En el siglo XV, Ángela, una joven noble, es enviada por Derya, la reina del Imperio Escocés, al Imperio Otomano para recibir una educación de élite. Tras años de instrucción financiera y cultural, regresa a su hogar solo para descubrir que sus padres han concertado su matrimonio con un joven aristócrata. La dulce joven que partió ha regresado transformada en una mujer valiente y decidida.
Derya no solo quería la mejor educación para Ángela, sino también que sanara su corazón roto por Niall, quien la había rechazado antes de su partida. Ahora, de regreso, Ángela se enfrenta a un mundo de intrigas políticas y expectativas familiares, mientras redescubre sentimientos por Niall.
El regreso de la guerrera, narra el viaje de Ángela en busca de su libertad, amor y lugar en una sociedad cambiante.
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Soy yo
Un mes después
Angela se encontraba en su habitación, ajustando las correas de su armadura de práctica y asegurando que su espada estuviera perfectamente equilibrada. La luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas de encaje, proyectando sombras danzantes sobre el suelo de madera pulida. Su mente estaba concentrada en el entrenamiento que le esperaba, cuando un suave pero firme golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.
—Angela, querida, necesito hablar contigo —la voz de su madre, Helena, resonó desde el otro lado de la puerta. Era una voz que siempre llevaba un aire de autoridad innegable.
Angela suspiró, resignada, y abrió la puerta. Helena, una mujer alta y de porte elegante, con ojos fríos y calculadores, se encontraba allí, con una expresión de impaciencia.
—Tu prometido, el Marqués Timoti, te espera abajo. Será su primer encuentro —dijo Helena, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Angela torció los ojos. La idea de conocer a un hombre que su madre había elegido para ella, sin considerar sus propios deseos, le resultaba insoportable. Sin embargo, sabía que no podía desobedecer abiertamente. Con un último ajuste a su cabello pelirrojo, se dirigió hacia las escaleras.
El salón estaba adornado con el gusto exquisito de su madre, lleno de tapices antiguos y muebles de caoba. Allí, de pie junto a la chimenea, se encontraba el Marqués Timoti. Era un hombre un poco mayor que ella, de cabello castaño y expresión seria. No era feo, pero tampoco tenía nada en su apariencia que destacara.
—Angela, te presento al Marqués Timoti —anunció Helena, con un tono de falsa calidez.
Timoti hizo una reverencia formal y forzada.
—Es un placer conocerte, Angela —dijo, su voz grave pero carente de emoción real.
Angela, forzando una sonrisa, hizo una pequeña reverencia en respuesta.
—El placer es mío, Marqués Timoti.
La tensión en la sala era palpable. Helena observaba con ojos de halcón, esperando que Angela mostrara el mismo entusiasmo por este arreglo que ella. Pero Angela solo sentía una creciente incomodidad.
—Espero que encuentres mi casa de tu agrado —dijo Angela, intentando llenar el silencio incómodo.
Timoti asintió, sus ojos recorriendo la estancia sin verdadero interés.
—Es... encantadora —respondió, y luego pareció quedarse sin palabras.
Helena, impaciente, intervino.
—Angela, querida, ¿por qué no muestras al Marqués los jardines? Estoy segura de que le encantarán.
Angela entendió que no tenía otra opción. Asintió y se dirigió hacia la puerta que daba al jardín, seguido por Timoti.
El jardín estaba en plena floración, con rosas y lirios que llenaban el aire con su fragancia. Angela caminaba en silencio, sin saber muy bien qué decir. Timoti, a su lado, parecía igualmente incómodo.
—Así que... te gusta la jardinería —dijo Timoti, intentando romper el hielo.
Angela negó con la cabeza, con una pequeña sonrisa.
—No, realmente prefiero la esgrima. Encuentro la disciplina y el desafío mucho más interesantes.
Timoti arqueó una ceja, sorprendido.
—Esgrima, dices. Eso es... inusual para una dama.
Angela sintió un leve enojo ante la insinuación.
—No creo que lo inusual sea necesariamente malo, Marqués. De hecho, creo que es importante seguir nuestras pasiones, sean cuales sean.
Timoti asintió lentamente, como si estuviera procesando sus palabras.
—Tienes razón, por supuesto. Es solo que... no esperaba algo así.
Angela decidió cambiar de tema.
—Y tú, Marqués, ¿cuáles son tus intereses?
Timoti pareció agradecer el cambio de tema.
—Disfruto de la caza y la equitación. También tengo un interés en la política y la gestión de mis tierras.
Angela asintió, aunque estos temas no le apasionaban.
—Parece que tienes muchas responsabilidades.
Timoti suspiró.
—Sí, y espero que puedas compartir algunas de ellas cuando nos casemos.
Angela sintió un nudo en el estómago. La idea de casarse con un hombre al que apenas conocía, y que no despertaba ningún interés en ella, la llenaba de una sensación de atrapamiento. Sin embargo, sabía que debía mantener la compostura.
—Por supuesto, haré lo que pueda —respondió, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
El resto del paseo transcurrió en un silencio incómodo. Al regresar al salón, Helena los recibió con una sonrisa satisfecha.
—Espero que hayan disfrutado de su tiempo juntos —dijo, con una mirada que Angela conocía bien. Era la mirada de una mujer que veía sus planes desarrollarse a la perfección.
Angela solo deseaba volver a su habitación, tomar su espada y olvidar el mundo por un rato. Sabía que su vida estaba cambiando, y no necesariamente en la dirección que ella deseaba. Pero también sabía que, de alguna manera, encontraría la forma de ser fiel a sí misma, sin importar las expectativas que los demás tuvieran de ella.
Mientras subía las escaleras, se hizo una promesa. No dejaría que nadie definiera quién era ni qué debía hacer. Porque al final del día, solo había una persona que podía decidir su destino.
Soy yo, pensó, con una determinación renovada. Soy yo.
Angela cerró la puerta de su habitación y dejó escapar un largo suspiro. Se acercó a la ventana y miró hacia los jardines, su mente viajando inevitablemente a Niall. Pensó en todo lo que había pasado, en su indiferencia y poco interés hacia ella. El dolor en su corazón se hizo presente una vez más. La imagen de Niall, con su rostro impasible y sus palabras frías, la atormentaba. Pero ahora, en este nuevo capítulo de su vida, debía aprender a dejar atrás esos sentimientos.
Quizás era momento de olvidar aquellos días y dejar de aferrarse a un amor no correspondido. Sabía que su padre, un hombre de gran sabiduría y bondad, hubiera querido que ella se enfocara en su propia felicidad y no en la aprobación o el amor de otros.
Angela se apartó de la ventana y se miró en el espejo. Vio una joven decidida, una guerrera que no dejaría que las decisiones de otros definieran su camino. Su futuro estaba en sus propias manos, y aunque el camino por delante fuera incierto, estaba lista para enfrentarlo con valentía.
—Soy yo —murmuró, reafirmando su promesa. No importaba lo que los demás esperaran de ella. Angela haría su propio destino.
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Hola mis queridas lecturas, les cuento que ayer no actualicé por motivos de salud, Pero hoy les subo dos capítulos más, siempre público uno, Pero hoy subiré el de ayer también, si puedo les daré uno más
Besos, que tengan lindo día.