Little Hope

-Es bueno tenerte devuelta, Jones.

Me alegra ver que Rick al fin haya cambiado de opinión.

-Bueno, no sucedió eso exactamente, pero si, también a mí me alegra.

-Los detalles no son relevantes, lo importante es el presente, Jones, no sé si Rick te lo menciono, pero ha habido algunos cambios aquí desde el ultimo reclutamiento.

-En realidad, el Sargento y yo no hemos hablado desde que dijo que consideraría mi ingreso. -digo tratando de recordar la última vez que hablamos «desde la fiesta de su hermana menor» ya ha pasado un buen tiempo desde eso

-Típico de Rick. -bufo Silvestre sin sorprenderse demasiado por mi respuesta, después de todo era su hermano- no importa, estoy seguro que lograras ponerte al corriente ¡vamos, sígueme! déjame darte un recorrido.

Asiento con la cabeza emocionada y sigo al hermano menor del sargento por las instalaciones.

Este recorrido no se comparaba en lo absoluto con el primer dia que pise las instalaciones, como habia mencionado el joven científico «las cosas han cambiado» y puedo verlo, el reluciente acabado de la fachada del recinto tiene un toque -renovado- como si el presupuesto de los anteriores años hubiera aumentado generosamente, más equipo, personal, áreas habilitadas, espacios extensos y armamento que estoy segura, no he notado antes, el hermano del Sargento parece darse cuenta de ello, su sonrisa se amplía en cada explicación «lecturas digitales» «reconocimiento facial» «áreas de pruebas» habla como un niño presumiendo su nuevo cuarto de juegos -es agradable- hasta cierto punto me hace recordar la verdadera edad que tiene y no la que aparenta, es solo un adolescente emocionado, aunque tampoco puedo olvidar esas palabras « No te preocupes Jones. No ocurren cosas así normalmente» solo una simple frase de consuelo por la muerte de esas personas «La frialdad de los que están acostumbrados a presenciar la muerte» sé que sucede, es fácil adaptarse, solo que en el fondo siento como si se tratara de dos escenarios completamente distintos, mi mente aun lucha por recordar exactamente lo que paso ese dia, pero no he podido resolverlo.

Conrad dijo que puede ser estrés postraumático y no lo dudo, raramente se ha equivocado con sus diagnósticos, es solo que me niego a aceptar que después de pasar por tantas cosas mi mente siga siendo igual de frágil, como una ligera lamina de vidrio, quebrandose ante la más ligera brisa, es simplemente frustrante.

-¿Todo bien? -la voz de Silvestre me esfuma del trance

Asiento y sonrió, aunque la verdad es que no he escuchado ni una sola de las palabras que han salido de sus labios, estaba distraída, algo que no puede volverme a pasar.

-Bien, sabes Jones, no te tomes tan enserio lo que diga Lenin.

-Ah, sí, ¿pero a que viene lo de Lenin? -digo ciertamente confundida

-Te noto distraída, ¿algo de lo que te dijo te dejo pensativa? -inquirió Silvestre relajando el paso

-No, en realidad. Supongo que son solo los efectos de no dormir bien.

Silvestre soltó una carcajada de complicidad y la tensión sobre Lenin pareció disiparse.

-Si, se bien como es eso. ¡Ey, tengo una idea! talvez sería bueno que trabajemos juntos, me seria de mucha ayuda un par de manos extra en el laboratorio.

-¿Laboratorio? -repito negando con las manos- eso es muy amable de tu parte, pero yo no se nada de química, ni nada de eso, solo estorbaría.

-¡Venga, va a ser divertido! Además, Rick esta demasiado ocupado como para darte un resumen de tus actividades, tómalo como descanso para lo que viene, te sorprendería saber que mi trabajo es el mas tranquilo que existe.

-¿Qué hay del monstro que enterramos durante las pruebas? -digo recordando el terrorífico incidente del bosque

-¡Oh, vamos! -rechista Silvestre restándole importancia al asunto- Detalles más o detalles menos, sigue siendo un trabajo tranquilo, me lo agradecerás luego, camina Jones, tenemos mucho por hacer el dia de hoy.

-Si, señor. -acepto siguiendo al joven mandamás por los recintos

El laboratorio, solo uno de los múltiples espacios designados para el desarrollo de tecnologías de defensa; y la oficina de Silvestre, para mi sorpresa el espacio no podía ser más contradictorio a lo que me esperaba, un lugar lleno de montones y montones de archivos sin organizar, papeles arrugados por todos lados y un cesto a punto de reventar.

-Vaya -las palabras salen antes de que pueda pararlas

-Si, lo sé, te dije que necesitaba ayuda ¿no? -suelta tomándoselo con bastante gracia, toma algunos de los papeles y los encesta en la basura- Venga, Jones, no necesitas instrucciones para esto.

Un desastre organizado, una a una, las pilas de documentos desaparecen en cajas rotuladas y el cuarto se llena de bolsas llenas de basura y archivos rasgados. Silvestre no mentía cuando prometió lo que prometió, un trabajo tranquilo y un dia lleno de actividades por realizar, apenas íbamos por la primera y ya nos habíamos llevado un par de horas del reloj de pared.

