señorita Roguina en todas las posiciones.

Me quedé con los ojos cerrados hasta que todas las secuelas se disiparon.

Salí de la bañera y me vestí para acostarme, no tenía ganas de cenar.

Ver el rostro de la Señorita Roguina en estos momentos, me volvería loco y egoísta. Con la ausencia de su padre no me sería imposible llegar a su habitación para cumplir con lo que me estaba pidiendo mi cuerpo.

Sacudí la idea de mi cabeza, estaba perdiendo la cordura.

Terminé acostado, pero sin poder dormir.

A pesar de mi apariencia la Señorita Roguina estaba dispuesta a dejarse tocar por mí. Desde que mi hermana me arruinó el rostro, ninguna mujer me quería cerca y si les pagaba, no podían fingir su incomodidad. La señorita era tan diferente.

También estaba la Señorita Liana, ella me observaba como si fuese normal, pero con ella no sentía esto tan fuerte.

Eso me hacía las cosas aún más difíciles.

Ya no quería darle vueltas al asunto, había tanto que arriesgar si la tocaba y eso me hacía negar la idea. Sepultar todo aquello era lo mejor.

...****************...

Pasaron dos días desde aquel viaje y la Señorita Roguina se mantuvo a una distancia respetable, solo me daba los buenos días y se alejaba de mi vista. No comprendía aquel cambio, pero empecé a considerar que mi advertencia había funcionado y que ella ya había comprendido que una relación entre nosotros era una locura imposible de llevar a cabo.

Tampoco comía en el comedor y me percaté de que la sirvienta le llevaba las tres comidas del día a la habitación.

Estaba un poco desconcertado por el cambio, a pesar de que me había quitado un peso de encima, estaba inconforme con su distancia. ¿Era esa otra extrategia? No, no caería de nuevo.

Me comporté de la misma forma, indiferente a su presencia cuando me cruzaba con ella por casualidad, pero no hubo ninguna explosión de reclamos y furia por mi falta de atención.

Le había dejado los puntos sobre la mesa, así que no tenía derecho a reclamar.

Estuve pasando mi tiempo entrenando en los jardines y también en la biblioteca. Estaba fortaleciendo mi cuerpo, gracias a la buena comida tenía más energía y resistencia.

Al tercer día, hice la misma rutina, pero al llegar a la biblioteca encontré a la Señorita Roguina leyendo un libro.

No levantó la vista de las páginas cuando entré a tomar un arma para ir al jardín, ya que allí no podría concentrarme.

— Señor Alfred, me gustaría que leyera esto — Dijo y la observé, cerró el libro, se acercó a mostrarme. Llevaba un vestido verde oscuro y el cabello despeinado, pero aún así se veía hermosa.

— No soy de leer.

— Si quiera saber más de la historia y cultura de Hilaria debe hacer el sacrificio — Insistió en que lo tomara, la complací, observando la aburrida portada.

— Jamás dije que quería saber sobre Hilaria.

— No puede ser tan cabezota para no reconocer que le ayudaría bastante a desenvolverse.

— La lectura me da sueño — Le devolví el libro, pero no lo aceptó — No voy a retener nada, prefiero que usted me lo explique.

— Con gusto lo haría, pero tengo mis propios asuntos — Se apartó un mechón del rostro.

— Cuando quiera, no tengo prisa — Caminé hacia donde se hallaba leyendo y dejé el libro sobre la mesa.

— Me gustaría volver a entrenar — Entrelazó sus manos frente a su cintura.

— ¿Ahora? — Asintió con la cabeza — Acaba de decir que tiene sus propios asuntos.

—Entrenar me parece mucho más urgente que mis asuntos.

— Hagamos algo, primero lea esto para mí y luego entrenaremos, así ambos saldremos beneficiados y no perderemos el tiempo — Levanté el libro y se acercó.

— De acuerdo — Tomó el libro y se sentó sobre la mesa, apoyando sus pies del banquito que había al frente — ¿Por dónde quiere que empiece? Desde el principio de la historia o la cultura.

Me encogí de hombros, inclinando mi cuerpo contra el borde de la mesa, junto a ella.

— Empiece desde el principio, no debo saltarme nada si quiero convertirme en Hilariano.

Se quedó apoyando el libro de las rodillas y me observó.

— ¿Usted no tiene familia Señor Alfred?

La observé de reojo, enmascarando toda emoción bajo una expresión dura.

— No, no tengo.

— ¿Murieron? — Su tono estaba lleno de cautela.

Supongo que contarle sin decir nombres no le haría descubrir quien era realmente.

— Mi madre murió hace veinte años de una extraña fiebre, al igual que mi padrastro.

— ¿Y su padre? — Jugó con la esquina de las hojas mientras me evaluaba.

— No lo sé, no lo conocí — Apoyé mis manos de la mesa.

— ¿Abandonó a su madre?

— Nos abandonó a ambos, cuando nací se espantó tanto que huyó — Me reí de forma irónica, pero ella se mantuvo desconcertada.

— ¿Por su apariencia? — Jadeó, con tono de indignación.

— Si, creía que yo era un tipo de maldición... Producto de algún maleficio o algo así...

— ¡Es un desgraciado! — Gruñó y la observé con las cejas alzadas — ¡Me parece una crueldad y cobardía!

— Tal vez, pero el miedo hace que las personas huyan y más cuando es algo anormal.

