Anya despierta en el mundo de una historia que escribió hace años. Una historia sobre una bella princesa, un valiente caballero... y un despiadado dragón.
Decidida a mantenerse al margen de la gran guerra que se avecina, vive tranquilamente en un pequeño pueblo, hasta que accidentalmente salva a un pequeño niño y unos meses después un dragón aparece en su puerta.
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Los pensamientos del Duque.
La chica frente a él tenía un aspecto diferente.
Había miedo en sus ojos, por supuesto, era sencillo para Raenor Demasco reconocer el terror de las personas cuando lo miraban. Pero encontró también una emoción en ella que jamás había sido dirigida hacia él.
Parecía admiración.
No había señal de disgusto ni recelo, lo estaba observando al borde del asombro.
Tenía a su hijo en sus brazos, se aferraba a él como a la vida misma, tal vez pensaba que no la asesinaría si lo usaba como rehén. Había sangre goteando de sus oídos, debió haber estado cerca cuando Rowan hizo su Llamado.
Los otros dos que había matado al llegar también sangraban. Aunque ella parecía haberlo pasado peor. Su ropa estaba rasgada y sucia, su cabello rojizo estaba enmarañado, también tenía el labio reventado y un moretón que comenzaba a hincharse en su mejilla. Justo debajo de sus redondos y brillantes ojos azules.
- Entrégame al niño - le ordenó, aferrando la espada con más fuerza, si intentaba algo la mataría enseguida.
Sin embargo, la chica solo le extendió a su hijo y finalmente pudo tomarlo en brazos. Después de largos meses de angustia, Rowan al fin estaba de vuelta con él y pudo respirar por primera vez en mucho tiempo.
Solo debían volver a casa y todo sería como antes, nada más importaba...
Excepto...
- ¡Mamá!
Cuando esa palabra escapó de los labios de Rowan, el duque sintió su corazón detenerse.
Nunca creyó que escucharía al pequeño decir esa palabra. O alguna palabra para ser exactos.
Por un momento se preguntó si se había imaginado la voz del niño.
Pero no fue así, él había hablado y estaba gruñendo una advertencia a sus propios caballeros para defender a la extraña.
¡¿Quién demonios era esta chica?!
A pesar de la situación en la que se encontraba, ella misma fue quien tranquilizó a Rowan con una sonrisa.
- ¿Cuál es tu nombre?
- Anya... milord.
... Anya.
Esa chica tomó su mano sin dudarlo cuando se la ofreció. Por su apariencia y el estado del interior de la cabaña, pudo deducir que había peleado por defender a su hijo. Le había dado obsequios al niño y lloró cuando pensó que tenía que despedirse de él.
"Encariñado" fue la palabra que usó.
"Ningún humano sería capaz de amar jamás a un dragón".
Su padre le había dicho esas palabras y siempre habían comprobado ser verdad a lo largo de su vida.
- Es agradable conocer el nombre de mi esposo - la chica sonrió brillantemente y extendió su mano hacia él - Raenor Demasco, ¡me casaré contigo! Por favor cuida de mí en el futuro.
Esa sonrisa.
Lo deslumbró por un momento y la confusión lo invadió.
Pensó que le tomaría más esfuerzo convencerla. Por el bien de Rowan, tenía que llevarla con ellos, le hubiera ofrecido cuanto ella quisiera.
Pero ella no pidió nada.
Tomó su mano por segunda vez ese día y, al igual que la primera, ella no dudó ni le rehuyó a su tacto. La calidez de su toque pareció subir por el brazo del dragón hasta tocar su pecho.
Esta vez sellaba el trato que la convertía en su prometida.
...****************...
- ¡Mira, Rowan! Los campos están floreciendo, podremos hacer coronas de flores.
Raenor era incapaz de entender a esta mujer.
Ahí estaba ella, observando felizmente por la ventana con una cría de dragón sobre sus piernas. El duque se sorprendió al ver a Rowan subir a su regazo con tanta confianza, significaba que lo había hecho antes en más de una ocasión.
¿Quién era ella que ni siquiera se inmutaba ante el toque de un dragón?
