Arráncame La Vida

Mi confianza en Félix era evidente. Había decidido huir de clase con él, ambos estábamos reencontrándonos después de algunos años y las cosas eran muy diferentes. ¿Que más podría cambiar entre nosotros?

Cruzamos en dirección a la rotonda. Su mano estaba tibia y no me dio pena que la gente nos viera tomados de la mano. Nada me daba pena en ese momento, solo, por culpa de un mentado beso, eso es lo que si me daba pena en el fondo del corazón.

—¿Le temes a las alturas? —Me preguntó.

—Que yo sepa no. ¿Que planeas?

—Subiremos a ver la ciudad.

No esperaba eso, huir de la escuela para poder ver la ciudad desde un globo aerostático; eso no estaba en el plan de hoy. ¡Pero aquí estábamos!

Nos detuvimos cerca de la entrada a la canastilla, yo no me sentía nervioso, lo único que podría decir, era que mis sentidos no se encontraban del todo despiertos. Félix le mostró los boletos a un hombre que estaba a cargo y él nos condujo al interior de la canastilla.

—¿Están listos? —preguntó el hombre.

—¡Listos! —respondió Félix.

—Disfruten de las alturas.

El suelo comenzó a alejarse de nosotros, el viento aumentó su intensidad y era como si lentamente, nos alejáramos de nuestra realidad en el cielo.

—¡Nunca me había subido a uno de estos! —Dije con algo de emoción.

Félix me regaló una mirada amistosa.

—¿Como te sientes?

—¡Muy chido! Neta que, esto esta padre.

La ciudad era muy grande, el movimiento de los autos era rápido y el viento nos acariciaba con ternura. ¡No sé! Estar aquí arriba me hizo creer que todo iba a estar bien, me di cuenta de que los problemas emocionales que yo cargaba en el interior, tenían una salida. ¿Cual era la salida a mi situación con Anuel? ¡Si al menos su nombre se borrará de mi alma!

—A veces cuando siento que algo no anda bien conmigo, me gusta venir a Explanada solo para poder subir a este globo.

—¿Te desahogas aquí arriba?

—Aja. Vengo a buscar calma en las alturas.

Y sí, Félix se veía bastante despreocupado justo ahora.

—¿Piensas que algo malo me pasa?

—No precisamente que sea malo, pero sí, pienso que algo te pasa porque eso fue lo que me dijiste en los baños de la escuela.

Dirigí mi vista para poder observar su rostro de perfil. Sus ojos estaban bien enfocados en la ciudad y no se distrajo con mi contacto visual. ¿Que pensamientos tendría él sobre mí?

—La verdad es que si me pasa algo —dirigí mi vista al frente.

—¿Quieres hablar de ello?

¿Aumentar la confianza con el chico que alguna vez fue el dolor de mi juventud? ¿Confiar más en mi antiguo bravucón? ¡Me sentía confundido! Las cosas que me pasaban eran asuntos del corazón, cosas tremendas con el primer amor y en su totalidad, todo se resumía con pronunciar su nombre. ¡Anuel! Cinco letras, tres vocales y dos consonantes que retumbaban en mi interior. ¡Esa era la fuente de mi dolor! Quién algún día fue mi primer amor, hoy es mi primer historia de desamor. ¡Ironías de la vida!

—Este fin de semana que pasó volví a ver al chavo que fue mi primer novio.

Ni siquiera fui capaz de pronunciar la palabra "ex".

—Suena a que debió ser un encuentro algo intenso.

—¡Lo fue! Y aunque estábamos con otros amigos, no sé, yo sentía algo en el interior.

—¿Aún le quieres?

—Me embriagué y terminé besándolo en los sanitarios del pub en el que estábamos.

Me pareció escuchar que reía.

—¡Orales! Si que te pusiste algo intenso.

—¡Ya sé! Pero esa no es la causa principal por la que me siento confundido.

—¿Pasó algo más?

—Sí. Bueno, o sea, yo sé que el besarlo no estuvo bien, de hecho, cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, me alejé. Pero entonces él quiso seguir y nos seguimos besando.

El viento nos golpeaba en la cara, estar en las alturas parecía ser una buena terapia para poder desahogarse. ¡Félix tenía secretos!

—¿Y estuvo mal que él quisiera seguir besándote?

—¡Obviamente! Él se casó.

¡Rayos! ¿Que pensaría Félix de mí? Me dio un poco de vergüenza. ¡Besé a un hombre casado!

—¿Han hablado de lo qué pasó?

—En realidad no. Bueno, él me mandó mensajes esa misma noche, pero yo no quise responder. ¡No sé cómo defenderme! Fue mi culpa, todo por emborracharme.

Esta vez, giró lentamente para poder mirarme.

—La culpa es de los dos. Tuya por besarlo y suya por seguir queriendo tus besos.

—¡Ya sé! Y, o sea, lo peor es que me siento como esas señoras que les roban el marido a las buenas mujeres. ¡Ay no!

