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Mi Sexy Tutor

Mi Sexy Tutor

Status: En proceso
Genre:Romance / Amor a primera vista / Profesor particular / Diferencia de edad / Colegial dulce amor / Chico Malo
Popularitas:1.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Alondra Beatriz Medina Y

Lucía, una tímida universitaria de 19 años, prefiere escribir poemas en su cuaderno antes que enfrentar el caos de su vida en una ciudad bulliciosa. Pero cuando las conexiones con sus amigos y extraños empiezan a sacudir su mundo, se ve atrapada en un torbellino de emociones. Su mejor amiga Sofía la empuja a salir de su caparazón, mientras un chico carismático con secretos y un misterioso recién llegado despiertan sentimientos que Lucía no está segura de querer explorar. Entre clases, noches interminables y verdades que duelen, Lucía deberá decidir si guarda sus sueños en poemas sin enviar o encuentra el valor para vivirlos.

NovelToon tiene autorización de Alondra Beatriz Medina Y para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Kassandra Folla, Lucía Desarma

...◦•●◉✿◥Nicolás Alcázar◤✿◉●•◦...

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«𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐞𝐥 𝐟𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐝𝐞 𝐊𝐚𝐬𝐬𝐚𝐧𝐝𝐫𝐚 𝐲 𝐞𝐥 𝐦𝐢𝐬𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐋𝐮𝐜𝐢̀𝐚, 𝐦𝐞 𝐡𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐠𝐫𝐢𝐞𝐭𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐚 𝐚𝐫𝐦𝐚𝐝𝐮𝐫𝐚, 𝐝𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐞𝐥 𝐩𝐞𝐬𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐦𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐨 𝐚𝐩𝐞𝐥𝐥𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐡𝐨𝐜𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐟𝐚𝐧𝐭𝐚𝐬𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐩𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐞𝐧𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚𝐫.»

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El martes por la tarde, el campus es un puto circo. Estudiantes corriendo como idiotas, carteles chillones ensuciando las paredes, y el sol derramándose como si quisiera joderlo todo con su calor. Estoy tirado en una mesa de la cafetería, con un café que sabe a mierda quemada y el móvil vibrando con mensajes de Kassandra que no pienso abrir. Ella y yo somos puro fuego: follamos, nos usamos, y no hay más. Un juego de mierda donde ambos sabemos las reglas. Kassandra se tira a quien quiere —Bruno en el callejón fue solo un recordatorio de que colecciona tíos como si fueran medallas—, y yo no soy el imbécil que va a rogarle. Pero lo de la fiesta del viernes... eso me jodió. Javi abriendo la boca y diciendo “Lucía”. Su nombre se me clavó como un cuchillo, y no sé por qué. No es mi tipo, no como Kassandra, que es un torbellino de sexo y caos. Lucía es... diferente. Callada, pero con algo que me descoloca, como si pudiera ver a través de mi fachada de tipo duro sin siquiera intentarlo.

Mateo se encontraba en la mesa, hablando mierda con Diego y otro par de idiotas, con esa sonrisa de cabrón que usa para ligar. Estaban en su rollo de siempre, riéndose de cómo Mateo se folló a una tía de derecho en su coche la semana pasada. Luego, como era de esperarse, la cosa se pone más estúpida.

—Nueva apuesta, tíos —dice Mateo, inclinándose con un brillo de hijo de puta en los ojos—. La morena del club de artes, la que recitó poesía en la fiesta. La que parece que va a salir corriendo en cualquier momento. ¿Quién se la tira primero?

—¿La de las gafas? —pregunta Diego, rascándose la barba como si estuviera resolviendo un puzzle—. Parece de las que te hacen trabajar.

—No es trabajo si sabes jugar —suelta Mateo, guiñándome un ojo—. ¿Qué dices, Nico? ¿Te apuntas o sigues en tu nube de mierda?

