La Bruja Y El Lobo

Después de aquel incidente, todos mantienen la mirada ante Gael, no les gusto para nada que molestase a Lune y debido a eso, solo le tiraron un par de colchas para que él y sus acompañantes durmieran cerca de la fogata, les importaba nada, si la santa estaba o no cómoda.

Esa noche, Madison estaba sentada abrazada a sus piernas cerca de la fogata, tenía miedo de que esas cosas nuevamente pasarán la barrera y atacarán, pero debido al incidente también tenía dudas sobre los sentimientos del príncipe hacía ella, pero no dijo nada, todos estaban dormidos, mientras ella no podía conciliar el sueño, incluso ve que Alessandro ha salido de la tienda donde duerme, se pone de pie para seguirlo, viendo que se ha sentado en un tronco cerca de otra fogata.

— alteza, se que no hemos empezado bien, pero me gustaría al menos poder llevarme bien con usted...— menciona de manera tímida.

— no creo que haya una forma de llevarnos bien y prefiero no hacerlo. Ahora si me disculpa debo irme.— camina hacía la salida de la barrera.

— espere alteza, no puede ir por ahí usted solo.— le sigue.

— regresa, porque si aparece una arpía, no creas que te protegeré.—

— pero yo...—

Madison se asusta cuando le ve transformarse en un licantropo, así que corre nuevamente dentro de la barrera, hasta chocar con alguien, esta era Lune.

—¿como es que santa salvará el mundo si es una cobarde?— pregunta Lune con cierta burla.

— yo no soy de este mundo...usted esta acostumbrada, pero yo no.— reclama.

— llevas tiempo, deberías acostumbrarte, ¿como matarás a la bruja que buscas? —

— yo...este...al menos ella no se ve como un monstruo...— se escusa.

— ¡oh! Pero es peor que uno...— Lune se acerca a su oído.— su arma es esa, lucir como humana, para cuando menos lo esperes, devorar tu alma.—

Madison sintió un escalofrío en el cuerpo por las palabras de Lune.

— y dudo que puedas atravesar su corazón con una espada. Mejor regresa al templo, pierdes tu tiempo, aquí no hay quien te cuide a excepción del pendejo...digo, el príncipe.— ríe para si misma.

Lune atraviesa la barrera, justo cuando Lune acaba de salir, Madison ve como salpica una gran cantidad de sangre que atraviesa la barrera, Madison grita con desesperación, despertando a la mayoría, Gael al no verla cerca de la fogata, corre a buscarla, la chica estaba sentada en el suelo abraza a sus piernas, con la sangre cerca de ella.

— pero que...lady Madison ¿se hizo daño? — Gael la revisa y no parece herida.

Madison de inmediato se abraza a él mientras su cuerpo tiembla de miedo.

— lady Blanche salió y esa sangre...la han matado...— grita.

— es sangre de arpía, ella debe estar fuera peleando con las arpías, suele hacer eso como entrenamiento.— menciona Reynold.

No estaban cerca de un pueblo, pero Lune suele salir a media noche a pelear con las arpías, claro que a Reynold le preocupa, pero Lune le ha dicho que se nota que es peligroso volverá a la barrera. Fuera de la barrera, Lune pelea con cinco arpías, éstas eran de tamaño regular, así que eran más fáciles de vencer. Al final solo quedaba una, que Alessandro termina destrozando con sus garras y regresa a su forma humana.

— por lo visto no se cansa de ponerse en peligro.—

— por lo visto a usted le encanta aparecerse desnudo ante mí.— le reclama.

— desventaja de ser un licantropo. Pero disfruta la vista ¿no?— extiende las manos dejando que Lune le vea.

Y claro que Lune no pierde detalle, Alessandro es un hombre atractivo, además de que así como ella, él no pierde la oportunidad para ser coqueto.

— es una pena que solo pueda ver...— se queja.

Alessandro da unos pasos cerca de ella y le sujeta la mano para hacer que la ponga en su pecho.

— no he dicho que no puede tocar...—

Cuando Lune mueve la mano rozando con la yema de los dedos la piel de su pecho, Alessandro siente su cuerpo estremecer. Alessandro aprovecha para acercarse más, quedando a escasos centímetros de Lune quien le mira a los ojos.

Alessandro levanta la mano hasta el rostro de Lune y pasa su pulgar sobre el labio inferior de Lune.

