En el antiguo jardín de la mansión, la mesa de té estaba meticulosamente dispuesta para dos, mientras el sol de la tarde bañaba el escenario con suavidad. El hombre, impecable en su apariencia pero distante en su mirada, apenas prestaba atención a la dama frente a él. Sus cabellos rubios danzaban con la brisa, pero su expresión reflejaba tristeza y resignación. Con voz serena pero cargada de pesar, ella deslizó un documento sobre la mesa, diciendo: "Espero que encuentre a alguien que lo ame en la medida en que usted no lo considere una molestia."
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Capitulo 15
Edith, con una chispa de furia contenida en su mirada, se enfrentó a su padre con una voz apretada y llena de reproche.
- Edith: Si pensabas así, padre... Por qué me comprometiste con ese hombre despiadadamente orgulloso? ¿Por qué no respondiste al menos a una de las tantas cartas que les envié? ¿Por qué parece que te importó ahora que ya estoy ahogada?
Preguntó Edith, con una claridad que resonaba en la habitación.
El Marqués parecía aturdido por las contra preguntas de Edith. Flexionando para sí mismo, se preguntó en silencio.
- Marqués Everglen: [¿Por qué lo hice? ¿Fue por tu deseo? ¿O fue un intento de cubrir mis faltas como padre, creyendo que te daba el mejor futuro?]
La realidad se volvía clara frente a él. Recordó el incidente con Dalton, cuando casi pierde la vida en un accidente causado por juegos de niños. Bibian casi enloqueció y culpó a Edith. Entonces, el Marqués se dejó influenciar por las palabras de Bibian, creyendo que era mejor sacar a Edith de la vida de Dalton para protegerlo. Se reprochó por priorizar al heredero de la familia sobre su propia hija.
Con el paso de los años, se justificó a sí mismo esa distancia con Edith, convenciéndose de que no valía la pena entablar una relación con alguien que eventualmente dejaría de llevar su apellido. Se culpó por creer en las palabras de Bibian, por permitir que influyeran en su relación con Edith.
- Marques Everglen: [ Eso fué estúpido... Edith nunca dejaría de ser mi hija ¿Qué clase de padre pone a un hijo por encima de otro?]
Se preguntó, sintiendo el peso de sus propias decisiones. Se dio cuenta de que había sido cómplice en el dolor que había causado a Edith, permitiendo que las palabras de Bibian dictaran sus acciones.
- Marques Everglen: [Entonces ¿porque me tomo por sorpresa el odio en sus ojos? Acaso esperaba que por decirle algunas palabras olvidará todos los años de dolor que le causamos]
El Marqués se encontró sumido en un torbellino de pensamientos, enfrentando la dura realidad de sus acciones y la inevitable inevitabilidad del destino de Edith. Por un momento, se permitió sentir el peso de su culpa y el dolor de su hija, pero pronto se vio obligado a enfrentar las duras normas sociales y las expectativas de la familia Everglen.
Tragando saliva con dificultad, intentó encontrar las palabras adecuadas para abordar la situación, pero se sintió atrapado en un ciclo de culpabilidad y deber. A pesar de querer a Edith, el apellido Everglen seguía siendo su prioridad, y estaba claro que no podía cambiar las costumbres arraigadas del reino.
El Marqués comprendió lo peor, ni siquiera podía ayudar a Edith. Aceptar la anulación del compromiso con el Duque Beaumont no eliminaba el hecho de que, de acuerdo con las normas sociales, Edith debía ser comprometida nuevamente para no deshonrar el apellido Everglen.
Con un tono molesto, tratando de despegarse de la culpabilidad, el Marqués afirmó.
- Marqués Everglen: No importan los motivos, ya está hecho.
Dando por sentado que no intentaría forzar a Edith a volver con el Duque, Edith abrió los ojos sorprendida, sintiendo un alivio momentáneo. Sin embargo, ese alivio se desvaneció cuando su padre continuó hablando.
- Marques Everglen: Sin embargo, sabes cuál es tu deber y obligación como miembros de esta familia.
Declaró el Marqués, provocando un estremecimiento en Edith. Ella cerró la boca con fuerza, reprimiendo sus sentimientos.
- Marques Everglen: Deberás comprometerte nuevamente, pero esta vez me tomaré el tiempo necesario para elegir al hombre correcto.
Sentenció su padre. Edith, aunque ya había anticipado que esto ocurriría, no pudo evitar sentir una oleada de aversión al escuchar confirmado su destino. La angustia se apoderó de ella mientras comprendía que, a pesar de todos los desafíos y descontentos, su padre aún estaba aferrado a las expectativas y tradiciones que regían la vida de la alta sociedad, y siempre priorizaría el honor de la familia sobre ella.
Edith, con una mirada fría y distante, hizo una reverencia ante su padre mientras pronunciaba con voz firme y controlada
- Edith: Como usted diga, Marqués. Haré lo necesario para no deshonrar su apellido.
El rostro de Edith mostraba una expresión gélida y distante, una distancia que el Marqués no estaba acostumbrado a ver en su hija. Mientras pronunciaba esas palabras, se despidió con una elegancia forzada, manteniendo la compostura ante la difícil realidad que enfrentaba.
Al ver el intento de Edith por parecer fuerte y la forma evidentemente lastimada que se reflejaba en su expresión gélida, el Marqués, por un momento, extendió la mano como si quisiera detenerla mientras se alejaba. Sin embargo, a medida que reflexionaba, su mano se desvaneció lentamente en el aire.
Se dio cuenta de la inutilidad de su gesto. ¿Qué consuelo podría ofrecerle él cuando era parte fundamental de la razón por la cual Edith se encontraba en ese estado de dolor y angustia?
Por más que deseara poder hacer algo para aliviar el dolor de su hija, comprendió que él mismo era parte fundamental de la causa de ese sufrimiento. La distancia emocional que había permitido crecer entre ellos ahora parecía insuperable.
Edith, a punto de entrar a su habitación después de aquella angustiosa conversación con su padre, fue detenida por Dalton, quien la jaló suavemente de la mano hacia él. Edith no parecía sorprendida y mantenía la cabeza baja. En un tono inusualmente serio, Dalton le preguntó:
- Dalton: ¿Qué pasa? Verte así no es divertido... ¿El Duque realmente te rechazó?
Edith no respondió y ni siquiera levantó la mirada para enfrentar a Dalton. Ante su insistencia, él la tomó por la barbilla y levantó su rostro, encontrando sus ojos. Desconcertado, notó que Edith estaba llorando y balbuceó:
- Dalton: Estás llorando... ¿Por qué estás llorando? ¿Ya te arrepentiste de tu decisión?
Edith, visiblemente afectada, forcejeó para alejarse de Dalton y, con evidente odio, le gritó:
- Edith: ¡Tú no sabes nada! ¿Qué podría saber tú? ¡Maldición, déjame en paz!
Dalton quedó paralizado frente a la explosión de emoción de Edith. Ella se retiró bruscamente a su habitación, dejándolo solo y desconcertado en el pasillo, frente a la puerta cerrada.
Y si es cierto que se dice que con la clase se nace y en algunas ocasiones se hace...¡Usted, francamente desertó de las dos!.🤨😒