Bruja Imperial

— ¡Príncipe! No, mejor dicho, Alessio. — Respondo con una evidente carga de enfado en mi voz, provocando que se impacte ante mi actitud desafiante. — Permíteme ser clara y directa. No solo no me agradan los humanos en general, sino que tú en particular eres la personificación de todo lo que encuentro desagradable. No tolero que pronuncies mis nombres con tanta familiaridad y mucho menos que intentes guiarme por este palacio como si fueras el dueño. Así que, por favor, dejemos de lado este fingido juego de amistad y separémonos de una vez por todas.

Mis palabras salen con una fuerza contenida, dejando claro mi descontento y desdén hacia su presencia. No voy a permitir que se aproveche de la situación o que intente someterme a su voluntad. Es hora de marcar límites y hacerle entender que no estoy dispuesta a tolerar sus acciones.

— Maxine, soy un príncipe, deberías hablarme con honores. — Me informa.

— ¿Y yo que soy? ¡También soy una princesa, trátame con honores también!

— ¿¡Una princesa!? Las brujas están muy lejos de ser princesas... — Dice burlón. — De igual modo, debes mostrarme respeto, pues yo soy el legítimo príncipe heredero del imperio, mientras que tú sólo eres una princesa cualquiera de un simple reino.

— Perdona si mi tono no ha sido lo suficientemente reverente para ti, "príncipe" Alessio — respondo con una clara ironía en mis palabras —. Sin embargo, el respeto se gana, y hasta ahora no has hecho nada para merecerlo. Si deseas ser tratado con honores, te sugiero que comiences a demostrar con tus acciones que eres digno de ellos. Mientras tanto, seguiré llamándote como mejor me parezca. Ahora, si no tienes nada más que decirme, te agradecería que te retires de mi camino.

No soporto más su desprecio, así que me alejo apresuradamente, con lágrimas de frustración brotando de mis ojos. Mi mente está llena de pensamientos turbios mientras camino sin rumbo fijo, intentando alejarme de Alessio y su maldita actitud burlona. Pero, distraída por mis pensamientos, choco con alguien. El impacto me hace tambalear, pero antes de que caiga por completo, unas manos firmes me sujetan para evitar mi caída.

No puedo ver claramente su rostro en ese momento, pero una sensación de familiaridad me invade. ¿Será Alessio que me sigue molestando? Mis pensamientos se agolpan mientras intento recuperar la compostura y mantenerme firme ante él. Necesito pensar con claridad para no caer en sus provocaciones.

Respiro profundamente, tratando de calmar mi agitado corazón. Esta es mi oportunidad de cambiar la dinámica entre nosotros, de enfrentarlo con determinación y hacerle entender que no soy alguien a quien pueda menospreciar. Mis palabras deben ser contundentes y convincentes, capaces de ponerlo en su lugar de una vez por todas. De lo contrario, él continuará riéndose de mí como siempre lo ha hecho.

— Miserable, ¿¡ahora interfieres en mi camino!? - digo con una mezcla de furia y frustración, mientras levanto lentamente la mirada para que vea el fuego de rabia en mis ojos. - Me repugna verte frente a...

¿¡Qué acabo de hacer!? ¡No es Alessio! Es... Es... Es... ¡Es el duque Gunther! Mi corazón se acelera y siento un nudo en el estómago al darme cuenta de mi terrible error. El duque me mira con una mezcla de sorpresa y preocupación, sin duda desconcertado por mi reacción. No puedo creer lo grosera que fui con alguien tan amable como él.

Por dentro, me consumo de vergüenza y desearía poder deshacer mis palabras, pero si mencionara que mis palabras estaban dirigidas al príncipe heredero, estaría revelando información muy alarmante y podría enfrentar graves consecuencias legales en la corte imperial. No puedo permitir eso, por nada del mundo.

La única opción que me queda es disculparme sin dar ninguna explicación, aunque sé que eso no será suficiente para reparar el daño. Me acerco rápidamente al duque Gunther, tratando de controlar mi nerviosismo, y balbuceo unas disculpas entrecortadas.

— L-lo siento mucho, su excelencia. No sé qué me pasó, fue un error terrible de mi parte. No era mi intención ofenderlo de ninguna manera. Me disculpo sinceramente por mi comportamiento inapropiado.

Mis palabras salen apenas como un susurro, consciente de que una simple disculpa puede no ser suficiente para reparar el daño causado. Estoy dispuesta a hacer más para mostrar mi arrepentimiento, incluso a arrodillarme ante el duque Gunther, cuando de repente escucho una risa irritante y familiar. No hay duda, es Alessio. Se ríe con malicia, como si hubiera planeado todo esto, como si supiera de antemano que iba a chocar con el duque y soltar palabras ofensivas. Es evidente que este mezquino príncipe me ha tendido una trampa desde el principio. Ahora entiendo por qué su aparente amabilidad me parecía tan extraña y fuera de lugar.

— Perdone, princesa. — El duque finalmente habla, y para mi sorpresa, se disculpa. — No sabía que mi mera presencia le resultara tan desagradable.

— No, no, no... — Intento desesperadamente arreglar este malentendido. — No es usted quien me desagrada, yo simplemente... cometí un error al expresarme de esa manera. Ha sido un día agitado y mis emociones me han llevado a reaccionar de forma inapropiada. Le pido disculpas por mi grave equivocación.

— JAJAJAJA — Alessio vuelve a reírse. — No lo tomes tan en serio, Gunther. En realidad, estábamos jugando y la desafié a que le dijera eso a alguien. — Siento su mirada curiosa sobre mí. — Aunque no estoy seguro si ella es buena actuando o si lo hizo a propósito, ¿qué opinas tú, Gunther?

— Yo creo que... — Gunther me voltea a ver. — No puedo juzgarla, la princesa es la única que conoce la verdad acerca de sus intenciones.

— ¡¿Qué diablos?! — El príncipe se muestra molesto ante la respuesta de Gunther, sin duda no es lo que esperaba.

— De cualquier manera, no me molesta el comentario de la princesa, Su Alteza. — El duque responde con informalidad hacia el príncipe. — Si todo fue parte de su increíble actuación, lo tomaré con gracia y elogiaré sus habilidades; pero si se trató de una verdad, entonces soy yo quien debe disculparse con la princesa por haberla ofendido con mi ingrata existencia.