— mi abuelo me hablo de este tipo de atracción...desde que la vi en aquel bosque, siempre la tengo presente y no puedo evitar sentirme atraído...—

Lune escucha atenta las palabras de Alessandro y es que ella se sentía así, una atracción inevitable para ambos, el roce del pulgar sobre sus labios hacía estremecer su cuerpo.

—¿acaso me esta confesando su amor? — sonríe ladina.

— tal vez o quizás solo quiero llevarla a la cama...— responde Alessandro.

— ambas ideas me gustan...—

Alessandro no se resiste más y le sostiene el rostro con ambas manos uniendo sus labios con un desesperado beso, Lune no duda en corresponder abrazando al albino por la cintura, sin importar que esté no lleve nada. El beso era apasionado, devorando sus labios con desesperación, sus lenguas ya jugueteaban entre si y Lune desliza sus manos por la espalda del Archiduque sintiendo su tibia piel.

Fue hasta que escuchan un sonido que ambos se separan y para cuando Reynold alumbra con el cristal de luz, Alessandro estaba en su forma de lobo y los cuerpos de las arpías por todos lados.

— ustedes dos, si el duque sabe esto me mataría. Regresen, no es necesario cazar las arpías en esta llanura.—

— solo me molesta escuchar gruñir durante la noche, no me dejan dormir.— responde Lune.

Ambos caminan tras Reynold y al atravesar la barrera, Gael abraza a Madison, quien se acaba de tranquilazar, pero el rubio se molesto a ver que Lune no estaba sola fuera de la barrera. Alessandro agarra una sábana por ahí y regresa a su forma humana cubriéndose.

"Reynold, no debiste salir, es peligroso. Seguro andaban en una cita nocturna."

"Reynold fue a interrumpir a los tortolitos."

Se burlan los cazadores, no es secreto para ellos que Lune y Alessandro se la pasan coqueteando desde que se encontraron. Gael al escuchar eso, se muestra bastante molesto.

Nuevamente al amanecer, el viaje continúa, esta vez dicen que antes del anochecer ya deben de estar llegando a un pueblo. Gael no puede evitar ver con molestia a Alessandro, mientras que Lune, esta vez iba dentro de un carruaje, donde llevan algunas colchas, ahí ella se recostó para poder dormir un poco, anoche ya no pudo conciliar el sueño debido a lo que sucedió con Alessandro; esta segura que si Reynold no iba por ellos, ella sin duda se habría dejado llegar y lo hubiera hecho ahí mismo con el albino. Se gira sobre una colcha y mira hacía el techo del carruaje.

— Lune, Lune...te estas dejando llevar por ese hombre sexy...— se regaña ella misma.

Madison también iba en otro carruaje, debido a todo lo sucedido, no se sentía bien, además al despertar esa mañana, vio que el cristal que serviría para buscar a la bruja, estaba partido en dos, por lo cual ya no serviría y no comprende como eso pudo pasar ¿que les dirá a los sacerdotes?

Por otro lado, en la frontera hacía el imperio, el sumo sacerdote no pudo pasar, sin importar que dijera que le urgía ver a los emperadores y que era una emergencia, él y sus guardianes fueron echados, con la advertencia de que deje de intentar "adoctrinarlos" a su templo.

El sumo sacerdote estaba furioso por su falta de respeto, pues están acostumbrados a que ello y el templo sean venerados, pero en aquel imperio, no han podido siquiera establecerse.

— traeré una orden del gran sabio y veremos si no me dejan pasar.— reclama.

Los guardias ríen ante su amenaza.

— así sea su mismísimo oráculo o dioses, no pueden pasar, su autoridad no rige en el imperio y si entran a fuerza, deben estar preparados para morir.—

—¿acaso estás declarando una guerra? No creo que sean tan poderosos como dicen.— reclama el capitán.

— a los licantropos podemos matarlos igual que a las arpías.— reclama otro guardián.

— acabaremos con su estúpido imperio.— reclama otro.

— calma señores. El gran sabio sabrá aconsejarnos, pero sepa que nuestra misión no quedará sin cumplirse.—

Todos se dan la vuelta para subir a sus caballos.

— esa bruja que tanto buscan ¿tiene nombre o solo es excusa para ver a los emperadores? Porque si buscan apuñalar con la guardia baja, pierden su tiempo.— se burla el guardia de la frontera.

Todos ahí presentes se reían mientras el sumo sacerdote iba en su carruaje furioso por tal desaire.

...