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ENTRE LÍNEAS PROHIBIDAS

ENTRE LÍNEAS PROHIBIDAS

Status: Terminada
Genre:Completas / Embarazo no planeado / Matrimonio arreglado / Romance de oficina / Casada con el millonario
Popularitas:51.8k
Nilai: 4.4
nombre de autor: Antonia Rovayo

¡A menos que un milagro salve nuestro matrimonio y nuestro futuro del colapso! Con cualquiera de las opciones, terminaré con el corazón roto. Decírselo y arriesgarme a perderlo. O mantener mi secreto y aún así perderlo. Él está centrado en su trabajo y no quiere complicaciones. Antonio nunca amaría este hijo nunca. Me dejó. Solo éramos nosotros dos, pero Antonio rompió la única regla que nos impedía estar juntos. Todo fue diversión y juegos hasta que estuvimos caminando de la mano por las calles de Europa. Ese hombre también es mi jefe Antonio, pensó que sería divertido ir a Europa y casarse. Se me ocurrió casarme por contrato falso, con un hombre que está comprometido con su trabajo.

NovelToon tiene autorización de Antonia Rovayo para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

BUENOS EN EL AGUA

Antonio Punto de Vista

Quería molestarme con Ambar, pero la encontraba demasiado adorable. Se estaba emborrachando para fastidiarme, o tal vez, porque había decidido mandarlo todo a la mierda y simplemente darse el gusto de vivir. Era una faceta que nunca había visto de ella. Por otra parte, era mi asistente. Trabajaba para mí. Así que, por supuesto, todo lo que había visto era su eficiencia y profesionalidad. ¿Fuera del trabajo era así? Curiosa. Animada. Ligera y libre. Dios, deseaba poder ser como ella. Dejarme llevar y vivir. Disfrutar de la vida. No podía hacerlo. No completamente. Pero podía asegurarme de que ella lo hiciera.

—¿Quieres bailar? —Le pregunté cuando me di cuenta de que había música en el restaurante.

Sus ojos se entrecerraron como si pensara que tenía algún tipo de plan oculto. Me limité a devolverle la mirada.

—Claro, ¿por qué no?

Seguía pareciendo desconfiar de mí mientras la guiaba hacia la pequeña zona de baile. No había nadie más, pero supuse que la gente la miraría a ella más que a mí. Era como un faro iluminando de adentro hacia afuera. Su sonrisa era radiante. Sus ojos brillaban de felicidad, y probablemente de demasiado Schümli Pflümli.

—Tienes que animarte, señor Hershey —dijo mientras inclinaba la cabeza hacia atrás y nos hacía girar al ritmo de la música folclórica tradicional suiza.

—¿Estás diciendo que soy aburrido? —Levantó la cabeza.

—No, estoy diciendo que estás tenso. Estás en medio de los Alpes, por el amor de Dios. Te juro por Dios que prácticamente puedes llegar a tocar el cielo y ¿qué estabas haciendo? Trabajando. Qué desperdicio de día.

No estaba equivocada. Pero trabajar era la mejor manera que entrepiernacía para no tocarla.

—Siento haberte decepcionado. —Su cara compuso una mueca.

—No, no lo haces.

En realidad, lo estaba. La verdad era que me molestaba que tuviera una mala opinión de mí. Hubo momentos en este viaje en los que me sentí como un maldito superhéroe, dándole experiencias que de otro modo no habría tenido. Pero no era algo mío, fue todo obra de Len.

—Siento que lo que soy te moleste. —Traté de aclarar. Ella dejó de bailar y me miró fijamente.

—No voy a sentirme culpable por herir tus sentimientos. No soy nadie, Antonio. —Fruncí el ceño porque eso no era cierto—. En tu mundo, solo soy la asistente, así que mi opinión no importa. Pero tú tienes el mundo a tu alcance. ¿Sabes cuánta gente no viene nunca aquí, que nunca van a ningún sitio, pero les gustaría hacerlo? Puedes ir donde quieras, cuando quieras, y en lugar de contemplar la belleza y el esplendor, te escondes en tu trabajo.

Me sentí escarmentado y, al principio, quise defenderme, pero como ella tenía razón, no había nada que pudiera decir.

La atraje hacia mí y comencé a bailar de nuevo mientras empezaba a considerar que esta pequeña diatriba se debía simplemente a que estaba molesta por cómo me había alejado de ella.

—¿Estás molesta porque no te estoy cogiendo? —Mi tono era acusador, y en el momento en el que las palabras salieron de mi boca me sentí como un idiota por preguntar.

Se rio de forma burlona.

—Bueno, al menos sé que en el fondo eres un hombre de verdad.

La miré, odiando lo decepcionada que parecía estar conmigo. No podía decidir si debía ofenderme por el hecho de que ella antes pensase que yo no era un hombre de verdad, o por el hecho de que ahora fuera un hombre de verdad. ¿Era malo ser un hombre de verdad?

—¿Qué quieres decir?