Lo que más le molestaba era que ella sonreía como si no notara su propia mejilla hinchada o la sangre seca en la comisura de sus labios y oídos.
No podía soportarlo más, así que tomó su pañuelo y lo remojó en la medicina que pidió a Hadi antes de subir al carruaje, para después extenderlo hacia ella.
- Ponlo sobre tu mejilla y labio - tuvo que desviar la mirada, por experiencia su amabilidad sería rechazada o aceptada con recelo, hacer algo así no era usual para él y lo hacía sentir incómodo.
Pero ella solo mostró confusión al tomar el pañuelo y siguió sus instrucciones, haciendo una mueca de dolor al tocar su mejilla.
¡¿Realmente había olvidado que estaba herida?!.
Claramente le dolía, sin embargo, cuando Rowan mostró su preocupación, ella volvió a sonreír como si nada y lo tranquilizó.
- Lo remojé en medicina, debería ser de ayuda hasta que la vea un médico - explicó el duque en un intento de reasegurarla.
- Gracias, milord, ¡Mi futuro esposo es muy amable!
Su corazón se detuvo al escuchar esas palabras salir tan alegremente de sus labios. La observó fijamente, sin saber qué contestar, y sintió su rostro calentarse.
Ahí estaba otra vez esa sonrisa.
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- Bien, pero debo advertirle que tengo malos hábitos al dormir.
En su momento, Raenor realmente subestimó esas palabras.
Nunca había planeado realmente dormir junto a Anya, quería evitar que se sintiera incómoda tanto como pudiera, pero al final fue ella misma quien lo instó a hacerlo.
Su corazón latió fuertemente desde el momento en que se acercó a esa cama, le fue imposible conciliar el sueño y se preguntó ¿cómo era posible que ella durmiera tan tranquilamente en esos momentos?.
Había estudiado cada movimiento que ella hacía y no le parecía que estuviera fingiendo su afecto hacia Rowan. Aunque, en realidad ¿qué sabía él de afecto?.
Estaba perdido en sus pensamientos cuando sintió una cálida mano posarse sobre su pecho. Pegó un salto en su lugar y se giró hacia la chica.
¡Seguía dormida!
... ¿o no?.
¿Acaso estaba intentando algo?
Descartó la idea, ya que el niño estaba con ellos, no era posible que hiciera un movimiento así a propósito mientras Rowan estuviera en la misma habitación. Además... la chica estaba babeando un poco. No sería exactamente la mejor técnica de seducción.
Suavemente, retiró su mano y se deslizó más lejos sobre la cama. Cinco minutos después, volvió a sentirla sobre él.
Cada vez que se alejaba, la chica lo seguía.
Hasta que no tuvo más espacio para escapar.
Pensó en volver al sillón, pero la calidez del otro cuerpo le resultaba reconfortante. Así que decidió quedarse inmóvil solo un poco más.
La observó acomodarse contra él, sabía que estaba dormida, aun así le resultaba sorprendente la facilidad con la que ella se acercaba.
Jamás había estado en tanta cercanía con un humano. Nadie le había permitido acercarse tanto y mucho menos lo perseguía como ella lo hacía. Era solo un toque, pero parecía tener un efecto adictivo.
Y sacrificó muchas horas de sueño por esa cercanía.
Anya se veía realmente apenada cada mañana y había intentado diferentes métodos para evitar molestarlo por las noches. Sin embargo, casi todos fallaron. Excepto por la vez que se ató el pie al poste de la cama, Raenor terminó desatando la cuerda en medio de la noche por temor a que se hiciera daño en el tobillo.
Hasta que finalmente, una noche ella se acercó a él. El duque estaba listo para comenzar con la rutina de persecución pero, antes de poder alejarse, sintió la mano de ella cerrarse sobre su camisa.
- Si se aleja terminaré persiguiéndolo.
Escuchó la voz de su esposa en medio de la oscuridad.
- Si no le molesta, creo que esta es la mejor opción para poder dormir juntos, por favor, no huya de mí.
Su corazón se detuvo en ese momento.
Dejó de respirar y tuvo miedo de siquiera mover un músculo.