— Nada justifica el abandonar a un hijo — Gruñó, indignada.

— ¿Qué hay de usted? ¿Cómo murió su madre?

Bajó su mirada.

— No lo sé... Mi madre era una mujer sana y alegre... En realidad no murió por enfermedad o algún accidente, ella desapareció — Confesó y fruncí el ceño.

— ¿O sea qué no está muerta?

— Mi padre contrató a mucha gente para que la buscara, sin descanso, por tanto tiempo que pasaba la mayoría de los días fuera de casa, pero luego la búsqueda fue cancelada y mi padre se resignó, la dimos por muertas y realizamos un funeral... Ya que no había un cuerpo que enterrar, mi padre colocó pertenencias y recuerdos de ella — Contuvo las lágrimas — Fue muy difícil para mí aceptarlo, sin cuerpo se me hacía imposible que estuviese muerta, mantuve la esperanza por mucho tiempo, pero luego me dí por vencida.

— Entiendo que debió ser duro — Suspiré, no era nada bueno para los consuelos, mi madre pocas veces me dió cariño, estaba más ocupada cuidando de mi hermana y atendiendo sus obligaciones.

— Lo fue — Tomó una postura erguida y centró su atención en el libro — Empezaré y espero que ponga atención.

— Seré viejo, pero aún tengo concentración.

Se rió — ¿Viejo? ¿Usted?

— Lo soy, tengo treinta y cinco, estoy más cerca de los cuarenta que de los veinte.

Alzó las cejas — Treinta y cinco, parece más joven.

— ¿La idea de qué la toque le sigue pareciendo buena después de saber mi edad?

Se sonrojó y luego sonrió.

— La verdad es que sí.

— ¿Qué? Pero, le llevo casi la edad que tiene de vida.

— ¿Eso qué tiene de malo?

Puse los ojos en blancos — Tiene mucho de malo, me hace sentir como si fuese ese anciano que la pretende.

— No es en nada como él — Se asqueó — Ese sujeto es panzón, arrugado y asqueroso... Además, si es un anciano.

— Si luciera como ese anciano, usted no me insinuara sus pretensiones.

— Puede ser, pero afortunadamente vino al mundo con un aspecto ardiente — Se atrevió y me acerqué un poco más.

— Es usted una desvergonzada, no le apena nada — Bajé mi voz.

— Se equivoca, me apenan muchas cosas y de hecho estoy muy nerviosa ahora — Observó el libro en sus manos, los dedos se aferraban con fuerza en los páginas.

— Aún así tiene las agallas para andarse sin rodeos.

— Si actuara como una niña tímida, no me habría considerado una mujer — Dijo y pegando su hombro en mi brazo.

— No la he visto como una niña en ningún momento.

— Me dijo que era infantil — Respiró con fuerza.

— Eso era antes de verla sin camisa — Mi voz se volvió gutural.

— No lo ha olvidado — Mantuvo los labios separados.

— ¿Cómo podría olvidar que tiene los senos más apetecibles que he visto?

Abrió mucho sus ojos y jadeó.

— ¿Quiere comerlos?

— No como la comida, pero sería muy agradable para ambos.

Aparté un mechón de su cabello y lo coloqué detrás de su oreja. Sus pupilas se dilataron.

"¿Qué fue lo que dijiste sobre no caer en su juego? Eres tan débil"

Me aclaré la garganta.

— Es mejor que nos concentremos en empezar con la lectura — Dije y asintió con la cabeza.

— Claro.

A esas alturas ya no me apetecía aprender de Hilaria, sino enseñarle a la Señorita Roguina algo más interesante, pero no tendría palabra y lo que le había dicho en la cascada no era algo sin importancia.

Me concentré en la lectura.

1
Graciela PeMar
Excelente
Mary
muy buena novela felicidades escritora
Yesika Bastidas
ajajaja obriam no sea mezquino aunque sea dos deditos para que Dorian no quede sin nada
Yesika Bastidas
bombón
Yesika Bastidas
jajajaj me imagino que hasta se le salió la baba al pobre con tanta hambre que debe tener 😂😋
Yesika Bastidas
jajajaja me imaginé a Shrek cuando robaron ropa con burro que era un caballo entonces x la pócima
susej orta
m encanta,muy buena tu historia,m hizo reír,llorar, felicitaciones autora 💐❤️
Maria Del Carmen Jalif
Excelente
Lau
Jajajajaja el duque Dorian no quería ni uno!!!
Maria Quiros
/Heart//Heart/
Yllnny
maldito mounstro es su hija /Panic//Panic//Determined//Determined//Determined//Skull/
Maria Quiros
me como el bombon/Drool//Drool//Drool//Drool/
Margarita Mamani
eres un bombón asesino, un bombón suculento 🥵
Margarita Mamani
le asusta, pero le gusta 😂
Margarita Mamani
y ahí vamos otra vez, esa cosa tiene vida propia 🤣🤣🤣
Margarita Mamani
jajajaja el que se enoja pierde 😂
Margarita Mamani
parece que tardaste bastante en el baño, con Manuela y Estela 🤚🖐️🤣🤣🤣
Margarita Mamani
‼️amiga, el que tenga miedo a morir que no nazca‼️
‼️con todo, si no pa que‼️
Margarita Mamani
en mi cabecita ya tengo la imagen perfecta del bombón asesino 🥵
Margarita Mamani
eso también es parte del entrenamiento?
yo también quiero aprender 😈
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