Ella solo quería obtener el trabajo soñado, ser maestra titular del Colegio Internacional para señoritas, pero solo consiguió ser la suplente, pero no solo eso, nunca pensó tener que soportar a los padres, caprichosos y llenos de poder que harían que la despidieran.
El haría cualquiera cosa para complacer a su pequeña hija, incluso conseguir a su querida maestra.
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Asquerosa y pervertida
Franco
Vuelvo a mi reunión y se sirve la cena. Todos hablan y ríen, yo me distraigo en ocasiones pensando en su boca, quería besarla sin importarme si nos veían.
Estoy solo, tomándome un trago, ya algunos se han ido y s eme acerca Julia.
— Franco Rossi, quien diría que todo lo que hicistes en la escuela era solo porque querías acostarte con la maestra — la mujer me mira con esa sonrisa que usa cuando esculpe su veneno — eres un maldito pervertido. Seguro de niños te pptocabas pensando de tu maestra en la escuela, o ¿me equivoco?
La escucho reír y luego tomar de su copa de vino .
— Julia, ¿quien es más pervertido? ¿El que se tocaba pensando en la maestra o el que se acuesta con la madrastra? — la mujer me mira y se le borra la sonrisa. ahora sonrió yo.
— ¿Qué dice Eduardo del trato que le das a su hijo? — la mujer mira hacia donde está su marido, Eduardo Mulco, empresario mayor que ella con mucho dinero, pero no tanto como la familia de Julia.
Poseen hoteles y un resort en el caribe, he hecho buenos negocios con ellos, pero Julia se vuelve insoportable porque siempre la ignore, no, ella no fue una de las mamás que pasó por mi cama, no soporto una mujer tan falsa, no solo como se comporta, sino que aún siendo joven se ha operado tanto que es la típica mujer plástica, no me provoca ni media erección.
— Yo cuido de su hijo como si fuera mío — dice y la miro, me tapo la boca para que mi risa no la escuché nadie.
— ¿Así seduces a tu hijo? — saco mi celular y le muestro un par de fotos que me llegaron a mi oficina — ¡que madre tan pervertida eres! ¿Qué será de tu bella Hada?
La mujer está muda, pero cuando nombró a su hija me miró con odio.
— ¡No te metas con mi hija, Franco! — me amenaza.
— Tu no te metas con la mía, no permito que le quites la tranquilidad que le da la maestra Camhile, a mi Ghinger — la amenazó yo ahora.
— Hasta la defiendes, imagino que ya debes disfrutar con ella en tu cama — dice cínica.
— ¿En que te afecta? ¡Ah ya! — digo y me río como si recordara algo — jamás me acosté contigo y mira que razón tenía yo — miro las fotos y hago que lo haga ella también, las mira de soslayo — no me gustan las zorras tan pervertidas como tú. Que te aproveches de un adolecente — guardo mi celular y sonrió mientras ella está ahí saliendole fuego por los oidos y los ojos.
— ¡Eres un maldito! — gruñe y río.
— Maldita eres tu, que teniendo una hija en casa haces esas cochinadas con su hermano — palmeo mi celular en mi bolsillo — pero tranquila que tus fotos están seguras conmigo. Solo que desees que alguien más las vea ¿no se? — nos miramos.
— ¿Quieres disfrutarlas tú solo? — dice tratando de recuperar algo de su orgullo.
— Mira que esas imágenes son tan asquerosas que ni me tocaría con ellas — la veo ponerse sería y carraspear, viene su cornudo esposo.
— Franco estás acaparando a mi reina — río al escuchar a Eduardo referirse a la pervertida de su mujer.
— Tranquilo que solo hablamos de lo bien que está Hernan, tu hijo — digo y la mujer se queda inmóvil. — Julia dice que lo quiere como si fuera su propio hijo, qué suerte tienes ¿no?
Río y veo al hombre verla con admiración.
— No me quejo, desde que Herman decidió mudarse con nosotros, pensé que sería problema, pero estamos bien — el hombre besa la cabeza de esa mujer quien le sonríe y esconde su incomodidad detrás de su vino. — ojalá encuentres una mujer como Julia y recuperaras tu hogar como lo hice yo.
Lo dudo, una bruja tan pervertida como esa no la deseo ni de visita en mi casa. Así que Julia lo sabe y se excusa para buscar a Hada, pero no la quiero cerca de la maestra y menos de Ghinger, así como está como un demonio, no sé qué puede hacer.
— Está muy bien el proyecto, Franco. Sabes que cuentas con mi apoyo — me dice el hombre viendo cómo ve como su mujer se aleja, ella no sabe nada de negocios su marido sí, y eso es lo que me interesa — mándame a la oficina el contrato, pero te pido no comentes nada — lo miro, lo sé, la familia de Julia lo pisotea, así es esto, mientras más tengo más te humilló — prefiero ser esto yo, sin que la familia de Julia intervenga, ¿ok?
— Cómo tú digas — le palmeo la espalda — no te vas a arrepentir en invertir ahí, no solo es bueno sino que las ganancias serán excelentes para todos.