¿Le estaba dando permiso de quedarse a su lado?
El dragón estaba en estado de shock.
Él huía porque no quería correr el riesgo de que ella se disgustase al despertar por tenerlo junto a ella. Pero ahora mismo le estaba pidiendo que ya no se alejara más. ¿Por qué? ¿Solo por su comodidad?.
- De acuerdo - aunque logró mantener su voz monótona, sintió el calor subir hasta su rostro.
...****************...
Aparte de las noches que pasaba con Anya, Rowan y la cebra de juguete que su hijo llevaba con él a todas horas y que los acompañaba a dormir, Raenor intentaba cruzarse con su esposa lo menos posible.
La razón era sencilla, ella ya tenía que encargarse de Rowan todos los días, no quería imponerle la presencia de otro dragón y arriesgarse a que se hartara de ellos.
Él no necesitaba ni esperaba su afecto, mientras ella tuviera suficiente cariño para Rowan, bastaría.
Esa era la razón por la cual había ignorado todas las notas que ella le había enviado invitándolo a cenar. Pensó que probablemente Rowan se lo había pedido, pero ella no esperaba realmente que apareciera.
Hasta que, por supuesto, ella misma apareció como un huracán en el patio de entrenamiento para dejar en claro que las peticiones sí las había hecho ella voluntariamente.
También era la razón por la que le había dado los domingos como día libre. Con la esperanza de que con ello evitaría que ella se cansase de estar rodeada constantemente por dragones.
No esperaba interrumpir accidentalmente su primer domingo en la casa Demasco.
Pero mientras él intentaba desesperadamente terminar con la conversación y quitarse de su camino, ella alegremente los invitó a acompañarla.
Nunca creyó que la invitación se extendiera también a él, así que intentó despedirse y volver a la mansión. Sin embargo, la chica le pidió acompañarlos mientras sus mejillas se tornaban rojizas.
Raenor no supo distinguir si era falsa amabilidad o no, pero ¿cómo podría negarse si lo pedía de esa manera?.
Después de que él aceptara ella sonreía incandescentemente.
Y cuando Anya mencionó la belleza del lago, él, que acababa de ver algo más hermoso, sintió que era insípido en comparación.
- ¡Vengan! - la chica había tendido una manta bajo un árbol, un "pícnic" era algo que el Gran Duque de Demasco jamás había hecho, así que dudó por unos momentos sobre cómo actuar.
Claro que su esposa no tenía la paciencia para esperar a que decidiera. Sintió el tirón de su mano y cayó a su lado.
- ¿Quiere probar una fresa? - vio la fruta que ella extendía justo frente a él. ¡¿Qué estaba haciendo?! Sintió el color subir a sus mejillas, abrió la boca pero fue incapaz de articular palabra alguna, entonces ella empujó la fruta contra sus labios y no tuvo más opción que aceptarla, estupefacto ante sus acciones.
La chica rio de una manera que jamás la había visto. Tan abiertamente, tan auténtica. Junto a él.
- ¡Mamá! ¡Yo quiero una fresa también! - escuchó a Rowan reclamar su atención y, mientras los veía intercambiar fruta y reír despreocupadamente, Raenor sintió el deseo de inmortalizar la alegría de ese momento y comenzó a dudar de las cosas que había creído hasta ese día.
Al tiempo que los veía juguetear en el agua y recoger flores juntos, el duque estaba sumido en sus propios pensamientos.
"Ningún humano sería capaz de amar jamás a un dragón".
Ese había sido un hecho estipulado en su vida, pero la existencia de Anya lo desafiaba cada día, porque no había forma de que la chica que estaba poniendo una corona de flores sobre la cabeza de su hijo no amara al pequeño dragón.
- ¡Gracias por venir con nosotros! - cuando Anya le colocó la corona de flores con una radiante sonrisa en su rostro, un pensamiento peligroso surgió de lo profundo de su mente.
Si ella era capaz de amar a Rowan...
Se detuvo inmediatamente al notar la dirección de sus pensamientos.
Él no necesitaba su afecto.
- ...de nada - respondió, apenas siendo capaz de controlar sus emociones.
