Frio Deseo

Valen no podía dejar de tocarse los labios. El beso con el ogro fue caótico, demandante, feroz y su corazón seguía acelerado. Él la había besado de nuevo porque asi lo quiso, no como un error, no como un impulso momentáneo. Sino como un hombre que finalmente se rinde ante algo que ha estado evitando por demasiado tiempo.

Aunque no todo puede ser color de rosas y como ya es típico de él se arrepintió, otra vez se había alejado, con esa mirada cargada de emociones contenidas. Valentina no estaba de humor para excusas baratas así que sin más se giró y salio de la oficina dejándolo solo.

Le dolía su actitud ambigua y toco fondo, no pensó en sí se enojaba, en sí la despedía, salió pisando fuerte y dando un portazo que casi hace salir de lugar la puerta.

Necesitaba desahogarse y llamo a Anastasia, pero está no estaba disponible así que llamo a su hermana. No era la mejor opción debido a que la iba a retar y querer convencer de que renuncie aun así Valen la llamo y sin pensarlo la hermana paso a buscarla para ir a un bar a tomar algo.

Ya en el bar Valen no paraba de despotricar contra el ogro, su hermana solo la escuchaba y trataba de moderar los tragos de Valen, por suerte ella le hacía caso, pero Cami recibió un llamado de su trabajo y debió irse. Trato de convencerla de dejarla en casa aunque fue en vano.

Después de media hora que Cami se había ido la cordura y lucidez de Valen también desaparecieron, ella siguió bebiendo y ahora no era consiente de su entorno. Un hombre se había acercado a ella tratando de obligarla a que se fuera con él y aunque ella se quería negar su cuerpo no respondía. Gracias a dios un hombre apareció y alejo de un puñetazo al acosador de Valen.

-Gracias señor- dijo ella arrastrando sus palabras.

-Reyes ¿Qué crees que estás haciendo? - dijo él con un tono frío.

-¿Estoy alucinando? Jajaja- empezó a reír como loca- ahora veo al ogro frente a mí.

-Reyes no me hagas arrepentir de ayudarte- le recriminó él, pero Valen no era consiente de la realidad.

Ella se tiró a los brazos de él y beso sus labios.

-Si son iguales a los besos del ogro- dijo ella mordiéndose los labios.

-A la mierda- dijo él y la cargo en brazos sacándola del lugar.

Una vez fuera del bar Alex camino con ella en brazos hasta llegar a su coche, abrió la puerta y metió a Valen dentro. Giro sobre el coche y se subió en el y arranco a conducir.

-¿Dónde vamos ogro? ¿A tu casa? Oh no, que si tenemos sexo me exiliara a la Antártida, si con un beso SOS un hielo con sexo me haces una estatua de hielo- y empieza a reír como loca.

Él la ignoro y siguió conduciendo un rato más, en ese trayecto Valen se durmió de la borrachera que tenía.

-Reyes dónde están las llaves- decía Alex sacudiéndola.

-Eh- dijo ella abriendo los ojos y vio que estaba en la puerta de su casa- Chau sexo- dijo resignada y saco las llaves.

Alex abrió la puerta y entro con ella a su casa, la dejo en el sofá y fue a la cocina a prepararle un café cargado.

-Tomate esto, te bañas y a la cama- dijo él alejándose hacia la puerta.

-Si papi- dijo con tono sexi y dándole una mirada juguetona.

Alex maldijo y salio de la casa de Valen sacudiendo la cabeza.

Al dia siguiente Alex en su oficina se pasó las manos por el cabello con frustración. No debió besarla. No debió llevarla a su casa- aunque jamás la dejaría expuesta a peligros- y no debió masturbarse pensando en esas dos palabras SI PAPI. Pero lo peor de todo es que quería hacerlo de nuevo. Quiso hacerlo desde el primer día que ella entró a su oficina con esa actitud torpe y desafiante.

Pero su conciencia le decía que no podía. No debía. Ella era su asistente. Era menor que él. Era el peor error que podía cometer.

Y, sin embargo, se estaba volviendo imposible resistirse.

Esa mañana Valen entró a la oficina como si todo fuera normal.

Alexander estaba más serio que nunca, su expresión estoica, su postura tensa. Pero cuando sus miradas se encontraron por un instante, Valentina vio lo que él intentaba ocultar. Lo que ella no sabía que el ocultaba es lo que paso la noche anterior, ya que ella actuaba como si nada y todo era porque no se acordaba de lo que pasó.

Como si el universo disfrutara de su sufrimiento, Nicholas entró a la oficina con su energía habitual y una sonrisa traviesa.

-¡Buenos días! ¡Pero qué tensión hay aquí! ¿Algo que deba saber?- pregunto travieso.

-No empieces, Nicholas.- le exigió su hermano.

Valentina sintió que su rostro ardía.

Pero Nicholas no era de los que se rendían fácilmente.

-Sospechos, muy sospechoso.- dijo Nick.

Y con una sonrisa burlona, salió de la oficina. Dejándolos a los dos más incómodos de lo que ya estaban.

Después que Nick se fue intentaron actuar con normalidad, como si nada pasara.

Cuando llegó el medio día Valen había planeado almorzar sola, pero cuando llegó al comedor privado de la empresa, Alexander ya estaba allí.

-Podemos comer en silencio, Reyes. No voy a morderte.- dijo el con tono autoritario.

Valentina se sentó con torpeza y, como siempre que estaba nerviosa, empezó a hablar sin parar.

-No es que esté nerviosa ni nada, pero es extraño porque usted nunca almuerza aquí, así que pensé que quizá venía a decirme algo, pero probablemente no, porque si quisiera decirme algo lo haría en la oficina, pero tal vez está aquí porque quiere asegurarse de que- y Alex la interrumpio con su frase típica.

-Reyes.

Valentina parpadeó.

-¿Sí?- dijo ella casi susurrando.

Alexander tomó un sorbo de su café.

-Come.

Valentina sintió que su rostro se encendía mientras bajaba la cabeza y empezaba a comer en silencio.

Y así almorzaron en silencio por primera vez juntos.

Al final del día, Valentina entró a la oficina de Alexander con unos documentos.

-Estos son los informes que - empezó a decir Valen.

-Cierra la puerta- dijo el en un tono bajo, pero firme.

Valentina tragó saliva y lo hizo.

Alexander se puso de pie y se acercó lentamente. Su presencia era abrumadora.

-Esto tiene que parar -dijo él.

Valentina lo miró directamente a los ojos.

-Dígame que no lo quiere y me iré ahora mismo.

Silencio absoluto.

Alexander cerró los ojos con frustración.

-No puedo decir eso.

Valentina sintió que su corazón se detuvo.

Alexander alzó una mano y recorrió con los dedos la línea de su mandíbula.

-Eres un problema, Reyes.

Valentina sonrió con suavidad.

-Siempre lo fui.

Y esta vez, fue ella quien lo besó.