ENCANTO SOMBRÍO

Después de una semana que Kael se marchará, fui convocada de último momento para regresar al Inframundo.

Sin embargo, no me sentía yo misma; no tenía ganas de nada, ni siquiera para estar presente en mi propia cena de compromiso.

Se sintió como si hubiera perdido la noción del tiempo…

Mi familia había organizado todos los preparativos para el banquete que se llevaría acabo.

Debo decir que no me sorprendió en lo absoluto, que mis padres actuarán a su modo.

Era algo que ya estaba contemplado desde que era pequeña.

En mi familia tenían la nobleza tradición de “comprometerse” desde pequeños para asegurar un futuro y una sucesión digna del Clan Vermid con otro clan del mismo estatus.

Más bien era para tener un linaje digno de admirar y envidia entre los demás clanes.

Siendo sincera hasta había olvidado que llegaría el día en qué conocería a mi prometido.

Tampoco me interesaba saber quién sería y como sería.

Además, lo único que tenía en mi mente era cumplir mi objetivo sin importar que.

Al principio, cuando salí de casa, mis dos hermanos mayores me recordaron que no olvidará que me casaría y que dejará de lado, mis propios deseos.

Recuerdo que hice un berrinche y les grité que no me casaría si se entrometían en mis planes.

Mis padres me apoyaron mutuamente y me dijeron que hiciera lo posible para conseguir lo que anhelaba.

Por eso solo tenía un año para cumplirlo.

Si lograba ascender, entonces habría la posibilidad de cancelar la boda.

Pero estaba difícil hacerlo.

Tan solo rogaba que mi futuro esposo no interviniera en mis planes, y menos que adelantará la boda, porque sino el compromiso quedaría anulado… incluso si eso se significa ser expulsada de la familia y el clan.

Pero no me convenía.

Sin clan sería difícil ascender.

Literal, me encontraba entre la espada y la pared.

La noche del banquete, casi toda la familia estaba presente, excepto la familia de “mi prometido.”

Desde luego que me pareció extraño.

“¿Acaso él se arrepintió? Si es así, estaré más feliz que nunca.”

La verdad es que no tenía ánimos de estar allí.

Quería estar en la cama y no pensar en absolutamente nada.

Mis cinco hermanos también estaban en primera fila.

‹No imagine verlos por aquí.›

Solo de verlos me causó dolor de cabeza.

El mayor de todos: Dominic, se encontraba junto a su esposa.

Él tenía un temperamento autoritario, dominante y solemne, idéntico a mi padre.

El segundo hermano: Bran, frívolo y con la misma mirada sombría que lo caracterizaba.

(Yo era tercera la hija.)

El cuarto hermano que nació después de mí: Frank, callado y tímido.

No hay mucho que decir de él.

Y el último de todos, los gemelos; uno apodado “Yaled” ya que su verdadero nombre era “Leza” pero creía que sonaba muy femenino para él.

Yaled es un chico extrovertido, muy diferentes a comparación de los otros.

Mientras que el otro gemelo: Yasir, era un poco más tranquilo y sereno, con una sonrisa preciosa.

Él era mi pequeño hermanito preferido…

A pesar que ya habían pasado siete años desde la última vez que los ví, a mis ojos siempre seria el consentido y el más pequeño.

Cómo sea, yo era la única mujer de 5 cincos hermanos.

Todos heredaron los rasgos de mi madre mientras yo fui la única en parecerse a mi padre, quizás por eso era su hija “consentida.”

Siempre deseé tener una hermana con quién compartir mis profundos pensamientos.

Desafortunadamente, mis padres desistieron a la idea de tener más hijos.

Y lamentablemente, podía contar con mis hermanos para desahogar excepto por el pequeño Yasir.

Dominic se acercó, con esa aura inquebrantable; rígido desde el instante que ponías los ojos en él.

—Irina, está noche es importante para todos nosotros. No decepciones a la familia. —me dijo con un tono autoritario.

Era increíble su actitud soberbia ante mí.

—Eso es lo más importante para ti. Después de años, apenas te veo y eso es lo único que tienes que decirme. —le reproché.

¿No decepcionar a la familia?

Para Dominic era más importante las apariencias que su propia familia.

Si había algo que desechar que lo perjudicará (incluso si se trataba de un pariente) él lo desechaba sin pesar.

—Eres pieza clave para que nuestro Clan escalé más alto. —entonces intervino Bran.

‹¿En qué momento llegó?›

Cómo sea, ellos dos sin duda estaban obsesionados con el estatus y poder.