Cuando Rowan los dejó solos, el duque intentó iniciar una conversación para mantenerse distraído de lo que sucedía en su cabeza.
- En la cabaña usted me preguntó qué era lo que deseaba ¿recuerda? - preguntó Anya eventualmente, no había forma de que Raenor no lo recordara, lo único que la chica pidió fue poder hacerle un obsequio al niño entre lágrimas. Ella asintió en dirección a su hijo - Quiero proteger esa sonrisa, quiero ver a Rowan crecer feliz y a salvo. Haré lo que sea para asegurarme de que eso pase. ¿Me ayudará?
Él no pudo contestar enseguida, atacado nuevamente por sus pensamientos.
¿Por qué? ¿Por qué hacía tanto por ellos? No era su responsabilidad.
Ella no esperó su respuesta, se puso en pie y comenzó a recoger, él finalmente reaccionó y tomó la cesta de sus manos con suavidad.
- Permítame ayudarle - con la cesta, con su deseo, con lo que sea que pida. Raenor encontró sus ojos azules que reflejaban el lago y el cielo despejado en ese momento.
Él no necesitaba su afecto.
Sin embargo, temía que comenzaba a anhelarlo.
...****************...
- Milord, una carta del palacio ha llegado para lady Anya - reportó Hadi, mostrándole el sobre decorado en oro y con la marca del segundo príncipe.
Raenor apretó los dientes, sabía que Johannes la llamaría a su palacio en cuanto se enterara de la existencia de una Novia en Demasco. Solo que no pensó que la noticia le llegaría tan rápido.
- Sería una buena oportunidad para comprobar sus intenciones - al escuchar la sugerencia de su ayudante en voz alta se sintió miserable. Debía admitir que en un inicio esa había sido su intención, probarla al dejar que ella lidiara con el asunto sin intervenir.
Ahora, no quería dejar que el segundo príncipe respirara siquiera el mismo aire que ella.
- ¿Milord? ¿Debería desecharla entonces? - al notar su renuencia, Hadi preguntó por la alternativa a seguir.
Raenor odiaba la idea de enviarla a la trampa de arena que era el palacio. Pero también debía pensar en la seguridad de Rowan. Cualquier oferta del segundo príncipe sería tentadora y, seguramente, no sería la única que recibiría.
Si los traicionaría, lo mejor era saberlo ahora.
- No - respondió, sintiendo un peso en el pecho - entrégasela junto con el resto de su correspondencia y vigila sus pasos.
Esperaba que Anya intentara escabullirse para encontrarse con el segundo príncipe sin que él se enterara. Sin embargo, al caer la tarde ella entró en su oficina y lo informó ella misma.
El duque fingió desconocimiento y preguntó si quería asistir. En el fondo, estaba casi deseando que ella rechazara la invitación y se sintió en parte desilusionado cuando ella dijo que asistiría.
Intentó mantenerse al margen, realmente lo intentó. Había enviado a Hadi para escoltar a Anya al palacio, solo debía esperar a que regresaran y su ayudante le informaría de todo lo conversado.
Sin embargo, había algo que inquietaba su corazón. No podía precisarlo, pero fue incapaz de quedarse atrás y partió inmediatamente hacia el palacio.
Llegó a tiempo para escuchar la conversación desde el otro lado de la puerta, mandó a Hadi a vigilar al final del pasillo y se quedó para escuchar a Johannes tender su trampa usando palabras dulces.
Echó un vistazo a través de la puerta entreabierta y vio la mano de ese bastardo sobre la de Anya. Sintió una emoción amarga invadirlo, deseaba sacarla de ahí en ese instante. Ya no le interesaba saber qué decisión tomaría.
O más bien, no quería saber si tomaría la oferta en su contra.
Al verla en cercanía con el segundo príncipe comenzó a temer que caería por él como lo habían hecho tantas otras doncellas.
Por eso sabía tanto sobre los planes del príncipe, no era la primera vez que lo intentaba. Sirvientas, cocineras e incluso alguna que otra noble, cualquier mujer bonita que entrara a la mansión Demasco eventualmente sería llamada al palacio en secreto. El duque sabía bien que su propia casa estaba llena de espías del segundo príncipe, y quién sabe cuántos espías más del resto de la familia real y la nobleza.
