Tercera parte! En emisión asique no se desesperen que vamos a paso lento pero seguro. Escribo con mucho amor asi que espero lo mismo de ustedes 🖤
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Cap 13
Cap 13
Noche de bodas. 🖤
El silencio entre nosotros es cada vez más denso. Siento cómo cada respiración se vuelve más pesada, como si el aire que compartimos estuviera cargado de algo que no termino de entender del todo. Tengo la cabeza apoyada en el pecho de Vlad, y el latido firme de su corazón, aunque debería calmarme, me pone más nerviosa. Es el tipo de nervios que no he experimentado antes: mezcla de ansiedad, de expectativas y de... deseo.
Cuando Vlad me besa de nuevo, esta vez hay algo diferente. No es solo el roce delicado de antes. Sus labios se mueven con más intención, más seguridad, y cada vez que se detienen sobre los míos, un fuego que apenas puedo contener se enciende en mi interior. Mi cuerpo responde sin que pueda controlarlo. Mi respiración se acelera, como si el aire no fuera suficiente para contener todo lo que siento. Su mano, firme y segura, se desliza por mi cintura, encontrando el delicado tejido del corsé que llevo. La manera en que sus dedos rozan mi piel me deja sin aliento.
Cada prenda cae, y mientras lo hace, siento que también estoy dejando ir algo más. El vestido, con su corsé ajustado y la falda que me rodea, se desliza por mi cuerpo, dejando al descubierto la ropa interior blanca que me obsequio Kathe para esta noche. Las medias con ligas siguen puestas, y de alguna manera eso parece intensificar todo lo que estoy sintiendo. Mi nerviosismo es palpable, pero lo mismo ocurre con la emoción desconocida que empieza a crecer dentro de mí. Vlad se aleja dos pasos para observarme, se muerde los labios y veo una chispa de deseo een sus ojos.
—Eres la mujer mas hermosa que he visto en mi vida, jamás me cansare de admirar tu hermoso cuerpo. —Su declaración me sonroja y agradezco que la luz esté apagada, o lo notaria con mas claridad si la hubiera encendido.
Mi cuerpo tiembla cuando me atrevo a avanzar los escasos dos pasos que nos separan, meto ambas manos dentro del saco de su traje pasando mis manos por sus hombros acariciándolo lentamente para quitárselo, termina en el suelo como mi vestido. Bajo mis dedos para quitarle la corbata y despues soltar los botones de su camisa, descubro su cuerpo firme y caliente. Los músculos de su pecho se tensan bajo mi toque, y al recorrer con mis manos sus pectorales y sus brazos fuertes, siento cómo cada línea de su abdomen parece haber sido esculpida. Mi corazón late con más fuerza cuando mis manos llegan a los costados de sus caderas, donde esas líneas pronunciadas de sus caderas que descienden hacia el borde de su pantalón de vestir lo hacen parecer aún más imponente. Me muerdo el labio, sorprendida por lo perfecto que es, por lo real que se siente estar así con él. No es que no lo haya visto antes, es que ahora lo estoy reclamando cómo mío.
—No tienes que estar nerviosa —susurra Vlad con su voz grave, tranquilizadora, mientras me mira directamente a los ojos. Su mirada es intensa, pero está llena de esa paciencia que siempre ha tenido conmigo—. Te cuidaré, voy a ser delicado. Estaré atento a ti en todo momento.
Asiento, pero mi voz tiembla cuando intento responder.
—Lo sé — Puedo escuchar su respiración, sentir la calidez de su piel, y por un segundo, cierro los ojos y simplemente me dejo llevar.
Me atrevo a deslizar mis manos por su cuerpo, esta vez con más seguridad. Me sorprendo de mí misma cuando mis dedos bajan a la hebilla de su cinturón y despunto el botón metiendo miss manos en su cintura para que caiga mientras el se quita los zapatos sin perderse ni uno de mis movimientos, sonríe, fresco, deseoso, pero paciente, disfrutando de mi iniciativa, bajando por su abdomen hasta llegar al borde de su bóxer ajustado y deslizo las uñas desde su cintura hasta sus costillas de arriba a abajo repetidamente sin perder la delicadeza, erizando su piel y la mía. Siento la dureza bajo su bóxer cuando con un movimiento ágil de su mano me pega a su imponente cuerpo, y aunque un rubor sube por mis mejillas, no puedo evitar mirarlo con curiosidad cuando encuentro sus ojos mirando mi boca. Es tan perfecto como siempre lo había imaginado, pero ahora es real, aquí, frente a mí.
Vlad me toma de la mano y me guía hacia la cama. Sus labios no dejan de besar mi piel mientras me recuesta lentamente. Mis nervios están a flor de piel, pero algo dentro de mí, esa mezcla de curiosidad y deseo, me impulsa a seguir. Su cuerpo contra el mío es cálido, y siento que estoy lista, aunque no sé bien cómo se supone que todo esto debería ser.
Sus manos recorren mi piel, tocando cada centímetro con una suavidad que hace que mi cuerpo responda de maneras que nunca había experimentado. Mi respiración se acelera mientras lo siento explorarme, besando mi cuello, mi pecho, y cada vez que sus labios rozan mi piel, una oleada de calor me atraviesa. Las pocas prendas que cubrían mi cuerpo me abandonaron cuando Vlad me las quitó con suma delicadeza, al igual que mis nervios; solo tengo puestas las medias, y mis sentidos están más agudos que nunca.
No deja de besarme, de acariciarme y de susurrarme palabras bonitas, hablándome de las ganas que tenía de que llegara este momento mientras estábamos cenando con la familia, celebrando nuestra unión.
—¿Me dejas acariciarte un poco más? Necesito estar seguro de que estás lista, amor —dice con esa voz grave por la excitación que me pone la piel de gallina. Se había tardado en pedírmelo, y lo que no esperaba es que él me pidiera permiso para hacerlo.
Respiro hondo, aún pegada a su boca, saboreándolo, mientras asiento lentamente, autorizando que baje su mano a esa parte jamás explorada por nadie.
La mano que antes estaba en mi cuello baja lentamente por mi clavícula, deslizándose suave, acariciando con la punta de sus dedos la separación de mis pechos. Nuestras lenguas, en una danza lenta y delicada, me distraen del tacto de su mano, hasta que llega a esa parte que no sabía que conectaba con todas mis terminaciones nerviosas.
—¿Estás bien? ¿Te sientes incómoda? —susurra, su voz apenas un susurro sensual que ahora es mi favorita.
No puedo responder, porque los movimientos lentos y circulares que traza con sus dedos me quitan el aliento. Solo asiento mientras jadeo suavemente cuando explora mi entrada. Suspira como si hubiera estado reteniendo la respiración por mucho tiempo, acariciando cada parte de mí, sin dejar de besarme y buscar mi mirada.
—Estás tan lista para mí, amor, que siento que me voy a morir —besa mis labios. Su mirada ahora es más oscura, sus labios entreabiertos, y su respiración agitada me dice que, tanto él como yo, ya estamos listos para esto—. Entraré, relájate y en todo momento dime cómo te sientes, cariño.
Asiento mientras besa mis labios. Su mano toma su sexo y lo desliza suave y tortuosamente en mi entrada, hasta que levanta la mirada y me sonríe. Separa mis piernas para la comodidad de ambos.
Cuando Vlad se coloca sobre mí, puedo sentir su cuerpo contra el mío. Sus caricias me han dejado preparada, y aunque el dolor y la presión que siento me tensan, no puedo evitar aferrarme a él. Sus labios están en mi frente, y la mano que no está soportando su peso acaricia mi mejilla.
—¿Estás bien, amor? Solo relájate, dime lo que sientes. Si en algún momento te duele o no puedes soportarlo, lo haré más despacio —susurra con esa ternura que solo él sabe darme—. Solo un poco más.
—¿Más? —me siento llena, y si se desliza más, siento que me va a romper a la mitad—. Vlad, eres jodidamente enorme.
Suelta una risita y me besa una vez más.
—Sí, amor, apenas he roto la barrera. ¿Quieres ver?
—Sí, quiero ver —ya estamos aquí, no hay espacio para la vergüenza. Con su brazo debajo de mi espalda, me inclina un poco para que pueda ver la unión de nuestros cuerpos. Esa cosa me va a romper, solo ha entrado la punta—. Joder, Vlad, sigue, por favor.
Es bellisimo ser mujer, las cosas hermosas duelen.-Notese el sarcasmo.
—Bien, relájate nena, estás tensa, y si no sientes que tu cuerpo es una pluma, dolerá y no será agradable. ¿Confías en mí? Quiero que tu primera vez sea asombrosa y que no la olvides jamás.
Adoro cómo es, cómo me habla y cómo acaricia mi pierna con delicadeza. Vuelve a mis labios en un beso un poco más intenso. Sus manos se colocan en mis caderas, y entonces, de una sola embestida, nuestras partes al fin se encuentran.
—Duele... —una lágrima se desliza por mi pómulo, y maldigo internamente—. No te muevas, por favor.
—No iba a hacerlo, amor. Tengo que esperar a que te adaptes a mí para no hacerte daño.
Cierro los ojos, concentrándome en cada sensación y siento ssu dedo limpiando la lagrima que derrame. El dolor inicial se desvanece poco a poco, y después de un momento, una oleada de calidez y deseo toma algo de mi control. Me besa y me dice cuánto me ama, lo afortunado que se siente y lo bien que se siente estar dentro de mí.
—Ya puedes moverte un poco.
—Bien, cariño, ahora déjate llevar y trata de disfrutarlo, dolerá menos en un momento.
Las caricias de Vlad, sus besos, su respiración entrecortada, todo me envuelve. Mi cuerpo reacciona a cada movimiento suyo y mío, a cada roce de su piel contra la mía y la fricción delicada, y me siento más conectada a él de lo que nunca creí posible.
Mi pelvis se eleva instintivamente buscando más cercanía, y mis manos ahora acarician sus brazos y su espalda. Encuentro la liga de su cabello y la quito, desarmando su trenza con mis dedos. Siempre me gustó verlo con su cabello suelto. Me sonríe cuando su cabello cae por sus hombros y espalda, y ahora soy yo la que lo besa, la que se mueve despacio debajo de su gran cuerpo. Ambos gemimos por los movimientos instintivos de nuestros cuerpos, en busca de más placer.
—Te ves hermosa con las mejillas rosadas y sudando debajo de mí. Te amo, Dess.
—También eres hermoso, Vlad. —Dios, siento que me voy a morir, siento que me tenso y mi canal se tensa también, y la sensación extraña en mi bajo vientre... es deliciosa —Vlad... ¿qué es... esto que...
No puedo terminar la pregunta porque siento que mi cuerpo va a colapsar de la forma más deliciosa y me agito. Abro los ojos buscando una respuesta en su mirada, pero él solo sonríe y nos movemos en perfecta sincronía.
—Te vas a venir, mi amor. Solo déjalo fluir y no dejes de verme a los ojos porque te ves preciosa y no quiero perderme nada... —Vlad me besa y lleva sus manos a mis caderas, presionando más nuestros cuerpos y, Dios...
El calor dentro de mí crece; mi cuerpo tiene total dominio y entonces me dejo ir, lo suelto y libero eso que me ha llevado al cielo y ahora me hace caer en picada mientras siento que estallo en millones de fragmentos. Es la sensación más maravillosa y deliciosa que he experimentado hasta ahora. Vlad jadea, tiene una fina capa de sudor que lo hace verse más atractivo y varonil, y besa mis labios sin dejar de mirarme. Su ritmo se acelera y, un momento después, se deja ir, derramándose en mi interior.
Cuando todo llega a su final, me siento abrumada por una mezcla de alivio y emoción. Mi cuerpo aún está temblando, pero Vlad me abraza con fuerza cuando sale de mí, sus labios rozando mi frente. No hay palabras necesarias. Nos quedamos así, en silencio, y por primera vez en mucho tiempo, siento que todo está bien.
—Creo que nunca tendré suficiente de esto. Fue muy hermoso, gracias, Vlad. —Me acerco más a su pecho y lo abrazo también. No me siento desilusionada; ha cuidado de mí, estuvo atento a todo y nunca perdió contacto visual, dándome confianza.
—No tienes que agradecerme nada, cariño. Lo he hecho tal cual lo había imaginado por años. —Besa mis labios una vez más y acaricia mi espalda con sus dedos en movimientos circulares que me relajan. —¿Cómo te sientes?