Me excuso y voy donde se perdió su mujer, y en efecto me la consigo en el pasillo insultando a la maestra y antes de intervenir, suspiro.
Pero la pervertida de Julia golpea en la cara a Camhile cuando llego dónde están.
— Creo que no fui claro Julia! — le digo agarrándola por el brazo, la mujer se queja y forcejea.
Sabía que la rabia que agarro conmigo le pagaría otra vez, pero no pensé que fuera la maestra. Estoy cabreado. La sacudo.
— ¡No quiero ver más tu maldita cara en mi casa! — la amenazó — te vas a arrepentir de esto — gruño y suelto a la mujer que va hasta el salón y saca arrastras a su hija, quien llora y patalea, no se quería ir.
Miro a la maestra que tiene la mano puesta en ese lugar donde la golpeó Julia.
— Lo siento — le digo y le quitó la mano, acarició su piel enrojecida — No creí que esa bruja…
— No importa — dice y la miro, mi caricia baja a su boca con ese labial que le hace ver más sexy, sin necesidad de mostrar nada, ya yo sé que hay debajo de esa ropa, me grabe su piel desnuda.
Me acerco para besarla y alguien sale del salón, sorprendiendo y me aparto mientras sonrío, pero en el momento que ella pensaba irse la agarro de la cintura y la llevo al otro lado del pasillo, donde está el cuarto de la ropa de cama y las toallas, me meto ahí con ella, jadea al encontrarse entre mis brazos en medio de la oscuridad, mientras la aprieto a mi cuerpo con un brazo y con mi otra mano tomo su rostro y la beso.
Su boca se niega al comienzo, sin embargo, se deja besar. Mueve sus labios al ritmo de los míos con timidez, mis dientes rozan su boca y la escucho quejarse, mi mano en su espalda baja hasta sus caderas y luego aprieto su trasero, la escucho gemir cuando mi beso se vuelve intenso y la deja sin aliento. Mi mano en su redondo trasero la pega de mi excitada entrepierna, que se endurece al escuchar los gemidos escapar de su boca. Sus manos acarician mis brazos y suben a mi cuello, se me eriza la piel de la espalda al sentir sus uñas rozar mi cuerpo cabelludo. Mi mano en su cara baja hasta apretar uno de sus senos y siento como sus caderas se mueven y restriega su cuerpo a mi erección que palpita y duele.
— Oh Camhile… te deseo tanto — la siento gruñir cuando bajo mis dos manos y se duelan de sus nalgas que aprieto para pegarla de mi cuerpo.
— No debemos — susurra sin aliento y sonrió.
— Pero queremos... — muerdo su labio — a la mierda todos. — digo y rio, acaricio su espalda y escucho un ruido. Y me aparto un poco de ella, aún a oscuras puedo sentir su aliento tan cerca.
— El señor Rossi ¿lo han visto? Es importante — escúchanos detrás de la puerta al momento que quería otra vez tenerla en mis brazos.
— Quiero que Todos se vayan — suplico sobre su boca mientras sonrió — deseo tanto tenerte — digo y aprieto sus caderas, ella se aparta.
— Tenemos que salir — dice y abre la puerta con cuidado. Yo me pegó detrás de su trasero.
Río al ver que ella voltea y la beso. Apenas nos vemos los rostros.
— Te quiero en mi cuarto está noche Camhile — le digo antes de que ella se aleje, no me respondió y o no escucho, y no estoy seguro si irá.
La miro que se detiene y luego de decir algo sigue hacia otro lado. Veo a mi hija.
— ¿Papi qué hacías con la maestra? — camino y me inclino — solo hablamos.
Me mira y beso su cabeza.
— ¿Besastes a la maestra? — ¿como mi hija sabe de esto? ¿Ella le dijo? No lo creo.
— ¿Por qué dice eso? — sonrió.
— Porque su labial lo tiene en tu cara — río y me pasó la mano por la boca, en efecto, parezco payaso, en la oscuridad no lo podíamos notar, al salir era evidente.
Le doy un pañuelo a mi hija y me ayuda a limpiar mi cara.
— No pienses mal hija — le explico y veo como frunce el ceño.
— ¿No te gusta mi maestra? — su cara está muy seria mientras sigue quitando el labial.
— ¿Te molesta si me gusta? — me mira
— Puedes c**** bien con ella si quieres, yo no digo…
— Ghinger, ¡ya no digas más eso! — miro hacía los lados al escucharla repetir las palabras que le prohibido, pero como la conozco, no lo hará. Aunque admito que es mi culpa por haberle explicado que significaba c***r bien, ahora temo que lo diga en la escuela.
— Pero no me importa si es con ella — sonrió — yo la quiero, y quiero a Alison. Si te gusta ella puede ser mi mamá ¿cierto? — suspiro en ver lo ilusionada que puede estar Ghinger en qué la maestra y yo estemos juntos, yo también lo deseo, ¿pero ella?
¿No querrá también a nosotros en su vida como familia?
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