CICATRICES [Solo El Tiempo Lo Podrá Curar]

La puerta se abre dejándome ver a la señora Mckenna quien sonríe al verme

— Oh eres tu Christopher, ¿Vienes a ver a mi hija? — Pregunta con una generosidad que me saca una sonrisa

— Por supuesto señora Mckenna, he venido aquí a verla — Es algo innegable mi presencia del estar aqui, ella es consciente de lo que siento por Lía y hasta ahora es muy amable, aunque Lí me dice que su madre es de un corazón noble y amoroso.

— Dime Melissa, no hace falta mucha formalidad— Expresa y me deja entrar a su casa indicándome que Lía está en el jardín.

Camino hacia el jardín atravesando el living hasta salir por la puerta corrediza analizo el entorno y cuando la veo el corazón se me quiere salir del pecho. El aire ondea su cabello dándole un aura totalmente diferente, Sujeto bien ramo caminando a donde está sentada

— Buenas tardes, hermosa Ninfa — Murmuro con lucidez y le entrego el ramo que ella acepta gustosa con una sonrisa que derrite mi gélido corazón.

— Buenas tardes, Chris...

Me siento a su lado en la banca de mármol bajo un mediano roble

— ¿Qué tal tu día?

Suspiro al escuchar su pregunta

— Tedioso, el trabajo me tiene delirando —Digo con honestidad y humor, suelta una risita al mismo que recuesta su cabeza en mi hombro.

»Un gesto totalmente cariñoso y difícil de tolerar para alguien que nunca experimenta solamente simples polvos de una vez.«

No me muevo o la quito simplemente dejo que su cercanía y aroma envuelven mi ser

— ¿Qué tal el tuyo? Y ¿Adalia? —Estoy algo fuera de sí al no escuchar las risas y ocurrencias de la pequeña.

Adalia es esa niña con la que no te aburrirás ningún momento porque sabe como hacerte reír o incluso alegrar la situación. Es un ser lleno de luz

— Un día tranquilo en la espera de volver a mi vida normal y Adalia está con mi padre que la llevo al parque cerca de casa —Añade— Últimamente ha estado muy pasada de energía que me cuesta hacerla que descanse

Me mira con esos ojos azules brillantes que hacen duelo con mis ojos.

— Pronto volverás a tu vida normal Lía, me imagino que Adalia este así, últimamente está muy enérgica

Ambos seguimos poniéndonos al tanto de las cosas, ya sean mínimas o grandes hasta que escuchamos la voz de su hija bajo el umbral quien al verme corre con una alergia como si no me hubiese visto en años.

— ¡Christopher! — Me levanto de donde estoy y la alzó en mis brazos soltando grandes carcajadas

Su madre se une y Ada le da un beso en la mejilla diciéndole lo mucho que la quiere, el padre de Lía llega y yo bajo Adalia para poder saludarlo

— Señor Thomas, buenas tardes —Extiendo mi mano y su mirada es seria, pero después pasa a una más suave que estrecha mi mano y me atrae en un saludo modo abrazo

— Dime Thom, hijo — Articula y yo solo asentí con la cabeza

Habla conmigo con una soltura qué me sorprende, es como si ya me aceptara como un miembro más de su familia...

...᪥𑁍᪥𑁍᪥𑁍᪥𑁍᪥𑁍᪥𑁍᪥𑁍᪥𑁍᪥𑁍᪥...

La noche fresca en Londres es magnífica junto a las luces que la hacen brillar, Le ofrecí a Lía salir a dar un pequeño paseo para que no se viera agobiada de estar todo el día en su casa y ella aceptó, ya que es una liberación de estrés después de todo lo que paso últimamente. Adalia corre por el andén cerca del muelle siguiendo la línea de luces en el suelo

La miro de reojo y noto como se abraza asi misma en busca de calor.

— ¿Tienes frío? — Pregunto al momento de quitarme la chaqueta y colocársela

— Gracias... —Respondió afectuosamente, acomodándose mejor la chaqueta

Se ve jodidamente tierna con algo mío, desvío la mirada cuando siento el leve ardor en mis mejillas...

