Cautiva por la Mafia.

Stella.

Salgo de casa para subir al coche, con el conductor y Fausto en mi regazo, ni siquiera sé el nombre del conductor, no dicen nada, es aburrido.

Fausto:Buenos días, señora.

Esbozo una sonrisa forzada; no es que no me guste, pero no me gusta que alguien me persiga a cada paso que doy.

Stella:Buenos días Fausto, primero tengo que ir a la cafetería y luego a donde están mis padres.

Sí, señora.

Subo al coche, él cierra la puerta y se pone delante.

Stella:Buenos días, ¿puedo preguntarle su nombre?

Brian:Buenos días señora, encantado de conocerla Brian.

Stella:Encantada de conocerte Brian, pero seguro que ya sabes mi nombre, ¿verdad?

Sí, señora.

Stella:Entonces no me llames señora, llámame Stella, porque así parezco vieja.

Al Sr. Ferrari no le gustará eso, señora.

Fausto, ¿con quién te quedas, conmigo o con el Sr. Ferrari?

La señora.

Stella: Vas a protegerme, siempre vas a estar a mi espalda, ¿verdad?

Sí, señora.

Stella:Así que yo estoy al mando de esta mierda de aquí, así que llámame Stella, si quieres llamarme señora delante de Matteo no me importa, ¿hemos terminado?

Sí, señora.

¿No lo he oído?

Sí, Stella.

Stella:Bien, ahora vámonos.

Veo que los dos esbozan una sonrisa de lado, qué coño es una señora así, una señora asá, parezco viejo, hazme el favor, es mucho mejor ya que tengo que aguantarme, lo haré a mi manera.

Llegamos al café y, como siempre, Fausto se baja primero, mira todos los ángulos posibles y luego me abre la puerta mientras yo salgo del coche y él entra como un perro guardián.

Stella: Puedes esperarme aquí Fausto en la puerta.

Pero Stella.

Stella: No tardaré, gritaré si no te importa.

Sí.

Se queda en la puerta, entro en el café y le digo que se quede porque sé que a estas horas no está tan lleno como esperaba. El señor Joseph ya me estaba esperando porque Matteo le había llamado y le di las gracias por todo lo que había hecho por mí al darme trabajo y cuando salí vi a Miguel sentado en la mesa de siempre.

Miguel:Hola Stella, ¿estás libre hoy?

Stella:Buenos días a ti también Miguel, me voy.

Miguel: ¿Por qué no sales conmigo? Te llevaré a un sitio genial.

Stella:Gracias pero estoy ocupada Arriverderci.

Salgo y él viene detrás de mí y me coge del brazo.

Miguel: Vuelve aquí, Stella. Nadie me rechaza así.

Sí, será mejor que me suelte.

Miguel: Yo no voy.

Suelta a la Sra. Miguel.

Miguel:Fausto, que placer verte de nuevo, pero no es asunto tuyo aquí.

Fausto: He dicho que sueltes a la señora.

Me suelta el brazo.

Miguel: Vamos Fausto, dónde está el don para que estés aquí, seguro que está por ahí, sois su cachorro, tú y Frank.

Fausto:¿Qué pasa, señora?

Stella:Todo.

Miguel: Señora aquí señora allá, qué te importa a ti Estela, tú eres mía.

No pertenezco a nadie.

Vamos, señora.

Abre la puerta del coche y oigo hablar a Miguel.

Miguel: No me puedo creer que me haya jodido contigo también, eres mía, ya me has oído.

Vamos, Fausto.

Nos fuimos con el coche.

¿Te ha hecho daño?

Stella:No solo me coge del brazo, siempre ha sido así desde la primera vez que me vio.

Ya veo.

Stella:No se lo digas a Matteo o se peleará conmigo porque no te he dejado acompañarme dentro. Como sé que no hay movimiento en este momento, pensé que todo iría bien, solo que no esperaba que apareciera.

Voy a tener que decirte algo, Stella.

Stella:De acuerdo, solo cuéntame la parte en la que nos vio fuera y vino a verme, ¿vale?

Muy bien.

Stella:Gracias.

Mueve la cabeza en señal de acuerdo.

Fausto.

Sí.

Stella: No entiendo por qué dijo que iba a castigarle.

Fausto: Esa es una larga historia. Él quería ser el mafioso y odia al Sr. Ferrari por ello, y parece que ahora está aún más contigo, así que ten cuidado con él y con su hermana Lena.

Stella: Ya he tenido el disgusto de conocerla.

Fausto: Le tendió una trampa a Don, quiere acabar con él matándolo, por eso tiene varios soldados con él.

¿Soldados?

Fausto: Sí, ustedes los llaman seguridad, pero nosotros somos soldados del don, los protegemos con nuestras vidas, lo juramos.

¿Y qué obtienes por ello?

Fausto: Lealtad, confianza, el Don nos protege como nosotros a él, cuida de nuestras familias, les da todo lo mejor, el señor Ferrari es un hombre muy generoso como lo fue su padre, y su madre es muy respetada en toda Sicilia.

Stella:Lo sé, sus padres son geniales y su madre es encantadora.

Fausto: Sí, pero también es fuerte e intrépida, astuta e inteligente. Una vez, cuando atacaron al Don y ella estaba con él, que recibió un disparo, acabó protegiéndole matando a todo el mundo hasta que llegaron los refuerzos.

Vaya.

Fausto: ¿Ahora entiendo por qué Don te eligió?

Stella:¿Entiendes por qué?

Fausto:La señora Stella es valiente e intrépida, fuerte e inteligente, como debe ser la mujer de un don, no baja la cabeza ante nadie, aunque esté en desventaja. Tiene mucha suerte de haberte encontrado, porque he visto a muchas mujeres arrojarse a tus pies, pero ninguna puede quitarle el brillo a esos ojos oscuros como tú, y te enfrentas a todos con maestría.

Stella:Gracias por los cumplidos, pero no soy todo eso, ni siquiera sé defenderme como mi suegra.

Fausto: Pero eso se puede aprender si quieres, te puedo enseñar a defenderte tanto luchando como disparando.

¿Puedes?

Fausto: Sí, pero tendrías que obtener la autorización del propietario, eso está bien.

Eso es fácil.

La señora.

Lo que le dije a la señora.

Fausto: Lo siento Stella, estamos aquí.

Muy bien.