En un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques densos, un joven llamado Leo descubre que su madre está gravemente enferma. Desesperado por salvarla, Leo se embarca en una búsqueda para encontrar el legendario Reloj Mágico de la Luna, que se dice que puede conceder deseos.
Pero el viaje no será fácil. Leo deberá enfrentar peligros y desafíos en su búsqueda del reloj, y descubrirá secretos sobre su familia y su pasado que cambiarán su vida para siempre.
¿Podrá Leo encontrar el Reloj Mágico de la Luna y salvar a su madre? ¿O el precio de su deseo será demasiado alto para pagar?"
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EL GUARDIAN DEFINITIVO
En ese momento, Leo lanzó su única técnica mágica que podía hacer por su cuenta. De su mano salió una llama en forma de fénix, que se elevó hacia los hombres encapuchados.
Pero no fue un problema para ellos. Con un simple hechizo de viento, desvanecieron la llama y la hicieron desaparecer.
Leo se sintió desanimado. Sabía que no tenía más opciones. Si no les daba el reloj mágico, ellos matarían a su mamá, Aria y los demás.
"Está bien", dijo Leo, con la voz temblando. "Les daré el reloj. Pero prométanme que no les harán daño a ellos".
Los hombres encapuchados se rieron. "No te preocupes por ellos", dijo uno de ellos. "Les daremos un final rápido y sin dolor. Pero primero, dame el reloj".
Leo se sintió como si estuviera en un callejón sin salida. Sabía que no tenía más opciones que entregar el reloj. Pero también sabía que si lo hacía, estaría poniendo en peligro el futuro de todo el mundo.
En ese momento, uno de los encapuchados le dijo a Leo: "Ya solo dame el reloj". Leo, sin opciones, se lo dio. Pero en ese momento, el reloj empezó a quemarle la mano al encapuchado.
El encapuchado gritó de dolor y soltó el reloj, que cayó al suelo. Los otros encapuchados se miraron entre sí, confundidos.
"¿Qué pasa?", preguntó uno de ellos.
El encapuchado que había sido quemado miró al reloj con miedo. "El reloj... no quiere que lo tengamos", dijo.
Leo se dio cuenta de lo que estaba pasando. "El reloj ya ha escogido a su guardián", dijo. "Y soy yo".
Los encapuchados se miraron entre sí, sorprendidos. "¿Qué quieres decir?", preguntó uno de ellos.
"El reloj solo puede ser utilizado por su guardián elegido", explicó Leo. "Y parece que ya ha encontrado a su nuevo guardián".
Los encapuchados se miraron entre sí, nerviosos. Sabían que no podían utilizar el reloj sin el consentimiento de su guardián elegido.
Leo cogió el reloj, y su madre y Aria se miraron entre sí, confundidos. Pero Leo no se detuvo. Activó el reloj, y una energía poderosa comenzó a emanar de él.
La emoción que tenía Leo no era odio, ni venganza, ni nada de eso. Era simplemente el deseo de proteger a sus seres queridos. Quería mantenerlos a salvo de cualquier daño.
En ese momento, el tiempo se detuvo. Todo a su alrededor se congeló, como si estuviera en una fotografía. Pero Leo no se detuvo. Miró hacia arriba, y vio a una mujer que se reflejaba en el cielo.
La mujer era hermosa, con cabello largo y oscuro, y ojos que brillaban como estrellas. Sonreía, y su sonrisa era cálida y amorosa.
"¿Quién eres?", preguntó Leo, sintiendo una conexión profunda con la mujer.
La mujer no respondió, pero en su lugar, comenzó a hablar en una voz que solo Leo podía escuchar.
"Soy la Luna", dijo. "Y tú, Leo, eres el elegido para proteger el mundo de la maldad. Yo te daré mi poder. Protege a los débiles. Tú eres el guardián definitivo".