— ¿Te sientes bien? — la preocupación en su voz me hace mirarla al tiempo que ella toca mi rostro para verificar que no tenga fiebre o algo parecido

— Estoy bien —Con delicadeza apartó su mano y sigo mirando al frente para no perder de vista Adalia quien se detuvo frente aun puesto de helados.

— Dame dos, por favor —Pido al heladero preguntándole a la niña de que sabor y ella le dice que de chocolate — ¿De cuál quieres el tuyo? Lí

— Vainilla

El heladero sirve y entrega mientras yo pago, seguimos caminando hasta buscar una banca donde descansar un momento.

—Gracias Chris —agradece la pequeña con una sonrisa y vuelve a degustar el helado...

El entorno se vuelve uno lleno de calidez familiar, una que no había sentido desde que deje de ser un infante debido a que mis padres trabajan día y noche para que no nos faltará nada a mis hermanos y a mí. Aunque a veces lo material no recompensa los momentos dónde anhelamos tiempo de calidad con nuestros padres o simplemente decirle a los demás que ellos si estuvieron presentes.

Me gusta lo que pasa entre ella y yo es como esa pequeña familia que adoraría toda la eternidad, Lía y Adalia son esa calidez como luz que alumbran mis penumbras y el frío hielo de mi alma.

Pasamos un momento más en el muelle hasta qué llega la hora de irnos porque Adalia se quedó dormida

— Gracias por lo de esta noche Christopher, en verdad te agradezco todo lo que has hecho por las dos

Sonrió y le dejo un beso en la sien

— No me agradezcas pequeña Ninfa, yo soy feliz al verlas sonreír

La ayudo a abordar el auto entregándole Adalia en su regazo, cierro la puerta del copiloto y rodeó para luego yo subir, Abrocho el cinturón y prendo el vehículo comenzando el trayecto a su casa

— ¿Podemos ir a tu casa?

La pregunta le sale baja y con la voz Temerosa, aprieto un poco más el volante para maniobrar tomando otra avenida a dirección de mi casa.

— Por supuesto...

El rugido del motor del auto nos acompaña en todo el camino junto a las luces fluorescentes de la ciudad, No tardamos en llegar a hampstead y a la residencial donde está mi casa... Me adentro al estacionamiento subterráneo del edificio aparcando en mi espacio, apago el motor y bajo ayudarla para cargar a Adalia quien suelta pequeños ronquidos

Una vez que baja del auto caminamos al elevador, pero en la distancia presiono el control de mando para cerrar el vehículo, entramos al cubículo de metal, seleccionó el número de mi piso.

— Bienvenida nuevamente — expresó suavemente dejando que ella entre primero cuando las puertas de metal se abren.— Subiré para dejarla descansar en la habitación, ponte cómoda

Ella asiente y yo subo a dejar a la pequeña hada en la habitación de huéspedes

— Duerme pequeña —Le dejo un pequeño beso en su frente y salgo de la habitación sin hacer mucho ruido.

Bajo y la encuentro en el salón sentada en el sillón frente a la chimenea que está prendida

— ¿Te sientes bien? — Cuestionó al ver su mirada perdida en los chisporroteos de la chimenea.

— Si, todo está bien solo pensaba un poco

Su voz es cálida, pero se esfuerza para ocultarme algo, me acerco y me siento a su lado

— Sabes que puedes confiar en mí, Lía

Suspira y la veo limpiarse la lágrima qué se desciende por su mejilla

— Lo siento —se disculpa totalmente apenada, pero la atraigo hacia mí

— No te disculpes, es de humanos sentirse mal entre momentos y más cuando tales momentos no fueron tan gratos

Asiente con la cabeza sin sentirse tan tensa se deja envolver por mi agarre en su cintura.

— Me siento lista para afrontar Alexander para firmar el divorcio, cerraré ese capítulo donde solo las experiencias quedarán para evadir las que se vengan

....