—Crees que todo tiene que ver con tu entrepierna. No necesitas tu entrepierna para disfrutar del aire de la montaña o de la vista del lago. O para escuchar a los lugareños contar su folclore. O beber café de ciruela o...

—O bailar música suiza. —Por lo menos, eso sí que lo estaba haciendo.

—Lo que trato de decirte, señor Hershey, es que necesitas distraerte y vivir un poco. Y que necesitas apreciar lo que tienes.

Odiaba que me llamara señor Hershey, como si fuera mi asistente. Pero oh, eso es lo que era.

—Necesito un poco de aire. —Se separó de mí y se dirigió hacia la puerta. Al pasar por delante de nuestra mesa, lancé un fajo de billetes que esperaba que cubriera la comida y la propina, y la seguí fuera. El aire de la noche era fresco y tranquilo, lo que ayudaba a despejar mi cerebro de la niebla creada por el restaurante y el alcohol.

Ella se detuvo e inhaló, como si también estuviera despejando su cabeza.

—¿Podemos caminar?

—Por supuesto. —Cruzamos la calle para caminar junto al lago de Brienz. Lo hicimos en silencio durante un rato y luego ella, finalmente, preguntó:

—¿Qué quieres, Antonio?

—¿Ahora mismo? —Quería que dejara de pensar que yo era un maldito imbécil.

—No. En la vida. ¿Por qué no puedes apreciar esto? —Se detuvo y miró hacia el lago. Se estremeció ligeramente y se frotó los brazos.

—No lo sé. —Mi respuesta fue automática, ya que no me interesaba ahondar en mi psique. Me quité el abrigo y se lo puse sobre los hombros, deseando poder usar mi cuerpo para mantenerla caliente.

Ella aceptó mi abrigo con un gesto de agradecimiento.

—No saber es aún peor que simplemente no apreciar.

—Por supuesto que lo es —bromeé. Se volvió hacia mí, como si le sorprendiera la irritación de mi voz. Bajé la mirada a sus preciosos ojos grises—. No puedo ganar contigo. Todas mis respuestas solo sirven para que me veas peor.

Bajó la mirada.

—Estoy siendo muy desconsiderada. —Volvió a mirar el lago—. Melissa se desmayaría si pudiese ver todo esto. Estaría dibujando y pintando. Se empaparía de todo. Pero lo más probable es que nunca pueda venir aquí. Ella se merece estar aquí en lugar de ti.

Suspiré.

—Soy quien soy, Ambar.

Se volvió rápidamente hacia mí, sorprendiéndome. Su mano se apoyó en mi pecho.

—No. No me lo creo. Veo que quieres más. A veces, incluso te permites experimentarlo, pero la mayoría de las veces te cierras en banda. No lo entiendo. Y supongo que me da rabia porque es un desperdicio.

Me sentí desnudo y vulnerable mientras la miraba. Mi mano se posó sobre la suya, apoyada en mi pecho. Era como un salvavidas mientras sentía que me ahogaba en un mar de emociones.

—No sé qué quieres de mí —logré decir.

—¿Qué quieres tú, Antonio?

—A ti. —La palabra salió de mis labios antes de que pudiera pensar en lo que significaba. Pero era la verdad. Estaba de pie en un lugar gloriosamente bello del mundo, pero podría haber estado en medio de algún pueblo de mala muerte porque todo lo que podía ver era a ella. Pero, entonces, mi juicio volvió—. Pero no puedo tenerte.

—Lo estás haciendo de nuevo. Estás a punto de disfrutar de algo y luego decides que no puedes. ¿Por qué? ¿Es solo porque trabajo para ti? ¿O crees que no mereces sentirte feliz?

—¿Tú qué quieres? —pregunté. No me gustaba toda la atención que había sobre mí.

—Quiero empaparme de todo lo que hay en este lugar para no olvidarlo nunca. Quiero emborracharme de la vida. Quiero que mi jefe deje de mirarme como si fuera un caso de caridad y una fruta prohibida.

—¿Caso de caridad? Tú eres la que me ha dicho que tú y tu hermana no tienen oportunidades como esta.

—Tienes razón. Eso no fue justo. El punto es que estamos aquí en este hermoso lugar. Solo nosotros dos. Tu abuela no está aquí. Tus hermanos no están aquí. Tu padre no está aquí. Ninguno de ellos sabrá si te sueltas y disfrutas por un minuto. Sé que quieres hacerlo. Lo veo en tus ojos. —El viento le echó el pelo hacia atrás. La nostalgia por ella me llenó el pecho—. Cuando vuelvas, puedes centrarte solo en el trabajo, Antonio, pero aquí, permítete vivir. Acordamos que este viaje estaba fuera del mundo normal.

—Amigos —dije, recordando las pocas veces que hablamos de nuestra relación en este viaje.

—Sí. Amigos.

Arriesgándome, pasé el pulgar a lo largo de su mejilla. La deseaba tanto. ¿Podría realmente dejar de lado todos mis complejos y obligaciones para disfrutar de los próximos días?

