Entre Dos Mundos: El Encanto De La Mitad Y Mitad

A la mañana siguiente, Liz despertó muy emocionada, recordando la noche anterior. Pensó en los labios de Demian y se sonrojó, revoloteando en la cama de vergüenza por casi besarlo.

Después de un rato, se alistó para ir a la escuela. Estaba tan sumergida en lo que Demian ahora significaba para ella que se olvidó por completo del problema con su amiga Mel.

Al salir de su casa, vio a lo lejos a Demian caminando en dirección contraria, rumbo a la universidad Gladius-B, ubicada a las afueras de Freshber.

"Me habría gustado saludarlo y despedirme de él esta mañana. Es una pena que no lo alcanzara", pensó Liz mientras se dirigía a la escuela, soltando un suspiró.

Al llegar a la entrada de la preparatoria Mox-A, se topó, como cada día, con Mel.

"¿Cómo estás, Liz?" preguntó Mel.

"Bien, bien," respondió Liz, un poco incómoda.

"¿Qué sucede, Liz? ¿Sigues desconcertada por lo que te dije? No era mi intención molestarte, solo quería que fuéramos más cercanas. Además, todo esto lo hago para protegerte y al resto de nosotros los humanos," dijo Mel.

"No sé qué pensar, Mel. Realmente no lo sé. Ni siquiera sabes si esos seres son realmente malos o peligrosos. ¿Cómo puedes decir que es para protegernos, si te basas en historias de tus antepasados?" dijo Liz, algo molesta.

"No entiendo por qué te pones así. ¿Por qué los defiendes? ¿Acaso conoces a alguno? Eres tú la que actúa diferente. Yo solo trato de evitar otra era del terror, según la historia que me contaron mis padres," dijo Mel, algo enojada.

"No actúo extraño y tampoco conozco a nadie así, pero no puedes saber si algo es malo solo por una historia de hace siglos," exclamó Liz, sintiendo que casi se delataba.

"Basta, Liz. Seguiremos con esto en el receso. Debemos entrar a clases," dijo Mel, tratando de calmarse y remediar la situación.

Ambas se miraron un segundo y Liz se dirigió al salón para tomar sus clases, dejando de lado el tema de la conversación. Se mantuvieron así toda la mañana, sin dirigirse la palabra más que para lo necesario. En la hora del receso, ambas se dirigieron al lugar de siempre bajo el árbol, ninguna llevaba comida, parecía que el apetito se les había ido.

Ya en el árbol de jacarandas, ambas se sentaron, se miraron fijamente por unos segundos y Mel inició nuevamente la conversación de la mañana.

"Liz, discúlpame por todo esto, pero entiende que me importas mucho. Eres como una hermana para mí. Solo hago esto porque es mi deber como sucesora," dijo Mel, mirando fijamente a Liz con cara de preocupación.

Liz tenía la cabeza hecha un lío. No sabía qué hacer. Por una parte, entendía el dilema de Mel, pero por otra, tenía que proteger a sus seres queridos, incluyéndose a sí misma. Mel era como una hermana para ella, la "conocía" desde hace años y ahora parecía que eso no significaba nada, pero el corazón junto a su mente estaban en una encrucijada. Liz estaba tan confundida, sin embargo debía actuar normal o levantaría sospechas sobre su naturaleza. Ya era suficiente con que Mel insinuara que Liz estaba relacionada con seres mágicos y que por eso actuaba así, como para sumarle un problema más.

"De acuerdo, Mel. No voy a seguir con esto. No estoy cómoda con tu herencia, pero la respetaré y trataré de entenderte, solo te pido que por favor no me metas en todo esto. " dijo Liz, tratando de mantener la calma para no levantar ninguna sospecha.

"Me alegra mucho que digas eso, Liz. Te prometo que no te afectará en nada mi herencia. Todo seguirá como antes de que te lo dijera, seguiremos siendo las mejores amigas" dijo Mel, mientras tomaba las manos de Liz.

Liz asintió, forzando una sonrisa. "Espero que así sea, Mel. De verdad quiero que todo vuelva a ser como antes."

Mel sonrió y le apretó las manos. "Lo será, Liz. Lo prometo."

Ambas se quedaron en silencio, intentando recuperar la normalidad que había sido alterada por secretos y revelaciones familiares.

Pasado un rato, Mel intentó iniciar una nueva conversación, dejando de lado el tema relacionado con su familia.

"Dime, Liz, ¿has pensado en la graduación? ¿Tienes a alguien en mente para llevar al baile? Recuerda que ya estamos a nada de terminar la preparatoria," dijo Mel algo nerviosa.

Liz se quedó pensativa un momento y, justo en ese instante, se le vino a la mente el rostro de Demian, lo que la hizo sonrojarse. "En realidad no lo había pensado, pero... creo que puedo decirle a alguien que me acompañe," respondió Liz.

"¿De quién se trata, Liz? ¡Por tu expresión debe ser alguien que te gusta mucho!" exclamó Mel, emocionada.

Liz no pudo evitar sonreír tímidamente. "Sí, hay alguien, pero... no estoy segura de lo que somos ahora ni de si querrá ir conmigo," dijo, algo nerviosa.

"No entiendo. ¿Quién es? Vamos, Liz, debes decírmelo, ¡la curiosidad me está matando!" insistió Mel.

"Es Demian. Me gusta muchísimo, aunque justo ahora no somos nada y el no sabe que me gusta. El otro dia hablamos y fue cuando me percate de este sentimiento, sin embargo no se si él siente lo mismo por mi," confesó Liz, súper nerviosa y roja.