Por suerte, no era sencillo matar a un dragón. De cualquier forma no tenía caso hacer nada al respecto, quien llegara después sería igual.
No es fácil obtener lealtad si eres un monstruo.
Así que Raenor no esperaba en realidad ningún tipo de lealtad de parte de Anya cuando el príncipe extendió el frasco de veneno hacia ella.
Sus manos se cerraron en puños, esperando el momento en que ella lo aceptara.
Y entonces la escuchó reír.
Un sonido tan fuera de lugar que lo hizo imitar la expresión de desconcierto del segundo príncipe.
Ella no solo rechazó su oferta, sino que se rio en su cara y defendió a Demasco.
"Mi esposo", "mi casa", "mi hijo", "mi familia". Usó esas palabras con naturalidad, dejando en claro que no perdonaría ningún intento por lastimarlos.
El dragón no pudo evitar que su corazón palpitara cuando ella orgullosamente se llamó a sí misma su "Novia".
- ¡¿Lo defiendes?! ¿Crees que alguna vez te amará? ¡Él es un monstruo! ¡Él nunca amará nada!
El duque pudo notar que Johannes estaba perdiendo los estribos rápidamente, sin embargo, a Anya pereció pasarle desapercibido y se giró para darle una respuesta enfurecida.
- Él no es un monstruo, el único monstruo que conozco lo estoy mirando.
- Maldita... Te mostraré cuánto se preocupa por ti, veamos si le importa en lo más mínimo cuando le haga un moretón a esa bonita cara.
Raenor lo vio tirar violentamente del brazo de Anya, levantando la mano para golpearla, y perdió la cabeza por completo. De un momento a otro estaba presionando su espada contra la yugular de un miembro de la familia real. Curiosamente, el hecho de que Anya estaba ahí lo mantuvo lo suficientemente consciente para evitar cortarle la cabeza de un solo tajo.
- Suelte a mi esposa - fue lo único que consiguió decir. Controlar su voz fue un trabajo sobrehumano.
- ¡¿Qué crees que estás haciendo, Demasco?! ¡Estás amenazando a un príncipe! - el idiota no tenía idea de la suerte que tenía solo por seguir respirando.
- Estaré matando a un príncipe si no la suelta - no lo repetiría una vez más, de alguna forma lidiaría con el desastre de asesinar a un miembro de la realeza.
Por suerte, al príncipe aún le quedaba algo de cerebro y dejó ir a la chica.
Raenor apenas pudo conservar la suficiente cordura para cerrar la conversación antes de tomar a su esposa y salir de ahí.
Su mente era un tumulto mientras caminaban. Debía encontrar algo que lo distrajera o volvería a esa habitación a cometer regicidio. ¿Por qué ella no había aceptado? ¿Por qué se arriesgó a la ira del príncipe por defenderlos? No tenía nada que ganar si se aliaba con Demasco.
Pensó en disculparse con ella, él la había puesto en esta situación por motivos egoístas y casi resultó herida. Sin embargo, ella fue más veloz y su disculpa lo tomó desprevenido. Ella, a quien por poco habían golpeado, se preocupaba más por haberle causado problemas al duque.
Raenor no pudo contenerse más e hizo la pregunta que lo estaba carcomiendo por dentro.
- ¿Por qué no aceptó la oferta del príncipe? Él la habría recompensado generosamente.
Ella lo observó de manera extraña por algunos momentos para luego detenerse y girarse hacia él con una expresión llena de determinación.
- No dejaré que nadie les haga daño. No permitiré que nadie le haga daño a usted o a Rowan, ahora son mi familia y haré todo lo que esté en mi poder para protegerlos. Entiendo si aún no puede confiar en mí, pero soy fiel a mis palabras, rechacé la oferta porque no me importa si es un príncipe, no me importan las recompensas ni los castigos. Todo lo que quiero es que usted y Rowan tengan una vida larga y feliz.
