Diurnos | VOL. I

Cálidamente Blake desliza sus manos hasta subirlas hacia su cuello, acomodando su cabello tras sus pequeñas orejas, y sujetándola cuidadosamente de sus rosadas mejillas, la acerca hacia sus enardecidos labios para besarla con delicadeza, mientras Tanya se aferra a sus caderas, apoyándose sobre éstas.

…

Tanya: – ¡Ay por Dios! – (Sonrojada) – Todavía no puedo creerlo, yo... He besado a la chica más hermosa de toda la academia. – (Mirando a Blake embobada) – *En éste momento me siento la persona más afortunada del mundo entero. * – (Felicidad plena) – Dios... – *¡Por segunda vez he besado a mi crush! * – (Atónita)

Blake: (Risilla) – ¡Oy! No metas a Dios en esto, ¿quieres? – (Acaricia su cuello) – Tranquilízate, no es para tanto. – (Sonríe) – Estás exagerando... –

Tanya: (Avergonzada) – Lo siento... Siento mi entusiasmo, Blake... Es que todo esto me sigue pareciendo un sueño. – (Suspira) – A decir verdad, no creí que aceptarías mis sentimientos, de hecho... Temía que realmente me rechazaras y que te alejaras de mí debido a ello. – (Abatida)

Blake: (La sujeta de su cintura acercándola a ella) – Uspokoysya, idi syuda Tanya... (Tranquila, ven aquí) – (Rodea su cintura con ambos brazos para abrazarla) – Descuida... Es recíproco. Lo prometo. –

Ambas quedaron deleitándose entre besos y abrazos durante un buen rato, jugando con el roce de sus narices y mordisqueándose suavemente los labios, hasta que oyeron el sonido de un vehículo aparcarse sobre el garaje de la entrada. Era la madre de Tanya, que había vuelto con sus hermanos.

Rápidamente las jóvenes se apartaron, acomodándose sobre el sofá, fingiendo estar sentadas desde hacía rato, platicando con total naturalidad.

La madre ingresó al hogar con una gran bolsa de víveres del mercado, de modo que, al verla, Tanya se levantó rápidamente dirigiéndose hacia la misma para ayudarla. Ésta le presenta a Blake a su madre, por consiguiente, la forastera se reincorporó al instante, quedando de pie junto al sofá.

Ambas se miraron amistosamente.

Madre de Tanya: – ¡Hola, buenas tardes! Encantada, Blake. – (Le sonríe amablemente) – Tanya siempre habla de ti... Me alegra saber que son tan atentas y estudiosas sus amigas. – (Risilla) – ¡Bienvenida! –

Blake: (Inclina su cabeza en son de reverencia y la saluda) – Buenas tardes señora. Mucho gusto, encantada de conocerle y... Gracias. – (Sonríe cortésmente) – *A decir verdad, Tanya es muy parecida a su madre, de no ser porque tiene ese tinte rubio cenizo claro en su cabello, por el contrario, su madre conserva un rubio dorado muy natural. * –

Su madre había quedado encantada con Blake, no solo por su belleza, sino también por sus modales. Hasta sus hermanos menores quedaron fascinados con ella, tanto que su hermana menor decía que la joven se parecía a una princesa y como tal, debía cepillarle el cabello y maquillarle para que luciera aún más bella de lo que ya era.

Blake se colocó su abrigo, tomó su bolsa y se despidió de la familia antes de irse del lugar, puesto que ya era muy tarde y tenía que ir caminando hasta su hogar.

Tanya: (De pie en el pórtico del hogar) – Si quieres podría decirle a mi madre que encienda su vehículo para poder llevarte hasta tu hogar... Ya es demasiado tarde y pronto oscurecerá, además afuera ha comenzado a helar. – (Preocupada) – Es muy tarde para que regreses caminando sola, Blake. –

Blake: (Sonríe) – No te preocupes, no es muy lejos de aquí, y me agrada caminar. De verdad, estoy acostumbrada... Nada me sucederá. – (Mientras se coloca su bufanda)

Tanya: – Mhm, está bien... Pero me avisas al llegar a tu hogar, ¿vale? – (No muy convencida) – Nos vemos mañana en clases. –

Blake: (Ríe ante su comentario, mientras baja los escalones del pórtico) – De acuerdo... Si eso te hace sentir bien, te avisaré. – (Sonríe) – Do zavtra. – (Hasta mañana)

Tanya había quedado de pie junto a la entrada, observando a la forastera mientras ésta se marchaba.

Tanya: (Suspira) – Eres terrible, Blake. – (Cierra la puerta, introduciéndose en su morada)

Blake, que había escuchado a Tanya a unos cuantos metros de distancia, sonríe ante tales palabras, mientras avanzaba.

Blake: (Sonríe) – Da. Ya znayu, dorogaya. (Sí. Lo sé, cariño) – (Saca de su bolsa un atado de cigarrillos) – Y puedo ser aún peor con quienes se interpongan en mi camino. – (Enciende un cigarro y exhala el humo del mismo) – *Tarareando Katyusha.* – (Mientras avanza)

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Katyusha (Катюша): es una canción soviética de tiempos de la Segunda Guerra Mundial, sobre una chica que añoraba a su amado, que estaba en el servicio militar. La canción rusa también dio nombre a los lanzacohetes BM-8, BM-13, y BM-31 "Katiusha", que se construyeron y usaron por el Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial.