CONQUISTANDO A UN MUJERIEGO

NARRADOR

Al entrar al restaurante, Angie y Fabricio, le comentan al encargado que los esperan y quienes los esperan u este los lleva a la mesa en la terraza en donde está sentada toda su familia en una gran mesa.

—Buenas noches —Saluda Angie con la elegancia que la caracteriza y Fabricio hace lo mismo.

—Hija, bienvenida, siéntense —indica el padre de Angie, y Fabricio, como el caballero que es retira la silla para ella y luego se sienta a su lado.

—Hija, te envié un hermoso vestido para que usaras esta noche, ¿por qué no lo traes pues? —interroga la madre de Angie.

—Mamá, el vestido que me enviaste era más adecuado para una teibolera que para tu hija, por supuesto que no lo iba a usar —respondió Angie sin rodeos y la furia en los ojos de su familia se hizo presente.

—Era un vestido muy costoso —aclara la madre de Angie.

—El valor de la pieza no garantiza que sea adecuando, así que nunca más me envíes un vestido así porque nunca lo usaré —aclara Angie.

—Bueno, que tal si nos dicen a quienes esperamos, ya que por los asientos vacíos supongo que esperamos a seis personas más —Fabricio, intervino para terminar con la tensión entre madre e hija.

—Esperamos a sus futuros suegros y a sus parejas—responde el padre de Angie y está, lo mira incrédula.

—¿Qué? —casi gritan Angie y Fabricio al mismo tiempo.

—Lo que escucharon, ambos se van a casar —quien intervine esta vez es el abuelo de Angie, el señor Leopoldo Suaza.

—Yo sabía que esta cena era un error, creer que ustedes por una vez en la vida iban a querer cenar con nosotros simplemente para hablar y saber como estamos fue una tontería. Ahora díganme ¿qué ganan con las dichosas bodas? —indaga Angie, molesta, pero no con su familia, sino con ella, porque llego a creer que esa sí era una cena de reconciliación.

—Recibiremos una fuerte inyección de capital a la empresa familiar, además de apoyo para abrir una nueva sede en el extranjero —responde el padre de Angie.

—Lástima que no me pienso casar por ahora, hubiera sido un buen negocio para ustedes —comenta Angie con ironía

—Si no aceptan, les haremos la vida imposible, no conseguirán trabajo en ningún lado —amenaza el abuelo Leopoldo.

—A diferencia de ustedes, no tengo miedo a comenzar de cero en cualquier parte del mundo, no tengo miedo al trabajo humilde, eso no me afecta, no me importa el dinero, lo único que si tiene valor para mí, es mi libertad.

Soy feliz, siendo libre, libre para escoger lo que quiero y a quienes quiero, no me voy a condenar a vivir con alguien a quien no amo solamente por dinero, no voy a vivir una vida como las suyas, tienes los bolsillos llenos pero el corazón vacío.

Ahora si nos disculpan nosotros no vamos, que tengan suerte con su empresa —Angie se coloca de pie para irse y Fabricio, quien tenía el celular en su mano, lo guarda y hace lo mismo.

—Angie, estás hermosa, ya no eres tan obesa como cuando éramos adolescentes —antes de poder caminar se toparon con las personas que menos querían ver.

—¿Tú que haces aquí, Juan Carlos? —indaga Angie molesta, ya con su abrigo en mano y su bolso.

—¿Qué no te lo dijeron? Yo soy tu prometido y mi hermana es la prometida de tu primo —confiesa juan Carlos, lo que enoja más a Angie.

—Pues, ahora yo te informo que no hay compromisos, ni mi primo ni yo pretendemos casarnos, así que espero que disfruten su cena, por qué Fabricio y yo nos vamos —sentencia Angie, pero antes de poder pasar por al lado de Juan Carlos este la sujeta del brazo.

—Tú a mí no me rechazas —Juan Carlos, molesto.

—Oye, suéltalo, es una dama idiota —Fabricio trata de que la suelte, pero este aprieta con más fuerza.

—Tú cállate, porque no te vas a fuera con mi tonta hermana a jugar a las muñecas —Juan Carlos empuja con una mano a Fabricio y, ya que Juan Carlos vive prácticamente en el gimnasio, Fabricio calló al suelo.

Fabricio, enojado, se pudo de pie para golpear a Juan Carlos, pero antes que pudiera hacerlo Henry, llego muy molesto.

—Qué no escuchaste, suéltala —Henry de un solo golpe le rompió la nariz, dejando a todos los presentes muy sorprendidos, pues nadie lo esperaba, ni siquiera Angie, pues ella no lo llamó.

—Hermano, estás bien —la hermana de juan Carlos, Lucía lo quiso ayudar, pero este la empujó, pues nunca la a querido ni él ni su familia y en especial su prima Leila quien la trata como a una sirvienta, quizás por eso acepto ese matrimonio a pesar de saber que Fabricio es gay, quizás simplemente quiere escapar.

—Te vuelves a acercar a Angie y te rompo la cara —sentencia Henry antes de sacar a Angie de ahí de la mano y Fabricio los sigue.

Al llegar a auto Henry, suelta la mano de Angie y comienza a caminar de un lado al otro molesto, lo único que quiero es regresar y terminar de romperle la cara a ese idiota que dejo su mano marcada en la hermosa y delicada piel de Angie.

—Henry, cálmate, ya paso no los volveremos a ver, mi familia no va a cambiar nunca, así que Fabricio y yo haremos una vida lejos de ellos —Angie trata de calmarlo.

—Prométeme que tú nunca te vas a casar con esa basura, tú vales demasiado Angie, jamás te conformes con tan poco, prométemelo—Henry toma la mano de Angie y la mira a los ojos.

—Te lo prometo, ahora por favor vamos los tres a tomar algo, necesito olvidar lo que acaba de pasar —pide Angie y Henry, asiente y le regala una sonrisa calidad.

—Bueno, ya que Fabricio ni siquiera me dejo llegar a mi evento, lo cual agradezco, vamos a un bar a divertirnos los tres —Henry la abraza y la ayuda a subir al auto, Fabricio sube por su cuenta y los tres se van a tomar algunos tragos y a disfrutar de la noche y así olvidar lo que acaba de pasar.