Desde Que Llegaste, Mi Vida Cambiaste

Inglaterra

_Estas muy contenta._

Hablo el anciano.

_Como no estarlo, si mi nieto vendrá junto a dos hermosos niños que robaron mi corazón._

Matilde hablo emocionada, esperaría con ansias la llegada de todos ellos, mientras la anciana estaba feliz celebrando junto a su viejo amigo, las chicas seguían arreglando los últimos detalles, empacando la ropa, que no era mucha por petición de maltida.

En el colegio, Emma presumía a su papá y padrino, dos hombres importantes y los solteros más cotizados de la ciudad, en ese momento, Emma no sabia lo que estaba por crear, entre todos esos niños, estaba la hija de una importante periodista y la tecnología estába tan avanzada, que entre ellos tenían su propio grupo y compartían sus cosas, Manuel solo hacía lo que su hermana le decía, siempre pendiente de lo que decía.

Las horas pasaron y ya todo estaba listo, el día siguiente seria un viaje largo, lleno de emoción y muchas cosas buenas.

_¿Como vas con tu madre?_

_No le he dicho que regreso, quiero llegar tranquilo._

Fred besaba el cuello de Mati.

_Bien, estoy feliz de regresar, extraño a mi abuela._

Mati se sentó a horcajadas, pasó sus brazos por su cuello y beso sus labios.

_Mati, ¿quieres casarte conmigo? Empezar de cero, crear nuestro propio imperio, no quiero que nadie hable de nuestro amor, que duden..._

Matilde le dio un beso.

_Quiero todo contigo mi amor, pero empezar de cero es algo complicado, mi abuela no permitiría eso y Matteo no quiere más responsabilidades, tiene sus propias empresas aquí, no importa lo que digan, solo lo que tú y yo sentimos._

Fred tenía sus manos en su cintura, moviéndola de un lado a otro, hasta sentir que ya no aguantaba más, la conversación la dejaban para otro momento, debían atender algo mejor y eso era sus ganas de sentirse en un solo cuerpo.

Al día siguiente

_Niños, no iremos con ustedes aquí..._

_Si mamá, ya sabemos que tú eres quien diriges el avión._

Interrumpió Emma, muy emocionada.

_Yo cuidare de mi hermana._

Manuel beso las mejillas de ambas mujeres, todos esperaban a Arturo y Matteo, quienes terminaban de dejar unas cosas preparadas, minutos después, cuatro camionetas llegaban al hangar, bajaron rodeados de sus guardaespaldas hasta subir al avión.

_Ni el presidente tiene tanta seguridad._

Hablo Andrómeda cuando ya Matteo entraba al avión.

_Asi tendrá que andar la señora de Santos._

_Uff mis sentidos pésame para ella, no imagino vivir así._

Matteo solo observo como ella se dirigió a su puesto, pero sin dejar de ver cómo ella no deseaba ser la señora de Santos, cuando terminó de entrar, unos brazos lo recibieron feliz.

_Como están mis niños._

_Bien, ya quiero ver a la abuela Matilde._

Manuel hablo feliz.

_Yo también, quiero comprar muchas cosas._

Matteo era feliz de verlo tan contentos, mientras que Roberta y Andrómeda se preparaban mentalmente para ese vuelo, después de recibir un par de cariños de todos, ya estaban listas para recibir la orden de despegue, rumbo a cuatro días de aventuras en un país lejano.

Las horas pasaban y los niños quedaron dormidos de tanto que jugaron con Matteo y Arturo su nuevo padrino, no podían estar más felices, cada día era una noticia nueva y llena de alegría, las vida de todos estaba cambiando y seguiría cambiando.

La voz de la asafata sonó, Arturo y Matteo tomaron a sus pequeños en brazos y lo sentaron, para colocarles el cinturón, con una sonrisa sintiendo como el avión aterrizaba, todos se bajaron y por último las dos pilotos.

_¡Inglaterra!._

Hablo Andrómeda viendo cómo sus tesoros seguían dormidos en brazos de Matteo y Arturo, las camionetas que fueron por ellos eran incontables, los niños con Matteo y Andrómeda, Arturo con Roberta y Frederick con Matilda, más los guardaespaldas que debían ir uno atrás y otro adelante, eso para Andrómeda y Roberta era demasiado y pensar que el gobernador también tenía su seguridad, pero lo de esa familia, era demasiado.

_¿Por qué tan callada?_

_No superó esto._

_¿No te gustaría ser la señora Santos?_

Hablo Matteo coqueto.

_No, me gustaría mejor ser tu amante, conocer hoteles, algo así como una aventura._

Matteo se quedo viendola, buscando en sus palabras, algo de burla o broma, pero no, Andrómeda estaba hablando muy en serio, la conversación no pudo seguir, ya que ambos niños se estaban despertando.

El resto del camino fue ver la emoción de los niños, lo poco que podían ver por el camino era magnífico para ellos, la gran mansión de los Santos ya estaban listos para recibir a los invitados.

_¡Abuela!._

Emma y Manuel corrieron a los brazos de la anciana, los sirvientes trataron de impedirlo, aunque ella le hizo seña, los abrazos y besos de ambos niños no paraban, las cosas que decían y pésima eran muchas, para Andrómeda era una situación muy difícil de explicar, sentimientos encontrados, muy aparte del padre de sus hijos, tampoco contaban con sus abuelos, su padre murió y su madre no se preocupo por buscarla más, desidieron no tener una relación de madre e hija.

_¿No saludarán a esta anciana._

_¿Como esta mi señora? Esta muy hermosa._

Hablo Arturo besando su mano.

_No seas meloso, Arturo._

La anciana le dio un golpecito haciéndolo quejar, todos reían de él, mientras Roberta y Andrómeda la abrazaban, fueron invitados a pasar y tener el primer dezayuno juntos como una familia, aunque sonaba increíble, así se sentían, los niños no sabían que lugar ver de esa mansión, aún más, cuando la anciana mando a preparar una sala de juegos para ellos.