Su respuesta, lejos de tranquilizar a Raenor, lo confundió aún más.
¿Protegerlos? ¿Esta chica era consciente de que ellos eran dragones? Todo lo que hacía lo dejaba perplejo y aceleraba su corazón. Ella era una contradicción andante y, lo más extraño, era que él creía en sus palabras.
No sería lo más inteligente, creer tan fácilmente las dulces palabras que se sentían como una bendición.
Pero cuando ella sonrió de una manera que parecía decir "Todo está bien", descubrió que se preocupaba más por llegar a conocer cada una de sus sonrisas que por la posibilidad de que ella estuviese engañándolo.
"Todo lo que quiero es que usted y Rowan tengan una vida larga y feliz."
Que bueno sería si esa vida la incluyera a ella ¿no es así? Raenor se dio cuenta de estos pensamientos peligrosos y se detuvo, aun si ella no quisiera matarlo, no quería decir que se quedaría con ellos para siempre. Después de todo, su matrimonio tenía una fecha de expiración con sus firmas en ella.
Volvieron a andar, sus pasos automáticamente acoplándose a los de ella y el duque pensó, por primera vez, que once años era muy poco tiempo.
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- ¡Milord! - la voz de Hadi, llamándolo por quinta ocasión, lo hizo finalmente emerger de la profundidad de sus pensamientos y apartar la vista de la ventana.
Afuera, en el jardín, Anya y Rowan jugueteaban, persiguiéndose uno al otro.
- ¿Qué sucede, Hadi?
- Llegó el reporte de gastos de este mes - dejó un montón de papeles sobre el escritorio de la oficina del Duque. - También... los resultados de la investigación sobre Lady Anya...
Cierto, le había pedido investigar el pasado de su esposa. Estaba intrigado por la forma en que su impasible ayudante dudó al reportárselo.
- ¿Qué encontraste? - ocultó su nerviosismo, si había algo malo, no estaba seguro de querer saberlo. Sin embargo, la respuesta de Hadi lo dejó aún más perplejo.
- Nada.
Raenor frunció el ceño, tal vez debería recortarle el sueldo. Antes de que eso sucediera, el ayudante continuó.
- Nadie en Rosental sabía de dónde vino o tenía alguna información sobre su pasado antes de aparecer en el pueblo. La mujer que la ayudó a establecerse en la cabaña dijo que la encontró en un camino cercano, mojada de pies a cabeza.
- ¿Buscaron en los pueblos que rodean Rosental?
- Nadie la reconoció - respondió Hadi - es como si hubiese aparecido de la nada. Y el tiempo en el que llegó al pueblo concuerda con el de los secuestradores del joven amo... Milord, ¿no cree que es una gran coincidencia?
- ¿Dices que ella estuvo involucrada? - aunque intentó contenerlo, un atisbo de molestia se filtró en la voz del duque.
- No, no podría asegurarlo, parece tenerle afecto al joven amo - Hadi se abstuvo de llegar a una conclusión, debía admitir que la chica era un enigma - sin embargo, sería mejor mantenerla bajo vigilancia.
- Entiendo, puedes retirarte - no quería escuchar más del tema, cuanto más lo pensaba, más le dolía la cabeza. Prefirió volver su atención hacia los documentos sobre el escritorio.
Antes de salir, el ayudante se giró de nuevo hacia su amo.
- Milord, si me permite preguntar... ¿Qué piensa usted de Lady Anya?
Raenor alzó la mirada de los papeles en sus manos y se detuvo a meditarlo por unos segundos.
- Ella es... - realmente, pensando en el tiempo que llevaba de conocerla, en su inocente actitud despreocupada y en las noches insomnes que había pasado con ella aferrada a su pecho, solo había una palabra que se le ocurría para describirla - es un koala.
...
Finalmente había pasado, pensó Hadi, su amo había perdido la cabeza.
El ayudante ni siquiera sabía cómo reaccionar a su respuesta. Por lo que solamente lo observó con su usual expresión imperturbable.
- ... Entiendo - no necesitaba, ni quería mayor explicación al respecto. Simplemente salió por la puerta, dejando al duque solo con sus pensamientos.