Es la historia de Nico, el hijo de Anna y Enzo, aunque no es necesario leer la anterior para comprender esta.
Nicolas Parisi un CEO que no creía firmemente en el amor, concentrado en su trabajo, un día se fijó demás en su secretaria, una joven con una belleza inigualable que él empezó a desear.
Cada vez era más las veces que él se perdía en sus pensamientos al pensar en Helena, su secretaria, una chica con noble apariencia y que aparentaba inocencia, él empezó a sentirse más atraído por ella.
Helena empezó a invadir sus pensamientos con más persistencia, lo que hizo que el interés de él fuera aún mayor. ¿Podrá Nicolas conquistar a Helena?
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Quince
En la puerta de Helena se escucharon unos toques.
- ¿ Que desea señor Parisi?- dijo ella cuando la abrió y vio que era él.
- Hablar- el hombre sabía que los viernes ella no tenía clases, así que no habían motivos para decirle que estaba apurada.
- Lo que sea que le suceda en el trabajo, puede esperar al lunes, hasta entonces. - intentó cerrarle la puerta en la cara, pero él puso el pie delante de esta y no lo logró.
- No es de trabajo de lo que quiero hablar y lo sabes bien Helena, déjame entrar.- dijo con fuerza.
- Usted y yo no tenemos nada en común que no sea trabajo por lo menos hasta que yo encuentre otro lugar al que irme.- cuando él escuchó que ella buscaba otro trabajo, empujó la puerta y entró.
- ¿ Que mierda estás diciendo Helena, como que estás buscando otro lugar para trabajar?- él cerró la puerta tras de si.
- Yo te advertí bien claro que no me iba a convertir en tu amante y eso fue lo primero que me restregaste a la cara, es mejor si ya no sigo trabajando allí, por favor, sal de mi casa ahora y déjame en paz.- le dijo señalando a la puerta, con los ojos húmedos.
- No salgo hasta que no me escuches.- le dijo caminando hacia ella.
- Pues habla y vete pronto.- ella cruzó sus brazos sobre el pecho.
- Aquí no, vamos a sentarnos aunque sea, por favor.- le dijo con una voz suplicante y tomó una de sus manos para llevarla hasta el sofá, cuando estuvieron sentados comenzó a hablar - Primero, voy a hacer algo que solo he hecho con mi madre, quiero disculparme por lo que te dije la noche del miércoles, tuve una mala situación con unos negocios y ver lo que pensé que vi me hizo perder la paciencia y cuando me dijiste lo del boli me sentí el tonto más grande del mundo. ¿ Puedes perdonarme por favor?- se disculpó.
- ¿ Porqué no viniste tras de mi esa noche si sabías que yo no te estaba faltando?- lo cuestionó ella.
- Por tonto, porque no quería pedir perdón aunque sabía que me había equivocado y por tonto tampoco te dije nada al otro día, aunque me moría por besarte. - su voz era calmada y temblorosa.
- ¿ Y tuviste que llamar a Samantha por eso? ¿ También la querías ver por tonto o la tonta era yo?- ella le reprochó.
- Esa es la otra parte, yo no la llamé, te lo juro, ella se apareció porque dice que hacía tiempo que no me veía, pero te juro que no la llamé y que la eché enseguida de mi oficina, si te hubieras quedado lo habrías visto, pero puedes ver los vídeos de vigilancia si quieres, te daré acceso a ellos, pero créeme, yo te prometí que tú nunca serías mi amante y es así.
- Bien, ya dijiste todo, ahora, sal de mi casa.- ella pensó que él merecía un castigo y que no podía creerse que había sido perdonado tan facilmente.
- ¿Así y nada más ? ¿No puedes creer en mí ? - él no pensó que ella lo fuera a castigar tanto.
- ¿ Tú creíste en mí?- y levantó una ceja con la pregunta.
- Te pedí perdón. - le respondió él.
- Bien, y yo te escuché, que más quieres.
- Que me perdones, yo necesito estar a tu lado, no he podido dormir desde que discutimos.- le suplicó con la voz.
- Yo no soy tú psicólogo, no puedo decirte porque no duermes.- le habló secamente.
- Helena no te rías de mí, perdóname por favor. - siguió suplicando.
- Sabes que, has lo que quieras, si no te quieres ir no te vayas, aquí está el sofá, yo me voy a mi cuarto.- le dijo levantándose de su lado- hasta mañana señor Parisi.
- Helena- ella siguió caminando a su habitación y lo dejó allí en la sala, seguramente se iría en un rato, pensó, cuando viera que el sofá es incómodo.
Efectivamente, en aquel sofá era imposible dormir y más él que era un hombre bastante alto y corpulento, por muchas vueltas que daba no conseguía acomodo de ninguna forma, hasta se había quitado toda la ropa y estaba solo en bóxer para ver si eso le restaba incomodidad, pero nada.
Con mucho cuidado se levantó y fue hasta la habitación de ella, abrió la puerta tratando de no hacer ruido y la vio allí, dormida, de espalda a él, solo con unas pequeñas bragas y una camiseta corta, la sábana se había escurrido a sus pies y su cuerpo estaba descubierto. Se acercó a la cama, tomó la sábana e hizo ademán de taparla, pero no se pudo contener, con cuidado se metió a la cama junto a ella, la abrazó por detrás y subió la tela para quedar tapados los dos, y no pasó mucho rato que ya estaba dormido, sentir su olor tan cerca era como un somnífero, en cambio ella, nada más sintió los brazos que la rodearon abrió los ojos, pero se quedó quieta fingiendo estar dormida, ella también lo necesitaba cerca, pero él se merecía sufrir un poco.
Durmieron hasta bien entrada la mañana, cada uno necesitaba el calor del otro para descansar, ella se despertó primero y trató de salir de su abrazo.
- ¿ Vas a escaparte de mí?- le dijo él con los ojos cerrados todavía cuando la sintió moverse.
- ¿ Que haces en mi cama Nico? Creo que anoche te dejé en el sofá.
- Dormir contigo, necesitaba tu calor.- le contestó oliendo su cabello.
- No recuerdo haberte invitado.
- Tampoco dijiste que me prohibías venir.- intentó él jugar con ella.
- ¿ Que quieres de mí Nico?- le preguntó ella con la voz rota.
- Eu só quero você( A ti, solo te quiero a ti) - le dijo en portugués, sabiendo que ella lo entendería por ser la lengua de sus padres.
- Para que você quer que eu continue me machucando? (¿Para qué me quieres, para seguirme lastimando?)- le contestó ella en el mismo idioma.
- Sabes que no, perdóname por favor. Lo último que quiero en esta vida es lastimarte.- ella se giró y lo miró a los ojos, esos ojos verdes que la desarmaban cuando la miraban y suspiró.
- Está bien Nico, te voy a creer que estás arrepentido y que además eres inocente en lo de que apareciera Samantha, pero solo por esta vez, ya no habrán más oportunidades.
- Te juro que no harán falta.¿ Me das un beso?- suplicó otra vez.
- ¿Quieres solo un beso ?- le dijo con una sonrisa ladina y él sonrió también.
- Ya vas a ver todo lo que quiero, te extrañé Helena- le dijo con ternura tocando su pelo.
- Yo también a tí- y ya no hubo más conversación, sus labios se unieron, y después sus cuerpos, que no tuvieron descanso mientras se rozaban uno contra el otro en un encuentro desesperado y lleno del deseo que habían contenido desde su última noche juntos en una cama.
dónde tiene la vivacia y la astucia