Lo miro con mi mejor cara de “vete a la mierda”, dejando que mi sonrisa fría haga el trabajo. No me interesa su apuesta de mierda. No porque sea un santo —porque no lo soy—, sino porque sus juegos de cazar faldas me aburren. Es siempre lo mismo: una tía, una noche, y a la siguiente. Pero no digo nada, solo me encojo de hombros y dejo que sigan con su pendejada. Mi cabeza está en otro lado, atrapada en el viernes. En Javi diciendo “Lucía”. En cómo me levanté y salí del piso de Marcos como un idiota, con el pecho apretado y sin saber por qué. Kassandra y yo follamos para pasar el rato, nada más, pero Lucía... ella es un puto enigma. Y eso me jode, porque no estoy acostumbrado a que alguien me saque de mi zona.

Me levanto, ignorando las burlas de Mateo sobre mi “humor de mierda”. Necesito aire, moverme, algo que me saque de este puto bucle. Camino por el patio, con la capucha de la sudadera subida y las manos en los bolsillos, dejando que mi mirada fría mantenga a la gente a raya. Soy el tipo al que no te acercas, el que te corta con una palabra si te pasas de listo. Pero entonces la veo. Lucía. Está con Sofía en una banca, comiendo un sándwich, con el pelo suelto y esa mirada que parece estar en otro mundo. El sol le pega en la cara, haciendo que su piel brille como si fuera una maldita pintura. No la miro mucho, no quiero que me pillen, pero mis ojos se quedan más de lo que deberían.

No sé qué me pasa con ella. Kassandra es fácil: sexo, risas, y cada uno por su lado. Pero Lucía... ella me hace sentir como si mi armadura de chico malo estuviera agrietada. Y no me gusta. Porque detrás de esta mierda de actitud —la capucha, el tono cortante, la pose de “me importa un carajo”—, hay cosas que no cuento. Mi padre, un cabrón que nunca estuvo y cuando lo hacía, todo solo era maltrato y aparentar ser la familia perfecta ante los demás. Mi hermana, que se largó y me dejó con un hueco que no lleno ni con fiestas ni con polvos. Traiciones que me marcaron y que no pienso desenterrar. Pero cuando miro a Lucía, siento que podría verla todo, y eso me asusta más que cualquier mierda que haya enfrentado.

Sigo caminando hacia el auditorio pequeño, donde esta noche hay una Noche de Talentos. No es mi rollo, pero Mateo insiste, y prefiero eso a quedarme dando vueltas en mi cabeza. Cuando llego, el lugar está hasta los topes: sillas desordenadas, estudiantes tirados en el suelo, y un olor a palomitas que me da ganas de vomitar. Me meto al fondo, apoyado en la pared, con la capucha puesta y los brazos cruzados. Desde aquí veo todo sin ser el centro de nada. Una banda toca algo acústico, pero mis ojos buscan a Lucía. La encuentro cerca del frente, con Sofía, comiendo palomitas y mirando al escenario con esa expresión suya, como si estuviera a punto de salir corriendo pero no quisiera.

Entonces, la puerta se abre con un golpe que grita “mírame”. Kassandra. Entra como si fuera la dueña del puto mundo, con un top brillante que parece gritar y el pelo platino cayéndole como si estuviera en una pasarela. Bruno está con ella, riéndose como el idiota que es, y un par de chicas los siguen como si fueran su séquito. Kassandra es un maldito imán, y lo sabe. Pero esta vez, no siento nada. La miro y solo pienso en lo vacío que es nuestro rollo. Nos follamos, nos usamos, y punto. Pero cuando miro a Lucía, algo se retuerce en mi pecho. ¿Celos? ¿Enojo? ¿O algo más jodido, algo que enterré hace años y que no quiero desenterrar?

—¿Qué haces aquí escondido, Nico? —Mateo aparece a mi lado, con una cerveza que no sé de dónde sacó y esa sonrisa de cabrón que me saca de quicio—. ¿Buscando a alguien? ¿Kassandra o la famosa Lucía?

—Vete a la mierda —siseo, pero no aparto los ojos del frente. Lucía está susurrando algo a Sofía, y por un segundo, juro que me mira. O tal vez es mi cabeza jodiéndome. Pero una cosa es segura: desde el viernes, algo se rompió, y no sé si quiero arreglarlo o mandar todo al carajo.

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