Gabriel Patel y Xavier Hudson son como hermanos desde siempre y cuando ambos hicieron una familia quisieron que sus hijos siguieran la misma línea.
Pero quizás esa no era una muy buena idea.
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Quince
Aquella noche Julianna durmió poco, ella había cambiado mucho después de la muerte de su madre y sus abuelos pero el cariño que sentía por Sabrina no lo había hecho aunque intentaba hacer ver lo contrario.
Ella fueron amigas desde que balbuceaban prácticamente, juntas habían vivido muchas cosas, la rubia era la única que sabía de primera mano su más escondido secreto, su amor por Renato, como también sabía ella del amor que sentía su amiga por su hermano Axel, pero desde que llegó al colegio ese klaus a la princesa Patel se le metió en la cabeza que quizás Axel no estaba destinado a ella y por eso había conocido a aquel tonto.
Después de pasar todo el día encerrada en su habitación, cosa que no era ya algo raro en ella, tuvo una idea.
Miró su teléfono y vio que le quedaba poco tiempo para llegar al club antes de que lo hiciera su amiga pues sabía que ella no era de las que se retrasaba, entró a su guardarropa y busco un conjunto de los que usaba últimamente, falda muy corta y camiseta escotada y más corta aún, se vistió y bajó rápido hasta la entrada de la casa, si no había un chófer disponible tendría que pedir un taxi y eso iba a enfadar mucho más a su padre.
Por suerte el nuevo estaba allí, y sin decir nada a nadie le indicó a donde debía llevarla.
Llegó al club y fue directamente a una de las muchas cafeterías del lugar que era extenso, sabía cual de ellas era la que le gustaba a klaus pues más de una vez había acompañado a Sabrina para verlo de lejos y allí estaba, miró su reloj deportivo y vio que ya eran las cuatro y cuarenta.
El chico estaba en una mesa solo, tomaba algo y tenía una sonrisa descarada mientras bebía, como si hiciera planes dentro de su cabeza.
- Hola klaus- le dijo llegando a él y apoyando sus manos sobre la mesa para que se le notara el escote, Julianna era todavía una chica delgada pero sus senos eran bastante desarrollados para la edad, herencia de su madre, además de ser bastante alta y eso le daba un aura de feme fatale al estilo Jessica Rabbit.
Vio como la sonrisa del chico se agrandó mientras metía los ojos en su pecho.
- Hola Julianna- le contestó.
- Vaya que bueno que sabes mi nombre, pensé que tendría que empezar por presentarme.- le dijo acercando más sus pechos a la cara del joven.
- Y que bueno que tú sabes el mío, eso nos da un poco de confianza.- el tipo se pasó la lengua por los labios sin dejar de mirar los senos de la chica y a ella se le revolvió el estómago.
- Entonces porqué no vamos a otro lugar, es que aquí hay mucha gente y no confío en todas- le dijo jugando con la palabra confianza.
- ¿Te parecen bien las duchas? Es un lugar muy confiable.- mordió rápidamente el anzuelo, ni siquiera le importó que ya había quedado con otra.
- Claro que sí bebé. - Julianna pasó uno de sus dedos sobre el brazo del chico, para ese entonces ya había visto de reojo a Sabrina entrar por la puerta de uno de los costados de la cafetería, así que sonrió y esperó a que él se levantara para salir juntos de allí.
Caminaron hasta el edificio de las duchas, él iba diciendo tonterías y ella reía sin deseos por lo que fuera como si estuviera embobada por su compañia, sabía que su amiga los seguía intentando ser prudente.
No habían dado ni diez pasos dentro de las duchas cuando Julianna fue aprisionada por el cuerpo de klaus contra una hilera de taquillas en las que se colocaban las toalla, el tipo no era muy alto y eso le dio la oportunidad a ella de ver sobre su hombro que Sabrina también había entrado, entonces vio sus ojos, eran de decepción pura.
Con aquella mirada Julianna comprendió que había roto para siempre lo poco que quedaba de su amistad, pero eso era lo mejor, ya ella no era la de antes, ella se había convertido en alguien que no era bueno para nadie y aquel era su último acto de amor para su amiga, después de eso sabía que ella nunca más dejaría que este tipo se le acercara.
La peliroja vio las lágrimas de su amiga caer y también la vio girarse y salir de allí sin hacer el menor de los ruidos y cuando ya estuvieron solos bajó su mano derecha hasta el exitado miembro del tipo que tenía restregándose contra ella y lo agarró.
Con odio se lo retorció apretando su puño como si de un trapo viejo se tratara y aunque lo vio retorcese del dolor y tratar de zafarse no lo soltó.
- ¿Qué te pasa, eres una loca? Suéltame- casi que suplicó él mientras ella con su agarre lo obligaba a agacharse.
- Sí, estoy loca, y no sabes con la clase de loca que te metiste- Julianna apretó aún más y lo escuchó gimiquiar suplicando- Si te veo otra vez siquiera mirar en la misma dirección que Sabrina Patel tu precioso amiguito va a desaparecer para siempre.- le dijo amenazante en el oído.
- ¿Todo esto por esa insulsa?- le habló como pudo y ella le provocó aún más dolor- Ya, ya, ya entendí, ella es tuya, no te preocupes no voy a acercarme.- Julianna sonrió, el tonto creyó que ella estaba enamorada de Sabrina.
- Otra cosita, si alguien se entera de esto, puede que todas tus redes sociales se vean inundadas de fotografías tuyas teniendo sexo con menores de edad, y créeme, me voy a encargar de que sean muy menores y en un instante tendrás detrás de ti al MI6, a la Interpol y hasta al FBI, así que te aconsejo que te mantengas calladito y tranquilo, esa es tu mejor opción, ¿Entendiste?- ella apretó aún más al ya muy maltratado miembro y el gimiqueó más fuerte.- Dime si entendiste que no escuché- volvió a retorcerlo.
- Sí, por favor ya basta.- lloriqueó y a ella le dio más asco del que ya le tenía, era un cobarde miserable.
- No olvides mi nombre bebé, pero recuerda, es mejor que nunca lo menciones.- lo intimidó un poco más y lo soltó para dejarlo en el suelo lloriqueando como niña de siete años e irse de allí.
me quedo sin palabras
excelente la novela
un ejemplo para las mujeres
saber que pueden reconstruirse siempre. solo es querer hacerlo y tener amor propio
cada quien en su lugar
felicitaciones a la autora