Frank también se acercó pero no dijo ni una palabra.

—¡Hermanita! Ignora a estos grandulones. No pensé que estarías aquí. —exclamó Yaled emocionado.

—¿Por qué lo dices? —le pregunté.

—¡Casi di por hecho que huirías del compromiso! —respondió él.

—Tsk. No soy una cobarde para hacerlo. —contesté firmemente.

—¿En serio? Es una lástima… Frank y yo apostamos por si vendrías o no.

Lo miré perpleja.

—¿Qué?

Entonces miré a Frank quien rápidamente desvío su mirada.

‹¿En verdad se atrevió apostar con Yaled? ¡Son unos idiotas!›

—¡Yo gané! —gritó Yaled con más emoción.

‹Quiero irme, ¿Dónde está la familia de él? ¿Cuándo piensa aparecer el dichoso prometido?›

El vestido de encaje me estaba fastidiando.

Las risas de Yaled y las quejas de Bran eran más que un dolor de cabeza.

Pero inesperadamente, Yasir tomó mi mano con delicadeza.

—Hermana… no te agobies por lo que digas ellos. Tú ahora deberías estar tranquila.

Fue tan reconfortante que él llegará.

Lo persuasivo de sus palabras me asentaron bien.

—Te ves hermosa con maquillaje, aunque en tus ojos reflejan melancolía.

Lo miré desorbitada.

—Nunca antes había visto esa expresión en ti. —agregó como si le preocupara mi estado.

Había olvidado lo perspicaz que también era Yasir conmigo.

—Shh. Si ellos lo escuchan, empezarán con un sermón. —le susurré.

Él sonrió y guardó el secreto.

—¿Y bien? ¿Por qué solo nuestra familia está presente? ¿Acaso la cena se cancela y no me avisaron?

Bran suspiró.

—Esta vez será diferente. La familia de tu prometido no pudo asistir.

—¿Y él?

—Pronto estará aquí.

—Él es un demonio de alto rango, por lo que su identidad tiene que ser resguardada. —comentó Dominic.

No estaba entendiendo nada.

¿Por qué un demonio de alto rango escondería su identidad?

Ni siquiera los grandes Lord’s tenían la idea de cubrir su identidad.

Todo parecía un circo.

Dejé que mis hermanos hablaran entre ellos, y me senté.

No iba a soportar un segundo más, llevando un vestido que me asfixiaba.

Casi media hora después…

Mi prometido apareció con diez guardias reales al lado de él.

Todos los presentes se quedaron en silencio mientras yo me quedé casi boquiabierta.

No por los guardias, sino porque llevaba una máscara que cubría totalmente su rostro.

‹Que enorme.›, pensé al verlo.

Mi impresión fue de perplejidad.

Su altura fue lo primero que me causó conmoción

—Hija, ponte de pie, tienes que recibir a tu prometido.

—Ejem. Ya voy.

Me levanté con las piernas casi temblorosas y me dirigí a él.

Ya teniéndolo frente a mí, trate de controlarme.

‹Si no me equivoco está a la altura de Stolaz.›

Ya que mis hermanos no eran tan altos como él.

Me dije que no había razón para estar nerviosa.

Lo único que me intrigaba era saber quién era.

Si bien era un demonio de alto rango, fue exagerada la idea que tuviera diez guardias a su lado.

¿Podría tratarse de un hijo de un Lord?

Pero lo dudaba.

¿Quién elegiría a alguien de nuestro clan?

No eramos tan famosos como lo creían mis hermanos.

Bueno de mi parte, yo no destacaba demasiado.

‹¿Qué debería decir?›

Nadie me había dicho como debía recibir a mi prometido.

Entonces, él extendió su mano hacia mí.

—Por fin tengo la oportunidad de conocerla en persona.

Incluso su voz sonaba distorsionada.

“Demasiado dramatismo para ser verdad.”

No debía olvidar que ese compromiso solo era por conveniencia.

Así que decidí tratarlo como normalmente lo hago con los demás.

Si bien el cambiaba de opinión después de conocerme, quizás se sería lo mejor y tal vez él cancelaría el compromiso.

Aunque me llevaría regaños de mis hermanos.

—Claro, aunque yo no puedo decir lo mismo de usted. Digo… lleva una máscara y su voz no se diga. ¿Cómo voy a sentirme satisfecha si ni siquiera tengo el gusto de verle la cara?

Atisbé como las expresiones de sus guardias cambiaron de un segundo a otro, al mismo tiempo que percibía las fulminantes miradas detrás mío.