En el antiguo jardín de la mansión, la mesa de té estaba meticulosamente dispuesta para dos, mientras el sol de la tarde bañaba el escenario con suavidad. El hombre, impecable en su apariencia pero distante en su mirada, apenas prestaba atención a la dama frente a él. Sus cabellos rubios danzaban con la brisa, pero su expresión reflejaba tristeza y resignación. Con voz serena pero cargada de pesar, ella deslizó un documento sobre la mesa, diciendo: "Espero que encuentre a alguien que lo ame en la medida en que usted no lo considere una molestia."
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Capitulo 12
El suave resplandor del amanecer se filtraba por las ventanas de la habitación de Edith, iluminando delicadamente el espacio que había sido testigo de sus luchas internas durante la noche. La joven, con ojeras evidentes y la mente agotada por el doloroso recuerdo que la había atormentado, permanecía sentada en su cama, sumida en un mar de pensamientos.
Sus brazos reposaban sobre sus piernas, y su cabeza descansaba en ellos, su mirada perdida en el vacío. Edith se encontraba en un estado de introspección, reflexionando sobre las opciones que se extendían ante ella como senderos inciertos en un bosque oscuro.
- Edith: ¿Qué haré a partir de ahora?
La pregunta resonaba en su mente, sin encontrar respuesta inmediata. Las posibilidades parecían limitadas, y ninguna de ellas ofrecía un camino claro hacia la felicidad.
- Edith: No quiero volver al ducado.
El murmullo escapó de sus labios con amargura, expresando su rechazo hacia la vida de privilegio que le habían preparado sus padres. Sin embargo, la alternativa no era más prometedora.
- Edith: Pero tendré que aceptar a quien mi padre elija.
El peso de esa realidad se asentó sobre sus hombros, recordándole la falta de control sobre su propio destino. La idea de ser entregada en matrimonio a un hombre que no había elegido, simplemente por conveniencia política o social, la llenaba de desesperación.
Antes de que pudiera seguir sumergiéndose en un mar de pensamientos sombríos, un suave golpe en la puerta anunció la llegada de las doncellas. Edith les permitió entrar con un gesto cansado, y ellas se apresuraron a ofrecer su ayuda, inundando la habitación con su energía y entusiasmo.
- Doncella: ¡Buenos días, señorita Edith! ¡El sol brilla con fuerza hoy!
La voz alegre de una de las doncellas rompió el silencio, trayendo consigo un destello de optimismo a la habitación sombría.
Edith forzó una sonrisa, agradeciendo el intento de animarla, aunque sabía que la oscuridad seguía acechando en las sombras de su corazón.
- Edith: Buenos días. Gracias por venir.
Mientras las doncellas se afanaban en ayudarla a arreglarse para el nuevo día, Edith se permitió dejar de lado por un momento sus preocupaciones y sumergirse en la rutina reconfortante del cuidado personal.
Sin embargo, incluso mientras sus manos hábiles peinaban su cabello y ajustaban sus vestidos, su mente seguía girando en círculos, buscando respuestas que parecían esquivarla en la penumbra de la incertidumbre.
Edith descendió las escaleras hacia el comedor, arrastrando consigo el peso de sus preocupaciones. El aroma tentador del desayuno recién preparado flotaba en el aire, pero su apetito era escaso en comparación con la carga emocional que llevaba sobre sus hombros.
Al llegar al comedor, encontró una mesa elegante dispuesta con exquisiteces culinarias, pero su mente estaba demasiado ocupada para saborearlas. A pesar de los intentos del mayordomo por animarla con sugerencias de actividades placenteras, Edith no podía apartar sus pensamientos de las encrucijadas que enfrentaba.
- Mayordomo: ¿Qué le parece dar un paseo por los jardines, señorita Edith? El aire fresco y la belleza de la naturaleza podrían ayudarla a despejar la mente.
Edith negó con la cabeza con gesto apesadumbrado.
- Edith: No, gracias, pero no me apetece.
El mayordomo frunció levemente el ceño, preocupado por el estado de ánimo de Edith, pero asintió con deferencia.
- Mayordomo: ¿Qué tal si disfruta de un buen libro en la biblioteca? O quizás podría entretenerse con la música, tenemos varios instrumentos disponibles...