—Bien, siento un poco de incomodidad ahí abajo, pero estoy bien. —De pronto me doy cuenta de algo y... —Vlad, no usamos protección.
—No lo vi necesario; soy un hombre sano y tú también. No veo por qué debe existir una barrera entre nosotros cuando lo único que quería era sentirte piel a piel.
—Puedo quedar embarazada, Vlad.
—¿Tienes miedo a la maternidad? Porque quiero muchos hijos y no puedo esperar a verte con un hermoso vientre.
—No, no le tengo miedo a la maternidad, pero creo que aún no estoy lista. Recuerda que tenemos planes; yo tengo que estudiar y tú prepararte para ser el siguiente líder, boss o como sea que le digan, y un bebé nos pondrá en una situación difícil y estresante, y...
—Entiendo, pero me gusta la idea de tener un hijo contigo. Tengo veintiocho y ya es tiempo de pensar en una familia y en el heredero de nuestra organización. —No me sorprende, todos pensamos igual. De hecho, al casarnos, las mujeres nos embarazamos de inmediato, porque en ocasiones, nuestros esposos... No quiero pensar en eso.
—¿De verdad quieres tener un bebé tan pronto?
—Sí, siempre que tú lo quieras también. No quiero obligarte a nada, bebé. Pero... sí deseo cargar a nuestros hijos.
Suelto una risita y él se levanta, soltándome con cuidado y saliendo de la cama para entrar al baño. Toma una toalla y me aparto cuando intenta abrir mis piernas para limpiar mi intimidad. Eso me toma por sorpresa y me avergüenza.
—Puedo hacerlo yo misma.
—Tengo que mostrarle a mi madre que has sido desflorada, cariño, y ella le dirá a tu madre.
Asiento con incomodidad y, con sumo cuidado, limpia cada parte. Se pone el pantalón del pijama que sacó de la maleta que no sabía que estaba aquí adentro y me besa.
—Regreso enseguida.
Me siento en la cama y me pongo de pie sintiendo incomodidad, pero puedo soportarlo. No sé en qué momento dejó de llover, pero cuando me acerco a la ventana, puedo ver que el cielo se despeja y las estrellas se dejan ver brillantes. Fue una noche maravillosa, Vlad es maravilloso y no me arrepiento de las decisiones que he tomado. Porque soy feliz.
Vlad ingresa con un vaso de agua y una sonrisa radiante.
—Qué vergüenza, Vlad, que nuestros padres sepan lo que hemos hecho... —Se para detrás de mí y acaricia mi espalda con una mano y con la otra me entrega el vaso de agua.
—No te preocupes por eso. Ahora toma esto y vayamos a la cama.
La mano que acariciaba mi espalda ahora está frente a mí y en ella una pequeña pastilla.
—Entendí que no quieres bebés por ahora, así que lo mejor es que la tomes para evitar un embarazo.
La tomo y la bebo. Cuando la paso, Vlad besa mi cuello y se aleja para encender la luz. Busca una de mis playeras viejas en mi closet y una braga más cómoda que la pequeña tanga que tenía puesta. Me visto en silencio y no sé qué tiene, no sé cómo lo hace, pero me hace sentir la cosa más bonita que sus ojos han visto jamás.
—Ahora sí, señora Volkova, vamos a dormir unas horas porque mañana nos vamos a casa. —Sonrío por el apellido que ahora me pertenece.
Y así, sin más, nos acostamos, acomodando nuestros cuerpos, encajando perfectamente uno en el otro, sintiéndome abrazada y besada por última vez antes de cerrar los ojos y dejarme llevar por el cansancio.
—Te amo, bebé, más de lo que yo creía posible. —Dice en un suave susurro.
—Por ahora, solo puedo decirte que te quiero, Vlad, muchísimo.
Y no miento, porque de verdad tengo sentimientos por él.
—Con eso me basta, cariño. Descansa.
Lo último que siento es un beso en mi hombro y me quedo dormida.
Espero pase la revisiooooooon! besos a todas, me tomo unos dias de descanso porque el publico de esta novela va muy lento... lindo finde para todas! y feliz dia de la madre para todas las mamis de Argentina el domingo!