Mayday Brown, una niña de 8 años que pasa la navidad en casa de sus abuelos mientras sus papás están ocupados en su trabajo.
Sus vacaciones parecian normales; convivía con sus tíos, primos, sus abuelos, y exploraba la casa. Cuando de pronto conoce una chica llamada Elizabeth quien su abuela presenta como su hermana mayor.
Sin embargo, May no tarda en darse cuenta de que detrás de la sonrisa de su hermana mayor, hay una oscura intención que pondrá a prueba su valentía e ingenio.
¿Que secretos puede ocultar Elizabeth? ¿Podra Mayday sobrevivir a su navidad?
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Capitulo #15
Las ratas se habían unido entre sí, como pedazos de plastilina, solo que en lugar de plastilina era carne y huesos, creando una gigantesca larva con dientes de conejo, la larva de ratas agonizando comenzó a cantar su propia versión de la canción que siempre cantaba cuando jugaba o quería calmarme.
—Damos un mordisco, nosotras te observamos, damos otro mordisco y nosotras te vemos morir con tus ojos llenos de sangre. Nuestra amiga nos alimentará con tus entrañas igual que a los demás, tu piel, tus lágrimas y tus vísceras son nuestra comida. Nosotras odiamos a los invasores, les odiamos mucho, es por eso que nos comemos las sobras que ella deja de ustedes —cantaron las ratas con sus voces roncas y mezcladas—.
Hambrientas se lanzaron hacia mí, dando comienzo a una persecución por el patio, la larva de ratas se movía con bastante velocidad, similar a una serpiente. Traté de usar la linterna pero las ratas no eran afectadas, suponía que era porque ellas no eran una ilusión ni una bestia de otro mundo, sino que eran ratas normales, que eran malvadas y crueles.
—¡¡Esto es trampa!! ¡¡Elizabeth!! ¡¡Solo somos nosotras dos!! ¡¡Sin aliados!! —me quejé enfurecida mientras huía de las ratas—
—No estás en el tablero, así que las reglas no se han roto —se burlaron con sus voces roncas y mezcladas—.
Corrí por todo el patio hasta llegar al borde: un vacío blanco y donde no había suelo. Estaba acorralada contra esa cosa gigantesca, desesperada volteé a los alrededores en busca de algo que pudiera usar a mi favor, sin embargo solo veía el vacío, el patio y la puerta pequeña en el cielo artificial.
—¡Eres nuestra! ¡¡Nuestra!!
Las ratas se lanzaron hacia mí para comerme, antes de que pudieran hacerlo, Rin cayó del cielo para atacar a las larva formada por las ratas. Las ratas se retorcieron y tambalearon, lo que aproveché para empujarlas al vacío con patadas y mis pequeñas manos. Rin al ver que estaban por caerse rápidamente saltó a mis brazos.
—Te tengo
Las ratas malvadas cayeron al vacío mientras chillaban e intentaban separarse pero no podían debido a que su carne ahora estaba unida de una manera asquerosa. Pocos segundos después de empujarlas, escuché el estruendo de un golpe. Al parecer, el vacío no era infinito, o aún peor, las ratas no habían caído lejos.
—Gracias, creí que estaba…
Rin bajo de mis brazos con un salto, y caminó hacia una pequeña puerta que había en el césped. Se sentó frente a la pequeña puerta mientras volteaba a verme.
—Entiendo, debo salir de aquí antes de que ellas regresen
Volví a abrir la puerta y con un pequeño salto regresé a la habitación de mis tíos. Las tarjetas del tarot de mis tíos, estaban en la cama de mi tía Mayo. Verlas intactas me sacó una pequeña sonrisa llena de alivio, Rin impaciente me maulló mientras estaba sentado frente a la puerta.
—Entiendo, entiendo pero… ¿Cómo fue que entraste?
—La magia de la Lonexiety es tan fuerte que ni siquiera ella conoce sus propios atajos, y solo usé uno para llegar al mundo que creó para esa plaga —respondió Rin con una voz bastante varonil—.
—¿Qué? ¿Tú también hablas? —pregunté confundida mientras abría la puerta—.
Rin no volvió a hablar, parecía que la magia que le permitía comunicarse como un humano, se había desvanecido junto al color rojo de la puerta de la habitación. Volví a recoger a mi hermano para seguir a su lado y antes de mirar a los fantasmas, observé cada una de las cartas para descubrir quién era la persona que faltaba.
Esa persona era mi prima Lana, como había dicho antes ella siempre había sido como mi hermana mayor. Solo que no teníamos ese lazo sanguíneo y solo la veía 3 veces por año, era triste pero era lo más cercano a una hermana mayor que tenía.
Su carta era la última, y salvarla era mi última prueba para ganar este juego. Sabía muy bien que salvarla, no sería fácil, Elizabeth seguramente estaría muy molesta y desesperada. No obstante una parte de mi entendía que no sería mi último enfrentamiento con la bruja, y que ella no se iba a ir tan fácilmente así que mientras seguía a los fantasmas hacia su habitación, pensé con detenimiento cómo vencerla.
Nuevamente llegamos a otra puerta roja, a diferencia de antes, cuando intenté abrir la puerta, la puerta se abrió por sí sola, invitándome a entrar. Dejé a Jade con mis compañeros y entré con una mirada cansada, con lágrimas cargadas de miedo pero llena de determinación.
Crucé la puerta roja, apareciendo en medio de un apartamento, era el mismo en el que Lana vivía hace años. Tenía recuerdos borrosos de ese lugar, debido a que cuando era más pequeña, era cuidada por Lana, ya que mi abuelita no podía cuidarme, ni mis padres, esto debido a que mi abuelita estaba ingresada en el hospital por un accidente.
Caminé por los pasillos del viejo apartamento de Lana en busca de mi prima, no había nadie, estaba totalmente vacío, lo único que había eran los muebles que eran perfectos y estaban intactos como si el paso del tiempo jamás los hubiera afectado.
Cuando llegué a la habitación principal del apartamento, encontré todo como lo recordaba, una cama cubierta por una sábana de conejitos, frente a la cama había una televisión tan grande como mi pequeño cuerpo. La televisión se encendió en cuanto entré y la puerta se cerró de forma brusca, era una clara señal de que Elizabeth estaba por aparecer frente a mí, así que sujeté con fuerza mi linterna y me puse frente a la televisión.
La televisión comenzó a parpadear hasta encontrar un canal que transmitía un show infantil donde salía una mimo, la cual era interpretada por mi prima. Verla actuando en ese show me trajo bastantes recuerdos de esos años en los que viví con ella, los cuales nunca olvidaré por lo bonitos que eran.
—¡Niños! ¡Todos denle la bienvenida a Shiny!
—Lana —susurré con una pequeña sonrisa mientras me sentaba en la cama—