"¿De qué hablas, Liz? ¿Eso en qué momento sucedió? ¡Explícame!" exclamó Mel, sorprendida.

"Es que ayer por la noche me encontré con Demian y estuvimos hablando. Necesitaba aclarar mi mente de todo y acudí a él. No le dije nada de ti, solo le pedí un consejo y él me ayudó mucho... Al final, cuando nos despedimos, casi nos besamos o al menos yo a él... pero ninguno de los dos dijo nada en concreto, tal vez no debería ilusionarme." explicó Liz, muy nerviosa y avergonzada.

"¿Lo dices en serio? No sé qué decir, Liz. Te envidio, Demian es súper guapo y varonil. Seria increíblesi el te diera tu primer besó, es un chico perfecto para ti." dijo Mel, disimulando un poco sus celos por al cercanía entre ellos dos.

"Tienes razón, Mel, pero tranquila, pronto tú también experimentarás algo así," dijo Liz, tratando de calmarla.

"Entonces deberías aclarar esto con él. Seguro que te dirá que también le gustas y que seas su novia, además podrías aprovechar para mencionarle el baile de graduación. Aunque eso también dejaría libre al otro chico que conociste en el cine, porque supongo no sientes nada por él. Tal vez podrías presentármelo para que yo vaya con él," sugirió Mel mientras le guiñaba el ojo.

"Claro, sería una gran idea, pero no sé si sea posible, ya que no me llevo mucho con él y..." dijo Liz, tratando de evitar que Mel lo conozca, ya que sería peligroso. "Pero veré qué puedo hacer, Mel," agregó, algo nerviosa.

"¡Perfecto! Te lo encargo mucho, Liz. Sería maravilloso para mí, me encantaría que fuese mi novio" dijo Mel, muy emocionada.

Liz asintió, intentando ocultar su inquietud. "Haré lo posible, Mel. Espero que todo salga bien."

Mel sonrió y le dio un abrazo a Liz. "Gracias, amiga. Sabía que podía contar contigo."

Liz correspondió el abrazo, pero su mente estaba llena de preocupaciones. Sabía que tendría que manejar la situación con cuidado para proteger a Kai, Demian y a sí misma, mientras intentaba mantener su amistad con Mel.

Después de eso, Liz y Mel continuaron con sus clases. Al final del día, Liz regresó a casa. Aunque todo parecía estar tranquilo con Mel, Liz sabía que ahora más que nunca debía ser cautelosa con su amiga; no podía permitirse flaquear ni un solo instante.

Ya en su habitación, Liz se encontró pensando en su relación con Demian. Aunque no estaba segura de si en verdad quería que fueran más que amigos, tenía miedo de preguntar. Demian no le había vuelto a hablar desde aquella noche, y Liz decidió evitar el tema por completo, temiendo una posible decepción. Así mismo sé mantuvo ocupada pensando como evadir la propuesta de Mel para invitar a Kai.

Los días pasaron como torrentes de agua, rápidos y fugaces. Antes de que se diera cuenta, el día de la graduación había llegado. Sin haber vuelto a hablar con Demian, Liz decidió asistir sola al baile, pues ella creia que era lo mejor, después de no haber aclarado las cosas con él. Se puso un vestido azul marino que realzaba su cabello era de una tela suave y fluida, que caía elegantemente sobre su figura, acentuando su elegancia y sofisticación. Las zapatillas eran de un tono plateado brillante, confeccionadas con un material reluciente que captaba la luz en cada movimiento. Estaban adornadas con pedrería, eran pequeñas gemas, que añadían un toque de glamour y sofisticación. Las zapatillas no solo eran hermosas, sino que también cómodas, permitiéndole moverse con gracia y seguridad. El conjunto completo la hacía destacar.

Mientras se preparaba, recordó cómo había imaginado este día durante años, pero nunca había pensado que llegaría con tantas emociones encontradas. Al mirar su reflejo en el espejo, suspiró y trató de convencerse de disfrutar la noche sin importar lo que sucediera, tal vez no era lo que ella había pensado, pero sabía que todo estaría bien.

El baile empezaba alrededor de las 7 de la noche, así que tenía tiempo de sobra. Decidió bajar a la sala y sentarse un momento con sus padres, quienes no podían dejar de admirar lo hermosa que se veía.

"Liz, te ves preciosa," dijo su madre, con una mezcla de orgullo y emoción en su voz.

"Gracias, mamá," respondió Liz, sonriendo tímidamente. "Es un día importante."

"Lo es," añadió su padre, dándole un abrazo. "Recuerda disfrutar cada momento."

Liz asintió, aunque su mente seguía ocupada con pensamientos sobre Demian. ¿Qué estaría haciendo él? ¿Pensaría en ella?¿Debería decirle sobre el bailé? ¿Debería confesarle sus sentimientos?

En ese instante llego un mensaje de Mel: "Liz dime que si le dijiste a ese chico, no quiero ir sola al baile por favor!"

A Liz le recorrió un escalofrío en todo el cuerpo, como le explicaría a Mel que Kai no iría al baile con ella, que ni siquiera sé lo mencionó para protegerlo. Lo único que Liz tenía claro era que ignorarla era la mejor opción hasta el baile.

Finalmente, el reloj marcó las 6:30, y Liz decidió que era hora de irse. Tomó su bolso y, con una última mirada de apoyo de sus padres, salió de casa. La noche estaba tranquila, y el aire fresco ayudó a calmar un poco sus nervios.

Fuera de casa miró por breves minutos la entrada de la casa de enfrenté, esperanzada de ver a Demian, pero sin rastro alguno de él, tomó una bocanada de aire y suspiró, dio media vuelta con dirección al bailé de graduación.