Las sugerencias del mayordomo seguían sin convencer a Edith, quien comprendía que necesitaba una distracción más comprometedora para apartar sus pensamientos negativos.
- Edith: Muéstrame el trabajo pendiente de la marquesa, por favor.
El mayordomo, sorprendido por la solicitud, pareció vacilar por un instante. Edith, anticipando sus dudas, se apresuró a tranquilizarlo.
- Edith: No te preocupes. Si hay algún inconveniente, seré enteramente responsable.
Con una inclinación respetuosa, el mayordomo asintió y llevó a Edith al despacho de la marquesa. La habitación estaba llena de documentos y correspondencia acumulados, evidenciando la ausencia de la señora de la mansión.
Edith se sentó frente a la mesa, examinando con seriedad los papeles dispersos. Con cada archivo que revisaba y cada documento que organizaba, sentía cómo la neblina de pensamientos turbios se disipaba lentamente, reemplazada por una sensación de propósito y determinación.
Sumergida en su labor, Edith se concentró en la tarea que tenía entre manos, encontrando consuelo en el ritmo metódico del trabajo. Aunque sabía que el peso de sus preocupaciones no desaparecería por completo, ocupar su mente con una tarea significativa parecía ser un bálsamo temporal para su alma atribulada.
Edith se sumergió en el trabajo con una determinación férrea, día tras día, abordando cada tarea con meticulosidad. La oficina de la marquesa, una vez caótica y desorganizada, comenzó a transformarse bajo las manos hábiles de Edith. Documentos archivados, correspondencia clasificada y expedientes ordenados; cada papel hallaba su lugar designado.
Los rayos del sol entraban por las ventanas mientras Edith persistía en su labor, ajena al paso del tiempo. Se había convertido en una silueta constante en la oficina.
Finalmente, después de arduas jornadas de trabajo, Edith terminó con todo el trabajo atrasado y dejó la oficina de la marquesa en perfecto orden. Se tomó un momento para contemplar su trabajo con satisfacción, aunque ahora no sabría que hacer para ocupar su mente y eso era un problema.
Sin embargo, ese mismo día, cuando el mayordomo anunció el regreso de su familia, un nudo de nerviosismo se formó en el estómago de Edith. A pesar de haberse estado preparando mentalmente para este momento, la idea de enfrentarse a sus padres y su hermano después de tanto tiempo la llenaba de ansiedad.
- Mayordomo: Los señores Everglen han regresado, señorita Edith. Están en camino hacia la mansión.
Edith se posicionó en un lugar estratégico en la sala, donde podría ser vista fácilmente por sus padres y su hermano en cuanto entraran. Con las manos temblorosas, pidió que le sirvieran una taza de té, buscando encontrar algo de calma en el cálido líquido.
El tiempo parecía estirarse infinitamente mientras esperaba la llegada de su familia. El correteo de los sirvientes afuera de la mansión la hizo estremecerse, y cada paso que se acercaba a la puerta principal incrementaba su nerviosismo.
Finalmente, el sonido de pasos y voces conocidas llegó hasta sus oídos, acompañado por una conversación animada que parecía no dejar espacio para su presencia.
Estaban ahí frente a ella pero, ¿No la notaron? Se preguntó con un nudo en la garganta. ¿Estarían tan absortos en su propia alegría que no se dieron cuenta de su presencia?
El corazón de Edith latía con fuerza mientras los segundos se estiraban en una agonizante espera y ellos no se percataban de que estaba ahí.
Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, Edith apretó los labios con determinación y contuvo las lágrimas que amenazaban con escapar. Finalmente, incapaz de soportarlo por más tiempo, decidió interrumpir la conversación con una voz firme pero temblorosa.
- Edith: Bienvenidos.
Las palabras resonaron en el silencio del salón, haciendo que sus padres y su hermano voltearan hacia ella con expresiones de sorpresa. Edith se obligó a mantener la mirada firme, tratando de ocultar el torrente de emociones que la invadían.
Y si es cierto que se dice que con la clase se nace y en algunas ocasiones se hace...¡Usted, francamente desertó de las dos!.🤨😒