En un futuro distópico devastado por una ola de calor, solo nueve ciudades quedan en pie, obligadas a competir cada tres años en el brutal Torneo de las Cuatro Tierras. Cada ciudad envía un representante que debe enfrentar ecosistemas artificiales —hielo, desierto, sabana y bosque— en una lucha por la supervivencia. Ganar significa salvar su ciudad, mientras que perder lleva a la muerte y la pérdida de territorio.
Nora, elegida de la ciudad de Altum, debe enfrentarse a pruebas físicas y emocionales, cargando con el legado de su hermano, quien murió en un torneo anterior. Para salvar a su gente, Nora deberá decidir hasta dónde está dispuesta a llegar en este despiadado juego de supervivencia.
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Primera tierra
Argus que se encontraba en el mismo lugar de entrenamiento, ese día era diferente ya no iba a entrenar era el día de ir al torneo. Todos se formaron en una fila subiendo a un avión viejo arrumbrado donde viajaron dos horas seguidas hasta llegar a una base enorme como el tamaño de lo que era la antigua ciudad de New York o más grande
Bajaron del avión en una fila detrás de Argus sabían que iban a morir ocho de los nueve qué se encontraban allí iban a morir, aunque hicieran un lazo de amistad allí
El eco de las botas resonaba sobre el suelo de metal desgastado mientras los participantes se alineaban ante la entrada del ecosistema de hielo. A medida que se acercaban, la estructura parecía absorber la luz, emanando un resplandor tenue y azulado que contrasta fuertemente con la aridez del mundo exterior. Nora sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda al contemplar la puerta de acero que les separaba de lo desconocido.
La semana de entrenamiento había sido agotadora. Tras días de sol ardiente y temperaturas extremas que habían asolado sus hogares, el frío del ecosistema era casi un alivio. Pero al mismo tiempo, la incertidumbre de lo que les esperaba dentro llenaba el aire de tensión. Las miradas de sus compañeros eran un reflejo de esa ansiedad, cada uno enfrentando sus propios temores y esperanzas.
Argus, su mentor, apareció al frente, su figura imponente proyectando una sombra sobre el grupo. Con un rostro que parecía tallado en piedra, se dirigió a ellos con una voz firme y resonante que atravesó la atmósfera fría.
—Bienvenidos al ecosistema de hielo. Este es un lugar donde se enfrentarán a desafíos que pondrán a prueba no solo su fuerza, sino su ingenio y su capacidad para trabajar en equipo. —Hizo una pausa, permitiendo que sus palabras calaran en los corazones de los participantes—. Solo los ocho mejores pasarán a la siguiente fase. Los que no logren avanzar serán eliminados.
Nora tragó saliva, sintiendo que su corazón latía con fuerza. La posibilidad de ser eliminada era un recordatorio escalofriante de la gravedad de la competencia. Miró a su alrededor, identificando a sus compañeros: Vlad de Stonehill, Lian de Windridge, Mateo de Hollowford, Jackson de Greenfield, Lucas de Ironvale, Marcus de Vire, Lila de Eris y Jared de Horizonte. Nueve participantes, pero solo ocho pasarían.
—Recuerden que el ecosistema está diseñado para simular las condiciones más extremas que enfrentarán en el mundo exterior, —continuó Argus—. La temperatura helada es un obstáculo, pero no el único. Deberán enfrentar pruebas físicas y mentales que los empujarán al límite.
Los murmullos se intensificaron entre los participantes. Nora notó cómo algunos intercambiaban miradas de complicidad, formando grupos aún antes de que comenzara la competencia. El instinto humano de buscar apoyo en tiempos de crisis era palpable.
Argus dio un paso adelante. —Formen equipos. Tienen un minuto. Aquellos que no tengan compañeros deberán enfrentar la primera prueba solos.
Nora sintió la presión del tiempo, un reloj de arena que parecía desvanecerse en el aire helado. Observó a su alrededor, buscando a alguien con quien unirse. Lila se acercó rápidamente, sus ojos centelleando con determinación.
—¿Formamos un equipo? —preguntó Lila, con su voz casi ahogada por la ansiedad.
—Sí, claro, —respondió Nora, agradecida por la compañía. Pero su mente vagó hacia Marcus, quien se encontraba cerca, analizando la situación con mirada calculadora.
Marcus se acercó, interrumpiendo su momento de decisión. —¿Qué tal si me uno a ustedes? Somos más fuertes juntos.
Nora frunció el ceño. Recordaba claramente su última interacción, donde él había intentado manipularla para que le confiara su plan. Su desconfianza hacia él seguía viva, como una herida que no sanaría.
—No puedo confiar en ti, Marcus. ¿Acaso no recuerdas lo que me dijiste ese día cuando nos encontrábamos entrenando? , —replicó ella, su tono firme.
—Nora, esto es más grande que nosotros. Necesitamos unir fuerzas olvídate de lo que dije ese día, al menos en esta fase si queremos pasar, solo uno perderá y será ejecutado allá afuera, no hacemos nada con dividirnos, —dijo él, intentando suavizar su tono. La tensión era palpable entre ellos, un tira y afloja de emociones no resueltas.
