Renacer Entre Telas

Las primeras luces del amanecer se filtraban por las ventanas del departamento de Camila, pero ella no había dormido. Sentada en el escritorio de su habitación, repasaba una y otra vez los documentos que Santiago le había entregado la noche anterior.

Cada página era un testimonio de las intrigas de Víctor Torres: empresas fantasma, movimientos financieros sospechosos y una red de contactos que parecía extenderse más allá de lo legal. Había algo más en esos documentos, algo que aún no lograba descifrar, una sensación de que cada línea ocultaba un significado más profundo. Un patrón.

La noche anterior, en un café discreto de la ciudad, Santiago había llegado puntual a su encuentro. Con una carpeta gruesa bajo el brazo y una mirada seria, la había recibido con un gesto breve.

—Aquí tienes —había dicho, extendiéndole la carpeta mientras tomaban asiento en una mesa apartada—. Esto es todo lo que he recopilado sobre Víctor Torres y sus operaciones en los últimos años.

Camila había tomado los documentos con manos firmes, aunque su interior era un torbellino de emociones. No esperaba que Santiago tuviera tanta información, ni que estuviera tan involucrado en el juego desde las sombras.

—¿Estás seguro de todo esto? —había preguntado, hojeando rápidamente las primeras páginas.

—Tan seguro como que estamos siendo vigilados —respondió Santiago con calma, pero sus ojos recorrieron disimuladamente el lugar—. Víctor no deja cabos sueltos. Pero si analizas bien esa información, encontrarás la grieta en su imperio.

Camila había guardado la carpeta en su bolso antes de despedirse. Ahora, esas palabras resonaban en su mente mientras repasaba cada línea en busca de esa grieta, esa debilidad que podría aprovechar para desmoronar el poder de Víctor.

Un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos. Leonardo entró, aún en pijama, con una taza de café en la mano.

—¿Otra noche en vela? —preguntó con una mezcla de preocupación y cariño.

Camila sonrió, aunque sus ojos delataban el cansancio.

—Solo trabajo. Ya sabes cómo es esto.

Leonardo se acercó, dejando el café sobre el escritorio y rodeándola con sus brazos.

—Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? No tienes que cargar con todo sola.

Camila asintió, pero una parte de ella sabía que debía protegerlo de la verdad. Leonardo era fuerte, pero este mundo de secretos y conspiraciones podía destruir a cualquiera.

—Lo sé, Leo. Y lo valoro más de lo que imaginas.

Horas más tarde, Camila se reunió de nuevo con Santiago en otro punto discreto. Esta vez, era un parque poco concurrido. Santiago ya la esperaba, revisando unos documentos adicionales que había conseguido.

—Encontré algo más —dijo, sin preámbulos, al verla acercarse—. Una conexión que no habíamos visto antes.

Camila tomó asiento a su lado, su interés despertado.

—¿De qué se trata?

Santiago le mostró una serie de fotografías y documentos que no estaban en la carpeta anterior.

—Hay una fundación en la que Víctor ha estado invirtiendo grandes sumas de dinero. Fundación Nexus. En apariencia, es una organización benéfica que apoya a comunidades rurales, pero hay algo extraño en sus operaciones.

Camila examinó las imágenes. En una de ellas, reconoció a Víctor estrechando la mano de un hombre alto, de aspecto imponente, que le resultaba vagamente familiar.

—¿Quién es este? —preguntó, señalando al hombre.

—Se llama Rafael Montenegro. Es un empresario, pero también tiene fama de estar involucrado en actividades ilegales: tráfico de influencias, manipulación de mercados… y algo más oscuro.

Camila frunció el ceño.

—¿Algo más oscuro?

Santiago asintió.

—Rituales. No es solo una figura del mundo empresarial. Se dice que está relacionado con prácticas esotéricas que buscan manipular energías para obtener poder.

Camila sintió un escalofrío recorrer su espalda. Los rumores sobre ese tipo de prácticas habían sido parte de las leyendas en los círculos empresariales, pero nunca pensó que alguien tan cercano a ella estuviera involucrado.

—¿Crees que Víctor está usando esta fundación como fachada para algo más? —preguntó.

—Estoy seguro. Y creo que Nexus es el centro de sus operaciones. Si queremos detenerlo, necesitamos infiltrar esa organización y descubrir qué está planeando.

Camila asimiló la información. Infiltrarse en la fundación no sería fácil, pero era un riesgo que estaba dispuesta a correr.

—Lo haremos —dijo finalmente—. Pero necesitamos un plan. Algo que nos permita entrar sin levantar sospechas.

Santiago sonrió.

—Ya estoy trabajando en eso.

Esa noche, mientras Leonardo dormía, Camila permaneció despierta, observando el techo. Su mente estaba dividida entre el amor que sentía por él, ella se ha enamorado sin darse cuenta de ese hombre y la misión que ahora la consumía.

—No puedo perderte —susurró en la oscuridad.

Tomó su teléfono y envió un mensaje a Santiago.

“Infiltraremos la fundación. Hazme saber cuándo estés listo.”

Apagó el teléfono y cerró los ojos, intentando encontrar paz en el caos que la rodeaba.

Pero, en algún lugar de la ciudad, Víctor Torres también estaba despierto. En su oficina, observaba las mismas fotografías que Camila había visto, pero con una sonrisa en los labios.

—Crees que puedes detenerme, Camila… pero esta vez, tú serás la pieza que complete mi jugada.

Encendió un cigarro y se recostó en su silla, mientras sus ojos se fijaban en una fotografía en particular: Camila, en una gala reciente, con Leonardo a su lado.

—Disfruta tu tiempo juntos mientras puedas. Pronto, todo cambiará.