—¿Estamos siendo honestos? —pregunté. Después de todo, yo era su jefe. No podía soltar peticiones inapropiadas. Pero confiaba en ella. Creía en lo que decía.

Se rio.

—Acabo de llamar a mi jefe...

—Amigo —corregí.

—Amigo. —Acabo de llamar a mi amigo niño malcriado y estirado. Creo que hace tiempo que pasamos de la honestidad a la brutal verdad.

Eso es lo que me gustaba de ella. Sabía cuál era su posición sobre las cosas.

—La única experiencia viva... la única experiencia real que de verdad quiero disfrutar ahora, eres tú.

Estudié sus ojos para ver qué pensaba de eso.

—¿Puedes hacerlo sin sentirte culpable y salir corriendo como si te ardiera el culo? —Mis labios se curvaron hacia arriba.

—Puedo intentarlo. —Ella negó con la cabeza.

—Tendrás que hacerlo mejor. Sé lo que te pasa, pero eso no cambia lo humillante que es que un hombre salga corriendo de la cama lleno de arrepentimiento y aversión.

oh. Realmente era un imbécil.

—Lo siento, Ambar. Dios... Incliné mi cabeza hacia delante y la apoyé en la suya—. Nunca quise humillarte. Es todo por mí.

—Sé que lo es, pero eso no cambia lo que siento por mi parte. No quiero volver a sentir eso.

—No quiero que vuelvas a sentir eso. Nunca. —Levanté la cabeza y la miré profundamente a los ojos preguntándome por qué me aguantaba—. Si te soy sincero, disfruto de toda la comida y la cultura de Europa, pero puedo prescindir de ella por trabajo.

—Sí, lo sé. —Ella frunció los labios.

—Pero tú, Ambar. Me resulta muy difícil resistirme a ti. La forma en la que lo absorbes todo es tan encantadora... Tu sonrisa me golpea aquí —dije presionando mi mano sobre mi corazón—. Por muy escandaloso e inapropiado que sea, quiero hacer exactamente lo que dices que tengo que hacer, vivir un poco mientras estoy lejos del trabajo y de la familia. Pero todo esto —hice un gesto con la mano hacia los bonitos edificios suizos situados junto al lago— puedo obviarlo. Lo que realmente quiero es complacerte a ti. Amigos con derecho a roce desde ahora hasta que volvamos a San Diego.

Su respiración se entrecortó y por un momento me pregunté si había ido demasiado lejos. Luego, sonrió y me rodeó el cuello con sus brazos.

—Ya es hora de que te pongas al día. —Me dio un beso rápido—. Deberíamos volver al chalet. ¿Sabías que hay un jacuzzi? Quiero empezar allí.

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Berta Alicia Hernandez
o sea Antonio y ámbar quedaron en 3l olvido ya no son los protagonistas de ka novela, pero escritora sigues mezclando el nombre de ámbar con Ricardo y no una sino muchas veces ,muy recurrente .o sea decídete O Ricardo esta con Ámbar o con melissa.
Antonia Rovayo: Son dos hermanos y dos hermanas
total 1 replies
Berta Alicia Hernandez
apellido de laa chicas y nombres ,y cambias Ámbar x melissa y así tanto que confundes a uno
Berta Alicia Hernandez
pensé que los protagonistas eran Ambar y Antonio, y quien es Ricardo? porque hasta donde recuerdo ,ninguno de los hermanos de Antonio se llama Ricardo y quien es kelly?
Adriana Padron De Parra
Muy lindas historias de amor, corazones sensibles que se unieron para curar sus miedos y sus heridas, felicitaciones y muchas gracias
Antonia Rovayo: Gracias a ti!!
total 1 replies
Adriana Padron De Parra
🔥🔥🔥😈😈😈🔥💥💥 son candela, los amo también
Adriana Padron De Parra
No sé si estoy equivocada, pero nos perdimos la boda de los protagonistas, ella la quería en la playa y aparentemente por el comentario de Ricardo fue en Fidji, otra cosa hay problemas con los nombres de los hermanos de Antonio, no se creo que la aplicación dejó de subir ese capítulo y repitio este último.
Adriana Padron De Parra
Amé a la abuela, buen sacudon le dió a Antonio y lo trajo a tierra, y amo también su humildad a la hora de reconocer a Ámbar que fue un bruto y que la ama ❤️❤️❤️❤️
Elizabeth Araiza
muy bonita novela,
Mirian Torrealba Sánchez
Normal
Desiree Gil
Que hermosura! 💕💕
Desiree Gil
Qué lindo 😍
Sandra Mora
y empezarán a salir más secretos....
Nelly Mondoñedo
Muy agradecida con su novela Escritora la disfruté mucho Felicidades y Bendiciones para Ud
Nelly Mondoñedo
Bueno
Nelly Mondoñedo
Malo
Guadalupe Barrios
Encantada con tu novela muchas felicidades 🤩🤩
Sandra Mora
Excelente
Sandra Mora
todo un reto, tanto la trama como el de los personajes...
Monica Mendoza
Malo
Monica Mendoza
Muy malo
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