Félix no pudo evitar reírse por lo que dije de ser como una señora.

—Señora roba maridos. ¡Que pasado!

—Ya no me digas. Lo peor de todo es que su esposa es mi maestra del taller.

—¡Que! ¿Neta?

—Sí. Ella es su esposa y yo, yo fui el verano más caliente que él pudo tener.

Félix parecía no saber que decir, se quedó callado, decidió mirar al frente una vez más y yo, comenzaba a sentirme un roba maridos. ¡Chingada madre!

—Y por qué no lo gritas.

—¿Gritar? ¿Que debería gritar?

Sonrió.

—Pues que eres un chico rompecorazones y a demás de eso, un chavo roba maridos —se empezó a reír con mucha fuerza.

¿Que otra cosa podía hacer? La neta no pensé que su idea fuese mala y quise intentarlo.

—¡Soy un jodido roba maridos! —Grité con mucha fuerza—. ¡Besé a mi ex y él también me besó! ¡Besé a un hombre casado! ¡Jodete Anuel! ¡Eres un maldito!

Decirlo a todo pulmón me causo bienestar. ¡Me sentí más libre de repente! Con unas ganas de querer emborracharme y decirle al mundo que se fuera a la mierda. ¡Anuel debía irse a la mierda!

—¿Ya te cansaste de gritar?

—Me siento como una vieja loca. ¡No es normal! —y comencé a reír de la nada.

—¡Estoy con un chico roba maridos! —Está vez fue él quien empezó a gritar—. ¡Estoy con un chico que me puede romper el corazón! ¡Me gusta ese chico!

Sus ojos se impactaron con mis pupilas y mi risa era imparable. ¡Estábamos bien locos los dos!

—¿Tienes hambre? —Pregunté sin pena.

El globo empezó a descender, el panorama comenzó a tornarse normal y todo se volvió efímero en segundos. ¡Este momento jamás querría olvidarlo!

—¿Te gustó esto?

—Fue increíble.

—¿Que sientes ahora?

—¡Tengo hambre! —Soy sincero.

Intercámbianos risas.

—Te llevaré a comer algo.

Después de estar abajo, empezamos a correr hasta llegar a la entrada principal,  bajamos por las escaleras eléctricas, había gente que subía, bajaba, caminaban para entrar y para salir. ¡Parecía ser un día tranquilo! Excepto por nosotros, parecíamos tener mucha locura, estábamos corriendo por el pasillo y la gente nos miraba como si fuésemos bichos raros.

—¿Que se te antoja? —Preguntó él.

—No sé. ¿Que es lo que venden?

Nos detuvimos en el área de comida, a esta hora había varias mesas vacías y los negocios de comida eran muchos.

—¿Quieres pizza?

—¡Bueno!

—Espérame en la mesa, iré a pedir.

Asentí. Me dejé caer en la silla y me acomodé rápidamente. ¡Estábamos locos! Y lo mejor es que ya no me dolía tanto el pensar en Anuel. ¿Lo estaba superando? ¡No tanto así! Solo un poquito, gritarlo me ayudó. Saqué mi celular y vi que tenía varios mensajes.

**Maricruz: **¿Dónde rayos estas? La maestra preguntó por ti. 🤨😤

**Dan: **¡Me fui de pinta! 😏🤟🏼

Maricruz: ¡Qué! ¿Es en serio? ¡Canijo! 😡🤬🤬

**Dan:** No tenía ganas de ir a la clase. ¡Me sentía asfixiado! 🥴

Maricruz: Estás siendo demasiado dramático. ¡Te pasas de verga! 🫠🫠🫠

Dan: ¡Hey! ¿Desde cuando dices groserías fuertes? 😫

Maricruz: Desde que te fuiste de pinta. ¡Canijo Dan! 😡🥺 Me hubieses llevado contigo. ¿Andas solo?

Dan: Estoy con Félix.

Maricruz: ¿Entonces es verdad? 😏😍😍

**Dan: **¿Que es verdad? 🧐

Maricruz: Pues que eres su novio 😏❤️‍🔥

Dan: No. Nada que ver. Solo somos amigos. ¡Además ya conoces a Félix! A él no le gustan los chicos.

Maricruz: Eso es verdad, a Félix no le gustan los chicos, le gusta Dan ❤️‍🔥😌.

—¿Avisaste que saliste de pinta? —Félix sostenía una caja de pizza.

—¡Ah! No.

—¿Y ese corazón? —Definitivamente era una mala idea tener mi pantalla con todo el brillo.

—¿Te molesta?

—No. Pero me da curiosidad.

—Es Maricruz, me está reclamando por haberme venido de pinta sin ella.

—¿Neta, nunca te habías ido de pinta? —Destapó la caja de pizza y mi estómago se alocó demasiado.

—De verdad, nunca.

Sus ojos comenzaban a parecerme atractivos, sus labios se movían al ritmo en que masticaba y sonreí como idiota. ¿Que estaba pasando en mi interior?

—¿Por que me miras así? ¿No quieres comer?