-Siempre esta así. -digo viendo que aún falta bastante para terminar, al menos me siento realizada de poder ver una parte de la alfombra

-Claro que no, es solo que no he tenido mucha ayuda. -asegura tirando las cosas de la mesa en una caja, incluida una fotografía

-Es la misma de la ceremonia -digo reconociendo el rostro del científico- ¿era un amigo cercano?

-Si que eres un caso, Jones. -dijo entre risas, otro par de cosas acabaron en la papelera- no sé de dónde vienes, pero aquí no puedes hacer ese tipo de preguntas a tus superiores.

«Tiene razón» digo para mí, pero la pregunta ya estaba hecha, siempre habia tenido ese problema, difícilmente era capaz de controlar mis palabras antes de que salieran de mi boca, ya sea por impulsividad o simple imprudencia, solo lo hacía.

-Hum, entiendo. -digo avergonzada, tomando un par de carpetas del suelo- solo quería hacer platica, es muy silencioso aquí.

Silvestre pareció relajarse con esa respuesta, se dejó caer en su silla y soltó un gran y pesado suspiro, como si con eso se liberara del peso.

-Si lo planteas así, digamos que era un buen compañero de trabajo. Estuvimos en varios proyectos juntos, compartimos buenos momentos.

-Oh, ya veo. -digo con algo de intriga en el tono

-¿Acaso no te parece suficiente?

-No es eso, es solo que en el discurso se escuchaba como alguien mas cercano.

-Si, lo fue, pero ya han pasado dos años. -piensa por un instante sus palabras y agrega- Hago lo que cualquiera haría, intento salir adelante y honro su memoria, después de todo, ¿Qué otro camino hay? No se puede sufrir toda la vida.

-Supongo que no, pero aun así es triste.

-Lo sé, carajo, por supuesto que lo sé. Hayley sigue sin superarlo, no importa que sea un aniversario, sigue con la misma tortura y hace que todos montemos su funeral una y otra vez.

-¿A qué te refieres?

-En el ataúd no hay nada, esta vacío, como te dije, Phil murió hace dos años, pero Hayley prefiere repetir el entierro como si no se hubiera hecho antes.

-Dios mío.

-Si, lo sé, pero es lo único que podemos hacer por ella, hasta que, ya sabes, lo acepte.

Las palabras aun tratan de procesarse en mi mente, recuerdo la ceremonia, los arreglos, el discurso y finalmente, a esa pobre mujer aferrándose al ataúd vació, es simplemente desolador lo que el dolor puede ocasionar en alguien. Aunque la verdad es que me miro en el espejo y recuerdo bien ese sentimiento, como si una daga atravesada en el pecho -estatica- estancada para la eternidad, al menos Hayley aún conserva sus lágrimas.

Silvestre me mira y tuerce un poco la boca, no sé si se arrepiente de haberme contado lo de Phil o es su forma de desahogarse, permanecemos en silencio, finalmente seguimos con la tarea y nadie parece querer volver a tocar el tema. Poco a poco la alfombra aparece bajo nuestros pies, luego los muebles y los estantes vuelven a relucir en la habitación, una habitación que seguramente permaneció sucia por demasiado tiempo -desde la pérdida de su compañero de trabajo- no necesitaba preguntar, ni el decírmelo, fue suficiente con ver el escritorio arrumbado al otro extremo de la oficina.

Suspiro y echo las cajas en el anaquel.

El chico científico sonríe satisfecho con las manos en la cadera, da unas palmaditas en la silla para que me siente, lo hago y me dice que ira por la cena, mi estomago se siente muy agradecido con la oferta.

Regresa, vemos un par de expedientes, hablamos y cenamos unos deliciosos sándwiches con café de filtro «estuvo bien» «Es un buen chico» me digo agradeciendo la hospitalidad, son pocas las veces que me he sentido recibida, así que noto la sinceridad en sus acciones.

No sabia que los expedientes revelaban tanto de las personas, siempre imagine que serian meros documentos profesionales, ahora sé que no es así, en realidad son bastante específicos, veo rostros, rangos, familiares, notas, lugares y habilidades, es interesante, no lo niego. Al parecer el hermano del Sargento adora agregar esas especificaciones dice «que facilitan el trabajo» mientras come uno tras otro de esos «¿dulces?» me parece que son chiclosos de chocolate, puedo reconocer muy bien ese aroma.

Es curioso, como a veces, las imágenes regresan a mi mente en el momento menos esperado.

Nombrado como sea, corazonada, pista, trauma, es lo mismo «detalles más o detalles menos» el cuerpo nunca miente, lo sé, las manos me tiemblan, pero esta vez consigo controlarlas para seguir archivando. Dos escenarios vuelven a dividir mi mente, uno malo y otro peor, veo con detalle el envoltorio, su crujir cuando Silvestre lo tira a la papelera, suena idéntico al de ese día, la bolsa sacudiéndose con una suave brisa, el olor a tierra mojada y ceniza.

«Ese buen chico» tenía en la papelera el expediente de Jena.