Atrapada En El Callejón

Narra Byron...

Samara se fue muy enojada de la casa el otro día, me devolvió mi auto y se fue en un taxi, eso hace tres días, ella no volvió aún y tampoco contesta mis mensajes, mi madre me dijo que quería verla y que vendría de visita, pero no sé cómo decirle que ella no estaba aquí, sinceramente debo admitir que noto mucho su ausencia, solo fueron tres días, pero dormir solo se había vuelto un problema para mí, no escucharla cantar en la ducha y fingir que no lo hacía, que me abrazara mientras dormía, que me haga el desayuno por más que no me gustara comer por la mañana. Sus charlas profundas a la madrugada, las películas que me obligaba a ver, me di cuenta de que ella realmente quería llevarse bien conmigo, simplemente no se dejaba hacer menos por mí, ella me enfrentaba y por eso yo la trataba mal, nunca me habían hecho la contra, nadie nunca se había atrevido, pero ella sabía como enojarme con unas cuantas palabras. Es una buena mujer y yo la traté mal todo este tiempo, sé que va a volver porque tenemos un contrato de matrimonio por un año y va a cumplirlo, así es ella. Estoy muy enojado conmigo mismo, pero de todas formas no entiendo su enojo excesivo, le había dicho cosas peores y nunca se enojó así ¿Por qué se iría así sin más? Ni siquiera sé en que momento,, pero mi madre entró a la habitación en donde yo estaba reflexionando y me preguntó por Samara.

—Ella salió, no sé cuando va a volver madre, cuando llegué le digo que habla contigo ¿Está bien? —No tenía ganas de discutir con ella hoy, solo quería pedirle perdón a Samara por haber sido un idiota y que me dé la oportunidad de ser amigos otra vez.

—¿Qué le hiciste a mi nuera para que estés así hijo? De todas formas hoy hable con ella y me dijo que me vería aquí, por eso te pregunté. —Las palabras de mi madre me habían sorprendido por lo que la miré con cierta emoción.

—¿Hablaste con Samara? —pregunté energético, mi madre me miró algo confundida y la entiendo, a sus ojos nosotros nos llevamos muy bien.

—Si hijo, me contó que se casaron ¿Cómo es posible que yo no me haya enterado? Una boda es una gran responsabilidad, ni siquiera se fueron de luna de miel. —Parece que mi madre sigue regañándome como si fuera un niño pequeño, antes de que pudiera responder entró Samara a la habitación y mi madre y ella se abrazaron, al parecer se llevan muy bien las dos.

—¿Cómo estás, cariño? Lamento haberme ido sin decirte antes, tenía un asunto importante —Habla Samara y se acerca a darme un beso en los labios, era una buena actriz para ser sinceros. No pude seguir más con esa farsa por lo que me fui a la empresa diciendo que tenía algo fundamental y que no podía esperar.

La verdad es que quería evitar a toda costa la charla con Samara, pero sabía que teníamos que hablar, llegué cuando ya casi era de noche y la comida estaba lista, pero no era comprada ni hecha por Samara, al parecer ahora tenía una cocinera, ella se presentó ante mí y me sirvió la cena.

—¿Mi esposa no va a comer? —pregunto yo, no entiendo por qué no está aquí

—La señora dijo que se sentía mal y que hoy no comería, pero me pidió que le preparara la cena a usted —Al escuchar que se sentía mal subí a la habitación enseguida y efectivamente era verdad, ella estaba acostada en la cama hirviendo en fiebre ¿Qué hubiera pasado si yo no venía a verla? Ni siquiera estaba del todo consiente, fui a buscar un termómetro y tenía 39°, tenía que bajar su temperatura urgente, la senté en la cama y le quité el pijama para luego meterla bajo la ducha con agua fría.

—¿Qué crees que haces loco? —dice ella aún con los ojos entre cerrados.

—Intento bajar tu fiebre ¿Desde cuándo te sientes así? —pregunto yo intentando ignorar el hecho de que tengo a mi esposa desnuda entre mis brazos, estaba débil e indefensa, la dejé recostada en la bañera y fui a buscar una pastilla para que se tomara, cuando regresé ella estaba con los ojos cerrados como si estuviera dormida por lo que la moví un poco para que tomara la medicación.

—Ya déjame en paz, por favor Alexis —de sus ojos comenzaron a salir lágrimas y yo cada vez entendía menos, acaricie su mejilla en busca de calmarla y ella abrió los ojos mirándome fijamente por unos segundos, luego se levantó un poco de la bañera y me abrazó.

—Samara, será mejor que vuelvas a la bañera cariño, sigo siendo un hombre que te desea y estás abrazándome desnuda y mojada —siento como ella en vez de soltarme se aferra aún más a mí por lo que me levanto y ella se cuelga de mi cuello, no se dan una idea del esfuerzo que hago por contenerme justo ahora, no voy a aprovecharme de su estado, no soy así, tomé una toalla y la envolví, ella se sentó frente al tocador y le sequé el cabello, después la lleve yo a la cama porque actuó como una niña caprichosa que no quería caminar hasta ahí y se quedó abrazada a mí toda la noche, por suerte la fiebre disminuyó y yo me sentía bien al tenerla durmiendo a mi lado.

En estos meses no había podido casi conocerla y me gustaría saber más sobre ella, exactamente llevamos 5 meses conviviendo, pero yo estuve fuera del país casi tres meses en total, no seguidos, pero de todas formas era bastante tiempo, los otros dos meses trabajaba temprano y volvía tarde así que tampoco nos habíamos acercado demasiado. Desde ahora voy a intentar ser un buen amigo para ella porque según lo que veo no me quiere ni un poco como esposo. Lo que si quiero averiguar es quien es ese tal Alexis y porque Samara parecía triste y asustada al mencionarlo antes.

.

.

.