La Reina Sucia

Verchiel se detiene y se levanta tomando a la princesa en sus brazos y la lleva hacia la cama, se sientan en el borde frente a frente.

Comenzó a darle besos en el cuello, ella solo tragaba grueso y cerraba los ojos, sus manos las aferraba en los hombros de él y mientras él besaba su cuello ella mordía sus labios.

Él decide ir poco a poco con ella porque aunque la veía que disfrutaba, también podía sentir sus nervios.

La dejó de besar y se quedó observando como tenía sus ojos apretados muy fuertes y mordiendo su labio.

—Princesa, ¿te sientes bien?.

Cuando ella escucho su voz, abrió de golpe los ojos y asintió con su cabeza.

El continuó besando y sus manos comenzaron a acariciar el delgado cuerpo de Alba, soltando los nudos de su corset, aflojó la parte de arriba y descubrió los hombros y parte de su espalda.

Al pasar sus manos pudo sentir la rugosidad de las cicatrices y el sintió pesar y rabia, por no haber descubierto a Alba antes.

Tal vez hubiese evitado tanto sufrimiento en su vida.

Alba se retorció un poco y volvió a subir su vestido.

—Si quieres podemos parar y seguimos mañana—pregunto el Rey al sentir la incomodidad de Alba.

Ella estaba muy nerviosa y está vez sintió vergüenza, de que viera su espalda llena de cicatrices y marcas poco estéticas, así que le pareció buena idea lo que propuso el Rey.

—Estoy nerviosa, es que yo…

—shshshs, tranquila yo sé que todo esto es nuevo para ti, podemos ir paso a paso.

Ella tragó grueso y asintió.

—Solo te pido que me dejes ayudarte con tu ropa de dormir.

Se mantuvo callada y asintió.

El Rey, busco la ropa de dormir y está vez estando de pie, se colocó detrás de ella, quitó por completo el corset exponiendo su espalda.

El tragó grueso al ver la magnitud de cicatrices que tenía.

Pasó sus manos por su rostro para tratar de alivianar su impresión, eran realmente horribles, no tanto ver las cicatrices, sino imaginar el dolor que debió sentir Alba aún siendo una niña.

Tragó grueso y comenzó a tocar la espalda de la princesa, ella se movió un poco hacia adelante.

—Espera,¿que haces?

—Me siento incómoda de que veas eso.

—A mi no me incómoda, déjame acariciarte la espalda.

Ella volvió a asentir. Las manos de Rey eran suaves, la princesa se quedó quieta era agradable sentir caricias en esa parte que fue tan maltratada.

—Es agradable sentir caricias en la espalda—expreso Alba.

—Veo que te gusta.

Verchiel se acercó y comenzó a dejar tiernos besos.

— Y ¿esto también se siente agradable?.

Ella sonrieia porque también sentía algunas cosquillas respondió.

—Si, es extraño, pero lo siento agradable.

Verchiel terminó de despojarla de su vestido y mientras besaba la espalda, sus manos fueron dejando huellas en su cintura, abdomen y por último subió a sus diminutos pechos.

Los acarició con cautela y se mantuvo atento a las expresiones de Alba. Ella soltó un gemido a la vez que contrajo su abdomen para evitar que sonara muy fuerte.

El Rey quería hablarle para cerciorarse de que estuviera bien, pero al escuchar ese pequeño gemido ahogado, prosiguió con las caricias. Él se quitó la camisa y atrayendo el cuerpo de Alba la hizo sentir su pecho, su calor, y su respiración agitada.

Alba colocó su cabeza en el pecho de su Rey, se sentía cómoda y quería seguir recibiendo caricias, mientras él con una mano muy suavemente bajo hasta su intimidad y la acarició, muy suave y superficial.

Alba tragaba grueso, el rey había tocado lo que nunca nadie lo había hecho, sintió un poco de vergüenza pero el placer era más fuerte el deseo de que lo siguiera haciendo y no dijo nada. Ella por instinto subió los brazos logrando acariciar el rostro del Rey.

El siguió acariciando, suave hasta que sintió sus dedos húmedos, sonrió levemente, era la señal de que ella estaba preparada para el siguiente paso.

Verchiel dejó de tocarla, pero no de dar besos en su espalda, mientras él se despoja de toda su ropa, permitiendo que alba sintiera su hombría.

Algo que la volvió a poner nerviosa. Tanto que el Rey sintió como su cuerpo se tenso.

—Mi princesa solo quiero que voltees y me veas.

Alba tragó grueso y se giró lentamente.

Al ver aquella majestuosidad se llevó las manos a la boca y luego miro a Verchiel a los ojos y negaba con la cabeza.

—Se que estás nerviosa y sorprendida, pero esto es normal—señalando su hombría.

—Alba tragó grueso y tomo el vestido del suelo y se cubrió.

Mientras Verchiel y Alba seguían en la habitación, en la cocina del palacio había una doncella murmurando y tratando de desahogar su rabia.

—Maldita plebeya, maldigo el día que llegaste a este palacio, el Rey es mío, él está embobado contigo por qué te ve inocente. Pero eres una mentirosa y una ordinaria plebeya sucia.

Mientras hacia la limpieza de los trastes Dulcinea murmuraba siendo escuchada por otra de las doncellas.

—Ella ahora es la Reina y mañana será la coronación, así que deja de estar hablando cosas que Lady Martha te puede escuchar.

—Él es mi hombre, es que tú no entiendes—exclamó llorando Dulcinea.

—Entiendo que un Rey, nunca se fijaría en una de nosotras, eso es lo que tú debes entender.

—Ella no es una princesa, ¿no escuchaste lo que dijo Uri?, por eso él la encerró.

—No digas esas cosas, por qué por algo ella está con el Rey y Uri está desterrado, tú eres la que no entiendes.

—¡Con esto te juro que acabo con ella!, con solo la puntita la puedo hacer desangrar hasta que muera—mostrando un enorme cuchillo.

...Nota del Autor....

¡Ajá! Si al leer el título del capítulo te imaginaste otra cosa, ¡COMENTA!, ja, ja, ja. Aquí somos bandidas así que no te dé vergüenza dejar tu comentario.

También les pido su apoyo en la calificación y en compartir la historia, para que llegue a más lectoras, está historia está participando en un concurso y les digo de corazón me encantaría ganar, pero nada sería sin su apoyo.

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