Mientras tanto, Vlad y Mateo se unieron, formando su propio grupo. Jared y Lucas intercambiaron miradas, buscando una conexión. La necesidad de crear alianzas era innegable, y la desesperación por sobrevivir llenaba el aire helado.
—¡Queda menos de un minuto! —gritó Argus, su voz cortando a través del murmullo de la incertidumbre.
—Marcus, si te unes, debe ser en términos claros. No quiero sorpresas eso sería jugar sucio , —advirtió Nora, sintiendo que su decisión podría ser un error, pero la urgencia del momento la impulsaba a actuar.
—Eso es todo lo que pido, —respondió él, y aunque su sonrisa era confiada, Nora no podía sacudir la sensación de desconfianza.
Al final, se formaron tres grupos: Nora, Lila y Marcus; Vlad y Mateo; y Jackson, Lian y Lucas. Jared se quedó solo, mirando a su alrededor con frustración antes de decidir unirse al grupo de Nora, esperando que su astucia pudiera complementar el equipo.
Argus observó con atención, sus ojos agudos evaluando cada formación. —Bien, ahora que están listos, entren al ecosistema. Cada grupo enfrentará una serie de pruebas que determinarán quién avanza y quién se queda. Recuerden, deben trabajar juntos. La traición solo les costará caro.
La puerta del ecosistema se abrió con un chirrido ominoso. Una ráfaga de aire helado los envolvió, y el grupo de Nora se adentró con una mezcla de inquietud y determinación. Al cruzar el umbral, la iluminación cambió a un tono azul celeste, revelando un laberinto de paredes de hielo que se extendían hasta donde la vista alcanzaba.
El interior era un espectáculo de esculturas heladas que parecían cobrar vida con el movimiento de la luz. Pero detrás de su belleza había una atmósfera de peligro. Nora podía sentir la presión del entorno, como si el hielo estuviera observando cada uno de sus movimientos.
—Miren eso, —dijo Lila, señalando una estructura que parecía un rompecabezas tridimensional colgante en el aire. —Creo que esa debe ser nuestra primera prueba.
Un silencio tenso se apoderó del grupo mientras se acercaban. La estructura se iluminó al acercarse, revelando inscripciones en la superficie helada.
—Parece que debemos resolver esto para avanzar, —dijo Marcus, tocando la superficie fría.
—Pero, ¿cómo? —preguntó Nora, sintiendo la ansiedad apoderarse de ella.
—Quizás tenga que ver con la combinación de símbolos, —sugirió Jared, examinando los grabados con atención. —Tienen que significar algo.
Mientras el grupo se concentraba en la prueba, Nora sintió la presión del tiempo. En el fondo de su mente, sabía que cada segundo contaba. Se sentó a pensar, tratando de unir las piezas del acertijo en su mente.
—Debemos trabajar juntos, —dijo finalmente. —Cada uno de nosotros tiene algo que aportar.
—¿Cómo es que estás tan segura de eso? —preguntó Marcus, mirándola con escepticismo. —Tal vez deberíamos tomar diferentes caminos y probar a ver qué encontramos.
Nora lo miró, sintiendo que sus palabras eran una trampa. —Eso no funcionará. Si nos dividimos, nos perderemos.
Aun así, Marcus se encogió de hombros, como si su opinión no importara. Jared se intercaló entre ellos.
—Nora tiene razón. Debemos colaborar. Escuchémosla y unámonos para resolver esto.
Con eso, el grupo comenzó a discutir las inscripciones, buscando conexiones y patrones. La frialdad del entorno parecía intensificarse con cada intento fallido. La presión aumentaba, y los murmullos de frustración comenzaron a llenar el aire helado.
Nora concentró su atención en las inscripciones, tratando de desentrañar su significado. Con cada intento, los recuerdos de su vida antes del colapso volvían a ella. En su mente, revivía las historias de superación de su familia, sus enseñanzas sobre la importancia de la unidad en tiempos de adversidad.
—¡Es un ciclo! —exclamó Lila de repente, su rostro iluminado por una epifanía. —¡Los símbolos se repiten! Deben ser una secuencia.
Los demás miraron hacia ella, su entusiasmo era contagioso.
—Sí, ¡eso podría funcionar! —respondió Nora, sintiendo que la confianza en su grupo comenzaba a florecer.
Así, mientras se concentraban, cada miembro del grupo comenzó a contribuir, compartiendo ideas y patrones, sus voces resonando en el aire gélido. La frialdad del entorno se sentía menos opresiva, reemplazada por la calidez de la colaboración.
Finalmente, después de varios intentos, las inscripciones comenzaron a brillar intensamente y el hielo crujió, abriendo un camino que conducía más adentro del laberinto.
—¡Lo logramos! —gritó Jared, su voz llena de emoción.
Nora sintió un alivio profundo, pero también la creciente inquietud de que esto era solo el comienzo. Al avanzar hacia el siguiente desafío, supo que su supervivencia dependía no solo de su propia fuerza, sino de la habilidad